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—Es un grano en el trasero—se quejó Wilre por décima vez desde que pisó mi habitación.

—Si, doña obvia, pero creo...

—... que hay que matarlo.

—¡Wilre!—me levanté de golpe. Ella se quejó porque aun no terminaba de maquillar uno de mis párpados.

—Estoy de broma, mujer—blanqueó los ojos y me obligó regresar a mi lugar—. Es más probable que Fiore diga que se le escapó un tiro, accidentalmente, y lo tomen por muerto. Total, es Reeves. No vendría mal la idea... para que deje de joder la vida de muchos.

—A mi no me ha hecho nada—aclaré frunciendo el ceño cuando me echó rubor en las mejillas.

Resulta que, nuestro querido Charles Reeves, ocasionó más caos que una guerra contra los nazis. Debates contra el coach y la señorita Newman. Discusiones verbales degradando la moral de muchos. En fin, para todos un problema desde que pisó el internando. A mí, ni pendiente.

—Porque ve que eres débil—me pinchó la nariz y me extendió el espejo—, débil y muy hermosa.

—Woow—la del espejo no era yo—. Haces magia con esas brochas... ¿dónde aprendiste?

—Tuve una amiga que me enseñó. Era buenísima con todo eso de la belleza porque su madre vivía de ello... pero odiaba estar aquí dentro ¿sabes? Le veía mal todos los días desde que cruzó ese portón, ni siquiera pasó el mes de iniciación. Por primera vez me sentí mal por alguien, y la tuve que matar.

Abrí mis ojos en sorpresa por las palabras de Wilre. Se escuchaba algo... ¿triste? Quizás era lástima lo que le tuvo a esa chica.

—¿La mataste?—asintió despreocupada—. ¿Y por qué no la ayudaste a escapar de aquí? Hubiese sido feliz en otro lugar sin saber de la Orden.

Wilre me vio por largos segundos con la mirada dubitativa.

—Anny, de aquí solo sales si estás muerta—torció sus labios.

—Igual pudieron intentar... o no sé.

—No, Danforth, no hay intentos, solo muerte—respiró y acomodó su corto vestido—. Igual Prislty me lo hubiese agradecido. Entendía mi retorcida mente.

—Entonces fue una gran chica—sonreí cuando Wilre asintió, tirando a mi cara una prenda diminuta.

—Ahora ponte eso, esta noche vamos a conquistar el mundo.

—¡Se me verá hasta el alma!—veía aquella prenda con los ojos entrecerrados—. Y me dará demasiado frío.

—¡Deja las excusas, mujer! La primavera esta cerca, y la ocasión lo amerita—abrió la puerta de mi habitación para salir, pero antes de cerrar asomó su cabeza—. Los chicos nos esperan abajo, viste ese cuerpecito tuyo para irnos. Rápido.

Y salió.

Se encontraba emocionada porque era su primer San Valentín fuera del internado. Días atrás la ayudé a comprar regalos para los chicos, y esa misma mañana entregó sus obsequios a cada uno con una sonrisa en el rostro. Mi alegría aumentó cuando Wilre dejó en mis manos una caja cubierta de papel rosado, y luego le siguieron Akiro y Lenintog. Admito que me sentí un poco mal porque yo no les di nada. Pero igual la sensación fue agradable. Luego, por obra de Lenintog, arreglaron todo para que pudiéramos ir a un antro en Bretwood.

Me puse aquella prenda sin pensarlo mucho. Era una falda pegada al cuerpo, y la acompañaba un top con la siguiente inscripción en letras rojas: Killer queen. Iba toda de negro, hasta las botas altas.

Red - [La Orden Sangrienta]Where stories live. Discover now