Lo que el hielo ocultó: convence

9.2K 518 54
                                    

Capítulo 12

Lo que el hielo ocultó: convence

Existía cierta tensión entre nosotros dos desde que habíamos hablado de mi vida íntima en aquel puente. Nos dejamos de juntar por unos días y, después, en nuestra siguiente cita, había cierta incomodidad, cierta pesadez en el aire, que aunque se hablara, el hielo no se rompía.

Recuerdo que esa noche lloré un poco. Había un tabú entre nuestra relación, y aunque joven y efímera, me encantaba, no quería que todo acabara allí solo por temor a dar otro paso.

Lo que más me angustiaba no era eso, sino el hecho de que a Roger parecía no importarle si nuestra relación se quedaba así, si se desvanecía en el aire.

Pienso ahora: todavía en ese punto había retroceso, todavía podía huir de él. Más, si ahora esa opción me parece la mejor, en ese momento de mi vida parecía la peor. Yo no quería dejar a Roger. Yo sí quería estar con Roger. Así que, en vez de esperar su invitación a una próxima cita, lo invité yo.

Después de cenar, volvíamos a casa temprano.

Le dije—: ¿No sientes eso?

—¿Qué? —Me preguntó.

—¿No te gusto?

—¿Qué?, ¿piensas que yo saldría contigo si no me gustaras?

Suspiré.

—No lo sé. Pero parece que después de que te diste cuenta de lo que hablamos la semana pasada has perdido interés en mí.

—No he perdido interés en ti. Te estoy dando tu tiempo, no quiero forzarte a cosas que no quieras Lauren, después de todo, estás empezando a vivir.

—Ah. —Acordé, asintiendo.

—Si no quieres liarte con alguien de mi edad, te comprendo. Estoy siguiendo tu juego despacio, cuando me adelanto pasan cosas como la que ya han pasado.

—Si yo no quisiera hacer algo te lo diría. Como ahora te estoy diciendo que sí, que estoy lista. —Nos quedamos en silencio, estábamos llegando a casa—. ¿Tú que pensaste cuando me viste por primera vez?

—Que sería asombroso poder estar contigo.

Mi corazón latió muy rápido.

—¿Y después?

—Que de seguro eras menor de edad porque andabas con tu mamá.

—Yo pensé que tú eras de ensueño —susurré.

—Me alegra que yo te guste, porque tú, Lauren, me gustas, y si tenía dudas, ese día en Baviera lo afirmó todo.

—¿Por qué no matas ya esas ganas?

—Porque no creo que tú quieras. —Justo en ese momento estábamos a cinco cuadras de mi casa.

—Por favor, sí quiero.

Y se devolvió. Fuimos a la habitación principal del pent-house. Le pregunté cuál era su parte favorita de mi cuerpo justo antes de que me desnudara, me dijo que mis caderas. Yo le dije a él que sus ojos, y traté de mirarlos todo el tiempo cuando tuve un poco de pánico.

Hay algo mágico en mi primera vez con Roger, creo que lo fue porque fue el último hombre que me tocó, y tal vez el primero, tomando en cuenta que mi primera vez había sido un intento fallido, y la otra vez había sido aún más fallido.

No sé qué era. Sabía tocar, sabía besar. Fue meticuloso, le gustaba las cosas calculadas.

Me entregué, no sé si él se entregó a mí. Allí sin ropa estaba completamente a la intemperie, sentía que él podía ver mis sentimientos e incluso tocarlos, pero no me sentí de la misma forma sobre él.

Lo que el hielo ocultóWhere stories live. Discover now