♡Epílogo |1|♡

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Croos

— ¡Feliz cumpleaños cariño! — entra gritando Candas a mi pequeña oficina.

Sonrió y dejo de mirar la ventana para observarla a ella. Candas trae un pastel con frutas frescas.

Se acerca y me lo da: — ¿Qué haces despierto tan temprano, amor?

Pongo el pastel en el escritorio: — No podía dormir, estoy nervioso.

Ella me miro a través de sus gruesos anteojos y sonríe: — Amor... Será como en los viejos tiempos...

— Sí, como en los viejos tiempos... Solo que con el doble de edad.

Ella ríe: — Relajate, — dice y camina hacia la salida — iré con Calvin, es un excelente cocinero.

Río y tomo el tenedor que esta sobre el pastel para probarlo.
A pesar de los años, el pastel sigue igual de delicioso.
Ya han pasado 40 años desde que deje la manada, siendo honesto, no me arrepiento. Mi vida se volvió más tranquila.
Aunque siempre extrañe la libertad de correr y sentir en viento sobre mi pelaje. Solía hacerlo de vez en cuando en la ciudad, pero con los años y con esto de la vejez, ya se me ha hecho más difícil.

Hoy es mi cumpleaños. Candas tuvo la brillante idea de reunir a toda la familia y  conocidos.

— ¿Puedo pasar?

— Adelante hijo — dejo el tenedor sobre el pastel.

— ¿Qué tal papá? — pregunta Xander, mi hijo.

Xander ya es todo un hombre, aunque no se ha casado, siempre fue un mujeriego, él lleva la empresa ahora, suele viajar y organizar fiestas, nunca he visto alguna relación duradera de su parte. Pero estoy tan orgulloso de él, es un mujeriego caballeroso, a él le inculque el tratar bien a las mujeres, no quería que fuera un golpeador como yo. Xander es muy inteligente y ha hecho triunfar la empresa hasta el tope.
Físicamente tiene la piel morena como Candas, ojos azules, cabello negro y demasiados músculos.

— Todo bien hijo, ¿qué tal tu?

— La empresa va genial, cada vez más ingresos...

Sonrió: — Eso suena fantástico, y dime hijo, ¿alguna novia?

— Papá, no me casaré, adoro mi libertad...

— Algún día encontraras a tu mate...

— Y amaré el compromiso... Si papá, ya lo se.

A pesar de haber vivido en la ciudad, jamás les negué lo que eran, ni a Xander ni a mi otro hijo, Alex. Incluso, se llegaron a convertir varias veces en lobos.

— Bien. Ya no diré más.

— ¿Puedo pasar?

— Adelante.

— Vaya, hay reunión familiar y no me invitaron.

Se sienta en el sillón que esta en frente del escritorio: — Creí que estabas follando con tu novio — se burla Xander.

— No, eso ya lo hice. — Responde Alex.

Y sí. Alex es gay, encontró su mate hace algunos meses, aunque siempre, desde que era adolescente salio con hombres. Al principio fue un gran shock para mí, pero Alex no la tuvo fácil, lo tuve que cambiar varias veces de escuela porque le hacían bulling. Aunque siempre intente demostrarle que tenía mi apoyo para lo que él quisiera, después de todo, se lo que se siente no ser apoyado.
Él prefirió estudiar arquitectura, y bueno, yo lo apoye.

— Ya, dejen de pelear... — dije sonriendo.

Los tres nos quedamos en silencio. A pesar de ser mellizos son muy parecidos.
Ambos son mi máximo orgullo, a los dos los inculque con valores, y a los dos los amé y los amo por igual. Tuve tantos miedos de fracazar, pero aprendí que poco a poco se aprende, y sí, cometí muchos errores, pero no soy perfecto, y a pesar de todo... Siempre intente apoyarlos, porque todos pueden ayudarte, pero pocos pueden apoyarte.

Hasta la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora