♡Capitulo veinticuatro♡

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Candas

Y ahí estaba yo, mirándome por última vez en el espejo del baño, sudaba un poco, la pijama de encaje negro que consiguió Mía es más provocador de lo que pedí.
Respiro y cierro los ojos

Esto es por tu familia Candas, Zack no se merece sufrir. Me susurra mi conciencia.

Lo cierto es que después de la discusión que tuvimos, me decidí a utilizar la supuesta época de celo, necesito informarle a mi familia que estoy bien, a Zack... Necesitó decirles que continúen con sus vidas, que continúen sin mi.

El plan es muy simple, convenceré a Croos a través de la seducción... Todo sea por mi familia.

Respiro y salgo del baño, miro a Croos, él se encuentra leyendo un libro, alza los ojos y me mira.

— Ca-candas...

Camino despacio, me subo a la cama, me pongo en cuatro mostrando un poco mis senos y me siento en sus piernas: — ¿Te gusta? — Preguntó con una sonrisa.

Él traga saliva y sonríe: — Te ves preciosa... Pero dime, ¿qué celebramos?

— Nada, solo... Quise a ser esto. — Me muerdo el labio.

Él me mira como inspeccionado mi rostro: — No te creo, dime ¿qué quieres?

Trago saliva: — Croos, si quieres que me quede aquí contigo, — acaricio su cuello. — No crees que seria justo que le dijera a mi familia...

— ¿No será que quieres ver al hijo de puta de Zack? — Preguntó apretando los dientes.

— Él también merece continuar — susurro.

Lo miro a los ojos y pongo la cara más tierna que tengo: — Esta bien, — suspira — pero iré contigo, mañana viajáremos, solo tendrás un día. — Dijo serio.

— Gracias. —  Estaba por abrazarlo, pero él detuvo mis brazos, me tomo de la cintura y me coloco al lado de la cama.

— Es hora de dormir. — Murmuró mirándome sin ninguna expresión en el rostro.

— Croos, ¿no... quieres... tocarme? — pregunte con una vergüenza notoria.

Lo cierto, por vergonzoso que pareciera es que deseaba estar con Croos, lo anhelaba, no se que mierda ocurría, pero lo deseaba...

— No, no te deseo. — Beso mi frente, se acomodo de su lado dándome la espalda y se cubrió con las cobijas. — Buenas noches.

— Buenas noches. — Me voltee dándole la espalda, mi orgullo fue pisoteado, ¿cómo mierda me rechazo?, ¿será que la pijama no era tan provocadora?, o, ¿había otra?

De repente sentí que la sangre me hervía, la simple idea de que él estuviera con otra, que la tocara como a mi, que ella tocara lo que a mi me pertenece y... ¡Mierda! ¿desde cuándo él me importaba? Si hubiera medallas para las más estúpidas masoquistas sin duda alguna yo me llevaría la de oro...

— ¿Hay otra? — pregunte sin resistir la duda.

— No, por ahora no. — Respondió y juro que sentí circular nuevamente la sangre de mi rostro. ¡Carajo! ¿desde cuándo era tan celosa?

Me abrigue e intente conciliar el sueño, probablemente estas absurdas y ridículas sensaciones eran por falta de sueño.

Croos

Hasta la eternidadWhere stories live. Discover now