Friend of the Devil ━shingeki...

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━━Me gusta jugar en la arena, construyendo futuros y destruyendo pasados, mientras mi amigo el demonio se... More

FRIEND OF THE DEVIL
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━━━PRÓLOGO
━━ARCO I:
1. Yo conozco ese rostro
2. Días de estrés
3. Motivos
4. Hoy no
5. Belladonna
7. Por una cuchara.
8. Mal presentimiento
9. Rojo, verde y amarillo
10. Pisadas de gigante
11. La Titán Hembra
12. De cadáveres y pesares
13. Culpa.
14. Traiciones, regalos y segundas oportunidades
15. Confiar
16. Es un mundo cruel.
━━ARCO II
17. Preludio al desastre
18. Caminos solitarios
19. 12 horas antes
20. Verdades y respuestas
21. Malas decisiones = consecuencias
22. Antes de partir
23. Guerrero
24. La chica del cabello bonito
25. Dile al demonio
26. Titanes que sonríen
27. Granos de café
28. Máscaras que pretenden
29. Confort
30. Sincero contigo
━━ARCO III
31. Aferrados al pasado
32. Semillas sembradas
33. Reencuentros
34. Perspectivas
35. De conversaciones y saludos
36. Persecuciones
37. De verdades y carcajadas
38. Empezó con una persecusión
39. Experimentos para dos
40. Un encuentro, una advertencia
41. Cuando se pone el sol
42. Y aquí entraba él
43. Momentos
44. Caso perdido
45. De roles y confianza
46. Planeaciones y traiciones
47. Todo estará bien
48. Juicios finales
49. Enfrentamientos
50. Pérdidas
51. Ser quién eres
52. Amigo leal
53. Resplandores
54. Reunión = Ejecución
55. Coronas, reuniones y nostalgia
56. Cadenas y anomalías
57. Saltos en el tiempo
58. Últimos detalles
59. Tentar a la suerte
60. Un día antes
61. De despedidas y silencios
62. Polvo, escombros y sangre
━━ARCO IV
63. Félix Kaiser
64. Al despertar
65. Visitante
66. Juicio a un demonio
67. Propuestas indecentes
68. Veredictos
69. De pianos y bailes
70. Finas presentaciones
71. Arrepentimientos
72. Marley estaba en guerra
73. Rocas y sangre
74. A ti más que a nadie
75. De explosiones y ataques
76. Regreso
77. Sobre estar sumergido y ascender a la superficie
78. Secuelas
79. La verdad duele
80. Normalidad
81. Lugares de ensueño
82. Núcleos
83. Sobre aceptación y confesiones
84. Charlas de medianoche
85. Deseos y lo que necesites
86. Sobre avanzar y comprometerse
87. Un último trato
88. Tras los muros
━━━ARCO V

6. A través de cartas

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CAPÍTULO SEIS
A TRAVÉS DE CARTAS
━━━━━━━━┓ * ┏━━━━━━━━

Día 1, primer experimento con toxinas.

Hasta el momento no ha sido por completo comprobada la inmunidad que Eren Jaeger tiene contra venenos/toxinas que puedan residir en plantas de acceso.

En general, no se sabe si Jaeger tiene alguna inmunidad a algo además de heridas físicas o pérdida de miembros. Se requiere de más experimentos y observaciones para comprobarlo.

Su reacción con la belladonna fue casi instantánea y le provocó un corto periodo en dónde perdió el conocimiento y más tarde le ocasionó una breve alucinación que envolvió la Caída de Shiganshina y lo ocurrido ese día (para más detalles, se requiere que se hable con Félix Keiser y Petra Ral, quienes eran los que estuvieron presentes para tranquilizar al chico.)

Una cosa era ser observador y otra simplemente ser espeluznante. Una vez, había leído uno de los informes de Hange sobre un experimento que ella había realizado que involucraba uñas y carne de titán, y luego le preguntó a Moblit sobre el procedimiento real. El pobre Moblit se había quedado sin aliento en el suelo, y Félix no se había atrevido a leer ninguno de los informes de Hange desde entonces.

La cosa era que el cuaderno que sostenía tenía una descripción detallada del colapso de Eren y el despertar posterior que se prolongaba durante una página completa que Félix se negaba absolutamente a leer. Hange tenía esa tendencia a atraerte con lo que era una introducción descuidada antes de golpearte con toda su fuerza con hechos y descripciones que simplemente te dejaban sin aliento por todas las razones equivocadas.

Con lentitud, tomó la carátula del cuaderno y lo cerró para después empujarlo de vuelta a su dueño, una pequeña mueca torciendo sus labios cuando identificó la mirada de locura que brillaba en los ojos de Hange. Sí, no, no iba a leerlo en definitiva.

—Eso es repugnante, cuatro ojos.

—Se le llama ciencia, Shorty —musitó ella, aplastando el cuaderno contra su pecho mientras empujaba sus gafas hacia arriba. Tanto Levi como Félix identificaron el gesto como un mal hábito—. Claro, ni tu ni Kaiser serían capaces de comprender mi visión.

—No, tienes razón, nuestra visión es perfectamente clara, cuatro ojos.

Hange se giró hacia el capitán y sus ojos desprendieron un brillo como si la estela de una estrella los siguiera a cada movimiento. El azabache tragó saliva con dureza, mentalmente preparándose para el vociferio que sin duda alguna seguiría.

—¡¿Ah!? ¡Levi, no es de buena educación burlarse de los problemas de otros!

—¿Qué problemas? Lo que tienes es un defecto. Acéptalo y sigue adelante, Hange.

—¡Ow, tu enano-!

—Uh, ¿Capitán Levi?

Levi ladeó un poco su rostro, su postura el epítome de tranquilidad y neutralidad que era tan característica del hombre y a la que todos estaban acostumbrados. Hange por su parte, estaba de pie con la silla corrida hacia atrás, su cuerpo inclinado sobre la mesa mientras su puño se cerraba alrededor del cuello de la camisa del otro. Félix simplemente estaba ahí sentado, observando todo de la misma manera en la que la situación se sentía: sinsentido.

Petra pestañeó en la dirección de los otros, mentalmente encogiéndose de hombros y dando los pasos necesarios para acercarse hasta su Capitán.

—Harold trajo correspondencia en la mañana. Hay un par para usted de parte del Comandante Erwin y otro para Hange-san —Petra les entregó sus cartas, siempre sonriente y después viró hacia Félix, presentándole tres cartas—. Aquí tienes, Félix.

Dichas cartas y una vez las hubo tomado fueron suficiente para que la mente de Félix volara lejos de los sucesos dentro de la habitación. En el fondo podía escuchar a Hange murmurando lo que sea que contuviera su carta, Levi sorbiendo de su taza de café para ahogar los murmullos y Petra, que seguía de pie frente a él.

El azabache parpadeó, alzando la mirada y observando curiosamente a la pelirroja.

Su expresión era… desconcertante. La sonrisa en los labios de ella resultaba dudosa, sus ojos moviéndose de sus manos al rostro de Félix, como si tuviera algo que decir pero no supiera cómo.

Le ofreció una pequeña sonrisa, y por una fracción de segundo, tanto Petra como Félix vieron dos imágenes distintas frente a sus propios ojos.

Él, el rostro ensangrentado de su camarada.

Ella, la figura demasiado quieta de un amigo.

Ambos se estremecieron, los ojos muy abiertos y los labios temblorosos siendo lo primero que notaron en el otro. Ambos se sostuvieron la mirada por unos momentos antes de que Petra se diera media vuelta y desapareciera sin mediar palabra, dejando a Félix con el corazón en la garganta y las náuseas dando vueltas en el fondo de su estómago.

Lentamente, y aunque todavía se sentía lo suficiente inestable como para no poder respirar adecuadamente, su mirada bajó a los sobres en sus manos, notando finalmente la forma en que apretó los puños alrededor de ellos con tan fuerte agarre.

La caligrafía de su madre era distintiva incluso entre los pliegues que se habían formado y por un instante, una gran ola de alivio lo inundó de dentro hacia fuera. Félix relajó el agarre en los sobres y los colocó sobre la mesa, su pulgar suavizando el papel porque recibir una carta de parte de su madre era un milagro de por sí.

Sus manos aún temblaban cuando apartó el primer sobre y leyó el otro, la caligrafía más nítida de Erwin atrapando su vista de inmediato. Félix sonrió con ligereza y rompió la parte de encima del envoltorio, sustrayendo la hoja en el interior y desblobándola para comenzar a leer.

Félix,

Es algo tarde para comunicarte esto, y a pesar de que sé estás ya consciente de los nuevos reclutas, me gustaría informarte personalmente de ellos.

Como Mike muy cordialmente me recalcó después de la ceremonia, y por alguna extraña razón que creo se debe principalmente a Eren, la 'élite' de la Tropa 104 de cadetes se ha unido a nosotros. Lo cierto es que ni yo podía creerlo. Una pena debo de admitir que es para la Policía Militar que de diez solo uno se haya unido a ellos, Nile debe estar realmente decepcionado.

En fin. Policía Militar o no, considero esto un logro para nosotros a pesar de los eventos recientes y de nuestra verdadera tarea. Quiero pedirte que, a parte de vigilar a Hange y mantener a raya sus impulsos —aunque considero que no debes preocuparte, encontraré la forma de quitarle a Moblit el trabajo de aquí para enviarlo con ustedes—, me gustaría que mantuvieras un ojo encima de los nuevos reclutas.

La planeación para la expedición está casi completa y la introducción del plan a los reclutas es de lo que estoy nervioso. Temo que no se aprendan los procedimientos y la codificación de las bengalas para entonces, o que Levi los intimide lo suficiente como para no estar por completo concentrados en la memorización de dicho plan.

Por favor, que Levi interactúe lo menos posible con ellos.

(Por favor.)

En un recordatorio menos formal, tu madre ha enviado una carta y le he pedido a Harold que la lleve junto al resto de la correspondencia.

Dile hola de mi parte.

—Erwin.

p.s., cuídate.

Los ojos de Félix trazaron una y otra vez las líneas finales, el errático palpitar de su corazón disminuyendo mientras más veces lo hacía. A pesar de que la imagen del rostro de Petra lleno de sangre seguía impresa tras sus párpados, las palabras de Erwin conseguían traer una sensación de confort que el azabache no sabía eran necesarias hasta ese momento.

Félix suspiró, la tensión en sus hombros finalmente se drenó de ellos y entonces alzó la vista hacia sus dos acompañantes. Levi aún leía una de sus cartas, probablemente la de Erwin, y Hange sorprendentemente ya estaba escribiendo una respuesta.

Al menos eso esperaba él.

El azabache colocó la carta sobre la mesa después de doblarla y tomó los otros dos sobres. La tercera no tenía remitente, pero había dos iniciales escritas en la orilla, con una letra delgada y precisa y un poco inclinada.

Ah, pensó él, una pequeña sonrisa extendiéndose sobre sus labios. Ya veo.

—Hange, dame un poco de papel para responderle a Erwin.

La castaña asintió y arrancó una hoja de su cuaderno junto a una pluma. Había una mirada conspirativa en los ojos de Hange que ciertamente no le gustaba para nada.

Erwin,

Espero que ni Levi ni Hange se tomen la molestia de comunicarte nuestro plan, porque honestamente no sé si sentirme decepcionado contigo o con Hange por los sucesos de ayer.

Ya verás, una vez que nuestra obsesiva residente te envíe lo que descubrimos ayer, supongo. No cambia el hecho de que literalmente le diste rienda suelta a alguien como Hange, y creo que incluso Levi siente cierta aprehensión por ello.

Cómo sea. Los reclutas están… bien. Mikasa Ackerman es un poco, uh. ¿Cómo describirla? No he interactuado mucho con ella pero Eren nos prohibió decirle lo que intentamos esta semana y no podemos ni siquiera respirar cerca de ella ni murmurar lo que tenemos planeado toda la semana referente a los experimentos de Hange con Eren.

Lo que me asusta.

Eren es otro asunto. No tengo ni idea de qué van a escribirte ni Hange ni Levi sobre él, pero creo que está bien. Eren, quiero decir. Es un chico demasiado entusiasta, y aunque a veces parece aterrado de Hange y sus métodos (quién no lo estaría la verdad te ruego por favor envíes a Moblit lo más pronto que puedas) se nota que tiene la misma curiosidad que ella a veces. Creo que le gustaría mucho conocer sus límites y lo que pueda lograr con sus habilidades.

Hay momentos en los que siento que lo conozco de toda una eternidad.

En fin. Envíale a Nile mis condolencias, pobre tipo enserio.

Dile a Mike que tengo contadas mis reservas y que yo sé que él sabe de ellas. Y que más le vale que estén completas para cuando vuelva.

—Félix.

ps, cuídate igual.

Dudó si dejar o no esa última línea sabiendo que era solo un intercambio entre comandante y subordinado, y que fue Erwin quien le dijo que se cuidara primero. Fue justo por parte de Félix mostrar los mismos buenos deseos a su superior, motivos ocultos o no. Sentimientos involucrados o no.

Bajó el papel y lo dobló, sabiendo que más tarde uno de los pocos que estaban con ellos haría una ronda para recoger las cartas y enviarlas al cuartel. Finalmente tomó la carta de su madre y rompió el sobre, sacando de ella la hoja.

Fé,

Espero que te encuentres bien y que estés en buena salud, especialmente durante estos días en dónde el mundo parece ser más bizarro de lo común.

Sé que no puedes revelar mucho, y que tu puesto en la Legión es importante para ambos pero mucho más para ti. Pero soy tu madre, Félix Keiser, así que me hablarás con la verdad cuando te lo pregunto: ¿cuán ciertos son los rumores del chico titán?

El señor Jovan tuvo una reunión importante unas noches atrás, y todo el comité del rey apareció en la sala de estar de la familia. No se nos fue permitido entrar en ningún momento, y únicamente cuando lo hice, el silencio reinaba dentro de la habitación.

El rey no estaba presente, sin embargo. Pero los Novak, los Tahr y los Reiss sí.

No quiero entrometerme, Félix, pero si es verdad que el chico titán fue admitido en la Legión, mi deber como madre me obliga a preguntar por tu seguridad y el bienestar de tus compañeros. Por favor no te acerques de más al chico. No quisiera que nada te sucediera y que lo último que viera de ti fuera tu insignia.

Por favor, te ruego que tengas mucho cuidado y te comuniques conmigo lo más pronto posible, jovencito. Soy tu madre y no puedo creer que no tengas el descaro de enviarme por lo menos una carta al mes. Lo que sea que debas hacer, estoy muy segura de que puedes incluir en tu apretada agenda el escribirla a tu pobre, desamparada madre que vive con el corazón en el puño sabiendo que su bebé podría desaparecer por siempre.

Hablo muy enserio, Félix.

Cuídate corazón.

Con amor, Talisa.

Félix gimió y enterró el rostro entre sus manos, el ligero sonrojo sobre sus mejillas haciendo que Hange se burlara de él desde el otro lado de la mesa.

—¿Todo bien, Félix?

—Mi madre me envió una carta.

—¡Oh! —la mesa se sacudió un poco cuando Hange golpeó sus palmas sobre ella. Estaba sonriendo—. ¡Salúdala de mi parte! La única vez que la conocí fue cuando tuvimos que ir a la Capital, ¿recuerdas? Unos meses después de que te unieras.

Félix asintió, una mueca extendiéndose en su rostro porque él recordaba a la perfección ese día.

,

Primero que nada, estoy bien. Estoy teniendo mucho cuidado durante las expediciones y no, no estoy evitando escribirte por otra cosa que no es poco tiempo. Enserio, te lo prometo, digo la verdad.

No puedo decirte mucho sobre lo que está ocurriendo, pero Eren es un buen chico. Muy joven la verdad, para tener que estar pasando por todo esto. Él es realmente amable, y creo que más que todos nosotros, es él el que tiene deseos de descubrir qué ocurrió con él y cómo puede ser de ayuda.

Lo que es bueno. Me gusta eso de él.

Lamento no poder escribir más, prometo que alguno de estos días iré a visitarte, y por favor, por el momento, mantente al margen de la situación y deja de espiar en el señor Jovan y sus reuniones. Por más aprecio que te tengan, sé cuidadosa.

Hange y el Comandante Erwin te envían saludos.

Te ama, Félix.

La última carta Félix la dobló a la mitad y la colocó entre su uniforme, en un lugar en dónde estaría segura hasta que pudiera leerla tranquilamente en la seguridad y privacidad de su habitación.

━━━

En alguna otra vida, Petra Ral había muerto cuando la Titán Hembra la estampó contra el tronco de uno de los árboles gigantes dentro del territorio del Muro María, su cuerpo torcido en un ángulo incómodo y el rostro lleno de sangre.

En la anterior, sin embargo, Petra Ral había sobrevivido a la expedición número cincuenta y siete de la Legión de Reconocimiento, había vuelto a la Capital tras los Muros de Sina para presentarle a Talisa Keiser la insignia del uniforme de su hijo, y se había decidido a abrazar a la mujer por el resto de su vida, devolviéndole el favor a Félix de la única manera en la que ella sabía valdría la pena: sobrevivir para pelear otro día, cuidar y velar por la vida de su madre, y ayudar a la Legión a cumplir su objetivo, culminando en Paradis siendo libres a grandes costos con el pueblo eldiano reducido a nada pero pobres fantasmas de lo que podrían haber sido.

En la siguiente, Petra Ral tenía pesadillas sobre cadáveres, rostros desfigurados y el cuerpo de uno de sus compañeros tan quieto que parecía fundirse con el escenario sobre el que se hallaba, una sombra más proyectada contra el suelo que podía pasar desapercibida si apartabas la vista y te negabas a ver.

━━━

Día 4, e.j.

Aunque los últimos días han sido difíciles tanto para nosotros como para Eren, su regeneración es algo de lo que ninguno se cansa de ver.

Hemos comprobado que la más mínima cortada sobre su piel sana al instante, y que cada herida que obtiene y comienza a sanar, desprende el mismo vapor tan característico de los titanes cuando están reformándose o cuando su sangre se evapora de encima de cualquier superficie.

Nos gustaría probar con más profundidad de heridas o de largo, pero Levi y Félix me continúan prohibiendo que lo lleve a cabo argumentando que el control de Eren podría no ser el mejor sobre su titán y un accidente como el de Trost con Mikasa Ackerman podría repetirse, lo que resultaría en una inconveniencia en nuestro plan.

No puedo dar una estimación de un tiempo en el que el cuerpo de Eren tarde en sanar, ya que hemos notado que la variación de la herida y dependiendo de esta es que se sana. Tengo la teoría de que posiblemente Eren podría afectar esto de una manera subconsciente, pero aún no he podido comprobarla.

—Bueno, al menos no ha muerto, ¿cierto?

Dijo Petra, suspirando al notar el vapor que se desprendía lentamente del hombro de Eren luego de que gracias a un accidente durante un entrenamiento con el equipo de Levi, el chico cayera de una gran altura y terminara dislocándolo.

El rostro de Félix se torció levemente en un mueca, atrapado entre querer reír por la poca buena suerte que tenía Eren o por lo suertudo que resultaba al tener una habilidad tan asombrosa como crecer un diente o coser una cortada en menos de una hora.

—¿Crees que Eren podría desarrollar un trauma por ello?

—¿Te refieres a desarrollar un trauma porque es un chico de quince años que puede perder un brazo cuántas veces quiera pero no preocuparse por ello porque de cualquier manera le volverá a crecer? —Petra sonaba dolorosamente incrédula, y preocupada, y no había manera en la que la mueca de simpatía en su rostro fuera fingida—. Félix. No preguntes cosas estúpidas, por favor.

El azabache rió con ligereza, su vista volviendo una vez más hacia donde Oluo estaba arrodillado junto al cuerpo de Eren, quien se sostenía el hombro con un firme agarre que parecía ser gentil al mismo tiempo. Por el rabillo del ojo vio a Petra, su mirada moviéndose de la escena desarrollándose frente a ellos hacia él, con un distintivo brillo en ellos que le hacía sentir escalofríos.

De repente recordó aquel día en el que las cartas llegaron, cuando él y ella hicieron contacto visual y el rostro tan bonito que la pelirroja tenía se volvía una macabra máscara de mirada vacía y mejillas manchadas de sangre, con la vista puesta en un lugar al que Félix no había podido llegar aún.

Él tragó saliva con dureza, sus puños apretándose a cada lado de su cuerpo con fuerza cuando notó el leve temblor que pasaba débilmente por encima de ellas. No le gustaba recordar esa imagen, por más que se hubiera quedado impresa tras sus párpados, no le gustaba invocar ese rostro tan muerto y compararlo al que poseía la mujer a su lado.

Pero había veces en las que una vocecilla al fondo de su cabeza le decía que a final de cuentas, no importara cuánto quisiera evitarlo, eran una y la misma.

—H-hey, Félix… —el azabache se giró hacia ella, con el rostro ladeado y mirando la punta de su nariz porque se sentía incapaz de mirarla a los ojos—. Tu… ¿Has tenido alguna pesadilla? Estos días.

Félix respingó, su cuerpo yendo ligeramente tenso a la pregunta cuando notó a Harold andando hacia ellos, una sonrisa colocada sobre su rostro que no hizo nada para aliviar el terror bajándole por la espalda.

—Ah, es bueno que estén todos aquí —el hombre le extendió un sobre a Félix, la caligrafía de Erwin mirándole desde el—. El Comandante dice que no hace falta que le respondas, y Catia y Celia me pidieron que te dijera que les enviaras una a ellas donde le asegurabas a Alex que el chico Jaeger era inofensivo.

Félix asintió, distraído, y colocó la carta en alguna parte donde no se perdiera o arrugara. Harold le palmeó la espalda y le guiñó un ojo, como si ambos compartieran un secreto entre sí, y se giró para seguir entregando el resto de la correspondencia. Él notó que en las manos de Petra también había otro sobre, más pequeño que el suyo.

—¿Tus padres?

La pelirroja asintió.

—Mi papá, de hecho —murmuró en respuesta, jugando con el sobre entre sus manos—. Mi madre murió hace unos años por una enfermedad.

—Oh —dijo, rascando la parte trasera de su cabeza con duda—. Lo siento, Petra.

La pelirroja sacudió una mano en el aire, el sobre siendo guardado cuidadosamente entre su chaqueta y su camisa. Hubo un corto periodo de silencio entre ambos, ninguno queriendo volver a ese tema de conversación pero sabiendo que tarde o temprano, uno o el otro terminarían rompiéndose si no lo hacían.

Félix titubeó, nervioso.

—Hace unos días, ¿recuerdas? —el azabache respiró profundamente—. No recuerdo haber tenido ninguna pesadilla hasta hace un par de días atrás. Tu… no sé cómo ocurrió, pero tu rostro…

Enfrente de ellos, Gunther y Eld se balanceaban cuidadosamente con sus equipos, sus ganchos bien sujetos de los pocos árboles que había alrededor de su pequeño grupo. Eren aún estaba en el suelo, mirándolos con las cejas ligeramente fruncidas y la boca abierta mientras Oluo chasqueaba la lengua a un lado suyo. Era extraño no ver a Petra junto con ellos, ya sea regañándolos o burlándose de sus compañeros.

Félix volvió a mirarla de reojo, cachando de inmediato su mirada y ambos se paralizaron por un segundo, inconscientemente sosteniendo el aliento a la espera de que sus rostros volvieran a desfigurarse en las imágenes que les habían causado tantas malas noches.

Pasó un segundo y después otro, y hasta que no corrió un minuto entero fue que ambos relajaron sus posturas, los hombros cayéndoles precipitadamente de la misma manera en la que volvían a tomar aire.

—Creí que había sido la única —confesó ella, agachando la mirada y flexionando sus dedos—. Es horroroso que eso te ocurra a ti también, y no sé si quisiera descubrir de dónde vienen esas ideas, esas imágenes. Pero… me reconforta saber que no soy la única.

—Suena cruel —rió él, mordiendo su labio inferior al mismo tiempo que dejaba caer su mano sobre el hombro de la pelirroja. Petra alzó la mirada y la clavó en él, el alivio en sus ojos trayendo consigo una sensación de desahogo—. Pero sí, es bueno saber que no sea el único pasando por esto.

Petra asintió con una pequeña sonrisa, sus ojos ganando un poco más del brillo con el que Félix era familiar, y la pelirroja le tomó la mano para darle un ligero apretón a esta antes de separarse de su lado para andar hacia donde se encontraban sus compañeros de escuadrón.

Félix la vio caminar con determinación hacia donde Eren y Oluo se encontraban y se rió entre dientes cuando notó que empezaba a regañar en voz baja a ambos.

Suspirando y con menos peso sobre los hombros, sacó la carta de su uniforme y rasgó el sobre, ansioso pero tratando de no mostrarlo por leer la carta del Comandante.

Félix,

Lamento haber tardado en responder, pero la planeación de la última expedición está casi completa con un par de arreglos que tuvieron que hacerse una vez los reclutas fueron tomados en cuenta.

Respecto a Hange y la rienda suelta que le he dado, me disculpo. Conozco los límites a los que Hange podría llegar y mi único consuelo es que tanto tú cómo Levi estén ahí para mantenerla a raya. Estoy consciente de que he liberado un terror con ustedes y me siento bastante afortunado de estar lejos de ese desastre por el momento. Lo lamento.

Mencionaste un plan que por cierto ella fue muy amable en decirme, y quiero recalcar que jamás les creerían. Probablemente Nile lo haga, porque es Nile y a veces siento que tiene algo contra nuestro, especialmente en contra mía, pero es posible que Zackley vea a Hange estando involucrada con un tema del que obviamente es muy apasionada y listo, no hay manera de que tengan éxito :).

Mike envía saludos, y cito: "no es mi problema si no sabes guardar bien tus cosas."

:)

En fin, por favor envíale mis saludos a Eren. Sé que han sido días difíciles para todos ustedes, pero Eren debe ser el que más abrumado ha de sentirse. Me alegro de que tenga a alguien como tú a su lado que probablemente lo protege de todo el mal que Hange quiera ocasionarle y le acompañe durante sus momentos de duda.

Eres bueno en ello.

—Erwin.

Félix se quedó un momento en silencio, contemplando las palabras escritas en el pedazo de papel frente suyo y sintiendo como poco a poco el sonrojo se extendía desde sus mejillas hacía abajo, en dirección a su cuello.

Ah, diablos. Pensó él cuando la garganta se le secó al releer esa última línea, consciente de que el corazón le palpitaba como loco en el pecho. Erwin y su inusual valentía cuando escribe cartas.

Lo odio.

Primero que nada, espero que el capítulo no haya sido aburrido, si no que estoy tratando de, uh….alargar el tiempo?? Jsjdkakd ya verán ya verán pues.

<3

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