Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP...

By maridie98

38.4K 2.5K 3.9K

Alyson hará un cambio radical y regresará al instituto para vengarse del popular y egocéntrico Matthew Hemmin... More

Booktrailer y gráficos
1. Introducción
2. Comienza el plan, ¿o no?
4. La no tan maldita fiesta
5. Recuerdos fragmentados
6. Vuelo con destino al desastre
7. Fin de semana completo
8. Por una buena razón
9. Conociendo al sujeto
10. Rompiendo las reglas
11. Piensa en tu futuro
12. Olvido necesario
13. El partido
14. ¿Entendiendo?
15. Huída
16. Catarsis
17. Océanos en la mirada y cicatrices en el pecho
18. Friki
19. Lejos
20. Realidad difusa
21. Caja de recuerdos
22. Dolor ¿infundado?
23. De mal en peor
24. Límites
25. Inquebrantable
26. Desvanecimiento y otros exámenes
27. Desinterés forzado
28. Melodía celestial
29. Un Halloween especial
30. Algo no encaja
31. Sentir nos hace humanos
32. Dientes de león
33. Futbolín
34. Ensayo intensivo
35. Voces a juego
36. Caída
37. Jugando con fuego
38. Sinceridad ante todo
39. Problemas a la vuelta de la esquina
40. Sueños inmersivos
41. Las cartas sobre la mesa
42. Impotencia cristalina
43. Inefable
44. Propuesta
45. El baile
46. Convertida en azul
47. Extraños
48. Estrella fugaz
49. Revelación robada
50. Recuerdos al completo
Epílogo
Agradecimientos

3. La maldita fiesta

1.3K 86 206
By maridie98

"Los que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo."

-George Santayana

Hace dos años

Me llevé la mano a la cabeza. Maldita resaca y todo lo demás. Me iba a estallar el cerebro. Eso era mi todo cada fin de semana. Bueno, desde que me escapé de casa era mi rutina diaria. Y dios, se sentía increíble.

Me levanté medio aturdida de aquella cama llena de quemaduras de cigarros y manchas de alcohol, buscando algo que llevar a mi boca. Tenía la garganta seca y la boca pastosa.

Andrew brillaba por su ausencia, como de costumbre. Pero que fuera algo común no hacía que doliera menos.

No estaba bien. Yo lo sabía, todo el maldito mundo a mi alrededor lo sabía. Dieciséis años eran demasiado pocos para toda esa mierda en la que me estaba metiendo. Era demasiado joven para Andrew y demasiado pequeña para su mundo nocturno. Pero lo quería joder, lo quería con toda mi alma. Era pequeña, pero sabía (o creía saber) lo que era el amor. Aunque eso implicara perderme a mí misma. Quería encajar allí, quería ser parte de él. Me daban igual mis amigos, me daban igual mis padres y me daba igual Leia. Estaba harta. Reproches por parte de todos y malas caras, sintiéndome constantemente una decepción y una carga. Malas notas, malas contestaciones y ojeras profundas era lo que experimentaban desde hacía siete meses.

Y me gustaba.

Andrew era el único que me evadía de mi pesada mente y el único que me entendía de verdad.

Cuando entro en casa dejo la mochila y los zapatos en la entrada sin orden alguno antes de dejarme caer en el sofá. Le vuelvo a escribir a Leia, dándole las gracias por venir y animarme como ha hecho siempre desde la conozco. Dejo el móvil sobre mi pecho y observo la lámpara que cuelga del techo de mi salón. ¿Quién soy? Desde luego no la chica que era antes de irme de aquí. Y aunque solo soy capaz de visualizar gran parte, sé que muy en el fondo esa adolescente insegura y tímida sigue dentro de mí. Me he moldeado y creado de nuevo en un intento de sobrevivir a un pasado que no recuerdo a penas y que casi me rompe por completo. Que arruinó mi vida, así como la de casi todos los que me rodeaban en aquella época. ¿Quién soy? Alyson Smith, un envoltorio colorido para un caramelo putrefacto. Una máscara, una versión incompleta y a medio escribir. Una fachada, una carga, una segunda oportunidad.

Habían pasado dos años desde que me había ido de aquí. En dos años y plena adolescencia la gente cambia, por eso no me sorprende tanto que la gente no me reconozca. Al principio fue chocante, ver caras como la de Aiden, Luis o Amber y que ellos ni siquiera se acordaran de mí. Pero yo soy más fuerte que este sentimiento, ¿verdad? Tampoco son personas importantes, solo antiguos compañeros de colegio con los que había coincidido en mis primeros años de instituto cuando aún tenía la cara llena de granos. Sigo contando con Leia y eso es lo importante.

—¡Hay una fiesta! —La voz escandalosa de mi amiga hace que pegue un brinco, abriendo los ojos.

No sé en qué momento me he quedado dormida, pero mi amiga ataviada con una sudadera de corazones rosas chillones no se detiene ahí. Salta encima de mí, regándome el contenido de una mochila sobre el cuerpo, por lo que no puedo dejar de arrepentirme por haberle dado una copia de las llaves de mi casa.

—Traje esto para vestirte como el perfecto putón que debes ser.

—Leia. —Gruño frotando mis ojos mientras proceso sus palabras—. ¿De qué hablas?

Tan típico de la vida estudiantil hacer fiestas entre semana... Ya he quemado esa época mucho antes de haber tenido que experimentarla y no quiero caer de nuevo en las emociones adictivas que eso conlleva y correr el riesgo de perderme de nuevo.

—Genial. —Sonrío sin ganas—. Pero conmigo no cuentes.

—Vamos. —Hace un puchero mientras sigue saltando encima—. Tienes que hacerlo, Matt estará allí.

—Sigo sin saber por qué te fijaste en él.

—¿No le has visto? —Asiento ante su pregunta—. Si no fuera tan... Matthew.

Y tiene razón. Es alto y delgado, se le nota el gimnasio. Su pelo rubio y mal peinado hacia un lado brilla, al igual que la intensa luz azul que irradian sus penetrantes ojos. No sé cuántas veces le vi morderse el piercing en lo que llevaba de día, eso realmente me había puesto nerviosa. Me saca de mis casillas. Aunque todo lo que provenga de él lo hace.

Paseaba por los pasillos como si solo existiera él, como si el instituto fuera suyo. Como si todos le debieran algo y tuvieran que arrodillarse frente a él. Y lo peor era que la gente le seguía el juego. Solo les faltaba ir tirándose uno a uno al suelo para crearle una alfombra y que no se manchara las suelas de sus desgastadas Converse.

Suspiro. Sí, es guapo, realmente guapo. Su voz es dulce y su risa también. Pero él es... Un simple idiota que huele a One Million.

Bonito por fuera, podrido por dentro.


Hace dos años

Me encantaba sentir que yo estaba por encima de todo y de todos y me encantaba hacerlo drogada o borracha con Andrew. Esa era mi rutina cada fin de semana. Bueno, desde que me escapé de casa era cada maldito día. Y dios, se sentía increíblemente bien. Me sentía invencible, más viva que nunca, cuando en el fondo y sin ser consciente solo me estaba matando poco a poco.


—Vamos. —Sigue suplicándome después de media hora la irritable de mi amiga—. Será divertido.

—No creo que tengamos el mismo concepto de diversión —Sonrío burlona mirando horrorizada la ropa que ha traído —. Pero si decido ir ten por cuenta que no me voy a poner ninguno de estos trapos.

Ella abre la boca ofendida, recibiendo una carcajada de mi parte.

—Y si voy —añado y ella abre los ojos, asintiendo—. Nada de alcohol, y nada de...

Se me hace un nudo en la garganta antes de que ella agache la cabeza. Creo que ahora se siente culpable por obligarme a ir.

Entonces me acerco a ella y la zarandeo.

—¡Eeh! —grito en su oreja—. Será divertido.

Ella alza la vista, mi expresión la hace sonreír.

—¿Seguro? —Asiento en silencio, fingiendo sentir curiosidad por los vestidos, faldas y tops que me ha traído. Me abraza—. No sabes cuánto te he echado de menos.

La miro intentando aguantar las lágrimas, devolviéndole el gesto.

—Yo también enana.

—Eso sí, tienes que tener cuidado. —Me advierte Leia—. Puede ser encantador y no querrás acabar pillada de el, ¿verdad?

—¿Pillarme de él? —Suelto una gran carcajada antes de poner los labios de pez para que termine de aplicarme el labial—. Deja de decir tonterías.

—Parece un ángel.

—Por lo que más quieras, Leia. —Le doy una pequeña palmada en la frente y arruga la nariz—. Lucifer también, por algo era el favorito de Dios.

—Siendo la gótica culona que eres me hace gracia cuando hablas de forma tan metafórica sobre el diablo. —Acaricia mi pelo con delicadeza, terminando de formar las ondas en mi pelo—. Supongo que hay cosas que nunca cambian.

—Tú si que no cambias.

—Y lo más importante —susurra con seriedad—. Nunca dejes que sepan quién eres.


Son las doce de la noche y voy a entrar en la casa de no se quién. Suspiro. Ni siquiera me han invitado. Pero no creo que nadie se de cuenta de mi existencia. Entonces me fijo en el vestido ceñido que me ha hecho ponerme Leia a regañadientes. Un vestido negro demasiado apretado que tengo que bajarme cada dos minutos. Pasar desapercibida no va ser posible con esta tela puesta. Por lo menos llevo mis Vans y puedo caminar tranquilamente sin miedo a torcerme un pie. Me acomodo detrás de la oreja el mechón de pelo rebelde que tengo en la frente, nerviosa.

La gran Alyson nerviosa.

Me río. Años atrás esto era mi día a día y ahora... Ahora mis pies no se mueven del sitio. Sé que cuando doble la esquina allí estará todo el instituto (al menos gran parte) y ahora me siento demasiado pequeña. Prefiero haberme quedado en casa leyendo pero...

Gruño mientras doy una patada a una piedra, siguiendo el camino y traspasando las puertas metálicas de unas altas rejas que conducen a un sendero de piedra rodeado por pequeños árboles. Poco a poco la música se va volviendo más audible, igual que los gritos de gente que seguro ya va por su quinto cubata. Me extraña que los vecinos no hayan llamado a la policía, hasta que me doy cuenta de que es la única casa en toda la manzana y que hace rato  he dejado las luces  del pueblo atrás. Aún no he llegado a la vivienda y la gente ya se agolpa en el jardín delantero, riendo y jugando de manera improvisada al fútbol o al frisbee. Contemplo la silueta de la mansión que se alza majestuosa frente a mí. Luces de varios colores parpadean y danzan a través de las ventanas, iluminando un porche plagado de adolescentes fumando maría. Arrugo la nariz por el olor y acelero el paso, entrando a un pequeño recibidor con pilas de chaquetas amontonadas a los lados, pero sin ninguna persona en él. Exactamente. Tranquilidad.

Vuelvo a suspirar por quinta vez desde que he salido de casa. Se viene una gran noche...

Me miro en el espejo de la entrada, volviendo a bajar el vestido, ya más por manía que por incomodidad. Aunque ir sin pantalones pitillos y camisetas anchas me está matando.

El vestido no me queda mal, aún teniendo en cuenta que soy bastante baja de estatura y me queda incluso más largo de lo que debería, cosa que agradezco. Tengo el pelo cortado a capas, justo por encima de los hombros el cual había tenido que decolorarme para llegar al rubio platino que presumo ahora. No me disgusta del todo, pero preferiría tenerlo más largo.

Sonrío sin apartar los ojos de mi silueta.

No me siento fea, al contrario. Adoro mi cuerpo,  mi piel pálida, mis pómulos algo marcados y mis ojos grises, pero sobretodo adoro mi pequeña nariz, que meses antes he adornado con un pequeño piercing en el lado derecho. Tengo las mejillas ligeramente sonrojadas, así como las palmas de mis manos, debido al nerviosismo que se mueve sin tregua dentro de mi estómago. Muerdo mi labio carnoso, volviendo a acomodar el pelo con leves ondas gracias a la espuma que me he aplicado en casa. Tengo las manos sudadas y la respiración agitada.

La genial Alyson está nerviosa.

Sí, lo admito lo estoy. No por el gran Matt, no por toda esta gente que me rodea. Si no por la fiesta. Es la primera después de... Espero que haya algo que no sea alcohol para beber, de lo contrario me conformo con un simple vaso de agua. Intento ubicar la cocina. Todo el mundo camina de un lado a otro con dificultades o baila (lo intenta más bien). El olor a alcohol que emanan es casi insoportable. La cocina está vacía, no quedan refrescos, tal y como imaginaba. Agarro un vaso de plástico y abro el grifo, dejando que corra un poco.

—Hola guapa. —Escucho una voz detrás de mí y me sobresalto, alarmada.

Un chico bastante musculado se acerca a mí, sonriente, mientras extiende su mano a modo de saludo. Intento que no se me note el nerviosismo mientras continua acercándose.

No sé cómo es capaz de mantenerse en pie en el estado en el que va, pero para nada me siento cómoda cuando va acortando el espacio entre nosotros. Se inclina sobre mí mientras hago el amago de apartarme, dándole un pequeño empujón, gesto que hace que el contenido de su vaso caiga encima mía.

—¡Qué me dejes! —grito nerviosa sin dejar de empujarle, pero el apenas se mueve del sitio.

—Oye Zack. —Impone alguien detrás de él—. Deja a la friki en paz.

Zack rueda los ojos y se aparta, mascullando que solo quiere conocer a la nueva y sale de la cocina. Suspiro, aliviada. Nunca me he alegrado tanto de ver a Matt, teniendo en cuenta que las únicas dos veces que habíamos coincidido me inundaron unas ganas tremendas de patearle sus partes.

—Perdona a mi amigo, para nada quería incomodarte aunque lo pareciera. —Toma una lata de cerveza mientras observa con la ceja levantada como lleno mi vaso de agua —. Es muy cercano a la gente y cuando bebe se olvida de los modales con los extraños.

A estas horas de la noche sus ojeras son más profundas, lo que me hace intuir que tampoco descansa bien. Unos ojos rojos e hinchados de haber ¿llorado? junto a una camiseta negra de "The Offspring", pantalones rasgados negros y Converse negras, al igual que en el instituto. Lo único diferente es que su pelo rubio está medio oculto bajo un gorro azul y que se ha afeitado la escasa barba que presumía esta mañana.

—Se te marcan los pezones. —Apunta ojeando mi escote y mordiendo su labio.

Me tapo con las manos, ahogando un grito.

—Si... Creo que me voy.

Cuando voy a salir de la cocina me rodea con su mano el brazo y lo observo extrañada. Me suelta con rapidez, como si el tacto quemara sin posar sus ojos en mi persona.

—Venga, acabas de llegar. —Sonríe, esta vez sí, clavando su mirada sobre mí —. Aún no has visto lo divertido de todo esto.

—¿Un montón de adolescentes borrachos a punto del coma etílico? —Río falsamente —. Eso es divertido solo para la gente sin cerebro.

—No dije que eso fuera divertido —habla como si le ofendieran mis palabras, cruzándose de brazos.

—¿Entonces?

—Solo... —Hace una pausa mientras bebo de mi vaso de agua—. Da igual, si te quieres ir después de dos minutos no sé para qué vienes.

Voy a rechistar cuando el abre la boca de nuevo.

—Nadie te ha invitado. De hecho yo no te he invitado.

—¿Acaso necesito tú aprobación o invitación para una estúpida fiesta? —Estoy furiosa, quiero abofetear su rostro perfecto para borrarle esa expresión de superioridad.

—La necesitas .—Asiente de manera fría—. Estás en mi casa.

Intento decir algo, pero llevo un par de segundos con la mandíbula hasta el suelo, estupefacta. ¿Su casa? Voy a matar a Leia.

Matt se limita a reírse de mí. Parece ya costumbre en él.

—¿No lo sabías?

Por su tono sé que no le importa en absoluto mi respuesta.

—Yo... —Espera a que responda, clavando sus penetrantes ojos en los míos y pasando la lengua por su piercing, a lo que prosigo—. Me enteré de una fiesta y vine.

Estoy cansada y huelo a alcohol. El hedor que emana mi vestido ahora mismo me da náuseas y tengo que hacer un gran esfuerzo para no vomitar.

No tengo ganas de fiesta desde hace bastante, eso ha quedado en el pasado. Quiero estar en casa, tumbada en la cama y leyendo algún libro, no rodeada de gente con las hormonas por los aires bebiendo hasta desinhibirse. Observo al chico de manera curiosa. ¿Cómo voy a intentar ligar con él si no le soporto? Sigue clavando sus ojos gélidos sobre mí sin ninguna pizca de emoción y sonrío de lado, en un intento de amabilidad fingida.

—¿Tienes algo que no sea alcohol?  —pregunto determinada.

—¿Vienes a una fiesta para beber agua? —Apunta el vaso que tengo en la mano y asiento.

—No me gusta el alcohol.

No dice nada. Se mantiene en silencio mientras asimila mi respuesta, cosa que parece comprender, cambiando automáticamente su expresión a una más suave y relajada. Realmente los cambios de ánimo que tiene este chico me sorprenden cada vez más.

—Creo que tengo algún zumo en la nevera de la sala del ordenador. —Chasquea la lengua—. ¿Quieres uno?

Continue Reading

You'll Also Like

925K 55.9K 44
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las...
1.8M 99.6K 40
LIBRO 1, SERIE: Amor Numérico. ¿Qué pasa cuando las llamadas escasean, los mensajes se malinterpretan y las acciones comienzan a doler? ¿Podrá el amo...
36.2K 2.8K 17
En los planes de Xavier y Sahara no estaba contraer matrimonio. Pero Khiss tenía otros planes.
102K 6.1K 18
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...