El destino de Medusa || Harry...

By GinellePhoenix

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¿Y si te dijera que la historia de Auradon no es como la conoces? ¿Qué no todos los villanos fueron enviados... More

Prólogo
Combate de espadas
Turquesa, jade y esmeralda
Tormenta
Secreto a voces
Bazofias de la Isla
Abducted
Tratos con el diablo I
Tratos con el diablo II
Nuevas no tan buenas
Cuando el reloj marca las doce
Experimento marino
Trouble, trouble, trouble
Trucos de un ladrón
La bahía
Respuesta
Gato por liebre
El dilema de la prisionera
Salvando al hombre equivocado
Despertar
Cambios de media luna
Roulette
El ojo del huracán
Digno Oponente
Lost Revenge
El listón azul
De una treta y otros desastres
Mamba negra
15 curiosidades
Sueño lúcido
Frenesí
Elegir un bando
Nuevos horizontes
Un problema doble
Whispers of a mermaid
Ma douce souffrance
Deja vú
Feliz no cumpleaños
H de Harriet
Blanco y negro
Noche estrellada
Memories
Moonacre Manor
Mentanoia
La cueva del Peloponeso
Las hilanderas del destino
Cuentos del Olimpo
Madness return(s)
A través del espejo
La dama del lago
Bibbidi-bobbidi-boo
Serpientes y dragones
Damnatio memoriae
Manos de princesa
Ilusión de colores
Oscuridad
Asunto de Estado
Las brujas del mar
Inframundo
Saint Martin
Persecución y huida

Bienvenidos a Auradon

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By GinellePhoenix

Respiré profundo, intentando desacelerar mi corazón, me concentro en el avanzar del reloj de pared, cada tic es un segundo más perdido,abrí los ojos encontrándome de frente con la hoja en blanco. Tomé el lápiz y apoyé la punta en la hoja. Alcé la vista, me veía expectante, asiento y gira el reloj de arena. Comencé a escribir tan rápido como pude, intentando no romper la punta de carbón, vi los miles de granitos de arena cayendo y acomodándose frente a él, acelerando mi corazón de nuevo. Cada latido sonaba mucho más fuerte que el tic tac del reloj de la pared, me retumbaba en los oídos, sentía cada latido en mi pecho, en mi cuello. Di vuelta a la hoja para seguir escribiendo. Cierro los ojos un momento respirando profundo, los abro y veo que la arena está por terminar de caer, apresuro mi escritura, aunque eso signifique descuidar la gramática. Todo comienza a ir más rápido a cada segundo, se escucha más fuerte, me abruma. Pone su mano sobre la hoja informándome que se ha terminado el tiempo, suelto el lápiz y finalmente respiro con tranquilidad, tengo dos minutos para soltar presión, antes de la siguiente prueba. El latín es horrible, tantas conjugaciones, me dan dolor de cabeza.

—Ahora el mantenimiento —hice una mueca que no le agradó. Puso 5 pistolas en la mesa, todas diferentes, aún me cuesta trabajo recordar el nombre y calibre de cada una, son demasiadas. Dejó todos los instrumentos de limpieza frente a mí y coloca una mano sobre la otra— ¿Preparada?

No. Asentí tomando el trapo más limpio que he visto en mi vida, debe ser nuevo, en cuanto dejó de nuevo el reloj de arena sobre la mesa levanté un revolver y lo desarmé tan rápido como pude, lo limpié y pulí, una pequeña marca de rasguño me quitó más tiempo del que debía, al terminar la armé y fui a por la siguiente pistola. Una semiautomática, estaba más sucia que usada, no es la favorita de nadie por aquí, suelen burlarse de quien la usa porqué es "arma para mujeres", lo que me parece ridículo ya que es de las más fáciles de usar. Termino con esta y voy por la siguiente, una vieja pistola magullada, llena de raspones y un poco oxidada, no tengo idea de donde la ha sacado, al limpiar el cañón se me resbala y casi cae al suelo. Le veo por un segundo de soslayo, observa todo sin expresiones, me siento avergonzada por este pequeño error. El reloj ya lleva más de la mitad, siento que voy a llorar, aprieto los ojos y armo la pistola con cuidado para seguir con la siguiente. La cuarta es nueva, no está sucia ni gastada, la limpio con torpeza, estoy nerviosa, los ojos me escuecen y me siento azorada por mi reciente equivocación. Tomo la última y se me dificulta desarmarla, está demasiado pesada para mí, sostengo el aire, la desarmo perdiendo valioso tiempo, la arena está por terminar de caer de un lado del reloj al otro, no lo voy a conseguir. Limpiarla es sencillo, armarla de nuevo es el problema, tiene que quedar bien ajustada para que se pueda usar y no falle durante un disparo. Me faltan dos piezas cuando cae el último granito de arena, siento una lagrima escaparse por mi mejilla. No lo conseguí. Suelto el aire y tomo más. Levanto la vista esperando una represalia, me indica que termine de armarla, eso hago, dejo todo en su lugar y meto mis manos entre mis piernas agachando la cabeza.

—Lo hiciste bien.

—Me equivoqué —le respondo avergonzada— la dejé caer.

—Estabas bajo presión, es solo limpieza —pero no es solo limpieza, es que me equivoqué, no puedo defraudarle. Sé que se levanta, guarda las pistolas y pone en la mesa dos espadas— ¿Te parece si posponemos la siguiente prueba después de un combate? Elige una.

Me sorprende que saque esas espadas, solo me deja utilizar más pequeñas, o de madera para no lastimarme. Tomé la más cercana a mí, dudando de hacerlo, no puedo creer que me deje usarla, son su tesoro. Toma la otra y empuja la mesa a la pared, me levanto y llevo mi silla hasta la mesa. Me pongo en guardia y hace lo mismo, chocamos las espadas y comienza la batalla. Es como un vals, al menos eso me enseñó, no sé bailar, pero se pelear, supongo que no es tan diferente. Izquierda, derecha, izquierda... doy un par de pasos de lado para no chocar contra la mesa, arriba, abajo, izquierda, derecha. Intenta quitarme la espada, hago un movimiento arriesgado que le sorprende. Derecha, izquierda, al centro, lo esquivo y contraataco. Dimos un giro de 180 grados antes de que cambiara de defensiva a ofensiva, casi caigo al suelo un par de veces. No usa la fuerza, eso lo sé, sino ya me hubiera ganado desde el inicio. Explica que la técnica lo es todo en un combate, tienes es saber lo que el contrincante hará antes de que lo haga y para eso debes hallar un patrón en sus movimientos, que la mayor arma es el factor sorpresa, hacer algo que no vea venir el otro. Me felicitó por ser tan buena improvisando luego de sorprenderle dos veces seguidas. La tercera vez que lo intenté me venció, supe que erré en mi ataque, sin notarlo cree un patrón.

—¿Cual fue mi patrón?

—Ninguno, supe lo que harías por el movimiento de tu brazo —me señaló el brazo con el que no tomé la espada, lo vi intentando adivinar qué fue lo que me delató, que hizo mal ese brazo—. Evita hacer palanca, ¿bien? debes practicar, le diré a Zaul que te dé una espada más grande esta noche.

Le devolví la espada y metió cada una en su envaine, las guardó en el estante y acomodó la mesa de vuelta en su lugar, me senté en la silla, esperando por la siguiente prueba. Un día esas espadas serán mías, podré usarlas como medalla de honor, igual que lo hizo mi padre.



Desperté, estaba en una habitación totalmente blanca, cegándome, olía a medicamento, se escuchaba un pitido lento, Harriet daba vueltas al pie de la cama nerviosa, vi a los otros Hook sentados en sillas a mi izquierda, ocupados jugando algo en una hoja. Me senté con dificultad, tenía una rara pinza en el dedo medio derecho, me lo quité y el pitido desapareció. Los tres giraron a verme, Harriet suspiró y se acercó hasta mí, se sentó en la cama y me observó a la espera de algo.

—¿Dónde estamos?

—En la enfermería —pero que diantres... Harriet notó mi confusión y me puso al tanto de la situación—. Dijeron que te desmayaste de agotamiento.

No sabía que eso era posible. Debí saber que controlar un barco por casi doce horas con la mente sin dormir tendría consecuencias, pero no me imaginé que desmayarse sería una. Aún tengo sueño, lo que supongo significa que no he dormido suficiente, aún así dejo caer mis pies al suelo, frío y brillante.

—Debes volver a la cama, Teach —giré la cabeza para ver a Harry, quien hizo una marca en la hoja y me sonrió burlón—. Son órdenes del doctor.

La rubia hizo un dibujo y le dio un codazo para llamar su atención, me giré de nuevo a concentrarme en mis piernas. Ponerme de pie. Harriet me lo impidió.

—No creo que sea buena idea, deberías descansar.

—Descansaré cuando me muera —busqué mis botas, me quitaron los zapatos, les juro que si me quitaron alguna de mis dagas voy a incendiar el precioso reino, las encontré en la silla restante junto a la rubiecita, no recuerdo su nombre, y eso que no pararon de repetirlo durante todo el viaje—. Eh, tú, rubia ¿me las pasas?

La chica las tomó y se levantó hasta llegar frente a mí. Quería que las lanzara.

—Me llamo CJ —me dio las botas de mala gana y volvió a sentarse en la silla.

Me puse las botas, me levanté y busqué que todas mis armas siguieran en su lugar, no me esculcaron al parecer, si que son respetuosos aquí. En cualquier otro lugar me habrían quitado todas las dagas, la pistola, las joyas y en cierta isla de mala muerte hasta la ropa. Me dispuse a salir de ahí lo antes posible, habían cinco camas y la única ocupada era en la que estaba acostada, Harriet solo me veía con el ceño ligeramente fruncido y los labios separados, me giré, tenía una duda en la cabeza desde que encontramos a la tercera Hook.

—Si son hermanos —les dije antes de abrir la puerta— ¿porqué no se parecen? Digo, ella es rubia, de no saberlo nunca hubiera imaginado que son parientes siquiera.

Los tres intercambiaron miradas de desconcierto. No se esperaban que preguntara eso. Harriet me explicó su árbol genealógico y salimos de ese horrible lugar, una mujer de mediana edad bajita y regordeta vestida de blanco me pidió que volviera a la cama, la ignoré y salí de ese lugar seguida de los tres Hook, eso suena a nombre de restaurante. Por los pasillos nos veían algunos de los alumnos que pasaban por ahí, llegamos afuera, a un enorme jardín lleno de príncipes y princesas pasando el rato al aire libre.

—¿Qué haremos?

—No lo sé —le respondí—. Tú eres el capitán, ¿a dónde iremos?

—¿Capitán? —la pequeña rubia llegó a su lado, dejando atrás al otro Hook.

—No suenes tan sorprendida, CJ.

Disminuí la velocidad de la caminata por el pasto dejando a las hermanas ponerse al tanto de lo ocurrido, una chica morena de alocado cabello me sonrió y le mostré mis dientes con una sonrisa falsa, se alejó asustada. Harry rió a mi lado, rayos, no pensé que al alejarme de Harriet y su hermana tendría que soportar al otro de sus hermanos.

—Ya es la segunda vez que te llevo en brazos a una cama y no hacemos nada divertido.

Espero que no se refiera a lo que pienso.

—Vuelve a decirme algo así y te cortaré algo más que la mano.

Harry se echó a reír y me rodeó con su brazo, se agachó para llegar a mi oído y me susurró—: No me digas que ya olvidaste nuestro beso.

Me lo quité de encima con un movimiento, lo señalé y levantó las manos en son de paz, pero su maldita sonrisa me dejó en claro que seguirá fastidiando con ese tema. Las hermanas se giraron y Harriet emocionada ignorando que su hermano y yo estábamos por comenzar una pelea nos dijo lo que ninguno de los dos esperábamos escuchar.

—Nos quedaremos aquí.

—¿¡Qué!? —dijimos los dos al mismo tiempo, me irrité y lo empujé.

—Nos quedaremos aquí, en Auradon —la pequeña rubia estaba más que feliz, no puedo creer que convenció a Harriet de quedarse aquí, sé que es obra suya—. Al menos hasta que tengamos la tripulación y recursos necesarios para comenzar un viaje largo.

De hecho es un buen plan, no puedo controlar el barco yo sola, además no hay comida en el Jolly Roger para llegar, no sé, a cualquier parte del mundo que no esté en los mares de Auradon. Además de tripulación y comida, también hay que conseguir suficiente ron para el camino, hay que hacer una buena reserva para un viaje largo, aunque sea uno corto.

—Por mí está bien —crucé los brazos, levanté los hombros y los dejé caer, Harry me dirigió una mala mirada, sonreí, en verdad que le fastidia que me quede por aquí, no puedo matarlo pero si lo puedo molestar.

—En ese caso —se entrometió CJ—. Bienvenidos a Auradon.


N/A:

Cap medio corto, lo escribí en la madrugada y pues me gustó, so aquí lo tienen (si hay algún error porfa diganme que no lo edité) espero les guste.

XOXO. Bais 😁

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