The Election of the Prince [T...

LylaVerssec द्वारा

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El heredero al trono desapareció. La conmoción del pueblo se desata al enterarse que su rey cayó en una grave... अधिक

The Election of the Prince.
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.

Capítulo 19.

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LylaVerssec द्वारा

La decisión estaba tomada, y debíamos preparar todo para la partida.

El príncipe Taehyung se quedó dentro de su habitación junto a su hermano, hablando en privado sobre lo que sea que piensen hacer a su llegada y la forma en que tendrán que lidiar con los demás príncipes. Quizá ahora, estando así de acorralados, puedan lograr llevarse mejor.

A las mozas nos pidieron organizar todos los requerimientos para el viaje. Ni siquiera sé cuánto nos quedaremos allá, ni lo que sucederá en el palacio real del norte, pero de lo que sí estoy segura es de que muchas cosas cambiarán, para bien y para mal, para todos y para mí.

Por supuesto que la vergüenza me inundó cuando salí de la habitación con bata, pero para las cuatro personas que me veían no era algo anormal. Eso me dió un poco de alivio.

Me vestí en mi habitación, la cuál agradezco tenerla frente a la habitación del príncipe Taehyung, ya que no tuve que pasarme por los pasillos de esta manera.

Al salir, Yonhye volvió a disculparse conmigo, ella estaba muy apenada, y mucho más cuando le dije que yo no estaba enterada de la dependencia y esclavitud a la que estaba atada para con el príncipe, y como esa pudo ser mi primera vez.

Yonhye sacudía su cabeza sonrojada. Ella luce muy linda.

Cada una se fue por su propio camino. Por suerte sé que cuento con la señora Sun Won, quién es habilidosa para circunstancias extremistas e inoportunas.

Cómo siempre, su expresión de sorpresa y frustración se dejó ver, aún así, apuntó con el dedo índice a varios de los chicos de servicio junto a su respectiva tarea. Dijo que ella se encargaría de hablarlo con el señor Jeremy, quien como jefe de la guardia, prepararía el traslado seguro de los príncipes hasta el tren central, y la reserva total del mismo.

El funcionamiento de una jefa de servicio, un jefe de la guardia y la moza empezaba a tomar sentido para mí. Las tres cabezas regían toda la organización del palacio, y un servicio impecable para el príncipe.

Si la señora Sun Won y el señor Jeremy no estuvieran aquí, estaría perdida. El apoyo que exista entre nosotros sería proporcional a un resultado efectivo. Estaba feliz de contar con su ayuda.

— No puedo ni imaginar el caos que se hará en el palacio real del norte —dijo, mientras yo trataba de darle alcance. Quería mostrarme algo, llevándome por el pasillo—. No creí que la ambición del príncipe Taehyung y sus hermanos fuera tal que decidieran no decirle al príncipe Yoongi sobre la enfermedad de su padre —claro. Ella acaba de enterarse, y por lo visto, el plan del príncipe Yoongi dió resultado. La gente estaba pensando mal de los demás príncipes—, ¿alguien de ellos pretendía robarse la corona, o algo? Lo correcto para el reino es que lo decida el rey, no esperar a su muerte para ver cómo pelean el trono.

No podía decir mucho. Por supuesto que se disputarán el trono, pero no se tenía que divulgar la enfermedad del rey, creo que ellos habían acordado manejarlo así de manera implícita.

— Bueno, lo más seguro es que después del anuncio del príncipe Yoongi, todos los príncipes irán al palacio real del norte —contesté—, y ahí, se decidirá al próximo rey.

No sabemos qué tan grave es la enfermedad del rey, pero fue esa misma razón la que lo doblegó para escoger a un nuevo heredero. El tiempo para su hijo desaparecido, Jungkook, había terminado. No podía seguir buscándolo, tenía que elegir a alguien más de entre sus hijos.

Después pensarlo así, sonó muy cruel.

— Todos queremos que sea el príncipe Taehyung, eso seguro sube mucho más mi paga —rió. Habíamos llegado al límite del pasillo, dónde una gran cortina cubría el ventanal—. Ésto era lo que quería que vieras.

Tomó la cortina y la apartó lo suficiente para darme vista detrás de ella.

Era normal encontrar fotógrafos o reporteros fuera de los límites del palacio, pero está vez era diferente. Había el triple de personas, reporteros y gente del pueblo. Los chicos de la guardia estaban cuidando los límites, parecía que les advertían no entrar y no empujar las rejas.

— Creo que todo el mundo supone que los príncipes irán al palacio real del norte, Agnes.

Salir de aquí será un problema.

— ¿El príncipe Taehyung ha dado entrevista alguna vez?

— No —cerró la cortina—, bueno, no sin un motivo, claro. Pero de cualquier modo, no le gusta, siempre los evita.

— Es bueno saberlo —no quería meter la pata.

— ¿No te da miedo ir al palacio del norte? Es decir, estarás frente al rey —cuestionó, alzando una ceja.

— No he pensado en eso, y no quiero —admití—. Porque si lo hago me asustaré.

— Quizá deberías pedirle consejo a tu abuela.

— No, estoy bien así —no quiero hablar con mi abuela. Me duele recordar lo que dijo el príncipe Taehyung, y sé que me dolerá mucho más cuando la escuche a ella confirmarlo. Mi abuela es muy honesta, muy transparente, y si esa es la verdad me lo dirá sin titubear, cosa que me dolerá. No podría ocultarle lo que sé ahora, en cuanto la vea le pediría una explicación, y no quiero escuchar. No me siento lista.

— Pues creo que deberías, la experiencia que obtuvo trabajando allá tiene que darte ventaja de alguna manera.

Una sensación familiar inundó mi pecho, de nuevo.

— ¿Cómo que trabajo allá?

— Sí, ¿no sabías? —su expresión delató sorpresa—. Ella llegó del palacio real del norte para trabajar como institutriz del príncipe cuando niño, o eso fue de lo que me enteré por los primeros trabajadores, ya que a mí me contrató después.

Espero que mi expresión no demuestre más dolor del que tuve por la mañana.

Ella jamás me dijo que trabajó en el palacio real del norte. ¿Qué más cosas me estará ocultando?

— Cambié de opinión —aprovecharé este dolor, tengo que sacar valentía de él y pedirle una explicación a mi abuela. No importa que tan horrible sea, me iré de aquí y no quiero hacerlo sin haber logrado obtener la verdad— Iré por su consejo ahora mismo.

Sun Won estaba asustada de pronto. Sabe que habló más de lo que debía, pero no me molesta.

La verdad siempre sale a flote tarde o temprano.

👑

La adrenalina me consumía a cada paso que daba. Los gritos de las personas al abrir las puertas del palacio aumentaron mis enredados sentimientos. Ni siquiera los miré, no quería escuchar, no quería pensar.

Caminé rodeando el palacio, y el bullicio de los reporteros disminuía, estaba cada vez más cerca.

Podía ver las casas al fondo del patio trasero del palacio. Todas eran de un solo piso, color café, con sus propios estilos. La primera en la hilera es mi casa. Los chicos de la guardia me veían pasar extrañados.

El esposo de la señora Sun Won estaba podando el césped. Sonrió al verme y se limitó a saludar sin decir nada más.

Los habitantes de estas casas tienen una vida bastante normal trabajando para el príncipe. La familia de Sun Won y del señor Jeremy eran felices aquí, y me entristecía que mi situación era bastante gris mucho antes de que lo supiera.

Llegué hasta la entrada de mi casa, pero no me molesté en tocar. Pasé hasta la sala, dónde pude encontrar a mi abuela sentada, leyendo y bebiendo algo caliente.

Y como siempre, su ceño se frunció.

— ¿Qué no te enseñé a tocar?

Estaba molesta, pero el temor y respeto que tengo hacia mi abuela, a pesar de lo que sé ahora, no me permiten explotar delante suyo.

— Lo siento, hay algo de lo que quiero hablar con usted.

— Eso no significa que debes perder los modales, Agnes —cerró el libro sobre su regazo.

— Lo siento —estando ya frente a ella, me cuestiono como es que debo empezar.

— Me enteré de la estupidez que hiciste —dijo, bajando sus lentes sobre la nariz. Miró directamente mi cuello—, y quiero pensar que aprendiste tu lección.

— No es de lo que vengo a hablar —tragué saliva. No quería ser regañada por eso, ya sabía lo mal que estuve.

Ella alzó la ceja — Pues, te escucho.

— El príncipe Taehyung habló conmigo sobre algo que usted me ocultó.

No me esperaba ninguna reacción sorpresiva de parte de mi abuela, y no la obtuve. Ella no contestó nada, sólo me veía, neutral, esperando a que dijera más que sólo eso.

— ¿Me adoptó para tener reservada a alguien que pudiera acostarse con el príncipe? —mi abuela siempre era fría, no decepcionaba en ello—. ¿Ya sabía lo que me esperaba estando como su moza y aún así me contrató para eso?

— Siéntate, Agnes —se limitó a decir.

— No quiero, sólo quiero escuchar la verdad —mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Por más que quería evitarlo, no lo lograba, no me gusta que me vean así. Limpié mis ojos antes de que salieran.

— De acuerdo —movió el libro hasta la mesita del costado—. Agnes, ¿que recuerdas de tu niñez?

— ¿Qué tiene eso que ver? —cuestioné, un poco más fuerte de lo que quería.

— ¿Qué recuerdas? —repitió, con ese tono que te obliga a hacer lo que dice.

Lo hice, empecé a buscar en mi memoria. Eran eventos vagos, pero retrocedía más y más las imágenes. Un pastel de cumpleaños, mis zapatos nuevos, mi abuela peinando mi coleta, mi cuerda de saltar, Joshua y yo jugando a la pelota...

Iba a contestar su pregunta cuando ella habla primero — ¿Recuerdas el día que llegaste aquí?

— No —contesté. El repaso de mis memorias no me muestra nada más que mis momentos junto a mi abuela, en esta misma casa.

— ¿Recuerdas el día que te adopté?

— No —volví a decir.

¿Qué relación tiene eso con el hecho de que me haya entregado al príncipe?

— Primero debo contarte sobre tu adopción, Agnes —extendió su brazo, invitándome a tomar asiento en el sofá frente a ella—. Para mí tuvo sentido desde el día en que te adopté, así que comenzaré en esa parte de tu historia, siéntate por favor.

No me interesaba mi adopción. Digo, nunca lo hablé con ella, y tampoco quería. Superé mi realidad, alguien no me quiso y me dejó en una casa hogar, eso es todo. Dolió en su momento, pero no quise saber el porqué me abandonaron. Mi abuela era mi verdadera familia, o eso creía.

— ¿En serio tenemos que hablar de eso?

— Sé que no te importa —la expresión que ella tenía denotaba lo mismo, desinterés—, para mí tampoco significa mucho, sólo me interesaba tu progreso como persona después de eso.

— ¿Entonces me contará cómo fue que me eligió de entre tantos para el matadero, igual que un cerdo? —no le encontraba el sentido a esto, no creo que tenga algo que ver con su poco cariño hacia mí.

— Pues te sorprenderás mucho, sarcástica —tomó sus lentes y los dejó sobre la mesita—, ya que yo no fui quién te escogió de entre los cerdos. El príncipe Taehyung fue quien te eligió.

La presión subió hasta mi cabeza. ¿Qué cosa dijo?

— ¿Otro comentario sarcástico? —dijo, molesta—. No debes tomar los temas serios tan a la ligera, no sé cuántas veces te lo había enseñado ya.

— ¿Cómo que el príncipe Taehyung me escogió? —ignoré su reprimenda. Ya no sabía cuántos golpes más tendría que soportar. Esto en serio luce tan irreal.

— Agnes, no te adopté de ninguna casa hogar, te encontré en deprorables condiciones —de todo lo que podía decirme, esto sería lo último que pude haber imaginado. Aunque, por sorpresa, no me dolía—. El príncipe Taehyung y yo te encontramos tirada, a un lado de otro cuerpo quién resultó ser tu madre.

Yo no podía decir palabra, sólo guardé silencio, permitiéndole continuar con la historia.

— Estaban cubiertas por un costal sucio, sólo que tu cuerpo se salía por un lado. El príncipe fue quién se acercó a ver, y por más que él te hablaba no contestabas. Tus huesos se marcaban y tú mirada estaba en la nada. Iba a llevarme al príncipe pero tú madre le habló, lo había reconocido a pesar de su moribundo aspecto, y al parecer uso la poca fuerza que tenía para pedirle que te llevara con él, pero lo que me intrigó por completo fue cuando te ofreció como su moza.

Mi corazón dió un vuelco entero. Esta era la verdad y no podía asimilarlo. Ahora mi realidad era más falsa que nunca, y no sabía sí podría sostenerme de ella a pesar de eso.

Mi abuela continúo; — Instantáneamente alejé al príncipe, que le dijera algo así me hizo pensar para mal, creí que había alguna oscura intención detrás, ya que del asesinato de la reina había pasado apenas un año, y supuse que por eso mismo el príncipe quiso prestar atención a la petición de esa madre. Él solo me miró y me dijo que quería que te lleváramos con nosotros. Sabía que al igual que su padre debía tener una moza, pero no sabía la responsabilidad completa que ésta cargaría, no iba a explicárselo aún, y decidió aceptar el ruego de tu madre, que al menos salvara tu vida, dijo que deseaba entregarte el regalo de una buena vida ya que ella jamás podría dártela, pero en fin, todos los demás detalles no son necesarios. Mi trabajo era encontrar a alguien sin familia y sin lazos con nadie, para que pudiera servir al príncipe en el momento indicado. Esa mujer te estaba entregando a ti para ello, y aunque me parecía sospechoso, también era perfecto, no entendía como supo que necesitaba a alguien como tú, al parecer, conocía el secreto de las mozas, pero concluí que no era riesgoso, no tenías a nadie más sino sólo a tu madre quién estaba a punto de morir. Del mismo modo, creí que brindarte ese propósito sería mucho mejor que dejarte morir bajo ese costal, y el pequeño príncipe te estaba eligiendo a ti para servirle y sobrevivir.

Estaba en blanco. Tanta información de golpe, una verdad que era dura de procesar. Una madre que no recuerdo me entregó a un pequeño niño de la realeza. No estaba segura de si ella sabía nuestro secreto, quizá sólo quería que yo viviera, y que tuviera algo por qué hacerlo. No puedo sentir tristeza por alguien a quien no recuerdo, ni lastima de la propia niñez que enfrenté si para mí no la viví. Quizá, sí algo de comprensión.

— Si eso es así, ¿porque no lo recuerdo?

— No hablaste ni comiste en días cuando te traje aquí, Agnes. No tengo idea de lo que haya pasado para que tú y tu madre terminarán así, pero los médicos dijeron que tú estado era fatal, que a penas y podían salvarte, pero con el paso del tiempo recuperaste la salud y un comportamiento normal. El que hayas olvidado algo como eso debe ser natural, creo que ni siquiera tenías la fuerza para crear recuerdos.

Sentía que me contaban la fea historia de alguien más. No podía apropiarme de ella. ¿Ese era mi origen? Busco y busco fuerte en mi mente, pero no encuentro esas imágenes. La sensación de estar perdida era la único que tenía presente. ¿Por qué no me dijo esto antes?

— ¿Cómo esperó tanto para decírmelo?

— ¿Decirte que te encontré muriendo en la calle, sin nadie más que tu madre quién en su último respiro de vida decidió entregarte a sabe qué destino? Primero tenías que enterarte del tipo de vida que te espera, para que pudieras entender la razón de porque fuiste elegida para ella.

— Entonces, ¿porqué el príncipe Taehyung no me dijo nada respecto a esto?, ¿porqué seguir deslindándose de la elección de mi futuro?

— El príncipe tampoco lo recuerda —dijo—. Él tenía cuatro años en ese entonces*, tenía que afrontar la muerte de su madre, además de tener que vivir solo en el palacio. Estaba devastado, lloraba día tras día, tampoco entendía porque le tocó vivir ese destino. Él se enfrentó a su realidad mucho antes que tú.

¿Qué podía decir de eso, después de saber mi propia horrible verdad? No podía empatizar con él. No recuerdo una familia de la cual me hubieran alejado, ni una madre por la cual llorar su muerte. El príncipe Taehyung dijo que nuestras vidas fueron preparadas para esto, que nuestro sufrimiento era compatible, pero ahora ya no lo creo. No sabía quién de los dos era más desdichado.

— ¿Dice que no debería quejarme?

— Digo que lo afrontes —contestó—. Está bien sufrir la vida, es inevitable, pero no dejes que te tenga contra el suelo. Si debes llorar por esto, llora, si debes enfadarte por esto, hazlo, pero ponte como meta el superarlo. Lo que hice fue por el último respiro de esa mujer, y por la niña de los ojos perdidos —mi abuela dejó de recargarse sobre el respaldo, y apoyó su peso en el brazo del sofá—. Nunca te dije mis sentimientos por ti, sabes que no soy así, pero sé distinguir el momento en que es preciso decirlo. Te quiero, Agnes, como la hija que jamás he tenido. Lamento que no haya podido darte más que esto, es todo lo que he vivido, es todo lo que conozco, tampoco tuve la oportunidad de formar una familia, pero me esforcé en darte una vida saludable y lo más cercana a la normalidad. Espero que puedas perdonarme si no estás satisfecha con lo que dí de mí —terminó, presionando sus labios en una pequeña y compasiva sonrisa.

Nunca pude entender los sentimientos de mi abuela, ya que, es cierto, no los mostraba. Todo esto que tengo fue lo que me ayudó a sobrevivir. Aquella mujer se resignó a la muerte, pero su deseo es que yo no terminara igual. ¿Esa fue la última demostración de amor hacia mí? No puedo sentir rencor, ella no tuvo otra opción, ninguna de las dos. Mi vida estaba destinada a terminar bajo ese costal, pero hoy estoy aquí. La capacidad de amar en mi abuela es igual al mío, no lo hemos experimentado, pero creemos que los sentimientos que compartimos la una por la otra es lo más parecido a eso, y no puedo pedir más. Pensar todo esto me hace dar cuenta... que estoy satisfecha.

Imité honestamente su sonrisa — Creo que solo fuimos víctimas del destino, ¿no?

Miró al suelo, sonriendo — Me alivia ver qué pensaste lo mismo que yo.

— Supongo que no hubo mucho que hacer. Quiero agradecerle por lo que hizo, después de esto, pude comprender.

— Y yo me disculpo, no sé si tu madre te entregó en las mejores manos.

— Si logré vivir hasta hoy, creo que así fue —reí—, para lo que en verdad merecía, esta vida no fue tan mala.

— Agnes, está bien que pienses lo peor mí, no puedes culpar a nadie más —tal parece que quería ser despreciada por esto, pero no podía verla de esa manera—, y solo espero que no sea para siempre.

— Siempre me ha dicho que el tiempo dará la respuesta cuando nosotros no podemos encontrarla, y eso haré —no podía precipitarme, a pesar de la increíble realidad y de su participación en ella, no puedo otorgarle toda la culpa. Para mí, las dos ya hemos sufrido bastante—. Yo aún la voy a querer.

Ella desvío su mirada, algo incómoda. No estábamos acostumbradas a conversar así. Eso no significa que no tengamos sentimientos hacia la otra.

— Creo que ya hablamos todo lo que se tenía que decir —respondió, y quise disfrutar esa pequeña sonrisa—, no quiero que desperdicies el tiempo conmigo, ve a hacer tus deberes.

Ella nunca cambiará. Así era mi abuela, estricta y fría, pero yo estaba contenta con eso.

— De hecho —rasqué mi nuca—, hay otra cosa de la que quiero hablar.

Frunció el ceño, levantándose del sofá y caminando hacia la cocina con la taza en mano — Sea lo que sea puede esperar, ve a cumplir con tus responsabilidades, no desatiendas lo importante.

— No puede esperar —contesté, y me puse de pié—, en unas horas más nos iremos al palacio real del norte.

Mi abuela volteó hacia mí en cuanto lo mencioné. Esa expresión no la había visto en ella.

— ¿De qué estás hablando? —dijo, colocando la taza sobre la mesa, sin apartar su mirada de mí—, ¿Por qué?

Mi abuela no se enteró de todo.

—El rey enfermó, y se les solicitó a los príncipes que asistieran a él, creo que ya no espera encontrar al príncipe Jungkook. Todo iba bien, pero el príncipe Yoongi llegó al palacio real primero, y aprovechó para tirar tierra sobre los demás príncipes, así que antes de que ocurra algo más, iremos en cuanto todo esté listo.

Ella reflejaba sorpresa, pero no dijo nada, así que continúe con lo que realmente quería saber.

— Me enteré de que trabajaste en el palacio real del norte —su sorpresa fué creciendo—, nunca me lo dijiste.

— ¿Quién te... —sólo me miró unos segundos, y al fin habló, como si mis ojos le hubieran dado la respuesta—. Sun Won —suspiró, molesta.

— No te enfades, creyó que yo ya lo sabía, y al igual que ella, me sorprendió el que no me lo hayas dicho —caminé para estar más cerca de mi abuela—. Por lo que hablamos, veo que no tiene nada que ver con qué yo me convirtiera en la moza del príncipe, así que me gustaría saber tu historia, ya que hoy iré a ese lugar y quiero estar preparada.

Mi abuela cerró los ojos con frustración. ¿Qué ocurre?

Volvió a mirarme — No puedo contarte todo ahora sí vas a estar frente a ella. Tu trato debe ser de creíble ignorancia sobre lo que pasó.

— Abuela, me estás asustando —dije—, ¿Qué es lo que no puedo saber?

Ella se quedó en silencio un momento.

— Pasaron muchas cosas cuando trabajé en el palacio real del norte, demasiadas cosas horribles que no puedo contarte aún —la manera en que estaba diciéndome esto me causaba miedo. Mi abuela hablaba con una seriedad diferente, cautelosa— serás la única persona que sabrá la verdad además de mí, así que no es conveniente que lo sepas ahora, por tu bien.

— ¿Tan malo es? —contesté, intrigada—, no quiero ir desprevenida entonces, no me dejes ir así —supliqué. ¿Cuántos secretos más tenía que soportar?

— Sólo existe una carta que respalda lo que sé, pero primero necesito saber lo que trama esa moza —la conversación tomó un rumbo diferente, más peligroso—. Sea lo que sea que te diga, no confíes en Zaila.

¡Hola!
Aquí está el capitulo número diecinueve.


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Hasta la próxima.

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The Election of the Prince.

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