Dos idiotas enamorados

By MrsShades50

1.3M 98.8K 27.8K

"Sí dos personas están destinadas a estar juntas no importa cuántas peleas tengan ni cuánto tiempo estén sepa... More

PRÓLOGO
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16 MARATÓN 1/3
Capitulo 17 MARATÓN 2/3
Capitulo 18 MARATON 3/3
Capitulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27 MARATÓN 1/3
Capítulo 28 MARATÓN 2/3
Capítulo 29 MARATÓN 3/3
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
¿Qué pasó?
Capítulo 34 {1/3}
Capítulo 35 {2/3}
Capítulo 36 {3/3}
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 MARATÓN {1/3}
Capitulo 42 {2/3}
Capitulo 43 {3/3}
Capítulo 44
Capítulo 45 {1}
Capítulo 46 {2}
Capítulo 47
La carta de Ailen
Capítulo 48 {1/2}
Capítulo 48 {2/2}
Capítulo 49 {1/2}
Capítulo 49 {2/2}
Capítulo 50
Capítulo Especial #1
Capítulo Especial #2
Capítulo Especial #3
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53

Capítulo Especial #4

11.6K 494 305
By MrsShades50

Narra Abby

Todas las mañanas son iguales.

Igual de aburridas.

Igual de vacías.

Igual de grises.

Cuando todavía tenía energías, me levantaba bien temprano, a eso de las 8 de la mañana, para hacer un poco de ejercicio, desayunar bien y ponerme al día con mi trabajo.
Ahora, después de la catástrofe, ver en el reloj que son las 11 del mediodía, en algún punto me reconforta.
Son menos horas del día que voy a tener que estar despierta, y eso implica que en menos tiempo voy a volver a dormir...o bueno, si es que logro conciliar el sueño.

-Basta, sé positiva Abigail- me reto susurrando.

Son estos pequeños momentos del día en el que mi yo profesional y mi yo emocional se pelean para ver quién gana.
Sé que debo levantarme de la cama, sé que debo ponerle más ganas, porque sino la oscuridad va a consumirme y en cuanto menos lo espere puedo entrar en un cuadro depresivo.

¿Pero cómo hacerlo si realmente ganas es lo que más me falta?

Sentir el piso frío bajo mis pies me calma un poco.
Paso a paso me dirijo al baño, abro la perilla del agua fría y empapo totalmente mi cara para despejar mi mente.
Empiezo a lavarme los dientes sin mirarme una sola vez al enorme espejo de 1500 pesos que en su momento pensé que valía la pena tener.
Una vez lista levanto la mirada y miro mi reflejo.
Unas ojeras oscuras enmarcan mis ojos, producto a las malas noche que vengo teniendo últimamente, pero decido ignorarlas.

Sonrío.

O al menos lo intento.

-Dale que es un nuevo día- me animo.

Mi celular me espera en la mesita de luz con la batería al máximo, como debe ser para poder pasar el día.
En seguida pongo a reproducir mi playlist y así rompo el silencio que hace un momento inundaba mi departamento.

"Million reasons", de Lady Gaga empieza a sonar.

Acomodo la cama sin apuro, cuanto más ocupada esté, ya sea haciendo esto u escribiendo algo, menos llena va a estar mi cabeza.

Una vez que la habitación está en condiciones me dirijo a la cocina para servirme un poco de yogurt con unas galletitas de agua.

Dyret, el perro de Ailen, aún duerme como un tronco.
Es el perro más dormilón que conocí en toda mi vida, la verdad es que lo envidio.

Dejo un poco de comida dentro su plato para cuando se despierte y lleno su tacita con agua.

Dejando que la música continúe sonando reviso mis redes sociales.
Facebook me notifica que tengo nuevos recuerdos, pero decido ignorarlos porque estoy 100% segura de que en todos ellos me voy a encontrar con su nombre o su rostro.

Termino mi vaso de yogurt justo cuando mi celular empieza a sonar.

Llamada entrante de:
"🧠"

-¿Dónde estás?-

Observo la fecha en mi celular y cuando compruebo que efectivamente es viernes me doy una palmada en la frente.

-Eh...¿En mi casa tomando yogurt con galletitas?

-Ah, mira...dejame adivinar, ¿de nuevo olvidaste que hoy tenías que venir a verme, verdad?

-Touché

-¿Y también que hoy ibas a empezar a trabajar para mí, no es así?

Cierro los ojos volviendo a darme un golpe.

-Touché por dos- murmuro.

-Bueno, termina ahí y antes de venir para acá pasa por un supermercado, necesito que me compres algunas cosas.

-¿Algo más, doña?- pregunto sarcástica.

-Sí, vení con muchas ganas que hay mucho para hacer hoy- ríe ella tranquila.

-Uff, pero si eso tengo de sobra- miento exagerando la emoción.

Después de un "Acá te espero" cuelgo la llamada y me dirijo a mi cuarto para cambiar mi ropa y arreglarme un poco la cara.

Una vez que estoy decente para salir a la calle compruebo que tengo lo necesario en mi cartera, unos chicles, auriculares, perfume y mi celular.
Salgo del edificio e inmediatamente el barullo de toda la gente caminando por la vereda me abruma.

A lo lejos logro escuchar unos maullidos, pero por más que busco el lugar de donde estos vienen, no lo encuentro.
Me convenzo de que debe ser la mascota de alguna vecina, conecto mi auricular al celular y empiezo a caminar hasta el que sería mi nuevo trabajo.
Debido a mi estado anímico no puedo permitirme atender a pacientes que estén pasándola igual o peor que yo, no sería profesional de mi parte, y tampoco creo que pueda ayudarlos.

Es por esto que la llegada de la doctora Inés me ayudó muchísimo.
Si bien al principio solo se trataba de una relación cordial debido a que es la jefa del consultorio de psicología al cual estaba asistiendo en su momento, con el correr de las semanas nos fuimos volviendo cada vez más cercanas, al punto en el que ella decidió darme una mano para que pueda tener un sustento económico mientras no puedo trabajar por mi cuenta.

Yo la ayudaría con los temas administrativos y ella, además de pagarme, me mantendría ocupada toda la tarde, evitando así que pudiera pensar si quiera en alguno de los problemas que me persiguen a diario.

Tal vez no sea muy profesional, pero ambas nos dimos cuenta de que eso me ayudaba a despejar y por lo tanto decidimos seguir adelante.

Lo bueno de estar con ella además, es que su consultorio está solo a unas 10 cuadras de mi departamento, por lo que aprovecho el largo camino para recorrer las calles de mi agradable barrio y despejar un poco mi mente.

Cuando estoy por entrar al supermercado me llega un mensaje de ella.

🧠: Además de galletitas, compra esto, porfa: 1 paquete de tallarines, 200gr de jamón cocido, un pote de crema (200ml), queso rallado y margarina.

Yo: Pero... voy a trabajar o es que me vas a llevar a másterchef??

🧠: acá te explico.

Poniendo los ojos en blanco entro al súper agarrando un canasto para poner las cosas que la doctora me pidió.

Al haber mucha gente en un lugar tan chiquito, agarro las cosas rápido, tardando menos de 5 minutos en juntar todo.
Cuando me quiero dar cuenta ya tengo todo en bolsas y estoy saliendo nuevamente a la calle.
Respiro hondo y me calmo.
Me agobia estar en un lugar cerrado con tantas personas haciendo ruido. Solo puedo soportar eso con unas cuantas copitas de alcohol, pero claramente este no es el momento para estar borracha.

Cuando llego a destino me encuentro con Inés, quien me espera apoyada sobre el marco de la entrada.

-Primero a la consulta, después hablamos

-Bueno, mamá.

-Solo soy 6 años más grande que vos, ojo cuidado con lo de mamá.

Río al ver su rostro indignado y dejo la bolsa de compra sobre la mesita de la sala de espera para después caminar rumbo al consultorio 3, donde me espera Silvia, con quien llevo varios meses asistiendo a terapia.

El aire de la habitación es agradable y las paredes que la rodean son de un color crema clarito.
Con algo de melancolía recuerdo que mi consultorio tenía un color similar.

La señora apenas me ve sonríe amable y con su mano señala el sillon en el que me siento prácticamente todos los viernes.

-Toma asiento, Abby-

Suspirando hago caso a lo que ella me dice y la observo, esperando sus primeras palabras, las cuales siempre son las mismas.

-¿Cómo estas?

-Estoy- contesto suspirando, dejando de lado la mascara agradable que traía hace unos minutos. Acá debo ser real.- Sigo...con vida, ya sabe, lo que le digo siempre básicamente. Aún respiro.

-¿Cómo estuvo tu semana? ¿Tuviste algún ataque de..

-No, por suerte. Últimamente cada vez que no puedo dormir pongo algún video en youtube y practico meditación, yoga, y eso me relaja. Aunque bueno...debo admitir que no duermo por más de cuatro horas- río incomoda.

Paso mi mirada nuevamente por la habitación y centro mi atencion en el escritorio de la doctora, comprobando que sobre este ya no hay rastro alguno del cuadro que había hace una semana.
Uno con la foto de su boda.
Supongo que se habrá dado cuenta de cuanto me afectaba ver eso y decidió sacarlo.
No sé qué pensar al respecto.

-Te hice una pregunta Abby, concéntrate por favor.

-Disculpe, pregúnteme de nuevo.

-¿Haz vuelto a subirte a un auto?

-Solo puedo hacerlo si están mis amigas o...bueno, otro amigo. Ellas pueden distraerme contándome sus cosas y el...bueno, me canta- río.

Recuerdo una de las primeras veces que subí a un auto con él como conductor.

Flashback

-No vayas rápido por favor.

-Te prometo que vamos a ir así, no te preocupes.

Cierro los ojos y apoyo la cabeza sobre al respaldar del asiento delantero donde Emiliano prende el motor del coche.

A pesar de haber viajado con el por primera vez hace una semana, aún no me acostumbro a que estemos a solas y no confío del todo en que no vaya a acelerar.

Pienso en otra cosa e ignoro el sonido de las ruedas girando para dar la vuelta en una esquina.

Trato de imaginar objetos blancos.

Una sábana, una camisa, un vestido, sonrisas, nubes.

El blanco es paz, me calma.

-Dame tu mano derecha- pide él desde adelante- Ponela en mi hombro

-¿Cómo...

-Te veo de reojo Abby, si seguís así te vas a lastimar- murmura despacio.

Un poco avergonzada dejo de apretarme la pierna, la cual se encuentra un poco colorada por el agarre de hace unos segundos.
Internamente agradezco haberme cortado las uñas, sino...bueno, tendría que ponerme alcohol, tal y como pasó la última vez.

-Vamos despacio...- informa él poniendose el cinturon.

Hago un sonido medio raro con la boca mientras trato de enfocar la mirada en el mio, para asegurarme de que esté bien puesto.

-Rata inmunda- dice en un momento el abogado.

-¿Cómo?- pregunto confundida.

-Animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho.- continúa.

-Pero...

-Infrahumano, espectro del infierno...

-Palabras muy bonitas, gracias por el cumplido- murmuró sarcástica.

-MALDITA SABANDIJAA, CUANTO DAÑO ME HAS HECHOOOO- Grita de repente haciendome saltar del susto.

-¿PERO QUE DECIS?- río ante su tono exagerado.

-¿Nunca escuchaste a Paquita la del barrio?- pregunta sorprendido. Ante mi negativa niega con la cabeza- me parece que te vas a tener que bajar de mi coche, me parece una falta de respeto.

-Pero quien es Paquita y por qué dice "MALDITA SABANDIJA"

-La verdad es que no sé, pero un día me dedicaron esa canción y me encantó- rie el- una ex de la secundaria me la dedico cuando terminé con ella.

-Algo habrás hecho, maldita sabandija-me burlo

-Maldita sanguijuelaaaa- canta- Maldita cucarachaaaaa

Río ante las caras que hace a través del espejo retrovisor y poco a poco voy olvidando que los autos pasan a nuestro alrededor.

Fin del flashback

-Lo de la radio e ir en el asiento de adelante todavia no, ¿verdad?- pregunta la doctora después de unos minutos.

-No- susurro

-Esta bien, no te apresures, todo a su tiempo, venís avanzando bien Abby- me anima.

-Sin bien cada vez voy animandome más a viajar en autos, aun así no puedo dejar que prendan la radio y cada vez que el auto va por una autopista siento que me falta el aire, enseguida recuerdo ese día y simplemente no puedo seguir, tengo que bajar aunque sea para relajarme.

-Entiendo... ¿aprendiste a controlar tus ataques de pánico?- pregunta interesada.

-Sólo hasta cierto punto- explico- Todo empieza con las ruedas, y termina con los vidrios, con...con la sensación de tenerlo sobre mi, ahí ya no puedo hacer nada- juego con mis llaves dentro del bolsillo- Sé lo que sucede a mi alrededor, en la realidad, cuando todavía no logro llegar a la etapa de los vidrios.

-Repasemos entonces, cuando estas teniendo un ataque, tu cabeza empieza a recordar, como si fuera una línea del tiempo, como una pelicula- asiento- Primero las ruedas, hasta ahí sos consciente de lo que sucede a tu alrededor. En el medio los vidrios, y al final...bueno, ni lo nombremos.

-Exacto-

-¿Tenes idea de cuánto tiempo duran más o menos tus ataques?

-No más de 10 minutos.

-Bien...- anota cosas en su libreta para después volver a mirarme- La primera vez sólo pudiste contarme cómo el y vos se conocieron, hasta ahí llegabas. La última vez me hablaste sobre los planes de comprar una casa que tenían, sentís que podés avanzar más hoy?

Aprieto más fuerte las llaves entre mis dedos.

Sé que es necesario.
Sé que debo hablar sobre ello para por superarlo de a poco.

Cuento hasta diez.

-Si no queres hablar puedo entenderlo lo dejamos para la próxima.- me tranquiliza.

-No voy a a hablar sobre eso, no hoy- murmuro. Cuando empiezo a sentir como mis manos empiezan a transpirar niego con la cabeza- No quiero seguir por ahora.

-Esta bien.

-Necesito agua, por favor- pido cuando siento la garganta seca.

Mientras espero a que la doctora llene el vasito de plastico con agua, sólo puedo pensar en que espero que esto acabe de una vez.

*************
17:30

-¿Cómo vas?-

Termino de llenar la lista de pacientes que tienen cita para la semana que viene y vuelvo a darle un mordisco a mi sanguche de tomate con palta que me trajo mi nueva jefa hace unas horas.

-Perfecto, me parece que merezco un aumento de sueldo- murmuro haciendo reír a la doctora.

-¿Recien empezas y ya querés un aumento?- pregunta fingiendo indignación- Tal vez te dé un cheque como regalo de navidad-bromea- Hablando de eso, ¿tenés planeado hacer algo? ¿Pasarlo con alguien?

Dejo de teclear ante su pregunta repentina.

-Para mí, al menos este año, no existe la navidad, simplemente es un día más- murmuro encogiendome de hombros sin apartar la mirada del ordenador- pero si me querés regalar algo yo acepto gustosa, eh.

Cuando noto que va a decir algo al respeto, abro un nuevo correo de una paciente pidiendo turno y río al leer el mensaje.

-Mira, una chica pide turno porque dice que quedó traumada después de atragantarse comiendo algo-mi risa se acentúa más, aunque realmente la situación no sea graciosa, pero aprendí que si me ven riendo no van a preguntar nada más.

En el último tiempo me di cuenta de que fingir se me da muy bien.

Puedo bromear, puedo reír, puedo llorar de la risa.

Todo con tal de que no pregunten como estoy, porque irónicamente uno nunca llega a pensar que alguien que está siempre de buen humor puede estar mal.

Y eso claramente es un error.

Puedo dar fe de esto no solo por mi caso personal sino también porque tuve pacientes que a simple vista parecían felices de la vida, pero que cuando se abrían conmigo me contaban las ganas de morir que sentían.

Ahí fue cuando entendí que siempre hay que ver más allá de las sonrisas de las personas.
Tal vez en sus ojos logres distinguir la soledad y tristeza que pueden llegar a estar atormentandolas.

-Sabes que no es bueno que te quedes en tu casa, más en estas fechas que aunque quieras o no siempre tiene una carga sentimental. No te va a hacer bien estar sola...¿Por que no te juntas con tus amigas o...con tus padres?

Niego con la cabeza riendo y empiezo a jugar con la ruedita del mouse.

-No quiero ser una carga- contesto después de unos minutos- No quiero molestar, cada uno va a estar con sus respectivas familias o con...bueno, con sus parejas y yo ahí no pinto nada. Tal vez si les digo que voy a estar sola van a decirme que me quede con ellos, pero por lástima, y no quiero que me miren tristes, no quiero ser la "pobrecita", seria peor para mí.- mi mente, como si de una tele se tratara, empieza a crear imágenes en las que mis amigas me miran con lastima, pero enseguida niego con la cabeza y pienso en otra cosa- Mis padres por otro lado siempre pasan las fiestas con mis hermanas, yo ya soy mayor, tengo mi casa, también sobro ahí.

-Entiendo...-murmura ella luego de unos segundos- Primero, tenés que empezar a trabajar más en tu confianza, en tu autoestima. No sos una carga, no molestas, tus amigos y tus padres te aman, y acompañar a alguien que se ama y que está pasando por un mal momento no es una molestia. Por ejemplo, cuando tu amiga...¿Ailen? Se separó de su novio como me contaste, ¿a vos te molesto ayudarla?- pregunta.

-No.

-¿Por qué?

-Porque es mi amiga, y siempre voy a querer que esté mejor.

-Ahi está, eso es lo que hacen los amigos, la familia. No tenes que sentirte avergonzada por todo lo que estás pasando, sé que es no fácil, pero si ellos supieran que no estás tan bien como les querés hacer creer, sería mucho mejor.

-¿Y que se supone que tengo que decirles? ¿"Chicos, chicas, mamá, papá, tengo transtorno por estrés postraumático, hay noches en las que no duermo, a veces pienso en el sentido de mi existencia y tengo ataques de pánico cuando veo un auto ir rápido"?

-No tan así...con decirles que no estas bien por primera vez alcanza, ellos van a entenderte.

-Si mañana paso la navidad con alguno de ellos y me agarra una de mis crisis, ¿como crees que van a reaccionar? ¡No van a saber que hacer! voy a arruinarles la noche, no quiero eso, no tienen por qué verme así, no es lindo.

-Es por eso que tenes que hablar con ellos y contarles que te pasa, como pueden ayudarte...¿hasta ahora nunca tuviste un episodio cuando estabas a su lado?

-No, siempre que empezaba a tener ganas de llorar simplemente corría al baño y me quedaba encerrada ahí por unos minutos hasta que me calmaba pensando en otra cosa, ellos nunca lo notaron.

-De alguna manera entonces tenés un poco de control cuando te están por agarrar esos episodios- asiento.- Habla con ellos, Abby, no te encierres, no mereces estar sola. Es más, sino mañana vení a casa y pasamos el día juntas, yo tampoco tengo planes.

¿Mira hasta donde llega la lastima que hasta tu propia jefa te está invitando a su casa para que no te mates, te parece?

-Podría ser, te agradezco la propuesta- le sonrío amable- Me parece que ya terminé por hoy- digo comprobando que en el reloj de la computadora marca que son las 6 de la tarde.

-Si, lo hiciste muy bien hoy Abby, me quitaste mucho trabajo de encima, te lo agradezco- mira las bolsas de compra que aún estan sobre la mesita y entonces ennarcando una ceja pregunta- ¿cuál me habías dicho que era tu comida favorita?

-La pasta, me encanta- contesto sin duda alguna.

-Perfecto entonces, porque hoy vas a cocinarte unos ricos tallarines con crema de leche.

-Pero...- río nerviosa ante la idea que sale de su boca tan de la nada- no entiendo

-¿Hace cuanto que no comes algo bien rico y que no sea chatarra?- pregunta cruzándose de brazos.

Repaso en mi mente las cosas que comí esta semana.
Mis almuerzos por lo general se basan en arroz con huevo, o sopas chinas, y mis cenas prácticamente son frutas.

No te estas alimentando bien, querés ponerte peor?

-Bueno, hoy comí este maravilloso sanguche gourmet- digo señalando las migas sobre mi platito.

-Abigail...- me regaña.

-Esta bien, está bien, me voy a cuidar mejor...¿Para eso me hizo comprar todas esas cosas?- pregunto señalando las bolsas verdes.

-exacto, quiero que te prepares una rica cena, hace un tiempo me dijiste que te gustaba cocinar, así que seguro que con esto al menos vas a relajarte un poco, cuando termines mandame una foto.

- Bueno, lo voy a hacer- prometo empezando a guardar las cosas en mi bolso para después conectar los auriculares a mi celular.

-Antes de que te vayas...todo va a estar bien, entendes eso, no?- susurra apoyando una mano sobre mi hombro.

-Si, lo sé- sonrio para después dar la vuelta y salir del consultorio.
Mientras camino de regreso a casa con la música a tope en mis oidos no puedo evitar sentir un gusto amargo en mi boca, producto de la mentira que salió de mis labios al afirmar que todo iba a mejorar.

La verdad es que no creo que eso vaya a pasar algún día, pero es lo que más deseo.
************

-¡¿Vecina escucha al gatito?!-

Miro hacia la ventana del departamento del primer piso donde un señor me observa frunciendo el ceño.

-¡Yo también escuché los maullidos hace unas horas pero pensé que era de alguien de acá!- grito para que me escuche.

-¡no! Está llorando desde hace rato al parecer, pero no lo encuentro, fíjese si no está entre los árboles de acá al lado.

Sujetando bien las bolsas me acerco despacio al pequeño terreno de tierra que está a dos casa de mi edificio.

Los maullidos se hacen cada vez más fuertes pero no logro distinguir de donde vienen.

-Gatito, gatito- murmuro alumbrando la zona con la linterna de mi celular.

Me acerco a un tacho de basura que se encuentra al lado de un poste de luz y de pronto el ruido se detiene.

-¡Gato!- llamo tratando de que vuelva a maullar para así encontrarlo.

Rodeo el basurero para ver si hay alguna cajita o rastro del minino pero cuando éste vuelve a llorar me doy cuenta de que no está fuera, sino dentro.

- Pero la puta madre- murmuro dejando las cosas sobre el suelo para después levantar la tapa del container azul.
Allí, dentro de una bolsa rota, entre toda la basura, dos ojos verdes me miran fijamente.

-Pero quien te hizo esto bebé- pregunto acercando muy despacio mi mano a su carita para que no se asuste.
Acaricio su pelo negro y cuando noto que no va a atacarme lo tomo en manos.

Es un gato bebé, chiquito, de no más de 3 meses.
Sin importar que esté sucio, lo apoyo contra mi pecho y tomando las bolsas nuevamente con la única mano que tengo libre, vuelvo rápido al edificio.

-¿Lo encontró?- pregunta el vecino aun con la cabeza fuera de la ventana.

-Estaba dentro de un contenedor de basura- le cuento tratando de abrir la puerta.

-Quien pudo ser el desgraciado que lo dejó ahí, menos mal que lo encontraste.

Asiento y saludo con una sonrisa al vecino para poder entrar de una vez al departamento.
Subo las escaleras de dos en dos hasta llegar a mi piso y una vez que entro a mi hogar dejo las bolsas en el suelo y voy directamente al baño.

-Bueno, a ver, hay que limpiarte, no me rasguñes- le pido dejándolo sobre el lavamanos.

Lleno una palangana chiquita con agua tibia mientras busco una toalla vieja para limpiar al gato. Una vez que tengo todo, mojo la tela y despacio voy sacándole toda la mugre del pelaje, mientras que éste me observa quieto.

-Pero si sos una belleza- murmuro limpiando uno de sus ojitos con lagaña.

10 minutos después, cuando ya no hay rastro de basura sobre él dejo que inspeccione y camine por mi casa mientras yo desinfecto el baño.
Cuando ya todo está limpio, corro a mi cuarto para cambiarme de ropa.

Una vez que estoy lista, vuelvo al salón y lo encuentro a él acostado sobre mi sofá, como si fuera dueño y amo del lugar. A su lado, Dyret lo observa curioso y se acerca un poco para olfatearlo.
Ese es el momento exacto en el que me doy en cuenta de que tengo una vida en mis manos.

Trago saliva mientras me acerco a él.
Cuando nota mi presencia abre los ojos y vuelve a mirarme.

-¿Y ahora que se supone que hago con vos?- pregunto esperando una respuesta que es muy obvio que no voy a recibir.- Dyret necesito que me ayudes, eh- éste estornuda y decido tomar eso como un "por supuesto que sí"

En primer lugar busco por Google Maps alguna veterinaria que me quede cerca de casa, pero descubro que solo hay una a unos 30 minutos, tendría que ir en remis pero ya sé que si me subo sola al coche de un desconocido las cosas no van a terminar muy bien que digamos.

Seco las palmas de mis manos con mi pantalón, para después buscar en google "qué come un gato bebé"
Esto no hace más que frustrarme porque solo encuentro cosas que debo comprar en una veterinaria, pero no puedo ir.

Me siento al lado de él y mi pie empieza a temblar.

-No sé que hacer- susurro

Recuerdo que en las películas siempre a los gatos se les da leche así que en seguida corro a la cocina para servir un poco en un tarrito de metal.
Como si supiera que es para el, Gato camina detrás de mí y espera pacientemente a que se lo deje en el suelo.

-Hace calor así que seguro te va a gustar que esté frío.

Realmente estoy hablando con un gato.

Una vez que el tiene la leche al frente noto como primero la huele para finalmente empezar a beber.

-¡Bien!- exclamo asustandolo.
Cierro la boca y dejo que siga alimentándose en paz.

Escucho unos golpes en mi puerta por lo que voy hasta ésta para ver quién es.
Cuando la abro me encuentro con el vecino de hace rato que tiene en sus manos una bolsita de lo que parece ser comida para gato.

-Supuse que no tendrías algo para darle y yo como tengo uno puedo darte esto- dice el señor mostrándome el paquetito.

-no sabe cuánto se lo agradezco - digo sorprendida- me estaba desesperando porque no sabía que darle y no puedo ir a comprar ahora algo para el.

-Pero si hay una veterinaria a unos metros de acá- dice confundido.

-Pero...no puedo ir...ya sabe, es muy tarde- invento una excusa.

El sujeto se me queda mirando por unos segundos en los que puedo notar que quiere preguntar más, pero se contiene.

-Esta bien, entiendo, cualquier cosa vivo en el piso de abajo, si necesitas ayuda tócame el timbre. Por lo que vi es chiquitito, podés darle un poquito de esto con agua hasta que te diga bien la veterinaria que hacer- sonrie amable.

-muchas gracias, de verdad.

Nos despedimos, y cuando vuelvo al comedor descubro que el tarroncito ahora está vacío.

-Pero bueno, si que tenías hambre - murmuro- Mira, vino una buena persona y te regalo esto- sirvo un poco de la comidita sobre un plato de plastico y se lo dejo al lado de otro tarroncito con agua, para que el pueda tomar y comer cuando quiera.

Una vez que empieza a comer decido dejarlo tranquilo para ver como puedo improvisarle una camita y un lugar donde hacer sus necesidades, al menos por lo que queda de hoy.
Dyret me sigue de un lado para el otro, igual de contento que yo, por tener un nuevo amigo.

*************

21:30

NANO, la maldita sanguijuela: LLEVO HELADO :D

yo: no escribas en mayúsculas, siento que me gritas :/

NANO: GRITO DE LA FELICIDAD

Él va a venir a casa.
En algún momento habían dejado de existir las excusas para que nos veamos, simplemente uno decía que estaba cerca de la casa del otro y nos juntábamos...o bueno, eso hace el, porque yo siempre trato de salir lo menos posible.

Así de sencillo se había vuelto todo y la verdad es que no me molesta, me gusta su compañía.

Dejo el celular sobre la mesa mientras espero a que los tallarines terminen de cocinarse.
Leo la receta una y otra vez para comprobar de qué este todo correctamente hecho.
Por dentro deseo que este platillo salga bien y sea rico, porque si no es así no solo voy a matar a Inés, sino que muy probablemente después me mate de la vergüenza, porque Emiliano también va a probarlo.

De reojo observo como Gato se sienta al lado de mi pie, como haciendome compañía.

De fondo, "Alba", de No te va a gustar, suena a todo volumen y no puedo evitar sentirme identificada con la letra.
Trato de no pensarlo mucho, no le doy muchas vueltas, no recuerdo nada.

Basta

Cuando el timbre suena sé que es el.
Aprieto el botoncito del portero eléctrico y por una pequeña camarita compruebo que ya está subiendo.
Veo que la casa esté ordenada y frente al espejo del baño me fijo que mi cara tenga las ojeras bien tapadas.
Una vez que está todo listo simplemente espero a que toque la puerta, lo cual no tarda más de dos minutos en suceder.

-Llegó por quien llorabas- dice apenas abro la puerta.

Dyret enseguida empieza a ladrar al reconocer la voz de quien se convirtió en su persona favorita en estos últimos días.

-UF si, me salvaste la vida, héroe- digo irónicamente después de darle un beso en la mejilla.

El sonríe ampliamente por mis palabras para después limpiarse los zapatos con la alfombrita en la entrada.

- Traje un kilo de helado, los gustos son: frutilla, chocolate, crema del cielo y tramontana- me informa levantando la bolsa de compra.
Abre los brazos cuando Dyret se acerca corriendo a el y se dan un abrazo muy bonito.
Me contengo de hacerles una foto.

-Dios, al menos tenés buen gusto para el helado.

-Primero me decís Héroe y ahora Dios, después te quejas de que tenga el ego tan alto- ríe cerrando la puerta.

El maullido de Gato lo hace detenerse en seco cuando quiere acercarse a mi.

-¿¿Y eso??- pregunta mirando para todos lados.

-Un dinosaurio- bromeo.

Corro a la cocina para comprobar que el fideo ya esté listo y cuando confirmo que es así apago el fuego.

-¡¿PERO Y ESTE BEBÉ?!- lo escucho gritar.

A los pocos minutos lo tengo a unos metros de mi cargando al gato frente a el, para mirarlo mejor.

-¿Cómo pasó esto?- pregunta mirándome sonriendo.

-Lo encontré en mi casa, el tacho de basura- comento encogiendome de hombros.

-No digas eso tonta- me reta el e insiste para que le cuente como fue.

-De verdad, estaba en un tacho de basura, lo traje para acá, lo limpié y...nada, eso.

-¿Cómo se llama? Tiene cara de Tyson o Roberto...

-Gato, se llama Gato-le comento mientras empiezo a derretir la margarina en el essen.

-Muy original, muy original la verdad- dice el a mis espaldas- El gato Gato, queda precioso.

Río ante su comentario y le saco la lengua cuando empieza a burlarse de mi.

-Mañana tengo que llevarlo al veterinario para que que lo revisen, hoy no pude porque ya era tarde y queda lejos como para caminar a esta hora.

-Mañana te llevo y le compramos alguna ropita, ya lo quiero- dice el abrazandolo.

Ternura

-No hace falta, seguro que tenes cosas que hacer- murmuro sientiendome timida de repente.

-No, estoy totalmente libre, tranquila. ¿Puedo cambiar la música? Si sigo escuchando esto me voy a tirar del balcón y yo antes quiero probar ese manjar que estás preparando.

-Es solo fideo con salsa- le digo poniendo los ojos en blanco.

-La última vez me dijiste lo mismo y casi me desmayo de lo rico que estaba- contesta el.

Siento que mi cara se calienta cuando escucho sus palabras y me quedo callada.
No sé qué decir.

Si digo gracias voy a parecer agrandada, si lo niego va a parecer que necesito atención o algo así.

Si fuera Gabo u alguna de mis amiga podría hacer lo primero, pero con Emiliano es distinto...no porque no haya confianza sino porque...bueno, es diferente.

Mi canción triste se detiene abruptamente y entonces las notas de una guitarra resuenan en el lugar.
Una melodía alegre y movediza, como él.

Él es pura sonrisa y diversión.
Y yo soy tristeza y llanto.
Él es el amarillo y yo gris.
Es un contraste medio raro pero de alguna manera llegamos a entendernos.

Agarro la olla de los fideos con un trapo para no quemarme y lo inclino un poco para que todo el agua hervida vaya saliendo.
El vapor me pega directo en la cara pero no importa.

YO NO SÉ LO QUE ME PASA CUANDO ESTOY CON VOS

-¡La puta madre!- grito cuando un poco de agua cae sobre mi mano.

Me hipnotiza tu sonrisa
Me desarma tu mirada, me derrito como hielo al sol

-¿¿Abby estás bien??- pregunta asustado cuando escucha mi grito, acercandose rápidamente a mi para sacarme la olla de las manos.

-Sisi, necesito agua fría- digo nerviosa.

¿Por qué puso esa canción?
Habrá sido coincidencia.

Cuando vamos a algun lado nunca elijo yo
Porque lo único que quiero es ir contigo

Corro al baño para poner mi mano bajo agua helada.
Cuando el ardor calma un poco vuelvo a la cocina y descubro que de nuevo hay silencio en el salón.

Sacó la canción.

-Perdon, te juro que no fue al propósito, puse la lista en aleatorio- dice nervioso.

Asiento sonriendo lo más tranquilamente posible, ignorando el que tenga las orejas rojas.
Se siente avergonzado.

Esta vez "Cuando no estás" de Calamaro, empieza a sonar y relaja un poco el momento incómodo.

-¿Como estás, Abby?- pregunta después de un rato.

-Bien, tranquila- contesto mientras añado la crema a la margarina.

-No intentes mentirme a mí, Abby, mírame.

-Se me va quemar la crema- contesto aún sin darme vuelta.

-Mirame solo dos segundos.

Cierro los ojos y tomo una bocanada de aire.
Pienso en cosas lindas, en una playa, en Gato.
Entonces me giro y clavo la mirada en los ojos marrones del abogado.

Este me mira sin decir una palabra y yo lo miro lo más neutral y tranquila posible.

-No dormiste anoche- dice chasqueando la lengua.

-Pero a ver, sos brujo o qué?- pregunto un poco irritada volviendo la mirada a mi crema.

-¿Queres hablar conmigo sobre lo que te pasa? Sé que no estás bien pero...

- No-lo callo.

Todo queda, de nuevo, en un silencio incómodo.

La crema cada vez se ve mucho menos apetitosa y de repente siento como el estómago se me cierra.

El está aún detrás de mí, puedo sentir su mirada y eso me pone aún más nerviosa.
Juego con la espátula entre mis dedos y trato de encontrar las palabras adecuadas.

- Simplemente no puedo hablar de eso todavía...- murmuro algo desanimada.

En dos minutos la cena se fue a la basura.

Por lo general no es así.

Sorprendentemente Emiliano se convirtió, en el último tiempo, en una fuente inagotable de energía y diversión que muchas veces me salvó la semana.

Sé que si el esta a mi lado voy a tener un día o una noche llena de risas, al punto de terminar con dolor de estómago.

Mis risas con el son naturales, con el no finjo nada.
S

upongo que por eso se dio cuenta de que le estaba mintiendo.

La falta de sueño y el hecho de que esté apunto de ser navidad no ayudan a que tenga buen humor.

A esta altura tendría que tener el arbolito de navidad armado, ¿pero como puedo hacerlo si no es con Eric? ¿Cómo podría contarle ahora a Emiliano, por ejemplo, que no puedo ver las luces rojas de navidad porque me recuerdan a las luces de los coches policías?

Recuerdo las palabras de Inés, pero aún así no logro convencerme para hacerlo.

-¿Puedo pasar al baño?- pregunta en voz baja, tranquila.

-Claro, yo...voy sirviendo- sonrío como puedo.

Mientras voy poniendo los cubiertos sobre la mesa noto como la pantalla de su celular se enciende y, antes de que pueda controlarme, leo el mensaje que le acaba de llegar.

Lau: ¿seguro que no querés ir? Estuviste esperando mucho tiempo por esto, no sé lo que te pasa, últimamente estás con la cabeza en otro lado. Pensalo de nuevo y avisame.

Frunzo el ceño.
¿Acaso Emiliano tiene un compromiso que siempre esperó y no va a ir?.
Niego con la cabeza, no es algo en lo que deba involucrarme, si el no me lo cuenta no puedo decir nada.

La puerta del baño se abre y vuelvo mi mirada a los cubiertos.

-¿Sabes en qué estaba pensando? En qué podríamos ver Friends- dice el un poco más alegre cuando vuelve a estar a mi lado.

-UF, Ailen me lo recomendó por mucho tiempo pero vi el primer capítulo y no me gustó.

De reojo veo como agarra su celular y empieza a cambiar las canciones, tratando de elegir una buena.

-Es que el primero es medio denso, pero te prometo que los demás son geniales.

Lo observo para hacerle una mueca de desagrado, obviamente bromeando, pero no puedo hacerlo cuando lo veo tan animado.

-Esta bien, ahora lo vemos.

Agarro la pinza para fideos y cuando estoy sirviendo el primer plato la música cambia y con escuchar apenas la primera melodía de la canción mi mundo se viene abajo.

El plato que hace un momento estaba en mi mano se estampa contra el piso y estalla en mil pedazos, pero yo solo puedo concentrarme en esa cancion, en el sonido de la guitarra, en esa voz.

-¿Abby estás bien?

De repente...

-Abby mírame

Me cuesta respirar.

-Abigail.

Todo da vueltas.

Miro a Emiliano negando con la cabeza y pongo una mano sobre mi pecho cuando empiezo a sentirme mareada.
Siento como mi corazón late cada vez más rápido y no puedo calmarme.

The other night dear...

Aún así la voz no se calla, y cada vez se escucha más alto.

La opresión en mi pecho es cada vez más fuerte y mis piernas empiezan a debilitarse poco a poco.

Cuento hasta diez.

Uno, dos, tres

Pienso en blanco.

Cuatro, cinco

Veo su rostro.

Pero ya es tarde.

No puedo.

No puedo.

I dreamed I held you in my arms

-No puedo- susurro con la voz rota.

-mirame, mirame- lo escucho decir.

Ya es tarde.

De repente recuerdo todo.

El ruido de las ruedas contra el asfalto.

El golpe.

Los gritos.

El vidrio.

El peso.

Su cuerpo.

Ya no puedo salir.

No hay salida.

Flashback

-Nunca te pones el cinturón de seguridad, Abigail me voy a enojar- me reta Eric negando con la cabeza.

The other night dear, as I lay sleeping
I dreamed I held you in my arms

-Pero recién subimos al auto amargadoo-

-Dale, no seas boba

-But when I awoke, dear, I was mistakeeeeeeeeeennnn- canto junto con la radio y subo un poco más el volumen.

El auto sube por la autopista y agradezco que no hayan muchos coches, así vamos a llegar antes a casa.

-Abigail- insiste Eric

-Yaaaa.

Estiro el brazo para agarra el cinturón, pero cuando estoy por ajustarlo, el grito repentino de Eric me hace soltarlo, asustada.

-¡ABBY!-

De repente por alguna razón me cubre con su cuerpo y es entonces cuando un golpe fuerte desde su lado tira al coche para un costado haciendo que mi cabeza impacte contra el vidrio de la ventana.

El auto da vueltas.

Las ruedas chirrean contra el piso, las ventanas se rompen y todo se vuelve oscuro.

De repente empieza el caos.

Solo puedo escuchar.

-¡ESTAN MUERTOS, ESTAN MUERTOS!- grita una señora desesperada.

La sirena de los patrullas se escuchan demasiado fuerte.
Logro distinguir luces rojas y azules parpadeantes a través de un agujero.
Siento un peso sobre mi cuerpo pero no puedo moverme no puedo respirar, no puedo respirar.

-Eric- susurro

Fin del flashback

-No puedo, no puedo- repito una y otra vez.

Siento la cara empapada y mis manos tiemblan contra mi rostro.
Intento apartar el peso sobre mi que me ahoga pero este se agarra fuerte a mi y todo me recuerda a ese día.

-Está todo bien Abby, está todo bien-lo escucho hablar nervioso.

No es su voz.

-No puedo respirar - repito con la voz entre cortada.

El dolor en mi pecho incrementa.

Trato de empujarlo pero no tengo fuerzas.

El cuerpo se separa de mi y los ojos marrones me miran desesperados.

-Acá, respira conmigo- dice tomando una de mis manos para ponerla sobre su pecho- Respira conmigo, está todo bien, estas a salvo, respira conmigo.

Trato de seguir su respiración, los latidos de su corazón pero no lo consigo, no puedo dejar de llorar.

-Todo va a estar bien Abby, estas conmigo, no te pasa nada- repite el con la voz más calmada.

Me toma unos minutos lograr controlar mi respiración con la suya y de apoco mis náuseas cesan.
Pero las lágrimas siguen saliendo de mis ojos.

Cuando ve que estoy un poco más tranquila me atrae a su cuerpo y me abraza.
Apoyo mi cara en su cuello y me permito seguir llorando, sé que de esta manera todo va a acabar más rápido.

A los pocos minutos compruebo que esa música ya no suena.
Se habrá dado cuenta.

Su mano empieza a acariciar mi cabello y susurra palabras suaves en mi oído para hacerme saber una y otra vez que todo está bien.

Estamos así, arrodillados en el suelo por lo que parece una eternidad.
De repente mis ojos simplemente se quedan secos, pero sigo sintiendo la angustia dentro.
Miro desganada la pared frente a nosotros.

¿Ahora como le explico esto?

Cierro los ojos y tomo un poco de aire.

Esto no tendría que estar pasando.

Me separo de el avergonzada, mirando al suelo.
Me empiezo a sentir incómoda.

-¿Estás mejor?- pregunta suave.

-Necesito ir al baño- susurro alejándome de el.

De repente tanto contacto me abruma y necesito estar sola.

-Vamos que te llevo- dice el parándose a mi lado.

-No, yo puedo...puedo sola- digo levantándome de a poco, apoyándome en la mesada.
Evito darle una mirada a la comida porque si lo hago se que voy a terminar vomitando, y no es algo que quiera hacer realmente.

Camino pasa a paso hasta el baño, donde me encierro para poder sentir un poco de tranquilidad.

Esa canción...

Estuve tanto tiempo tratando de evitarla...tanto tiempo sin encender la radio por miedo a que la pasaran de nuevo, y tuvo que suceder justo ahora.

Empapo mi cara con agua fría mientras mentalmente me reto por haberle hecho pasar este mal momento.

Escucho de fondo como Emiliano habla con alguien por teléfono.

Frunciendo el ceño me pegó a la puerta.

-Si, por favor, que venga que ella no la esta pasando bien y necesita estar acompañada.

¿Qué hace?

Giro la cabeza de un lado para el otro. Basta, no puedo enojarme.

-Si, si pueden que vengan las demás.

-¿Qué haces?- pregunto saliendo del baño

El abogado se me queda mirando, pronuncia un "vengan pronto" para después colgar la llamada.

-¿Cómo estás?-pregunta preocupado.

-Te hice una pregunta, ¿Que hiciste?

-Llamé a Sebas para pedirle que le dijera a Ailen que venga a hacerte compañía, creo que sería buena idea que estuvieras con ella y con tus amigas para...

-¡¿Por qué creíste que eso sería buena idea?!- pregunto levantando la voz.

Basta, cálmate.

Emiliano me mira sorprendido.

-Porque cuando uno está mal eso es lo que quiere, no quiere sentirse solo.

-Vos no me conoces, no sabes lo que quiero o necesito, no sabes nada sobre mi- pronuncio mirándolo a los ojos.

-Entonces decime, contame, quiero ayudarte.

-No quiero tu ayuda, quiero que te vayas por favor y me dejes sola-pido señalando la puerta.

Le contó a las chicas.

Ahora ellas van a venir y van a verme en este estado.

De repente siento pánico.

-Dejame ayudarte- pide bajito.

-¿Por qué? ¿Por qué querés hacerlo? ¿Por qué estás siempre preocupado por mi? ¿Por qué hablas de mi? ¿Por qué me tratas bien? ¿Por qué? ¿Por qué?- pregunto sin entender.

Trato de calmar mi enojo, no lo merece.

El me observa sin decir nada, pero con su mirada me basta saber más o menos lo que pasa.
Conecto hilos.
Recuerdo las palabras de las chicas y sus indirectas.

"Lo tenes embobado"

Río nerviosa.

-No puede ser- niego con la cabeza, alejándome un poco más de el- ¿Vas a decirme que porque te gusto?

El gira la cabeza, mirando para otro lado, avergonzado.
Noto su oreja roja y no puedo evitar empezar a reír.

-¿Qué te parece gracioso?- murmura algo molesto aún evitando mi mirada.

-Vos gustas de mi- repito notando como nuevamente empiezan a salir lágrimas de mis ojos- no, no te acerques- pido cuando noto que quiere consolarme- No te acerques más por favor.

-Mis sentimientos no tienen nada que ver con que quiera ayudarte...bueno, un poco si, pero estuviera enamorado de vos o no, igualmente querría darte una mano.

Enamorado

Ena morado

-Vos sabes que yo no...que yo no puedo corresponderte, verdad?- me seco una lágrima con el dorso de la mano.

El asiente en silencio mirando al suelo.

De repente me siento una basura.

-Vos sos un chico buenísimo, te aseguro que podría llegar a enamorarme de vos, sos...una persona hermosa, pero eso no puede pasar, ¿entendes? Yo no puedo estar con vos, Nano-murmuro tratando de no hacerlo sentir peor.

-¿Por qué lo decís? Vos también sos una persona hermosa, yo...yo la paso bien con vos, Abby- niego con la cabeza sonriendo un poco- Yo sé que no es fácil para vos y no pienso presionarte o algo por el estilo, para mi con ser amigos me basta

-No mereces estar conmigo Emi- susurro jugando con mi pulsera entre mis dedos- Yo soy muy poca cosa y no puedo ofrecerte nada.

-¿A que te referís?- pregunta confundido.

-No podés...-sonrio volviendo a sentir las mismas ganas de llorar que antes- No podés estar enamorado de alguien que todas las noches piensa que debería estar muerta, ¿entendes?

Tiemblo al notar como sus rostro poco a poco se va apagando.

Es la primera vez que digo esto en voz alta, que me abro con alguien.

Internamente rezo para que me entienda, para que no me juzgue.

-Estando así de mal no puedo corresponderte, no puedo aferrarte a mi, sería egoísta de mi parte- continúo buscando su mirada, aunque el me la esquiva- Mereces a alguien mejor que yo, Emi.

Soy conciente de que muchas veces una pareja puede ayudar a que se salga adelante, puede convertirse en un soporte, alguien en que apoyarse cuando se está mal, pero en lo personal no me serviría.
Viviría con la culpa, con el temor de que algún día se canse y pueda dejarme, o de lastimarlo y amargarlo a el tambien.

No puedo hacerle esto

No puedo apagar sus risas.

-Yo sé que vas a encontrar a alguien que sepa como quererte, yo no soy esa persona, no después de lo que pasó- digo tratando de que entienda.- Yo...vi sin querer un mensaje en tu celular.

El levanta la mirada al escuchar mis palabras y me mira frunciendo el ceño.

-Rechazaste una invitación, algo que siempre quisiste y lo rechazaste, ¿por qué?-pregunto temiendo por dentro que yo sea la culpable.

- Primero eso es un tema personal y...las razones también lo son-trata de esquivar mi pregunta.

-Emiliano...

Rasca su cabeza frustrado y vuelve a mirar el suelo.

-Ahora mismo tendría que estar en el aeropuerto, para ir a Colombia, mas concretamente a una reunión de abogados, como a una conferencia...me eligieron junto con una colega para debatir sobre distintos temas...pero...bueno, acá estoy.

-Entonces cancelaste un buen viaje con colegas para venir acá conmigo- murmuro algo decepcionada.

-Y también porque me toca pagar unas facturas de luz y gas...tengo que arreglar unos papeles y falta poquito para navidad, no hay nada más triste que pasarlo solo y lejos de casa, no?- rie incómodo.

Auch

- Antes me dijiste que estabas libre, que no tenías nada para hacer, por eso te ofreciste a acompañarme mañana- le recuerdo tratando de controlar mi voz- ¿Sabes que tenes que hacer ahora? Llamar a tu colega y decirle que vas a ir, tenés que demostrar lo bueno que sos y lo mucho que sabes- le digo seria

-Pero mañana nosotros teníamos que ir a...

-No.

Gato se acerca a mi y me acaricia la pierna con su cabecita. Me agacho para agarrarlo en brazos y sentirme un poco contenida.

-Me parece que lo mejor va a ser que nos dejemos de ver por un tiempo, para que...vos puedas hacer tus cosas tranquilo, sin limitaciones y para que yo...pueda pensar- Le digo en voz baja.

-¿No querés que nos veamos más?- pregunta dolido- Esto es porque...¿porque sabes lo que siento por vos?

Esto es porque no quiero apagarte, ni que dejes de vivir por mi.

-Sí, es por eso- contesto- yo...no puedo verte de la misma manera, perdón-me giro para darle la espalda y me encuentro con Dyret, quien me observa con esa cara arrugada, como juzgándome.

Internamente río.
En unas horas yo misma voy a hacerlo.
No hay peor juez que el que uno es consigo mismo.

-Me incomoda tu presencia, no creo que pueda contarte mis cosas o hablarte de la misma manera porque tal vez puedas ilusionarte- sigo fingiendo indiferencia.

-No soy tonto, decís todo eso para alejarme, pero sé que...- dice el detrás.

Río.

-¿Qué? ¿Crees que no puedo vivir sin vos? Sos mi abogado nomás, si pensaste que entre nosotros había siquiera una amistad estas equivocado.- me encojo de hombros- Te agradezco que estés llevando bien mi caso, pero ahora que sé que sentis algo por mi necesito poner un límite, así que te voy a pedir que por favor te vayas.

-No nos hagas esto, Abby, por favor- pide el.

Clavo mi mirada en el agujero de la pared, donde antes había un cuadro en el que había una foto en las que estábamos Eric y yo.

El también me quería, también estaba enamorado de mi.

Y ahora está muerto.

Exhalo al sentir de nuevo una opresion en el pecho al pensar en que pudiera pasarle algo malo a Emiliano.

-Sos muy pesado- susurro fingiendo cansancio- Te deseo lo mejor del mundo y te agradezco las risas, por favor déjame sola.

-Mirame- pide el de nuevo.

-No jodas- murmuro tratando de tragar el nudo que siento en la garganta.

-Abigail mírame.

-NO ME JODAS, EMILIANO, ¡ANDATE!- grito desesperada, finalmente encarandolo- ANDATE DE MI CASA, ¿NO ENTENDES QUE YA NO QUIERO VERTE MÁS? NO TE QUIERO EN MI VIDA- enfatizo alzando más la voz para que mis palabras surjan efecto.

Puedo ver como me mira triste, desanimado.

Asiente despacio varias veces y se para recto.

-Un placer haberte conocido, te deseo todo lo mejor del mundo...lo mereces- murmura para finalmente salir por la puerta.

Mi pecho sube y baja rápidamente.

Mientras cuento hasta 10 me acerco a la ventana que da a la calle para ver como sale del edificio, y de mi vida.

Un Sebastián confundido y una Ailen asustada lo cruzan y tratan de hablarle, pero este solo levanta las manos para callarlos y camina directo a su coche.
Una parte de mi lo llama y espera a que el levante la mirada para que se encuentre con mis ojos, para que se de cuenta de que todo esto lo hago por el, para que se de cuenta que lo siento mucho.

El no lo hace.
Y mientras observo como su auto se va alejando, arrastró mi espalda por la pared hasta llegar al piso.

Observo mi departamento.

Todo se arruinó.

Ahora todo es igual de silencioso y sin vida, como antes.

Igual de gris.

*****************

Narrador omnisciente.

Esa noche, dos personas lloraron por lo que en poco tiempo habían perdido.

Por un lado, el abogado conducía sin rumbo alguno por las calles frías de algún lugar de capital.
Con una mano sostenía el cigarrillo en sus labios y miraba sin vida al frente para no chocar.
Con la otra sostenía el volante y con sus dedos seguía el ritmo de la canción que sonaba en la radio.
Trataba de tararear la letra pero el nudo en la garganta se lo impedía.

No importa si no venís conmigo
Este viaje es mejor hacerlo solo

-Yo te voy a recordar todos los días, porque un amor así nunca se olvida- canta sintiendo la voz rota. Parpadea varias veces y tira el cigarrillo por la ventana.

Cuando llega a un semáforo en rojo se detiene.
Lo piensa una, dos, tres veces.
Saca el celular de su bolsillo y marca a su amiga.

-Desconocido- lo saluda ella.

-Saco pasaje para mañana, esperame allá-murmura el con tono vacio, sin rastro alguno de esa alegría que tanto le caracterizaba, lo que preocupó a su colega.

-¿Estas bien?- pregunta ella

-Perfectamente- contesta para después colgar y seguir con su camino.

Algo va a quedar adentro tuyo siempre
Porque no voy a olvidarte nunca más

Mientras tanto, en el otro lado la ciudad, acostada sobre sus frías sábanas, la psicóloga miraba al techo mientras lloraba en silencio para no despertar a su amiga, quien había aguantado lo más que pudo despierta hasta esas horas de la madrugada para apoyar a su hermana del alma, pero finalmente el sueño la había vencido.

Intentó saber que era lo que tan mal tenía a su amiga Abigail, por qué al entrar a su departamento se la había encontrado con la mirada perdida y los ojos rojos, pero por más que insistió para encontrar respuestas, no las obtuvo.

Abigail pensaba en todo lo que había perdido.
En cómo las personas que quería siempre se iban de su vida. Aunque sabía bien que esta vez era su culpa, ella lo había dejado.
Intentaba contener su ira, su bronca, su dolor, apretando las sábanas oscuras, tratando de aferrarse a ellas para no perderlas, como había pasado con quien entonces era su pareja, y con quien consideraba un amigo.
Sabia que le llevaría mucho tiempo recuperarse, porque ahora había perdido a su rayito de luz, ya no tenía ese color amarillo que coloreaba sus días grises, lo había perdido.

Cerrando los ojos, antes de que por fin la pastilla para dormir le surtiera efecto, rezo para que un día volviera a brillar el sol para ella, y para que sea feliz.

Sin saber que ese sol poco a poco se alejaba de ella, y que en unas horas tomaría un avión para no volver a verla.

●●●●●●●●●●●●●●

Es la primera vez que escribo un capítulo tan largo, pero valió la pena.
Lamento no haber subido el sábado, pero a último momento decidí cambiar todo, este es el resultado final.
Espero que les haya gustado!
¿Les gustaría leer un capítulo narrado como en la última parte? Déjenmelo saber.
Les recuerdo que ya se acerca el final de esta historia, realmente quedan muy pocos capítulos.

Nos leemos en una semana, les mando un abrazo enorme ♡

Continue Reading

You'll Also Like

64.6K 3K 45
donde juanjo es un chico que se niega a enamorarse otra vez o donde martin se enamora de su nuevo amigo
107K 5.8K 52
¿Qué nos perdimos entre Martin y Juanjo cuando no había cámaras? Basándome en cosas reales, imagino momentos y conversaciones que pudieron ocurrir. L...
534K 67.8K 70
*Fueron los libros los que me hacían sentir que quizá no estaba completamente sola, y tú me enseñaste que el amor solo es una debilidad.* Isis descub...