Capítulo Especial #4

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Narra Abby

Todas las mañanas son iguales.

Igual de aburridas.

Igual de vacías.

Igual de grises.

Cuando todavía tenía energías, me levantaba bien temprano, a eso de las 8 de la mañana, para hacer un poco de ejercicio, desayunar bien y ponerme al día con mi trabajo.
Ahora, después de la catástrofe, ver en el reloj que son las 11 del mediodía, en algún punto me reconforta.
Son menos horas del día que voy a tener que estar despierta, y eso implica que en menos tiempo voy a volver a dormir...o bueno, si es que logro conciliar el sueño.

-Basta, sé positiva Abigail- me reto susurrando.

Son estos pequeños momentos del día en el que mi yo profesional y mi yo emocional se pelean para ver quién gana.
Sé que debo levantarme de la cama, sé que debo ponerle más ganas, porque sino la oscuridad va a consumirme y en cuanto menos lo espere puedo entrar en un cuadro depresivo.

¿Pero cómo hacerlo si realmente ganas es lo que más me falta?

Sentir el piso frío bajo mis pies me calma un poco.
Paso a paso me dirijo al baño, abro la perilla del agua fría y empapo totalmente mi cara para despejar mi mente.
Empiezo a lavarme los dientes sin mirarme una sola vez al enorme espejo de 1500 pesos que en su momento pensé que valía la pena tener.
Una vez lista levanto la mirada y miro mi reflejo.
Unas ojeras oscuras enmarcan mis ojos, producto a las malas noche que vengo teniendo últimamente, pero decido ignorarlas.

Sonrío.

O al menos lo intento.

-Dale que es un nuevo día- me animo.

Mi celular me espera en la mesita de luz con la batería al máximo, como debe ser para poder pasar el día.
En seguida pongo a reproducir mi playlist y así rompo el silencio que hace un momento inundaba mi departamento.

"Million reasons", de Lady Gaga empieza a sonar.

Acomodo la cama sin apuro, cuanto más ocupada esté, ya sea haciendo esto u escribiendo algo, menos llena va a estar mi cabeza.

Una vez que la habitación está en condiciones me dirijo a la cocina para servirme un poco de yogurt con unas galletitas de agua.

Dyret, el perro de Ailen, aún duerme como un tronco.
Es el perro más dormilón que conocí en toda mi vida, la verdad es que lo envidio.

Dejo un poco de comida dentro su plato para cuando se despierte y lleno su tacita con agua.

Dejando que la música continúe sonando reviso mis redes sociales.
Facebook me notifica que tengo nuevos recuerdos, pero decido ignorarlos porque estoy 100% segura de que en todos ellos me voy a encontrar con su nombre o su rostro.

Termino mi vaso de yogurt justo cuando mi celular empieza a sonar.

Llamada entrante de:
"🧠"

-¿Dónde estás?-

Observo la fecha en mi celular y cuando compruebo que efectivamente es viernes me doy una palmada en la frente.

-Eh...¿En mi casa tomando yogurt con galletitas?

-Ah, mira...dejame adivinar, ¿de nuevo olvidaste que hoy tenías que venir a verme, verdad?

-Touché

-¿Y también que hoy ibas a empezar a trabajar para mí, no es así?

Dos idiotas enamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora