—Kihyunnie.
No puede acostumbrarse. Simplemente se sigue oyendo extraño. Por más que intente olvidar, le resulta imposible. Después de todo, lo ocurrido le dejó una grave herida que recién ahora parece estar intentando sanar, y que esto es como revivir el momento en el que se lastimó. La mano sobre su cabeza, que acaricia su cabello mientras Kihyun está recostado en el regazo de Jooheon, simplemente se siente extraño. Lo siente como la caricia de un fantasma, o un sueño.
Solos en el departamento de Jooheon. Exactamente igual al que tenía cuando él estaba vivo en su mundo. Las mismas cosas, su misma esencia. Las paredes blanca, a excepción de una del living, donde está l televisor sobre un mueble oscuro, que es color rojo. El sillón gris, a su lado la puerta que los lleva a una pequeña cocina. Una mesa para cuatro personas. Esa mesita ratona que en ocasiones se ha visto llena de partituras delante de él.. Kihyun tiene la sensación de estar en el pasado. Lo intenta. Intenta no pensar en ello, fingir ser el Yoo Kihyun que Jooheon piensa que es. Trata de divertirse, de sonreír y actuar como debería hacerlo. Ser él mismo, lo que alguna vez fue cuando su novio aún tomaba su mano y besaba sus labios. Así que, despega la vista del televisor y mira a esos ojos pequeños negros tan familiares. Por un momento, se siente en casa. Hasta cómodo incluso. ¿Cuánto tiempo más tardará el Kihyun de este mundo en aparecer? En tocar la puerta y mandar todo a la mierda.
—¿Hay algo de lo que quieras hablar? —le pregunta con comprensión el menor.
—¿Algo como qué? —el viajero en el tiempo toma la decisión de sentarse. La distancia con el cuerpo de Jooheon no es mucha, de hecho sus rodillas están pegadas.
El menor toma la mano de, quien considera que es, su novio.
—Te noto muy pensativo—dice entonces—. Estuviste muy callado y un poco distante conmigo. Además de que tuviste otras de tus crisis hoy.
Kihyun no tiene idea de lo que Jooheon está hablando, así que toca improvisar una respuesta. No obstante, agradece que es interrumpido antes de que si quiera logre formular una sola palabra para poder pensar en una buena excusa que parezca convincente. Pues, explicarle todo este rollo de que es de otro mundo, que se obsesionó porque el Jooheon de donde viene falleció y desobedeció a un viajero en el tiempo para parar aquí y ser confundido con otra persona, sonaría muy extraño. Vamos, ni él mismo se lo creería.
—Puedes confiar en mí, bebé—la tierna mirada del menor se tiñe con compasión. Tomando el muslo de Kihyun entre sus manos, provocando un escalofrío en el cuerpo debajo de su palma—. Ya lo hablamos antes: puedes repetirme una y otra vez todo lo que antes me has dicho. No me molesta.
—E-es que no quiero preocuparte—alcanza a responder Kihyun.
—Me preocupas más si no me cuentas cómo te sientes. Aún te estás recuperando de la agorafobia, si te sientes mal porque salimos, sólo dímelo.
Agorafobia. Kihyun toma nota mental sobre eso. Aquí está tratando de superar esa enfermedad, y quiere suponer que no es muy diferente a cómo se siente él en realidad. Pues, acompañado de esa depresión, también se suma la ansiedad. A veces sale, agobiado por la cantidad de personas y sólo quiere pasar el resto del día aislado. ¿Será similar en un agorafóbico que está comenzando a dar sus primeros pasos de vuelta al mundo real?
—Quiero hacer las cosas más fáciles para ti. Y quiero que sepas que puedes apoyarte en mí, no sólo en Hoseok hyung. Soy tu novio, y como tu novio estoy contigo.
—Tienes razón—murmura Kihyun, sintiéndose algo culpable aún cuando no debería hacerlo.
Deduce que quizás aquí, su relación es más cerrada que la que tenían en su mundo. No puede evitar enojarse un poco con su yo de aquí por ocultarle cosas a Jooheon sobre su salud mental. ¿Le esconderá más, además de cómo se siente cuando salen o de las preocupaciones que son más que seguras que Kihyun tiene? Sabe que eso no podría terminar bien, despertaría a la desconfianza y la relación se iría al carajo dentro de no mucho tiempo. Le encantaría que el Kihyun de aquí toque la puerta justo ahora, para poder decirle que no tenga miedo en confiarle sus inseguridades a su pareja y que lo cuide como nunca. Porque no sabe del hombre que, inconsciente o conscientemente, está dejando escapar con este tipo de comportamientos.
Parece ser que no es la primera vez que ocurre, que es algo recurrente. Y eso sólo lo hace peor. Kihyun siente pena por Jooheon, tal vez incluso hasta se siente algo responsable por eso. Está hablando con la persona incorrecta, creyendo que es quien él cree que es. Vete a saber las cosas que el menor debe haber soportado, viendo reflejado a su propio mejor amigo como si fuera una especie de espejismo. Hoseok también pasó por algo similar, donde Kihyun escondía cosas sobre su depresión, pero más tarde ahogó a su mejor amigo con las barbaridades que se cruzaban por su cabeza. Estalló como una bomba cuando en realidad no quería perjudicarlo. Al final, Hoseok acabó cansándose en este último tiempo. Vete a saber qué hubiera pasado si hubiera insistido de todas maneras. Qué hubiera ocurrido con su amistad.
Lo más jodido de la depresión o la agorafobia, que eso es algo en común, es que a veces termina afectando en tus relaciones más cercanas. Acabas perdiéndolas por encerrarte a ti mismo dentro de tu propia cabeza. Y no es algo que lo hagas de forma consciente. No lo buscas, tus acciones se basan en tus pensamientos y no eres capaz de controlarlo. No tienes idea del daño que te haces cada vez más y más, y cuando te das cuenta, lo más probable es que sea algo tarde. O aún quede tiempo para cambiar el rumbo de las cosas.
—Es sólo que me cuesta un poco—la conversación que una vez tuvo con Hoseok, parece repetirse con Jooheon ahora. Algo para tener en cuenta—. Trato de hacer lo mejor posible para los dos, no creí que te afectara.
—A veces me siento como si no fuera tu pareja, ¿sabes?—la expresión en el rostro ajeno se torna un poco triste. Kihyun debe apretar los dedos para ocultar el dolor y el enojo que siente de escuchar esas palabras— Y me pregunto si realmente me amas o si confías en mí.
—Lo hago—los ojos de Kihyun comienzan a lagrimear.
Tanto que estoy aquí por ti, piensa.
—Ya lo sé—sonríe Jooheon, asintiendo. Aunque de todas maneras luce triste—. Necesitas tu tiempo y lo entiendo, seré paciente el tiempo que tenga que serlo.
El silencio los inunda a ambos. Kihyun observa sus manos juntas, sus cuerpos pegados, su calor. Verá a Jooheon varias veces más en cuanto consigan encontrar el tren y su tiempo aquí haya acabado, y en todas, lo más probable, es que lo compartirá un momento tan cercano como este. Tal vez será la única vez donde charlarán de una manera tan familiar y cercana, y se tocarán. Estando tan cerca, mirándose a los ojos como si fueran la pareja real y no alguien que ocupa el lugar del otro. El corazón del viajero duele ante el pensamiento, porque, una vez más, perderá a la relación que tenía con Jooheon.
Ni siquiera dejó que lo besara en el día. Ha desistido a todas y cada una de las indirectas que el menor daba porque esto es algo muy pesado para las débiles emociones de Kihyun. Sin querer asumir que esto realmente está pasando, porque luego hará la despedida mucho más dolorosa. Al final, acabó cayendo en lo que quería evitar: en casa de Jooheon, solos, mientras Hoseok y Hyungwon están en vete a saber dónde. Con su cuerpo poniéndose tenso cuando Lee se acerca lentamente a él, incapaz de reaccionar, para besarlo. Y sus labios unidos, nublan la cabeza del viajero. Sintiéndolo como algo irreal, teniendo que obligarse a sí mismo a no verlo de la misma manera en que veía a su pareja. Quiere llorar sólo con eso que tanto ha deseado por años y que ahora ha sido lo que ha querido evitar, porque se aferraría aún más a su capricho.
Duele demasiado el hecho de que él esté moviendo sus belfos sobre los suyos, que no es capaz de corresponder. Sabe que eso sólo llenará la cabeza del menor en más y más preocupaciones. Peor sería si lo aparta. ¿Qué se supone que debería hacer para evitar dañarlos a ambos?
—Te noto tenso—dice Jooheon luego de romper el beso—. Seguro fue un día muy estresante para ti. ¿Quieres un masaje para relajarte un poco?
Para no herir los sentimientos de su pareja, Kihyun sonríe. Tampoco lo considera una mala idea, después de todo. De todas maneras, es algo que necesita: distracción.
—Me encantaría.
—Acuéstate boca abajo—Jooheon se pone de pie, dándole lugar a Kihyun en el sofá.
El mayor hace caso, recostándose sobre su estómago con sus piernas quedando fuera del cómodo y acolchado mueble. Usando sus brazos como almohada para estar más cómodo. Una vez ya se acomodó, siente el peso de Jooheon sobre su cuerpo y la incomodidad lo invade. Traga saliva, suspirando profundo para tratar de relajarse y no dejarse llevar por sus emociones. No es Lee Jooheon, se repite internamente una y otra vez dentro de su cabeza.
Las manos ajenas se posan en sus hombros, el menor sentado en su espalda baja, cuando comienza a mover sus pulgares sobre los omóplatos de Kihyun en pequeños círculos. Ejerciendo presión, luego masajeando con sus palmas. El viajero cierra sus ojos, dejándose llevar por los movimientos sobre su espalda que ayudan un poco a despejar su mente. Siente que poco a poco comienza a irse, sintiéndose cada vez mejor. Suelta un ligero gemido producto de la relajación, las manos de Jooheon bajando a lo largo de su espalda para acariciar y masajear. Da suaves golpes, estira su piel, sus músculos. Kihyun suelta otro ligero gemido.
El menor mira su espalda desde arriba, sonriendo de lado al ver lo tranquilo que su pareja se va viendo a medida que los segundos van pasando. Adormilado debajo de él, probablemente con la cabeza en otro mundo.
—¿Te gusta así? —le pregunta, su voz sonando ronca. Pues, no puede evitar verle el lado erótico a esto.
—Sí—murmura Kihyun.
Jooheon mueve sus caderas hacia atrás, quedando encima del trasero de su novio, con su miembro entre las nalgas. Ejerce presión sobre esta parte, empujando, simulando embestidas. Su creciente erección restregándose sobre los jeans ajenos. Se inclina sobre el cuerpo de Kihyun, sus gruesos labios rozando con la oreja contraria sin detener los movimientos de sus caderas, ni tampoco el de sus manos sobre la espalda.
—¿Y así? —susurra con picardía, luego muerde el lóbulo del otro.
Kihyun está demasiado fuera de sí como para estar consciente de la situación en la que está ahora. Como si estuviera debajo de los efectos de la droga. La temperatura de su piel aumenta, y él sólo es capaz de tararear para dar una respuesta afirmativa. Dándole el lugar que Jooheon necesitaba, invitándolo a ir más allá si así lo desea. Con húmedos en el cuello de su novio, quien le da lugar para marcarlo ladeando la cabeza. Las manos del menor abandonan la espalda de Kihyun para meterse debajo de su camisa, acariciar su cintura, ir subiendo hasta meterse entre su pecho y el sofá para alcanzar tocar su pecho, y toma los pezones entre sus dedos, apretándolos, estirándolos.
Goza por completo de las reacciones que tiene Kihyun debajo de él. Luciendo más relajado y viéndose cada vez más débil ante los toques de Jooheon. Este último comienza a serle insuficiente en restregarse sobre ropas, frustrado porque no puede sentir con totalidad a su amado. Entonces, suelta la anatomía ajena para desabrochar sus pantalones y los del mayor, quien se deja hacer todo el trabajo. Dejándose llevar por ese placer que recorre sus extremidades y amando la manera en la que es tocado. Su cabeza está en blanco, hipnotizado por el olor en sus fosas nasales y la cálida piel sobre la suya. El peso encima de él que actúa como un sedante, pero que luego lo abandona y que lo trae de regreso a este sitio. A la casa de Jooheon.
Ve la realidad frente a sus ojos, como si hubiera despertado de un sueño cuando ve a su novio pasar delante de sus ojos en ropa interior y con su camiseta, para desaparecer por el pasillo que guía al baño y hacia dos habitaciones. Se cuestiona sobre qué tan malo es esto que está pasando, porque es cierto que lo disfruta. Lo ve como un pecado, como algo prohibido pero que es igual de tentador. Ni siquiera tiene tiempo a arrepentirse cuando ya está despierto, Jooheon está de regreso con un bote entre sus manos y de vuelta sobre él. Decide, una vez más, mandar todo a la mierda y dejar las consecuencias en manos del Kihyun del futuro ni bien siente su pantalón y su ropa interior siendo retirados de sus piernas. Dejándolo desnudo frente al hombre que tiene arriba, quien deja una suave nalgada contra su piel.
—Mi Kihyunnie es muy bonito—dice Jooheon con inocencia, acariciando la zona que antes golpeó con suavidad.
Destapa el bote para verter algo de su contenido sobre sus dedos y lubricarlos. Con su mano que está completamente seca, estira los glúteos del mayor para tener una mejor vista y mejor acceso a su entrada. El dedo índice presiona contra ella, disfrutando del cuerpo de Kihyun tensarse ante la intromisión y sonríe con ternura. Jooheon se inclina para repartir pequeños besos en su espalda e ir subiendo hasta llegar a su cuello mientras su dedo entra y sale de su novio. Empuja profundo, haciendo círculos para dilatar y luego introducir un segundo dedo.
—Avísame si quieres parar—le susurra el menor en el oído a Kihyun, curvando sus dedos para sonreír luego de que el cuerpo de su amado temblara debajo suyo por haber alcanzado esa dulce zona. Oye los suaves gemidos que el viajero está dejando escapar, sus jadeos y sus mejillas tiñéndose de un ligero tono carmesí. Verlo tan relajado, sin inmutarse por nada de lo que le están haciendo, sólo enciende aún más a Jooheon.
Sin embargo, lo que él no sabe, es que a estas alturas, Kihyun no quiere parar. Quiere seguir. Quiere agotarse y accidentalmente se está dejando llevar por un vínculo que era preferible evitar.