Mi Telequinesis © [En Edición]

By danissanne

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Tras los conflictos de una familia rota se encuentra Emily, una chica de dieciocho años con un ligero Don, a... More

Mi Telequinesis ©
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26 - Extra ♥
Capítulo 27
Capítulo 28
Información
Capítulo 29 - Extra ♥
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 - Extra ♥
Capítulo 33 - Extra ♥
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37 - Extra ♥
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Agradecimientos y Datos Curiosos
Información
Capítulo Extra - 51
Noticias Nuevas

Capítulo 6

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By danissanne

Winnie salió a mirar la televisión con las demás, al parecer es lo único interesante que hacen aquí. Los minutos pasan lentamente, mi mente deambulaba desde lo que ocurrió en la oficina de la Doctora, el raro comportamiento de Patty y Michael, mi hermano.

¿Qué estará haciendo? ¿En dónde se encontrará ¿Me extrañará, creerá que ya me di por vencida y no iré por él? Michael es todo para mí, es mi medio hermano de parte de mi madre, pero él forma una parte fundamental en mi vida. No puedo dejarlo, me necesita, así como yo lo necesito a él. ¡Saldré de aquí! ¡Lo haré! ¡Iré por ti Michael, lo juro!

Tomo la almohada y la lanzo contra la pared, necesito desquitarme con algo. Suspiro resignada y muevo mi mano, la almohada asciende hasta el techo de la habitación y luego la dejo caer en mi cama.

—¿ilusión? ¡Jah! no lo creo.

Nos formamos nuevamente y entramos al comedor, recibo mi bandeja y me siento alejada de las demás. Esquivo el asiento de Patty, no por miedo, sino para no levantar miradas, ni murmullos innecesarios. Almuerzo sola.

No es la comida más agradable pero no está tan mal. Miro hacia arriba y observo a las personas que están arriba vigilandonos. Por un momento me siento como una rata para algún experimento.

—Son un asco ¿cierto? —esa voz me hace despegar la vista.

Me topo con unos ojos color cielo. — ¿Qué haces tú aquí?

Es el chico del otro día.

—Tengo treinta minutos al día para estar aquí.

—No me refiero a que haces aquí dentro, sino a que haces sentado frente a mí.

—¿No me puedo sentar aquí?

—No —respondo seca.

—¡Hey Flash! —le llama un tipo rubio que se encaminaba hacia nosotros, se sienta a un lado de... ¿como se llamaba? ¡Ah, ya se! Colton.

¿Flash, será su apodo?

—¿Otra del psiquiátrico? —el rubio me mira curioso. Es alto, tiene los ojos como canicas de un verde pastoso, lleva su cabello rubio revuelto y se ha arremangado la camisa hasta los codos.

—¿Eh? —levanto una ceja, eso me sonó a ofensa.

—Jota —Colton le palmea el hombro. —Ella es Emily, mi nueva amiga.

—No soy tu amiga —niego tajante. —y tampoco soy del psiquiátrico.

— ¿Segura? —el rubio levanto una ceja — ¿Tu cabello es así? me da la sensación que ocuparon la silla eléctrica contigo —se burla.

Colton comienza a hablar antes que lo mande al carajo.

—Si no somos amigos, ¿entonces porque ayer compartiste tu almuerzo conmigo?

El rubio se acomoda en la silla y ríe. —Sabía que tú amigo mío no durarías mucho sin mirar a otra chica y, por cierto —se dirige a mí—si fueras de reformatorio tendrías algún tatuaje o piercing y yo no veo nada.

—Otro más —ruedo los ojos —no tengo ningún tatuaje, ni piercings y eso no significa que pertenezca a un psiquiátrico.

—¡Jah!, mira —se arremanga la camisa, aparece grabado en su piel un tatuaje de un halcón que cubre todo su hombro —esto deberías tener si fueses de reformatorio.

—Ya, ya —dice Coltón bajándole la camisa —no es necesario que te luzcas.

—Me da igual —dice el chico —esto se hizo para mostrarlo —dice haciendo fuerza con su brazo, recalcando sus músculos.

—Mucha testosterona por aquí —suelto rodando los ojos.

El rubio frunce el ceño.

—Bien, bien —dice Coltón moviendo a su amigo —será mejor que vayas a buscar a alguien que si quiera verlos.

—Sí, sí —rezonga —los dejare solos, eso es lo único que quieres —se levanta de un salto y le da unas palmadas en la cabeza a su amigo —iré a ver si no hay alguna loca de hospital como esta por ahí.

Frunzo el ceño irritada, quiero usar mis dones contra él, quizás levantarlo o golpearlo contra la pared, sería una buena forma de desquitarme, sin embargo, no podría exponerme de esa manera, menos ante todo el comedor.

—Parece que siempre estás ida —la voz de Colton me saca de mi maléfico y entretenido pensamiento.

—¿Eh?

—Siempre estás mirando la nada, completamente ausente de este mundo, ¿en qué piensas tanto?

—En nada —respondo cortante.

—Y así dices que no estás loca.

—Pues no lo estoy.

—¿Entonces qué haces aquí? —se inclina y apoya sus codos en la mesa. —¿Por qué te encerraron en este lugar?

Levanto la vista hacia sus ojos curiosos.

—Es complicado.

—Eso es lo que decimos todos "es complicado" —intenta imitar mi tono de voz.

Guardo silencio, prefiero no contestar, ni mucho menos contarle mi trágica historia, la cual me trajo a este patético lugar.

Me levanto, no quiero seguir con este juego de miradas.

—¿Adónde vas? —frunce las cejas.

—A mi habitación —me está mirando curioso —¿Sabes lo que no entiendo? Que te sientes conmigo, tienes varios asientos vacíos en medio de todo este comedor y tu eliges sentarte justo aquí donde yo estoy —me cruzo de brazos —¿porque?

—Me llamas la atención —suelta —además eres guapa y es difícil encontrar un rostro lindo entre tantos dementes.

—¿Acaso te estas burlando?

—No me estoy burlando —responde serio —y si, me llamas la atención, tienes algo extraño —mis sentidos se alertan ante ese comentario —algo diferente, me es difícil explicarlo, pero es la sensación que me das.

—¿Y así me dices a mi loca?

—Supongo que ya somos dos.

—Como sea, será mejor que vuelva a mi habitación.

Camino hacia la salida, pero Colton se levanta rápidamente y me detiene de una mano.

—Si fuera tu, me sueltas —le advierto.

—Necesito decirte algo antes que te marches.

Alzo las cejas —entonces habla.

—Mañana no vendré al comedor, y me gustaría volver a verte.

Suelto mi mano atrapada por la suya. Miro de reojo por su hombro, Cassey nos mira desde lejos y los ojos del tal Jota están atentos a nosotros. ¿Por qué nos están mirando?

—¿Y? —pregunta inquieto.

—¿Y qué?

—Te acabo de decir que quiero verte.

—Ya me estás viendo.

—No me refiero a eso —hace una mueca —mañana.

—Acabas de decir que no vendrás —quito la mirada de los demás y los fijó en él. Proceso lo que me acaba de decir —Espera... ¿acabas de decir que quieres verme? —frunzo el ceño.

—¡Media hora, pabellón tres C varones! ¡Dirigirse a entrada! —anuncia por alto parlante.

Colton saca algo del bolsillo, me lo tiende y se marcha. Jota se levanta, se acerca a él y le palmea el hombro. Me da la sensación que hay algo implícito en ese gesto.

Me quedo quieta sosteniendo el trozo de papel, lo guardo y anuncian el término del almuerzo. Formo la fila con las demás, nos revisan y subo a la habitación.

Cierro la puerta tras de mí y saco el papel el cual cita "Biblioteca Pabellón tres C - 15:00".

¿Esto es una broma? ¿Espera que me vea con él en una biblioteca? ¿Hay bibliotecas en este lugar? ¿Y para qué? ¿Qué es lo que este tipo se trae entre manos? ¿Por qué me entrego este papel?

La perilla de la puerta gira y entra Winnie, me mira, no dice nada, toma unas ligas para el cabello, me pega una mirada furtiva a mí y al trozo de papel.

—Hay fila —dice seria —y te tienen en el listado —luego de eso se marcha.

¿Fila? ¿Qué es eso?

Salgo de la habitación y me encuentro con una fila de chicas que da a la recepción de Lilly. Me acerco a una chica de cabello corto.

—¿Para qué es la fila? —le pregunto.

La chica solo se limita a mirarme y a quedarse en silencio. Suspiro, se me olvida que estoy en medio de dementes. Me formo con las demás.

La fila avanza rápido hasta que llega mi turno, una enfermera atiende a un lado de recepción, puedo ver estantes de farmacéuticos tras de ella.

—¿Tu nombre? —pregunta mientras sostiene una planilla en sus manos.

—¿Qué?

La mujer me mira irritada.

—He dicho tu nombre.

—Emily —contesto.

—¿Emily qué?

—Emily Wilde.

La mujer comienza a buscar en su planilla.

—Emily Wilde —dice leyendo, me da la espalda y comienza a buscar en los estantes. Me entrega un frasco con dos pastillas.

—¿Qué es esto? —tomo el frasco con duda.

—Tus medicamentos —responde —tómalos.

—No tomaré esto, no se para que son.

La mujer hace una mueca, está enojada, se nota, toma nuevamente la planilla y lee.

—Una es un calmante y la otra es para dormir, si me vas a joder por cuando empezaran a hacer efecto, pues será en tres horas, ahora trágalas.

—No tomaré esto, no las necesito.

—La Doctora Mónica los receto para ti, anda tómalas y deja de retrasar la fila.

—No lo haré —le devuelvo el frasco —yo no necesito pastillas para dormir, ni ninguna otra mierda que ustedes quieren darme, yo estoy perfectamente bien.

—Sabía que esto pasaría, es por eso que me hartan las chicas nuevas —me mira enojada — ¡Lilly! —exclama.

Lilly quien está en recepción me mira y mueve la cabeza hacia ambos lados como si hubiera cometido un error.

A los segundos llegan dos enfermeros.

—Se rehúsa a tomar sus medicamentos —le comenta a los dos hombres. —Por última vez —me insiste la mujer. —¡Tómalos!

—No lo haré, no necesito su porquería de medicamento.

La mujer les hace una seña con la mano.

—¿Que hacen? —los dos hombres me toman de ambos brazos. —¿Adónde me llevan? ¡No! —grito desesperada —¡Suéltenme! ¡Quítenme sus asquerosas manos de encima!

Todas las miradas se posan en mí.

—¡Suéltenme! —intento zafarme, pero son mucho más fuertes que yo. De seguro deben tener experiencia con chicas que intentan zafarse de ellos. Me doy por vencida y me dejo arrastrar. No es buena idea ocupar mis dones delante de ellos, ni de las demás chicas.

—¡Te encantará un día en la caja! —dice uno de ellos con voz burlesca.

De seguro están disfrutando de todo esto, debe ser lo más interesante que hacen, arrastrar a chicas locas, encerrarlas y ver cómo sus vidas se destruyen.

El nombre de la caja retumba en mi mente, Winnie me lo describió, paredes de colchón, camisas de fuerza, encierro seguro.

Genial, esto no puede ir mejor.

Me encierran en un lugar pequeño, caigo sentada y cierran la puerta, dejándome aislada.

Me levanto rápidamente y golpeó la puerta.

—¡Esperen! ¡Hey! ¡Esperen! ¡Idiotas! ¡No pueden dejarme aquí!

Miro la habitación, no hay nada. Suspiro resignada y me siento en el suelo. Por suerte no me pusieron una camisa de fuerza, aunque de ser así me hubiera desatado en segundos.

Respiro pausadamente y exhalo el aire. Me elevo en el aire.

La telequinesis es la habilidad de mover objetos con tu mente, dicen que las personas normales o como yo les llamo: "Mundanos", ocupan menos del cinco por ciento de su cerebro. Pero en mi caso puedo llegar a ocupar el cincuenta por ciento o quizás más.

Algunos disciplinan su mente durante años, pero para otros como yo que nacimos con esto y lo fuimos desarrollando con el tiempo solo requiere algo de concentración. Es por eso que puedo levitar y suspenderme en el aire.

Me quedo quieta a mitad de la habitación, solo una vez intente levitar como ahora, pero mi madre me sorprendió y me obligó a prometer que nunca en la vida lo volvería a hacer. Luego de unos años me abandono y esa promesa se fue con ella.

Escucho unos tacones por el pasillo, desciendo lentamente hasta quedar sentada en el suelo.

La puerta se abre con un feo chirrido, la Doctora Mónica entra a la caja cerrando la puerta consigo.

—Te ves cómoda —comenta mirándome hacia abajo. — ¿Sabes que no estamos progresando cierto? menos con este tipo de berrinches que hiciste allá afuera.

—No debió recetarme medicamentos, yo no tomaré esa clase basura.

—Necesitas esos medicamentos para estar bien Emily.

—Yo estoy bien, su basura no me va a ayudar en nada.

—Te ayudará a no hacer esa clase de berrinches y a comportarte como una persona normal.

—No quiero ser una jodida persona normal, porque eso significaría ser como usted —suelto con asco.

La Doctora se cruza de brazos —¿Así que prefieres estar encerrada aquí a que tomarte los medicamentos que te recete?

—Pronto saldré, de eso no hay duda.

—¿Y cómo se supone que harás eso Emily?, tú no podrás salir de aquí a menos que hallemos una mejoría en ti y así como vas me parece imposible.

—Nunca hallarán una mejoría, porque siempre he estado bien —respondo enojada —además presiento que usted no me dejara salir tan rápido de este lugar.

La Doctora exhala cansada.

—Espero que no sea muy tarde para ayudarte —se da la vuelta en sus tacones y abre la puerta.

—Ya es tarde —respondo seca, la mujer me pega una mirada fugaz y luego se marcha, el taconeo de sus zapatos se pierde por el pasillo.

Me quedo sentada mirando la puerta, siento un horrible nudo en la garganta y mil cosas en la mente.

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