Capítulo 22

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Desde ayer la mayoría de cosas han estado extrañas. La visita de Colton en el baño fue la gota que colmó mi paciencia.

Hoy me sigo sintiendo molesta, aún así, tengo que bajar a desayunar dada la insistencia de Lilly.

—Por favor Emi —suplica —baja al comedor, no te hace bien no comer, sabes que podrías tener problemas.

—No me interesa —digo sin ganas sentada de brazos cruzados en el suelo de mi habitación.

—Vamos —insiste.

Es tanta su insistencia, que no soporto que me lo pida de cuatro mil formas diferentes. Como todo tan rápido que me quemo el paladar y subo a mi habitación después de haber bajado hace solo cinco minutos atrás, por lo que las chicas aún permanecen en el comedor.

Me siento y muevo mis muñecas hacia todos lados, el dolor ya no es tan insoportable, pero ahora tengo los nudillos vendados por lo de ayer. La enfermera me limpio los nudillos, ya que tenía trozos de vidrios. Lilly me pregunto qué es lo que me había sucedido y le dije que me caí en el baño, patética excusa, pero fue suficiente para que me curaran sin preguntar. Muevo los dedos y siento como arde. Apunto con mi mano buena la cortina y hago que se abra, esta se mueve sola.
La habitación se ilumina de la luz de un día nublado.

Siento un golpe de nudillos en la puerta.

— ¿Emi? —pregunta Lilly asomándose.

— ¿Qué pasa?

—Pensé que estabas dormida. La Doctora te solicita en su oficina.

—¿La Doctora me quiere ver? ¿Para qué?

—No lo sé, te está esperando —dice y luego cierra.

¿Para qué me querrá ver?, solo espero que no sea para llevarme a los malditos electrochoques, porque esta vez me resistire y haré hasta lo imposible.

Salgo rumbo a su oficina. Si me mando a llamar, debe ser por algo importante, o eso creo, ya que ha suspendido temporalmente mis sesiones con ella. De todas maneras, quiero saber qué es lo que quiere. Entro sin tocar, la secretaria está sentada en su escritorio.

—La Doctora me mando a llamar.

—Así es, pasa, te está esperando.

Espero no encontrarme con algo malo ahí dentro.

La Doctora esta con sus típicas gafas mirando unos papeles en su escritorio, con la pierna arriba mientras mueve un lápiz hacia todos lados de forma pensativa.

Hay dos guardias atrás apostados en la pared, aún la tienen con resguardo para que nadie, ni yo la pueda lastimar. Que ilusa, como si esos guardias me pudieran detener.

—Siéntate.

—Me mando a llamar, ¿qué es lo que quiere?

Deja a un lado los papeles y se acomoda en su asiento.

—Sabes muy bien que te he suspendido las sesiones ¿cierto?, necesitaba tener una charla contigo acerca de algunas cosas que he escuchado por ahí.

—¿Qué cosas? —pregunto poniéndome inmediatamente a la defensiva ¿qué es lo que habrá escuchado que me involucra a mí?

—Muchas chicas están algo preocupadas o mejor dicho... —dice con gesto pensativo —¿celosas quizás?, sobre una amistad que tienes con un chico del pabellón de hombres.

¡Oh no! Trago saliva, espero que esto no sea lo que yo creo.

—Yo no mantengo ninguna amistad con nadie —niego rotundamente.

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora