Capítulo 46

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Narrado por Colton.

Miro a Emily dormir junto a su hermano, este sostiene su juguete de acción contra su pecho, como si se lo fueran a quitar. Son tan simples los niños, pequeñas cosas los hacen felices.

Suelto otro quejido, ¡Joder! Me arde la herida. 

Veo como Emily se ha despertado, se restriega los ojos y me ve en el sillón. Tengo el rostro contraído y los puños apretados, cuando me ve intento parecer que estoy bien.

Se levanta preocupada, y se arrodilla a mi lado.

— ¿Estas bien? —me pregunta inquieta. A pesar de estar recién levantada, se ve preciosa con el cabello desordenado y esa camiseta que le presto Vicky.

Intento sonreír, pero hago una mueca. No tiene caso negar el dolor, si es tan evidente.

Niego con la cabeza —Me arde la herida.

— ¿Vicky te dio los calmantes antes de dormir?

—No, me dijo que me los daría en la mañana —hago otra mueca y me afirmo las vendas, aun así, el ardor se acrecienta cada vez más.

—La despertare.

—No —la detengo de una mano —estoy bien, enserio.

No quiero causar más problemas, Vicky ha sido demasiado generosa conmigo, no es justo si yo no puedo hacer nada por ella ni por los demás.

—No lo estas, veo tu rostro, te está doliendo, iré a despertarla —se zafa de mi mano y se marcha por el pasillo.

Me muerdo los labios y trago saliva. ¡Mierda! El ardor se expande por mi vientre y espalda. Suelto otro quejido.

Escucho unos pasos por el pasillo y aparece Vicky en un pijama de colores grises. A esta chica parece que le gusta mucho el color negro y sus derivados.

Me contraigo y entrecierro los ojos.

—Quitale las vendas —dice Vicky mirando mi estado, veo en sus ojos que el dolor es grave —quiero ver cómo sigue su cicatrización, yo iré por algo para desinfectar su herida, vuelvo enseguida.

Se marcha, dejando a Emily conmigo.

Se acerca y me mira nerviosa, al parecer no le hace gracia quedarse a mi lado. Quito mis manos del vendaje para que pueda quitármelo, ya deseo sentir sus manos sobre mi piel, el deseo me quema.

Se vuelve a arrodillar a mi lado y desenvuelve las vendas lentamente, como si tuviera miedo de encontrarse con algo feo debajo de ellas. No me mira a los ojos, supongo que le da vergüenza. Yo si la observo, no dejo de mirarla, en la oscuridad sus rasgos me parecen más finos, más simples. Es preciosa.

Abre los ojos y arruga la nariz cuando ve mi cicatriz, esta inflamada y probablemente se ha infectado.

— ¿Está muy mal? —pregunto, ella también se debe haber percatado de que no ha cicatrizado como debía.

—Algo así —responde entre dientes.

—Me arde bastante —suelto.

—Estarás bien, Vicky te pondrá mejor —asiente casi segura, esa seguridad no le llega a los ojos.

La miro a los ojos —Tu eres la única que me pone mejor.

Se sonroja y esquiva la mirada. Vicky llega y trae un botiquín. Saca unas cosas para desinfectar y me limpia lentamente.

Arrugo la nariz y me afirmo con fuerza del sillón. Quiero aparentar que esto no es para nada doloroso, pero ese líquido me quema.

Vicky me mira a los ojos, puede ver mi dolor.

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora