- Se equivoca de persona- dije tan suave que dudo que lo haya escuchado sin poder mirarlo.
- Te dije que desaparezcas de nuestras vidas. No puedo creerlo...- escuché su risa- a pesar de todo sigues acosandonos.
- ¡Eso no es así!- le grité encarandolo.
Minho sonrió de lado y levantaba una ceja al mismo tiempo.
- ¿Por qué debes mentirme con esas estupideces de que no eres Hanul cuando obviamente lo eres? - dijo en un tono algo elevado por lo que me acerqué rápidamente a él tapandole la boca con mi mano.
- ¿Puedes dejar de mencionar mi nombre?- me miró sorprendido y sonrojado- si quieres explicaciones te las daré pero solo no me expongas.
- Creo que esto ya lo he vivido antes- dijo tocandose la nuca- pero era yo el que rogaba- sonrió.
- ¿Vinieron en la furgoneta? - pregunté mirando cómo todos nos veían.
- Si, ¿por qué?- dijo y miró a los costados al sentir las miradas. Se cubrió- No me expliques, ya entendí, solo sígueme.
Salimos hasta el estacionamiento subterráneo y me llevó hasta la camioneta.
- Danos privacidad, un momento- le dijo a un hombre que iba sentado frente al volante.
- Está prohibido hacer esas cosas- respondió el hombre mirándome de pies a cabeza mientras se mordía levemente el labio.
Que asco que un hombre de edad mayor me tire miradas lascivas. Es como que mi padre me mire así. Asco, solo eso me producen los hombres así.
- No es para eso que la traje, animal, solo déjanos un momento- el hombre suspiro y se bajo- cuida como miras a las mujeres si no quieres que le diga al Ceo, sabes perfectamente que si le llegan estos comentarios, no dudará en echarte para cuidar a sus chicas. Todos sabemos que los hombres como tú son un peligro en la empresa- hablaba Minho con una mirada fría y atemorizante.
La misma mirada que yo recibía cuando los fotografiaba.
Minho abrió la puerta y entramos. Era una camioneta para cinco personas en la parte trasera pero la incomodidad que sentía hacía que el espacio me pareciera menor.
- Explicate- sus palabras me quitaron de la nada.
- Trabajo para Dispatch.
- ¿Eso es todo? - dijo frunciendo el ceño.
- No sé qué más decirte. Bueno, si sé, pero es complicado- dije jugando con mis dedos.
- En otro momento te explicas... ¿Ya no quieres a tu gato? ¿Por qué no me llamaste cuando saliste?- hablaba sin soltarme la mirada.
- No tengo tu número ni un móvil propio.
- De todos modos no planeo devolverte a Toribio.
- ¿Qué? - dije atónita.
- ¿Lo quieres aún?
- Claro, solo quería que lo cuides durante ese tiempo- dije apurada.
- Te lo daré con una condición- dijo sonriendo maliciosamente.
- Te ves raro- dije asustada.
- Conoces dónde vivimos. Quiero que te consigas un móvil y en la noche me vayas a buscar.
- No creo que sea apropiado.
- Solo maquillate como lo estás ahora. Nadie te reconocerá. Avisaré a los chicos que espero a alguien.
- Bien pero para qué quieres que vaya.
- Iremos a la casa de mis padres a buscar a tu gato.
- Bien- dije algo confundida- por cierto... Desde hoy quiero que me llames Han Mi y guarda el secreto de que estoy libre.
- ¿Han Mi? Que ridícula. Jisung reirá hasta llorar por tu nombre- dijo abriendo los ojos a tope- olvidé que venía por su gorro- lo empezó a buscar entre los asientos y cada vez que se acercaba un poco, podía percibir el leve perfume que llevaba.
Era dulce y embriagador.
- Ya lo encontré- dijo con una especie de boina en las manos- vamos.
Salimos de la camioneta y miré a los lados buscando una salida hasta que la encontré.
- Yo... Iré por aquí- dije señalando le la salida vehicular.
- Oh... Está bien... Creí que trabajabas- pude notar sus nervios mientras hablaba.
- Hoy no- le miré a los ojos y luego desvíe la mirada- debo irme.
¿Por qué me ponía nerviosa su mirada y su perfume? Ya lo había visto varias veces ya no es un extraño.
- Bien- se acercó a mí y vi como sus manos parecían moverse solas como si tuviera una lucha interna hasta que cerró el puño dejando pálidos sus dedos- Espero que no nos molestes, ni vendas mi información mientras estés trabajando aquí. No dudaré en exponerte.
¿Por qué su tono había cambiado tan drásticamente? Hace unos minutos dentro de la camioneta era ¿cálido? pero ahora era tan frío como duro.
- No te preocupes. Nos vemos en la noche- empecé a caminar sin esperar respuesta.
Mi cabeza era un lío, pero al menos tenía la certeza de que vería a Toribio y quizás él me regalaría ese calor familiar que tanto anhelaba.
Ya que había dejado mi dinero y ahora ya no me quedaba nada, tuve que caminar de vuelta a casa y como aún no conocía la zona, tuve que pedirle mi dirección a Joon por mensaje para llegar con maps.
Aproveché este "pequeño paseo" para observar y conocer la zona. Joon me había dicho que buscará una academia así que eso empecé a hacer hasta encontrarme con uno que no quedaba muy cerca a mi casa pero era de mi estilo.
Era un edificio donde podías hacer de todo prácticamente. Había plantas especializadas; uno para musculación, donde podías levantar pesas y demás; había un lugar donde hacían gimnasia rítmica; otro para nadar y cosas así. Se veía muy costoso pero en estos momentos sabía que lo único que me sobraba era dinero.
Me inscribí para las clases de Kick boxing y para hacer algo de musculación. No estaba segura de cómo terminaría lo primero pero igual quería levantar pesas, ya que en prisión, era lo único que hacía para entretenerme.
Luego de haber salido de ese edificio, caminé hasta mi casa.
Las cosas estaban iguales, nada fuera de lugar. Eso significa que nadie entró.
Me fui a darme un baño y quitarme el maquillaje hasta que escuché un timbre sonar.
Me vestí decentemente para ver por las cámaras y salir si es necesario.
Una mujer mayor, unos años mayor a mi madre quizás, estaba frente a mi casa parada con una bolsa de papel en manos.
Salí de la casa y desbloquee mi puerta para ir a verla.
- Hola- dije haciendo una reverencia.
- Oh, eres una niña... - dijo sonriendo y yo imite su gestos- vivo en la casa de a lado- me dijo haciendo un ademán.
Es una señora muy bella, no es común ver señoras tan bien cuidadas aquí en Corea. Mi mamá es un claro ejemplo de madres descuidadas que solo viven para el trabajo y se dejan de cuidar pasados los 30 años.
- Oh es un placer conocerla- dije haciendo de nuevo otra reverencia.
- Hace dos días escuché ruidos alarmantes aquí, asi que mande esa noche y ayer a mi hijo mayor para ver qué sucedía pero no contestaste la puerta y no quiso entrar sin su permiso.
- Discúlpeme, rompí esto y aquello... - dije avergonzada.
- No te preocupes, estoy feliz con saber que no ha ocurrido nada- dijo y alzó la bolsa- Casi lo olvido... Te traje un pequeño regalo. Por tu nueva casa.
- Gracias- dije cogiendo la bolsa sin saber que hacer y como ella sonreía mucho tuve que decirle las siguientes palabras- ¿quiere pasar un momento?
- Si- dijo abriendo la puerta sin miedo.
Se quedó viendo el jardín unos momentos y luego me observó.
- Tienes una muy linda casa para ser tan joven- dijo sonriendome tiernamente- ¿en qué trabajas, hija?
Ay. ¿Por qué se pone tan amigable? Que desagradable que alguien desconocido te tome tanto cariño sin conocerte.
Decir hija a alguien que no es tu hija me deja como si fuera su nuera y ni siquiera sé si tiene hijo.
¿Y si lo tiene y es alguien viejo como el hombre que manejaba la camioneta de Stray Kids? ¿Y si es un menor?
- Iugh- se me escapó de los labios al sentir un escalofríos.
- ¿Te pasa algo, hija? - me miró a los ojos y negué pero su mirada me parecía conocida- entremos a tu casa, te ayudaré a limpiar.
- No, no sé preocupe, señora- dije intentando detenerla pero en realidad me vendría bien una mano.
Adelante, pensé.
- Olvida las formalidades. Dime madre- dijo caminando hacia la puerta principal.
¡¿Qué está mal con esta mujer para querer que diga esas cosas?!
- Esta bien, madre- dije entre dientes sin que ella lo note.
La deje entrar y pude ver que había hecho mucho más daño de lo que pensé.
Me sentía avergonzada por el desastre. Ella me miró sorprendida.
- Veo que tuviste una crisis. Mi hijo también los tiene, a veces. Hubiera traído a mis hijas conmigo, tardaremos mucho- dijo haciendo a un lado las cosas para entrar- Hay demasiadas cosas costosas rotas. Hasta rompiste el televisor, espero que a mi hijo no se le ocurra hacer estas locuras.
Por favor, que alguien le diga que deje de hablar de su hijo. A nadie le interesa.
- ¿En qué trabajas, hija? Eres muy hermosa, pareces actriz o quizás una idol.
- No- sonreí alagada- trabajo en la industria del entretenimiento, pero no soy idol.
- Oh, ¿en serio? Mi hijo también, pero él es idol- dijo juntando unos vidrios.
Trague nudo que se me formó en la garganta y por alguna razón mis manos empezaban a sudar.
- Iré por una escoba y bolsas- dije escapando me hacía la cocina.
Me apoyé en un mueble y respiré. Joon me había advertido sobre esto, él dijo que era una zona de familias de idols y también de idols.
¿La madre de quién era esta mujer? Ella pareciera estar orgullosa de su hijo.
¿Quizás un idol joven y sin importancia? ¿Algún chico que recién debutaba?
Dejé de pensar y busqué las cosas que había dicho.
Luego de unos minutos volví junto a ella.
Ella recogía el vidrio mientras yo sostenía la bolsa.
- Perdone por la pregunta, pero he quedado en la duda... Ha dicho que su hijo es un idol...
- Sabia que te interesaría... No me molestaría presentarlos... Después de todo ambos trabajan en la misma industria y eres hermosa y pareces buena chica- sonrió y siguió juntando vidrios.
- ¿Cual es su nombre?- pregunté- quizás... lo conozca- dije intentando entrar en confianza.
- Lee Min Hyuk, está en ese grupo Mostra X.
Gracias por leer y apoyar el libro💜