El regreso de: Raphaela

By sofiadbaca

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[A LA VENTA EN AMAZON CON ESCENAS INÉDITAS] Raphaela vuelve a escena después de años de estudios y después de... More

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By sofiadbaca

Timothée Volker era especialista en sacarme canas verdes, lo comprendí con aún más claridad cuando subía aquellas escaleras con una maleta en la mano y mi maletín en la otra, ver esa casa era tan difícil como entra en ella, pero en esta ocasión tendría que ser fuerte y recordarme que lo hacía por un amigo y la hija de mi mejor amiga. Cerré los ojos solo por unos segundos antes de tomar el picaporte y dejar mi mano ahí por más tiempo del debido puesto que de pronto fue abierto y yo jalada al interior.

"Oh, lo siento Raphaela, pero es bueno que llegaras antes de que nos vayamos" decía una Rachel con un tono presuroso y con la cabeza en más de una cosa.

"Eh, sí claro."

"Está nerviosa por el caso" dijo Rudolf totalmente relajado, "siempre se pone igual."

"¡No es verdad!" le gritó, "¡Andando todos!"

Rudolf sonrió hacia la chica y me miró con una cara relajada y sonriente.

"Esa mujer me volverá loco."

"Creo que te estás tardando en darte cuenta" sonreí, "es una mujer guapa y exitosa, seguro muchos tienen la vista fija en ella."

"Ah, así que comenzarás también."

"Bueno, creo que nos falta alguien quién nos lo diga" Rudolf pareció decaer en seguida, la muerte de su hermana no le había sentado nada bien, por eso era buena idea que fueran juntos él y Alek."

"Sí, creo que debería hacer algo de una buena vez" sonrío melancólico, "es una lástima que Bárbara no vaya a verlo con sus propios ojos. Ya lo había pensado, pero con la enfermedad de mi hermana lo postergué, pensé que saldría de esta, siempre lo hacía, pero al final, tendré que casarme sin ella presente."

"¿Casarte?" sonreí, "¡Oh Dios, Rudolf!"

Me le eché en brazos y el chico sonrió.

"Sí, casarme, ¿crees que me acepte después de ser tanto tiempo un idiota?"

"Seguro que te lo perdona."

"Eso espero" sonrió, "¿Y tú? ¿Cuándo dejarás de ser una idiota?"

"No empieces conmigo Rudolf, no ahora."

"Claro, ha de ser muy conflictivo tenerse que quedar con el hombre que no amas prácticamente como si fueran una familia, incluso con una hija... sí, seguro que te has de querer aventar de la ventana."

"Yo no amo a nadie, es un favor para Alek."

"Claro."

"Bien, Raphaela, tienes mi número de teléfono, cualquier cosa bastará con hablarme y volveré, Olivia y Logan no estarán lo cual me causa más tensión, pero si algo se conflictúa... no sé, mejor no iré."

"¡Vamos!" sonreí, "todo estará bien, sé que no tengo el instinto maternal de Olivia, pero puedo hacerlo, lo organizaré todo, verás que a Amy Beth no le falta nada."

Alek pareció aún más preocupado con aquella frase, pero asintió un par de veces con su bebé aún en brazos y temiendo entregarla a los míos o los de Timothée ¿en serio dudaban tanto de nosotros?

"¡Si llegamos tarde al aeropuerto los mataré a ambos!" gritó Rachel desde el carro.

Los dos hombres se marcharon y me dejaron con una bebé y un Timothée, despidiéndonos del auto en la entrada de la casa. Miré a la nena en mis brazos y esta, comenzó a llorar, como si comprendiera que su papá se había marchado y ahora dos extraños la cuidaban.

"Esto es una locura" me dije más a mí misma que a la persona que estaba en la puerta conmigo.

"Sí, bueno, dame acá, estás demasiado tensionada."

Timothée entró en la casa, dejándome clavada en el exterior, suspiré y di un giro hacia la puerta y suspiré, tenía que organizar todo lo relacionado con la bebé, el tiempo que tendría cada uno para trabajar, si acaso salía un imprevisto y el orden de las noches. Eso era lo que más me aterraba, Amy Beth era una bebé pequeña, tan pequeña como las pesadillas de mis sueños, a esa edad eran una pesadilla encarnada, se supone que soy mujer ¿Cierto? Tengo que poder cuidar a la bebé, así que me llevaría la primera noche.

"Pareces preocupada."

"¿Tú crees?" rodé los ojos.

"Comprendo que nos arrojamos a lo desconocido, pero ¿qué te parece si este primer día lo hacemos juntos?, así sabremos que enfrentaremos el resto de los días por separado."

No era mala idea, de hecho, no era para nada una mala idea ¡era un genio!

"Me parece bien."

"Genial, porque no tengo idea como cambiar un pañal, hacer un biberón y nada de lo demás."

"Al menos sé más que tú" rodé los ojos, "aunque no me considero experta tampoco."

"¿Lo buscamos en internet o algo parecido?"

"Quizá sea mejor comprar un libro ¿no crees? Digo, hay libros de esto ¿cierto?"

"Yo creo que sí, no podemos ser los únicos desorientados en el tema."

"Creo que debo ir mientras aún la tengas dormida" sugerí.

"Ah, no, no, no" Timothée casi corrió a mi lado, "¿Por qué he de ser yo el que se quede con Amy Beth?"

"Porque fue tu culpa que la tengamos desde un inicio."

"Vale, no podrás echarme eso en cara, nadie te obligó a que me ayudaras."

"Lo hago porque sé que la pondrás al cuidado de niñeras y eso no pasará."

"Genial, entonces vayamos juntos por el dichoso libro, creo que internet funcionaría, pero si estás tan empecinada..."

"En internet todos pueden opinar y modificar, un libro tiene que pasar por etapas para estar publicado, me fío más de un libro."

"Como tú digas" se rindió, "pero yo voy contigo o te quedas tú con Amy Beth."

"Bien" escupí con molestia y saqué las llaves de mi auto.

"¿Piensas hacer que la cargue todo el camino?" parecía asustado.

"Sí, claro que la cargarás todo el camino, es sumamente irresponsable que maneje con una bebé."

"Pensaba que podía manejar yo."

"No lo creo galán."

"En realidad" interrumpió una voz, "ninguno debe cargar con la bebé, tiene que ponerla en el asiento trasero, con una silla especial que está aquí."

Ambos volvieron la cara hacia la mujer que tendía la silla de carro y los miraba asustada de que fuéramos nosotros los responsables de cuidar a la pequeña. La iluminación llegó a mi cerebro, era verdad, la sillita, los bebés deben ir en la sillita, incluso nos multarían si trajeran a la niña en la parte delantera.

"Es verdad" sonreí, corriendo por la sillita y colocándola en el asiento de atrás de mi carro, "vale, esto es todo lo que necesitábamos."

Timothée dejó a la niña en el asiento y la aseguro, pero tan solo hizo falta que yo arrancara para que Amy Beth comenzara a llorar sin razón alguna.

"¿Qué le pasa?"

"¿Crees que lo sé?" miré por el retrovisor. "Debiste irte sentado atrás."

"¿Cómo podía saberlo?"

El llanto era insoportable y en un pequeño espacio como un automóvil parecía ser un martillo taladrando nuestras cabezas. Llegamos a la primera librería que vimos y bajamos corriendo al rescate de la niña llorona que de hecho solo parecía haberse sentido sola, porque no tenía ni el pañal sucio, tampoco parecía hambrienta y bueno... ¿por qué otra razón lloraba un bebé?

"Listo" la acomodé en mis brazos, "extrañas a papá y mamá ¿cierto?"

"No creo que te responda" dijo Timothée, abriendo la puerta de la librería, "menos con esa voz rara que has hecho."

"Es inevitable querer hablarle así a un bebé" me defendí.

"Claro, como tú digas."

Llegamos al mostrador del lugar y pedimos que nos indicaran la sección de paternidad, la encargada parecía sorprendida de vernos ahí, quizá conociera a alguno de los dos, pero lo dudaba mucho, a menos que se hubiese enamorado de Timothée cuando salió en alguna revista de empresarios o que leyera alguno de mis libros, deberíamos pasar inadvertidos para ella.

"¿Ese?"

"No me suena de confianza" negué.

"¿Por qué?"

"No sé, mira la cara de ese bebé, parece que sufre."

"Créeme que no creo que más que Amy Beth."

Terminamos comprando dos, uno que le pareció bien a Timothée y otro que me lo pareció a mí. Fue una desgracia salir y encontrarnos con algunos camarógrafos que en cuanto nos vieron comenzaron a sacarnos fotos y gritaron solo las suficientes veces para que Amy Beth despertara en mis brazos. Miré molesta hacia Timothée quién parecía en el mismo estado ¿no sabían lo trabajoso que era que una bebé se durmiera?

"Quítenle el flash a sus cámaras ahora y dejen de gritar, no daremos ningún testimonio" dijo Timothée con molestia, cubriéndome a mí y a la niña de las cámaras.

Abrí la parte trasera del auto y aseguré a la bebé lo más rápido que pude y subí con ella al auto, Timothée subió adelante y me pidió las llaves solo con estirar la mano. Esto sería más difícil de lo que pensaba. Miré hacia la librería donde la encargada estaba siendo entrevistada, era increíble lo que la gente era capaz de hacer por unos segundos de fama, suspiré y sonreí, ¿qué sería lo que dirían los medios a esta hora mañana?

"¿Están bien?"

"Sí, todo en orden" sonreí, "pero creo que no debemos salir juntos de nuevo, seguro que los medio hacen toda una historia mañana."

"Será divertido."

Llegamos a la casa, tomé el biberón que nos habían dejado preparados en el refrigerador y lo calenté un poco, era un alivio que los Rokfert hubiesen comprado todo lo necesario para ser los padres perfectos con tecnología en punta.

"Bien, esto no puede ser tan complicado" miré mi libro, "verificar la temperatura del biberón... ¿Verificar? ¿Por qué verificar? ¿No se suponía que lo necesitaba caliente?"

"En mi libro dice que te pongas unas gotitas en el dorso de la mano."

"Vale" lo hice y me pareció adecuada, era más bien una temperatura tibia, eran una bendición esos aparatos.

Tomé a la pequeña del pecho de Timothée y la estreché en mi pecho para meter el biberón en sus pequeños labios rosados. Como por arte de magia, la pequeña comenzó a succionar y hasta esa parte, parecíamos hacer las cosas bien.

"Muy bien, ¿qué dice que debemos hacer después?" miré a Timothée.

"Creo que sacarle el aire ¿no?"

"Sí" estaba tan nerviosa que incluso olvidaba lo elemental, eso sí lo sabía, pero parecía que mi cerebro había olvidado toda la información de bebés en el momento en el que tuve que cuidar a una. "Lo he hecho antes."

"Creo que el problema aquí es que lo haga yo" obvió Timothée, "el que nunca ha tenido que cuidar a un bebé soy yo."

"Cierto, toma."

Timothée se mostró conflictuado, pero al final pudo sostener al bebé con cuidado y colocarlo sobre su hombro, era una imagen encantadora si no se tomaba en cuenta la cara de desesperación que el hombre tenía.

"¿Ahora qué?"

"Tienes que darle suaves golpecitos aquí" indicó, "¡Suaves!"

"Vale, vale, no grites, la alterarás."

Volví la cara cuando escuché una pequeña risita que se logró esconder de mis ojos, seguramente era alguien de la cocina, no podía culparlos, si yo no estuviera tan estresada, también me hubiese reído de nosotros. Timothée y yo quedamos completamente desmoralizados para cuando nos dieron las ocho de la noche, apenas habíamos logrado comer, yo almacené orina por más de dos horas e incluso olvidé que tenía que ir al baño, Timothée había salido de la casa en dos ocasiones a gritarle a un árbol, pero no lo había dejado fumar porque estaría cerca de la bebé después, éramos un claro desastre como padres.

"Jamás tendré hijos" negó el hombre tirado en la alfombra peluda de la sala, "nunca en mi vida, por todos los cielos, esto es una tortura, preferiría estar con problemas financieros."

"Tranquilo llorica, los hombres no suelen ocuparse de todo esto, las mujeres podemos con un trabajo y un bebé" negué a su lado, con la bebé recostada en mi pecho, "aunque creo que no todas las mujeres, llevamos solo unas horas con ella y creo que lloraré tanto como ella lo hace en aproximadamente dos horas."

"¿Tan pronto tiene que volver a comer?" se quejó el hombre.

"Cada tres horas Timothée, cada tres."

"Pero es una tortura, porque come, hace del baño, la tenemos que limpiar, repetir, intentar dormir y en lo que lo logramos ya vuelve a tener hambre."

"Deberías admirar más a las madres ahora ¿no crees?"

"Siempre las he admirado, pero ahora las respeto" dejé salir una pequeña risita e intenté levantarme, pero sentí la mano de Timothée deteniéndome. "¿Qué haces? La vas a despertar."

"Tenemos que cenar nosotros, ya no hay nadie en la casa así que nos tocará hacernos."

"Mejor pide algo para comer, no tengo energía."

"Buena idea."

Me levanté con cuidado de no despertar a Amy Beth y la dejé en la cunita en la sala, éramos un completo desastre, había pañales limpios regados por doquier, biberones que era necesario poner a lavar, peluches hasta en el candil y ropita de bebé en cada superficie plana. Timothée permanecía en medio del desastre, con los ojos cerrados y un peluche de vaca en sus brazos, suspiré y llamé por teléfono para encargar comida china.

Comimos con presura para alcanzar a estar preparados para cuando Amy Beth despertara, según decía mi libro, la niña debía bañarse para tener una buena noche, pero en el de Timothée indicaba que era solo necesario cambiarla y acostarla. Habíamos tirado una moneda para decidir qué hacer y había ganado yo, o más bien perdido, le tendríamos que dar un baño.

"Yo no agarraré su cuerpecito ¡la romperé!" me decía Timothée.

"Vamos, solo quítale las mangas de los brazos."

"¿Por qué no se las sacas tú?"

"Porque me da ansia" dije obvia.

"¿Crees que a mí no?"

Estaba resultando más difícil que intentar dormirla, lo único bueno era que Amy Beth parecía tan confundida como nosotros y ni siquiera hacía por llorar.

"Bien, lo haré yo" le quité las manos, "pero verifica que la tinita esté a buena temperatura."

"Lo prefiero, mil veces lo prefiero" dijo el hombre entrando en el baño de mi habitación en la casa.

Miré a la bebé y sonreí forzada.

"Bien nenita, trabajemos juntas ¿sí?"

La niña parecía comprenderme o eso quería pensar yo, pero había logrado sacarle la ropita y ahora la tenía cubierta con una toallita especial, llevándola directa al baño donde Timothée ya estaba remangándose la camisa.

"Odio tu estúpido libro que nos hace bañar a una bebé ¿no puede permanecer sin baño? Ni siquiera se mueve como para ensuciarse."

"Si dice que lo tenemos que hacer es porque lo necesita."

"Claro."

El baño no había estado tan mal, nos habíamos mojado más nosotros que la misma bebé, pero al fin la habíamos enjabonado y puesto shampoo especial a su escaso pelito, la verdad era que se nos había resbalado una que otra vez, pero eso jamás se lo diríamos a nadie. Al final había sido una buena idea, en cuanto terminamos de vestir y envolver a Amy Beth, se había quedado completamente dormida, simplemente parecía un milagro.

"¿La podremos bañar más de una vez al día?" sugirió Timothée.

"No lo creo, deberíamos aprovechar y dormir algo."

Miramos la cunita donde la bebé descansaba como si fuera un ángel y nos miramos sonrientes. No había sido del todo malo.

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