Esto no es un cliché, ¿o sí?

By allierngll

3.1M 281K 489K

Luego de que su crush la golpeara por accidente sus vidas se mezclarán irremediablemente y ella descubrirá qu... More

Prólogo
1. La víctima
2. El castigo
3. El beso
4. La fiesta
5. El cretino
6. La salida
7. El deseo
8. El diario
9. La pregunta
10. El acercamiento
11. La excepción
12. El rumor
13. El partido
14. La plática
15. El plan
16. El paseo
17. La cosa
18. La revelación
19. El tiempo
20. La reconciliación
21. El viaje
22. El lago
23. La fogata
25. El cuidado
26. El espacio
27. La esperanza
28. La familia
29. La despedida
30. El despertar
Epílogo
Nota Final
1. Extra
2. Extra
3. Extra

24. El mensaje

51K 4.7K 5K
By allierngll

Capítulo Veinticuatro

El mensaje

La música inundaba el auto, y ninguno de los dos había dicho nada desde que habíamos emprendido el viaje de regreso a casa. Era como volver a la realidad, a la que tarde o temprano teníamos que enfrentar. No podíamos permanecer toda nuestra vida en ese lugar, y las razones eran más que obvias. Y no necesitaban mencionarse.

Mi cabeza estaba recargada en el cristal, y observaba cómo pasábamos los árboles y montañas en el camino.

En los últimos tres días había sentido una inmensa felicidad que no me cabía en el pecho. Sin embargo, desde que me había levantado, he sentido una extraña sensación en el pecho y me he sentido muy rara.

Tanto así, que tuve que explicarle a Alex que no era nada referente a lo que había pasado en la noche anterior. Eso era un punto aparte, él me había hecho sentir especial y querida. La forma en la que me había tocado y besado cada parte de mi cuerpo. Todo había sido tan especial que sentí que era un dulce sueño. Sin mencionar las imágenes que Alex intentaba grabar en sus preciosas retinas. En esos momento deseé que nunca me dejara de ver de ese modo y fuese así por siempre. Era como si Alex quisiese guardar ese momento por la eternidad. La verdad es que dudaba que pudiese hacerlo, porque yo tampoco podría.

Era incapaz.

Solo que está sensación eclipsaba la felicidad que esperaba sentir al despertar en los brazos de Alex.

Me pregunta qué podía ser, y en ese momento fue como si la luz de una bombilla se encendiese en la oscuridad. En ese instante recordé la primera vez que había sentido algo como eso y que no había sido nada bueno. Mis manos comenzaron a sudar y mi corazón a palpitar con rapidez por el miedo que comenzó a surgir dentro de mí. Mis ojos viajaron inconscientemente a Alex y sentí terror de que fuese algo que lo implicara a él. No lo soportaría.

No está vez, no después de todo lo que había pasado.

—¿Algo va mal, cierto? —me observó por un momento antes de regresar su vista al camino.

Me aclaré la garganta y apreté mis manos.

—Nunca me ha gustado creer en estas cosas, pero estoy sintiendo una extraña opresión en el pecho.

—¿Ya lo habías sentido antes?

—Sí —confesé.

—¿Cuándo?

No habíamos hablado de esto desde esa noche, y no me gustaba tener que hacerlo. Ya no había nada que hablar.

—La vez que besaste a Kelsey al terminar el partido.

Una de sus manos dejó el volante y fue en busca para tomar la mía. Me le dio un pequeño apretón, y sonreí.

—Sabes que nunca volvería a hacer algo como eso.

—Lo sé, y no estoy diciendo que lo vayas a hacer, es solo que esa vez sentí algo muy parecido. Ese mismo dolor.

Él se lo pensó por un momento antes de responder.

—Tal vez es cuando sientes que algo malo va a suceder.

Me llevé una mano a la frente en frustración.

—Ni lo digas —pedí.

—Tranquila, ¿quieres que me detenga?

Negué con la cabeza.

—No, si lo haces llegaremos muy tarde.

—Entonces, ¿por qué no tomas un poco de agua?

—Creo que mejor le hablaré a Leo para saber que todo va bien con ellos dos —saqué mi celular y le marqué.

Al tercer pitido respondió.

—¿Qué pasó?

—Antes que nada, ¿no vas con el celular en la mano?

—No, mamá —se burló—. Lo tengo con el Bluetooth.

—Ah, bueno.

—¿Necesitabas algo? ¿Por qué llamaste?

Tragué saliva.

—Tengo un mal presentimiento, Leo.

—¿Sobre qué?

—No lo sé, solo lo tengo —aclaré.

—Tú no eres de las que creen en esas cosas.

—Ahora lo soy.

—Recuerda que a veces nuestra mente suele jugar sucio con nosotros y ve problemas donde no los hay.

Me mordí la uña presa de los nervios.

—Tal vez sea eso —admití.

—Estoy seguro que lo es.

—Bueno, pues entonces vayan con cuidado y me avisas cuando lleguen a casa de Shelley y después a la tuya.

—Lo haremos, mamá oso.

—Te dejó —colgué y guardé el celular.

Alex me observó por el rabillo de sus ojos, y esbozó una pequeña sonrisa antes de asentir con su cabeza.

—¿Ya mejor?

—La verdad es que no —admití.

—¿Y si mejor descansas? —sugirió—. Te despertaré cuando lleguemos.

—No creo poder hacerlo, pero lo intentaré.

Sentía que alguien movía mi hombro, y escuché la voz de Alex llamándome para que me despertara. Abrí mis ojos para darme cuenta que ya habíamos llegando a casa.

—Ya llegamos —avisó.

—Mhm.

—Bajaré las cosas, ¿tienes llaves? Para que vayas abriendo la puerta y yo pueda meterlas antes de irme.

Asentí con la cabeza.

—De acuerdo.

Con los pasos adormilados me acerqué a la puerta, y mientras la abría se me hizo raro ver las luces apagadas.

¿Tan tarde era?

Me volví, y le grité a Alex.

—¿Qué hora es?

Creo que el hecho de estar medio dormida hace que no pueda pensar mejor las cosas. Ya que puede que esté despertando a la gente con mis gritos. Me matarán.

—No más de las diez, ¿por qué? —respondió mientras traía las cosas en las manos y se acercaba a mí.

Que raro.

—Mi familia suele acostarse más tarde.

—Puede que hayan salido —comentó.

—¿En domingo y tan tarde? Lo dudo.

La empujé y ambos entramos.

Busque el interruptor de la Luz, y la encendí.

—¿Hola? —llamé—. ¿Hay alguien aquí?

Nadie respondió.

—Que raro, ¿no te avisaron nada?

—Deja reviso el celular —al sacarlo de mi bolsillo me di cuenta que estaba apagado porque se había descargado.

Me agaché para buscar el cargador en las bolsas de mi mochila, e ir al conector más cercano para ponerlo a cargar. Alex fue a asegurarse de que las puertas del auto estuviesen cerradas y después volvió para sentarse conmigo en uno de los sillones. Mis dedos repiqueteaban nerviosos en mi rodilla y esperé a que se encendiera.

—Ya prendió —dije con rapidez.

Alex me observaba en silencio.

—Le avisaré a Leo que ya llegamos, en lo que tú revisas si tu familia te dejo un mensaje.

—Está bien.

Él se levantó y le marcó a Leo.

Desbloquee mi celular y mis ojos se abrieron al ver que tenía muchas llamadas perdidas y mensajes de parte de mi hermana Brianna. Mis dedos temblorosos se fueron primero a leer los mensajes y así después poder hablarle.

Me levanté al instante en que los empece a leer, y solo pude distinguir dos mensajes entre todos los demás.

Ellos estaban en el hospital, y mamá estaba en urgencias.

Todo mi mundo se detuvo.

El recuerdo de la noche en la que nos hablaron para avisarnos que mi padre había fallecido vino a mi mente.

No. No. No.

No podía pasar esto de vuelta.

Mis dedos presionaron para llamar a Brianna.

—¿Mack? —habló—. ¿Ya llegaste?

Su voz sonaba rasposa.

—S-Sí.

—Tienes que venir, estoy aquí con Connor.

Negué frenéticamente con mi cabeza, como si ella pudiese verme hacerlo. Yo era una cobarde.

—No puedo.

—Mackenzie, este no es momento para tus cosas, necesito que vengas aquí.

Cerré mis ojos y dejé que las lágrimas cayeran.

—¿Q-Qué le pasó? —dije en un susurró.

—No creo que sea buena idea que te lo diga por teléfono, así que por favor pídele a uno de tus amigos que te traiga.

Me quedé helada, y el temor de que mi madre también estuviese muerta y no me lo quisiera decir me derrumbo por completo. Su voz sonaba tan lejos que reaccioné hasta que Alex tomó el celular de mis manos y empezó a hablar con Brianna pero yo no los escuchaba. No podía hacerlo.

Sentí una punzada en mi corazón, y me llevé la mano para hacer presión y solté una mueca de dolor. Mis emociones me estaba adsorbiendo, tanto así, que me empezó a hacer falta el aire para poder respirar y un ligero mareo me hizo ponerme de rodillas al instante. Mis ojos miraban todo borroso por las lágrimas y solté un quejido de dolor.

El tiempo parecía ir en cámara lenta.

Hasta que sentí que Alex se puso enfrente de mí.

—Mack, escúchame —pidió con suavidad Alex, y posó sus manos en mis mejillas húmedas —. Nena, cálmate.

Negué frenéticamente.

—E-Ella...

—Necesito que respires y que cuentes conmigo.

Sentía que todo se movía a mi alrededor.

—N-No puede... —logré articular.

Alex limpio mis lágrimas para que pudiese verlo, y después clavo sus ojos en los míos. Empecé a tomar grandes bocanadas de aire desesperada por no lograr que mi respiración se tornara normal. Me iba desmayar.

—Mackenzie, no lo repetiré de nuevo —esta vez su voz no sonó tan dulce como la primera vez—. Necesito que cuentes conmigo, ¿de acuerdo? Tienes que calmarte.

Asentí como pude.

—Uno.

—U-Uno —repetí.

—Así es, ahora dos.

Sentía que el aire no llegaba, y me sentía frustrada.

—Dos... Dos...

—Vamos bien —asintió con su cabeza, y después cerré mis ojos para lograr concentrarme—. Ahora tres.

Mi mano presionaba con fuerza mi pecho, en busca de que pudiese aliviar el dolor que me estaba desgarrando.

—T-Tres.

Alex recargo su frente con la mía.

—Intenta respirar despacio, por favor —pidió.

A pesar de sentir que no podía hacerlo, saber que él estaba ahí para ayudarme. Me dio las fuerzas para intentarlo.

Tome una respiración.

Tome una segunda.

Y una tercera.

Hasta que sentí que poco a poco todo volvía a su lugar, y dejaba de sentir que me movía con la casa. Los mareos comenzaron a cesar y el aire empezó a llevar lentamente.

—Gra-Gracias... —susurré.

Alex extendió sus brazos y me atrajo hacia él.

—No tienes nada que agradecer.

—Yo no lo hubiese logrado si no hubieses estado aquí.

—Claro que sí, eres fuerte.

—No lo soy —dije en medio de lágrimas.

—Tú mamá te necesita en estos momentos y tus hermanos también. No te derrumbes, por favor.

—¿Cómo los voy a ayudar? Si ni siquiera yo puedo ayudarme a mi misma —confesé, frustrada.

—Aquí estoy, yo te daré las fuerzas que necesites.

Cerré mis ojos con fuerza.

Sería muy injusto de mi parte quedarme aquí, y no ir al hospital a darle mi apoyo a mis hermanos. Ellos también debían estar muy mal con la situación. Solo que el miedo de llegar y recibir malas noticias me aterra. No estaba lista para dejar ir a mi madre. No sé qué sería de mi vida si eso llegara a pasar, hasta la fecha aún no supero la partida de mi padre, dudo que lo haga con ella. Me falta mucho tiempo que pasar a su lado, tantas cosas por hacer, todo este tiempo me empeñé a estar en mi mundo. Que me olvide completamente de todo lo que ella podía llegar estar sintiendo. Después de todo, ella no solo había perdido a su esposo, sino también a su mejor amigo.

No podía abandonarla cuando más me necesitaba.

—Llévame, por favor —pedí.

(...)

Al entrar busqué con rapidez a mis hermanos, y no tarde en encontrarlos sentados en unas sillas de plástico que estaban pegadas a la pared. Connor tenía los ojos rojos, al parecer había estado llorando y Brianna tenía la cara hundida entre sus manos. Mi corazón se encogió al ver que ellos estaban en ese estado. No lo dude más y me acerqué a ellos, con Alex pisándome los talones.

—Bree... —susurré.

Ella alzó la cabeza al instante y después se levantó.

Me rodeó con sus brazos.

—Me alegro que estes aquí.

—¿Y mamá? —sentí el doloroso nudo formándose en mi garganta por las fuertes ganas que tenía de volver a llorar.

—Está en urgencias.

—¿Por qué? ¿Cómo? ¿Qué fue lo qué pasó?

Se separó un poco de mí.

En ese momento pude notar más el estado en el que se encontraba. Su cabello estaba en un moño despeinado, sus ojos estaban rojos y sus labios resecos. El aspecto que tenía era realmente lamentable, no pude evitar sentirme mal porque ella lo estaba pasando mal mientras yo venía de un viaje con mis amigos. Si no me hubiese ido, tal vez no hubiese pasado nada de esto. Mi madre estaría bien.

—Ella tuvo un accidente en el trabajo —explicó mientras se volvía a sentar—. Gracias por traerla, Alex.

Él asintió a mi lado.

—No te preocupes, en lo que pueda ayudarlas, aquí estaré —le respondió.

—¿Qué tipo de accidente? —pregunté.

Tragó grueso antes de hablar.

—No me han dicho, llevo esperando una hora para que alguien me diga algo y nadie lo hace —soltó, enojada.

Me lleve las manos a la cabeza desesperada.

—¿Y qué pasará? ¿Estaremos aquí esperando a que alguien decida aparecer y decirnos cómo está nuestra madre? Yo no puedo hacer eso, no lo haré.

Bree soltó una risa seca.

—¿Qué harás? ¿Amenazar a los doctores?

—Si es necesario, lo haré.

—No, no lo harás —espetó—. Lo que harás es esperar al igual que nosotros, o harás que nos echen de aquí.

A regañadientes me senté al lado de Connor.

Él tenía la mirada perdida y ni si quiera me había visto desde que habíamos llegado. Estaba segura que sabía que estábamos ahí pero no había dicho ni una sola palabra.

Alex se sentó a mi lado.

Le di una mirada significativa, y me recargué en su hombro para después soltar un fuerte suspiro.

—No necesitas estar aquí.

—No, pero quiero hacerlo —confesó.

Una triste sonrisa se formó en mis labios.

—Gracias.

Los minutos parecían ser eternos, y cada vez sentía que me pesaba más el cuerpo. Es como si estar en este lugar me hiciera sentir cansada y eso era algo demasiado raro.

Temía que el brazo de Alex se estuviese durmiendo por estar tanto tiempo recargo sobre él. Pero no me quería levantar, ya que me sentía protegida de esa forma. Había pensando en hablarle a Leo, pero ya era demasiado tarde para pedirle que lo hiciera, así que lo mejor sería hacerlo mañana. No podía estar molestando a la gente, era algo que no era su responsabilidad, ni siquiera la de Alex.

—¿Ella se va a morir? —la voz de mi hermano menor hizo que me congelará y me enderezará al instante.

No podía dejar que él pensara eso.

—¿Eh? No, claro que no.

—¿Entonces por qué no nos dicen nada?

—No lo sé, Connor —me incline hacia él, y aunque no éramos muy cariñosos entre nosotros. No pude evitar atraerlo hacia a mí para abrazarlo—. Mamá es una mujer fuerte, así que ella no se dejará vencer tan fácilmente.

—Lo es —susurró.

—Tranquilo, todo va a estar bien.

No sabía si lo decía para que él se lo creyese, o para que yo lo hiciera. Sabía que no podía mostrarme débil, porque eso haría que él se alarmara y no nos convenía armar un espectáculo en medio de la noche en un hospital. Además no me quería imaginar que pasaría con mi hermano si mi mamá llegase a faltar. No lo iba a ver crecer, había tantas cosas que le faltan por hacer y ella no estaría a su lado.

No, no podía pensar de esa forma.

Solo que era tan difícil ser tan positiva en momentos tan difíciles como estos, en los que no sabemos ni qué es lo que está pasando allá adentro. ¿Era mucho pedir que alguien saliera a avisarnos aunque sea algo? Los nervios me estaban comiendo viva y tenía que soportarlos.

Por mi bien.

Por el bien de mis hermanos.

Por el bien de mi madre.

Tenía que ser fuerte.

Entonces pasó...

Los minutos se convirtieron en horas, y no pude mantenerme quieta por mucho tiempo. Empecé a caminar de un lado a otro buscando un poco de calma en la tormenta. Algo que era completamente imposible pero no me quería rendir tan fácil. Mi corazón latía con más rapidez cuando miraba a familiares en la sala de espera, o a las personas que traían en las ambulancias. El miedo y la angustia de las personas hacía que creciera la mía.

Mierda.

Me recargué en la pared y me dejé caer.

Hundí mi rostro en mis rodillas y empecé a llorar.

No podía.

—¿Qué se supone que haré si te vas? —murmuré mientras lloraba en silencio para que no lo notaran.

Me había alejado suficiente de ellos.

—Ramona... —una voz agitada me habló.

Leonardo.

Y, al escuchar su voz, lloré más fuerte.

Él se sentó a mi lado y me abrazo con fuerza.

—N-No la quiero perder, Leo.

—No lo harás, corazón —susurró. Sus manos comenzaron a sobar mi espalda y me besó la cabeza.

—No nos han dicho nada, no entiendo porqué no lo hacen, ¿qué es tan malo que no quieren decirlo?

—Todo lleva su proceso, ellos deben estar ocupados.

—E-Ella es mi mamá...

—Lo sé, lo sé —me dio palmaditas en mi espalda.

—No estoy lista para dejarla ir, hay tantas cosas que tengo por decirle y tengo miedo de no poderlo hacerlo.

Apreté su sudara con fuerza.

—Y lo harás, se las dirás todas.

—¿Q-Qué fue lo que le pasó? Sus trabajos no son para nada peligrosos, a ella nunca le había pasado nada.

—No lo sé —confesó con tristeza.

—Me duele, Leo —no sabía cuánto más podría estar soportando esa angustia de no saber nada—. No entiendo porqué nos pasan estas cosas a nosotros. Primero fue con mi papá y ahora es con mi mamá, ¿tan mala persona soy?

Leo levantó mi rostro.

—Tú no eres una mala persona —espetó.

—¿E-Entonces por qué sufren las personas que amo?

—A veces la vida es demasiado cruel con las personas que menos merecen sufrir en este mundo. No hay razón justificable para decirte porqué tu familia está pasando por todo esto. Solo sé que ustedes son lo suficientemente fuertes para salir de todo lo que esta hija de perra les está haciendo pasar en estos momentos. ¿Me oyes? Te conozco y eres más fuerte de lo que crees.

Mi labio inferior comenzó a temblar.

—La odio —solté con desprecio.

Junto su entrecejo.

—¿A quién, corazón?

—Odio con todas mis fuerzas a la vida —chillé.

Leo soltó una risa con algo de tristeza.

—Ven aquí.

Me volvió a abrazar con fuerza.

—No sabía cuánto te necesitaba hasta que escuche tu voz.

—Sabes que no importa la hora ni el lugar, yo siempre estará cada vez que me necesites. Nunca lo dudes.

—Me siento tan culpable —confesé.

—¿Por qué?

—Me enfoqué tanto en mis cosas, que me olvidé por completo que ella también necesitaba de mí. Me pasó todo el tiempo esperando cosas de ella, cuando ni yo me atrevo a hacer lo que ella espera de mí. Le he fallado.

—Todos nos equivocamos, Mack.

—Yo no me he equivocado, yo la he cagado —bramé.

—Eso también todos lo hacemos.

—Déjame sentirme mal, por favor —pedí.

—No lo haré, no dejaré que te desmorones.

No merecía un amigo como Leo.

Yo era mala para todos ellos.

—Pues no deberías, no merezco ser consolada, no cuando mi madre está peleando por su vida allá adentro —me separé de Leo molesta y me levanté de un impulso.

—No es justo que te culpes.

—Sí, lo es —espeté.

—Sabes que no es así.

—Ella no debería estar trabajando horas de más, yo debería de haber buscando un trabajo para ayudarla.

—Mack, este no es momento para estar buscando a culpables. Tienes que estar bien para cuando te dejen verla, ¿es que acaso quieres verla en este estado?

—No —musité.

—Eso pensé.

Me volví a sentar a su lado.

Al cabo de unos minutos mis párpados comenzaron a sentirse pesados y ponía de toda mi fuerza de voluntad para no dormirme. No era la única, todos parecían estar cansados y él único que se había quedado dormido era Connnor. Estaba en una postura de lo más incómoda, pero nadie lo despertó para que se acomodara, y es que así era mejor. Si él estaba dormido, no pensaría tanto como todos nosotros. Se iba a poder olvidar de esto por unas horas.

Le envidiaba.

Más tarde Alex había comprado café para todos, y lo cuál agradecí bastante. Me ayudo para que mi sueño se fuese.

—¿Quieres mi sudadera? —ofreció.

—¿Y con que te cubrirás tú?

—En mi auto tengo otra.

—Bien.

Alex me ayudo a ponérmela, y después se fue por una a su auto. Me pasé el gorro de ella por la cabeza y seguí bebiendo de mi café y con la espera de que alguien saliera para darnos alguna noticia. Al parecer, las suplicas por fin habían sido escuchadas. Porque minutos más tarde un doctor con una bata blanca salió de el área de urgencias.

—¿Familia Davis? —preguntó.

Con una rapidez sorprendente Bree y yo nos acercamos.

—Aquí estamos.

Él nos observó con lastima e hizo una mueca.

—Me temo que lo que van a escuchar no les gustará.

Sentí un mareo y una mano me tuvo que sostener.

Alex o Leo.

No sabía quién había sido, y en esos momentos no me importaba en lo más mínimo. Mi madre era primero.

—Solo díganos, por favor —pidió Bree.

Mis oídos dejaron de escuchar después de que el doctor dijese lo que le había pasado a mi mamá. Fue como si el ruido hubiese sido adsorbido y no me dejará escucharlo.

Mi corazón no podía soportar tanto.

🏀📖
Recuerden nunca minimizar el
trauma o problemas de una persona.

Todos reaccionamos y sanamos de formas distintas.

Capítulo editado. ✔️

Continue Reading

You'll Also Like

3.5K 691 17
Él sólo fue un chico roto más que se ahogó en su propia amargura. Ella lo amó, pero también lo odió.
343K 23.6K 40
Tras mudarse a un pueblo misterioso, Aerith se verá obligada a elegir entre un vampiro que grita peligro y un chico que oculta un secreto. ...
4.2K 335 43
sinopsis Hace mucho tiempo existió una aldea de vampiros y otras dos aldeas de hechiceros del bien y del mal desde ase tiempo eran batallas sobre...
5.2K 577 33
Junto con la muerte de su mejor amigo y la obligación de convertirse en una bailarina de ballet profesional, Sabrina tendrá que enfrentar un nuevo es...