Esto no es un cliché, ¿o sí?

By allierngll

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Luego de que su crush la golpeara por accidente sus vidas se mezclarán irremediablemente y ella descubrirá qu... More

Prólogo
1. La víctima
2. El castigo
3. El beso
4. La fiesta
5. El cretino
6. La salida
7. El deseo
8. El diario
9. La pregunta
10. El acercamiento
12. El rumor
13. El partido
14. La plática
15. El plan
16. El paseo
17. La cosa
18. La revelación
19. El tiempo
20. La reconciliación
21. El viaje
22. El lago
23. La fogata
24. El mensaje
25. El cuidado
26. El espacio
27. La esperanza
28. La familia
29. La despedida
30. El despertar
Epílogo
Nota Final
1. Extra
2. Extra
3. Extra

11. La excepción

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By allierngll

Capítulo Once

La excepción

Intenté concentrarme durante las primeras clases del día, aunque me era imposible hacerlo, y es que había tres muy buenas razones para no hacerlo. La primera era que tenía muchísima hambre y mi estómago no dejaba de hacer ruidos extraños. La segunda es que no dejaba de pensar en qué le podía decir a Shelley en la hora del almuerzo. Lo sé, estoy igual de sorprendida que ustedes.

Me postulé de cupido cuando ni siquiera puedo flechar al chico que quiero para mí. La vida en ocasiones no suele ser muy justa, pero en esta ocasión no la culparé del todo.

Nos está dando una buena oportunidad, el problema aquí somos nosotros, en que ninguno de los dos da el paso para poder avanzar. Maldita cobardía y maldito Alex por no ser lo suficientemente rápido para haberme besado esa noche.

Cuando llegó la hora del almuerzo y la campanada se hizo presente. Estuve tentada a gritar de la emoción, pero sabía que la mayoría me hubiese visto raro. Tomé mis cosas antes de emprender camino hacia mi casillero y poderlas ir a guardar. Leo salió primero que yo, esta vez no íbamos a comer juntos, no era una buena idea hablar con Shelley cuando él estuviese presente. Sería bastante incómodo.

Lo que menos quiero hacer es espantar a la pobre chica.

Guardé mis cosas y me di la vuelta.

Mi corazón se aceleró al instante que esos ojos verdosos se encontraron con los míos. La primera reacción que tuve fue sonreírle, ¿quieren saber cuál fue mi sorpresa? Él no me la devolvió en lo absoluto. Su mirada fue fría y cargada de indiferencia, pero ¿saben que me dolió más que eso? La odiosa de Kelsey iba colgada de su brazo como sanguijuela y una enorme sonrisa en sus labios.

La detestaba.

Sentí una presión horrible en mi pecho e intenté borrar esa sensación. No podía dejar que viera cuánto me afectaba cuando estaba con ella, sé perfectamente que solo son amigos, pero eso no me hace sentir mejor.

Me alejé lo más rápido que pude.

Al parecer solo yo sentía estas sensaciones, solo a mí se me aceleraba el corazón cuando lo miraba, solo a mí se me hacía escaso el oxígeno para respirar cuando él estaba cerca, solo a mí me hacían ilusión lo que parecieron ser coqueteos de su parte. Me dejé enredar en una maraña de mentiras. En verdad llegué a creer que estábamos en la misma sintonía. Una parte de mí ya sé lo esperaba, esa que dudaba todo el tiempo de que en verdad esto era real.

¿Cuándo dejaré de ser tan ingenua?

Solo había algo que no entendía, era ese tipo de sensación de que algo no estaba bien. Alex no podía estar actuando de esta manera. No después de lo que me había dicho dentro de su auto, en verdad creí que íbamos a descubrir esto los dos juntos. Me negaba a creer que solo lo había dicho para ilusionarme y que al día siguiente iba a fingir que yo no existía. No podía ser tan cruel conmigo, ¿tan poco le importaba? ¿Así de insignificante soy para él?

Tengo que dejar de tener altas expectativas hacia las personas que me rodean. Solo si quiero evitar que me sigan defraudando y lastimando en el proceso.

Era mejor así.

Tomé un respiro profundo y me encaminé a la cafetería.

Tenía que continuar con el plan de cupido, sabía que mi corazón podía esperar un poco más. En casa le podría dar los cuidados que necesitaba. Mi mejor amigo era primero.

Me acerqué a la mesa dónde estaba Shelley.

—Hola, ¿me puedo sentar aquí? —le pregunté con una sonrisa de oreja a oreja.

Ella estaba sola, y dudé de si preguntarle si tenía amigas que almorzaran con ella, pero no quería hacerla sentir incómoda. No pude evitar sentir una punzada en mi pecho al imaginarme la respuesta. Ella nos necesitaba más que nunca, no creo que alguien como ella merezca estar sola.

Mejor dicho, nadie lo merece.

Una sonrisa tímida surcó sus labios.

—Claro que sí —aceptó.

—Gracias.

—¿Hoy no comerás con Leo? —ella lo buscó con la mirada y cuando lo encontró. La confusión no tardó en verse reflejada en su rostro. Todos los que nos conocían sabían que siempre comemos juntos.

—Por esta ocasión no lo haré, no es que estemos peleados. Es solo que quería saber que se sentía almorzar con alguien más y después me acordé que en la mañana lo fuiste a visitar. No sabía que eran así de unidos.

—Si te soy sincera, no lo somos —sus ojos viajaron a él y después se encontraron con los míos—. Él suele ser algo intenso y persistente. No te mentiré al decirte que eso ocasiona que quiera evitarlo la mayor parte del tiempo. Pero esta mañana en verdad me preocupo de que se hubiese lastimado y me quise asegurar que estuviese bien.

Asentí.

—Eso fue muy lindo de tu parte.

—No quiero que lo malinterpretes, solo fue porque somos compañeros —intentó excusarse.

Sonreí con picardía.

—Nunca dije lo contrario.

Si quería acercarlos tenía que ser lo más natural posible, no podía tirarle todo de un solo e iba a tener que ser poco a poco, ser su amiga y ganarme su cariño. Aunque eso no me iba a costar nada, se ve que Shelley es una buena chica y supo poner a Leo en su lugar cuando intentó pasarse de listo aquel día. Eso es algo que me alegraba, por fin alguien podrá controlar a esa fiera de ojos azules.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me había percatado que no había dejado de mover el cubierto contra mi plato de comida. El cual no había probado desde que me senté. No lo entendía, se supone que me estaba muriendo de hambre. Aunque para ser sincera no paraba de recrear la escena que había visto en el pasillo.

No sabía que podía ser tan celosa.

—¿Te encuentras bien? No has probado tu comida —la voz de Shelley destilaba preocupación genuina.

—No es nada importante, solo simples tonterías a las cuales no debería darles demasiada importancia.

Ella ladeó su cabeza, intentando entender mis palabras.

—Yo creo que sí fueran tonterías, no estarías de esta forma, ¿es por Alex? —indagó.

»Disculpa, no debí haberte preguntado eso, es algo que no es de mi incumbencia.

—No, no te preocupes —negué con mi cabeza. La verdad esto podría servir para conocernos mejor y tal vez hablar de ello haga que no me sienta tan mal por dentro.

—¿Me quieres contar de ello?

Intenté resumirle todo lo que había pasado de principio a fin. Me reservé algunas cosas, no por falta de confianza, solo creo que algunas cosas nos las debemos de guardar para nosotros. Más allá del significado, es bueno tener recuerdos solo para nosotros, no es malo ser egoístas de vez en cuando. Shelley tenía sus ojos sumamente abiertos y una sonrisa nerviosa en sus finos labios.

—No conocía esa parte de Alex —admitió

—Dímelo a mí, ahora no entiendo lo que está pasando, se supone que íbamos a ver que sucedía entre los dos, pero ¿cómo lo haré cuando él finge no verme y se pasea en la escuela con ella colgando de su brazo?

—Está mañana los vi juntos —dice como si recordara algo y después comenzó a sentir con la cabeza.

Mi entrecejo se unió.

—¿En serio? ¿Dónde los viste?

—Cuando Leo se cayó, ambos estaban a unos cuantos pasos de ustedes, pero creo que nos los viste porque les estabas dando la espalda.

Si Alex había estado ahí, ¿por qué no me saludo? Mejor dicho, ¿por qué no me ofreció su ayuda para llevar a Leo? Dejando a un lado que no sean amigos, él es parte de su equipo de básquetbol, ¿no deberían cuidarse entre ellos?

—¿Vieron todo lo qué pasó? —indagué.

—Sí, es lo que te acabo de decir.

—¿Qué más notaste? —pregunté nerviosa.

Se llevó la mano a su barbilla para recargarla.

—Pues, no mucho la verdad, ella parecía estarle diciendo algo en el oído y él se miraba un poco, ¿decepcionado? Sí, creo que esa era su expresión.

Todo comenzó a girar a mi alrededor.

—¿Qué más? Vamos, Shelley —la animé para que continuara. Estaba segura de que algo más estaba pasando aquí—. Necesito saber qué más viste, por favor.

Sus ojos brillaron y me asintió.

—Deja ver que más recuerdo —se quedó pensando unos breves momentos, buscando algo en su cabeza que me pudiese servir—. Ella se fue primero, y él se quedó observándolos un poco más de tiempo. La verdad se le miraba mal, era como si no pudiese creer lo que miraba.

»Aunque no tienes que creerme, es lo que yo alcance a percibir, bien me podría estar equivocando y no sea nada de lo que estoy diciendo —aclaró.

Negué con mis manos.

—Tranquila, me has sido de mucha ayuda.

Creo que comenzaba a entender qué es lo que había pasado para que Alex cambiara de actitud. Al haber escuchado a Shelley ahora podía estar segura sobre una cosa. Kelsey sí había tenido que ver con esto, y la escena de la mañana solo había sido un empujón para tener a Alex solo para ella. Lo que ella no sabía era que yo no me iba a rendir tan fácil, estaba muy equivocada si creía que le dejaría el camino libre con Alex. Estoy consciente de que él es mucho para una chica tan superficial como Kelsey.

—Lamento si soy una pesada, pero ¿no sabes si vio cuando le di un beso en la nariz a Leo?

Ella se quedó pensando.

Me decidí a comer, no podía querer que este día terminará bien si no comía, cuando no lo hago suelo ponerme de mal humor y quererle arrancar la cabeza a medio mundo. El estómago vacío es el peor enemigo del ser humano y de cualquier animal en el mundo. No es aconsejable.

—No sabría decirte, la verdad yo no me quedé tanto tiempo, me fui antes de que eso pasará.

Le di un trago a mi jugo de frutos rojos, y después lamí el residuo que había quedado en mis labios.

—Entiendo, te agradezco el haberme contado.

Shelley me había ayudado como no tenía idea, me hubiese hechos líos la cabeza en intentar adivinar qué es lo que había causado esta distancia de Alex. Siempre ha sido distante, pero esta vez era diferente, en todo este tiempo no me había visto de esa forma tan fría.

—No agradezcas, entonces ¿harás algo respecto?

—Sí, ahorita no porque no quiero hacer una escena en la cafetería, me esperaré a la hora de salida para hablar con él.

—Me parece muy inteligente de tu parte —afirmó.

—Deja que sea inteligente, para mí la hora de la comida es algo sagrado y no cambiaré eso por la inmadurez de una chica que necesita hacer de las suyas para obtener lo que quiere.

Estrecho sus cejas.

—¿Lo dices por Kelsey?

—Sí.

—Pues, la verdad no me sorprende, todos en la escuela sabemos que tiene una obsesión nada sana con Alex.

Suspiré con fuerza.

—Me pregunto si él lo sabrá.

—Tendría que estar ciego para no darse cuenta —suelta una risa encantadora—. Estoy segura de que no debe soportarla la mayor parte del tiempo y solo lo hace por costumbre o compromiso.

Me giré discretamente para ver a su mesa.

Todos estaban platicando, las porristas sumergidas en su mundo y los amigos de Alex estaban riéndose. Todo se detuvo cuando lo vi a él en silencio y viendo su comida, ¿estaba así por mí? Si como no, eso sería casi imposible, ¡es Alex! Ese chico no se pone mal por una chica, algo más debe estarle pasando. Eso sería más creíble.

Él me pilló viéndole, y en otra ocasión me hubiese volteado apenada para evitar el peso de su mirada, pero esta vez se la sostuve y me dejé envolver en ella, en ese bosque verdoso que se escondía detrás de sus ojos, en los cuales se reflejaba dolor, tristeza e inseguridad. Todo lo contrario a lo que aparentaba con el resto de sus amigos.

¿Cómo es que nadie lo notaba?

Están tan sumergidos en su mundo de fantasía que no se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor. De que su amigo pide ayuda a gritos y que ninguno de ellos lo escucha en lo absoluto. También puede ser que me estoy equivocando y estoy dándole rienda suelta a mi imaginación, creando historias que no son ciertas y él está completamente bien.

Al menos, eso es lo que quería creer.

—Solo espero que él se encuentre bien —susurré.

—¿Te gusta mucho, verdad?

Rompí la conexión de nuestras miradas.

—Más de lo que me gustaría —comencé a acomodar las cosas para levantarme de la mesa—. Ese es el punto, ¿sabes? Me es difícil poder controlar la atracción que siento hacia su persona, pero no puedo reprenderme por algo que yo no decidí. No está en mis manos poder hacer algo para borrarla, ya que lo único que hace es crecer con el tiempo y aferrarse más a mí.

Como diría la gran Selena Gómez:

El corazón quiere lo que quiere...

—Lo siento, Mack —una sonrisa triste brotó de sus labios.

Me levanté de la mesa y me giré con la intención de ir a tirar mi basura y salir de la cafetería. Me volteé un poco para verla por sobre mi hombro y le dije con nostalgia.

—Yo también, no se lo deseo a nadie.

(...)

La lluvia no se había detenido en ningún momento durante lo que llevaba el día. Me quedé parada en la entrada de la escuela para esperar a que saliera. Mis ojos seguían a cada estudiante que salía para no dejar que se me escapará. Vaya, sí que podía ser acosadora cuando me lo proponía. Nunca los podría engañar, no a ustedes, mis nervios estaban a flor de piel, pero no podía dejar las cosas así, esta vez tenía que ser yo quien lo buscara e intentaría arreglar las cosas. Volver a lo que teníamos ayer en la noche, si es que había algo que recuperar.

Me quedé de piedra cuando escuché su voz.

Sabía que no tardaba en pasar con sus amigos, y ese iba a ser el momento perfecto para interceptarlo. Cuando él hizo lo que estaba esperando que hiciera, no hice absolutamente nada de lo que dije, todo fue más rápido de lo que creí. Alex había pasado a mi lado como si no me hubiese visto y se siguió de largo con sus amigos. No supe que hacer en ese momento, le vi irse hacía el estacionamiento y mis pies estaban pegados al suelo, sin hacer nada al respecto mientras lo miraba alejarse de mí.

No solo hipotéticamente sino que también literalmente.

Me abofeteé mentalmente y me obligué a seguirlo.

En este preciso momento no me importaba mojarme ni mucho menos quedar en ridículo frente a él o sus amigos.

Me faltaban unos diez pasos para alcanzarlo, así que hice lo único que se me ocurrió hacer, como la persona loca e inmadura que solía ser. Sin mencionar que también tengo un gran porcentaje de dramatismo corriendo por mis venas.

Anótalo, Mario Hugo.

Me llevé ambas manos alrededor de mi boca.

—¡Alex! —grité con todas mis fuerzas—. ¡Alex, espera!

Él y sus amigos se voltearon.

—¿Qué quieres? —preguntó con fastidio.

—Necesito que hablemos.

Alex pareció sopesar sus opciones.

—No tenemos nada de que hablar —le dio una rápida mirada a sus amigos. No iba a dejar que se fuera hasta que hablara conmigo—. Vete a casa, Mack.

Caminé un poco más.

—No, no me iré hasta que hablemos.

Uno de sus amigos le habló.

—¡Alex, tenemos que irnos! No vamos a estar aquí mojándonos mientras chismorreas como vieja.

Clavé mis ojos en él.

¡Ahg, que chico tan más odioso!

Alex pellizcó el puente de su nariz, y su molestia en estos momentos era más que evidente. Solo que no sé si es con su amigo o conmigo, aunque bien podría ser con los dos.

—Adelántese, en un rato los alcanzó —les aviso mientras clavaba sus orbes verdes y cristalinos sobre mí.

Hubiese sonreído si no me sintiera tan incómoda.

—Gracias por aceptar hablar conmigo.

—¿Tengo otra opción? —soltó.

—Te prometo que será rápido —intenté ignorar que nos estábamos mojando y que posiblemente lo único que iba a conseguir con todo esto era un buen resfriado y una dolorosa inyección. Ojalá esto valiera la pena.

Volcó los ojos.

—Lo dudo, ya estarías hablando.

—Bueno, pero también tienes que cooperar, ya que con tu actitud no llegáremos a ningún lugar.

—Yo puedo tener la actitud que yo quiera, ¿ok?

Suspiré con fastidio.

—Cómo tú prefieras —deseché su negatividad y decidí comenzase a explicarme—, sé que esta mañana me viste con Leo en el pasillo, y no sé qué fue lo que viste, pero quiero decirte que no es lo que piensas. Lo tiré por accidente y después lo tuve que llevar a la enfermería para que lo revisaran.

Enarcó una sus cejas y fingió desinterés.

—¿Me estás contando todo esto por...?

Tragué grueso.

—No soy idiota, sé que estás molesto conmigo por alguna extraña razón, y creí qué tal vez había sido por eso. Ayer en la noche estábamos bien, no entiendo tu actitud de hoy.

—No tienes que entender nada —pasó su dedo pulgar por una de sus cejas para quitar unas gotas de lluvia que planeaban deslizarse hasta su ojo—. Simplemente, me aburrí de todo este jueguito que tenía contigo.

Sentí un dolor en mi pecho al escucharlo.

—Estás mintiendo —intenté que mi voz saliera segura, sin embargo, no lo logré. Le rogaba al cielo no llorar frente a él, pero si seguía diciéndome ese tipo de cosas, sé que no sería tan fuerte como para no evitarlo.

—¿Por qué lo haría? —soltó una risa—. ¿No me digas que en verdad pensaste que sentía atracción por ti? Vamos, Mack, pensé que eras más lista.

Cerré mis ojos y los apreté con fuerza.

—No lo dices en serio.

Los abrí y sus ojos me hablaron.

En ellos no vi nada de lo que me estaba diciendo.

—¿Quieres que te lo repita con palabras que entiendas?

—No, no quiero.

—No me interesas, nunca me interesaste —pronunció cada palabra con énfasis y con algo de desprecio.

¿Por qué me estaba diciendo todo esto?

—¿Me quieres alejar de ti? ¿Es eso lo que estás haciendo?

Me dio una sonrisa amarga.

—No puedes alejar algo que nunca fue tuyo.

Di un paso hacia atrás.

—Tienes razón —comencé a sentir el peso de las gotas de agua, es como si me hubiese hecho más pequeña, como si no pudiese defenderme. No tenía las fuerzas para hacerlo.

Una parte de mí quería creer que todo esto lo estaba haciendo para alejarme. Pero había otra que me decía que todo había sido uno de sus muchos pasatiempos, el cual tenía una fecha de expiración y ese día había sido hoy.

—Espero que te quede claro y no me vuelvas a molestar.

Esa fue la gota que rebasó el vaso.

—No merezco que me estés hablando así —susurré.

La primera lágrima cayó y la sentí deslizarse en mi rostro ya húmedo a causa de la lluvia. Sentí el sabor salado en mis labios. No sabía que una lágrima podía ser tan frágil, pero doler como cuando te estrellas contra el suelo de una caída libre. El dolor que sientes es abrumador.

Me negaba a dejar las cosas de esta forma. No iba a dejar que me hablara así y mucho menos dejar que tuviese una idea errónea de mí. Tenía boca y la iba a utilizar.

—No lo haré —le respondí con el nudo asentándose en mi garganta y acercándome más a él—, solo quiero que sepas que lo que sea que Kelsey te haya dicho es mentira, yo no tengo nada que ver con Leonardo. Él es como mi hermano, siempre ha estado en mis peores y mejores momentos. Leo ha sido un gran apoyo para mí cuando me deprimo a causa de la muerte de mi padre y de lo sola que luego me siento con su partida.

»No pienso darte mil razones para que me creas, ya que yo no te pido ninguna de lo que tú sueles hacer, debes tener tus razones para desconfiar tanto de la gente. Solo que ese no es mi problema, Alex. No puedo desgastarme buscando formas para que confíes en mí. Ni siquiera somos una pareja para que me estés celando. También se supone que íbamos a ver dónde llegaba todo esto, pero de la nada quieres me aleje de ti y comienzas a decirme cosas hirientes.

»Porque sí, me lastimaron todas las palabras que me dijiste, y no me avergüenza hacértelo saber. No me queda nada que perder, ya que me estás pidiendo que me aleje de ti. Así que también quiero que sepas que no tenía planeado exigirte más de lo que estabas dispuesto a darme, porque soy lo suficientemente compresiva para saber que si me querías dar más de ti, era porque así tú lo querías, no porque yo te lo pidiera. Las cosas así no funcionan.

Me limpié las lágrimas y tomé un largo suspiro.

—Mack... —intentó hablar, pero lo corté al instante.

—Espera, aún no terminó —solté con molestia, no pensaba irme de aquí hasta decirle todo—. Me gustas, Alex, siempre me has gustado, desde el primer momento en que te conocí, y desde entonces me he privado de todo contacto contigo por el temor al rechazo. Eres el único chico que me ha hecho sentir de esta forma, desde entonces no he tenido ojos para nadie más y me he tenido que aguantar el verte con todas esas chicas y el entender que yo nunca podría tener esa oportunidad contigo. Sin mencionar que a mí no me ves haciéndote escenas de celos.

Listo, se lo acaba de decir todo.

Sé que me había arriesgado demasiado, pero debo decirles que no me arrepiento de haberlo hecho. Mi corazón se siente en paz y eso es lo que importa, no me apenaba haberme expuesto a él de esta manera. Sinceramente, nunca me dijo que buscaba algo en mí, yo solita fui la que me ilusionaba con el simple hecho de tenerlo cerca de mí.

Sus ojos estaban realmente abiertos.

—Listo, ya puedes hablar.

—Creí que me detestabas —susurró.

Me crucé de brazos.

—En estos momentos lo hago.

—No tenía idea de nada eso, la verdad es que no me esperaba ni la mitad de todo lo que me acabas de decir.

—Eso es más que evidente —espeté.

—Mack, no te quieras engañar, la verdad es que tú no quieres estar conmigo, ni siquiera me conoces —soltó una risa seca y negó con la cabeza—. Joder, ni siquiera yo sé quién soy, la mayor parte del tiempo estoy tan sumergido en mis cosas que no me importa nadie más. Así que deberás entender cuando te digo que no puedo darte lo que estás buscando. Lo lamento.

—¿Cómo sabes que no puedes hacerlo si ni siquiera lo has intentado? Te estás dando por vencido antes de iniciar la carrera, ¿acaso eso es lógico para ti?

Forzó una triste sonrisa en sus labios.

—Yo no soy lo que tú quieres, nunca lo seré.

—No te estoy pidiendo que seas alguien más —aclaré.

—¿Entonces qué es lo que quieres de mí?

Mi fragilidad estaba colgando de un hilo y sabía que me estaba arriesgando a que me rechazara nuevamente.

—Me dijiste que no sabes quién eres, entonces déjame ayudar a encontrarte.

Sus ojos brillaban.

—Mack, la razón por la que te dije todo eso hace unos momentos, es por dos razones —explicó con vergüenza en su voz y su mirada triste—. La primera es que me di cuenta de que los desastres como yo, nunca permanecen con personas como tú. La segunda es un poco más tonta e infantil que la primera, y es que tenías razón sobre Kelsey, ella me dijo algunas cosas sobre ti. Sin mencionar que te vi besándolo y eso me desconcertó mucho. No fue tanto por los celosos que sentí, fue por el hecho de saber que me habías mentido, las mentiras es algo que no soporto, toda mi vida he vivido con ellas y tú eras la primera persona que creía diferente al resto y el sentir que también me habías mentido hizo que me sintiera realmente mal.

Me acerqué más a él.

No sé quién ha hecho que Alex se sienta de esta forma, pero estoy cuestionándome en irle a romper la cara.

—Yo no lo bese, no en la forma que crees, le di un pequeño beso en el puente de su nariz, de una forma amistosa. No digas que una persona como tú no puede estar con alguien como yo. También estoy luchando contra diferentes cosas y estoy descubriendo quién soy y a dónde quiero llegar. Es algo que nos pasa a todos a nuestra edad, de eso se trata la vida, de encontrarnos a nosotros mismos.

Solo pude notar vergüenza en sus ojos.

—No sabes cuánto siento el haberte dicho todo eso.

Asentí.

—Solo no me vuelvas a decir cosas como esas —temblé por un momento al recordar que estábamos bajo la lluvia—. Si tu intención era alejarme de tu lado, solo me lo hubieses pedido y no habría sido necesario decirme todas esas cosas tan feas.

Le hice un puchero y él se burló.

—Eres demasiado obstinada y no te habrías dado por vencida tan fácil.

Sonreí.

—Eso es cierto —admití.

—¿Así que te gustó desde hace mucho tiempo? —sentí mi corazón acelerarse. El enojo no me había dejado sentirme apenada por haberme declarado a Alex.

—Efectivamente.

Carraspeó la garganta y se preparó para hablar.

—Nunca me había percatado que era una persona masoquista, no hasta que decidiste empezar a tratarme como si fuese peor que la basura. Ninguna chica me había hablado como tú, en ciertos momentos llegué a dudar sobre si te sentías atraída hacia mí, y esa era tu forma de demostrarlo o de verdad te desagradaba. La verdad es que desprendías muchísima seguridad y eso me intimidaba.

—¿Seguridad? Joder, haces que me tiemblen las piernas como una maldita gelatina —solté en una risa nerviosa.

Alex comenzó a reírse.

—Me encanta que seas tan divertida —admitió.

—¿Gracias? —reí.

—¿Te puedo confesar algo?

Me perdí en su mirada.

—Claro.

—Creo que eres una de las chicas más raras y estresantes que he conocido en mi vida y por alguna extraña razón eso solo hace que me gustes cada día más.

Mi corazón brincó de la emoción, y un suspiro se escapó de mis labios entreabiertos. Una cosa era saber que le gustaba y otra muy diferente escucharlo salir de su boca.

—¿Te parezco alguien estresante? —pregunté.

Alex esbozó una sonrisa soñadora.

—Lo eres —confesó—. No te preocupes, yo también puedo llegar a serlo en múltiples ocasiones. Aun así, me tienes como loco pensando en ti y buscando la forma de hacerte enojar para poder ver cómo frunces tus labios.

»Tus rabietas suelen ser muy tiernas, y también creo que eres una chica muy hermosa. No entiendo cómo no habíamos hablado antes del accidente con el balón.

Me quedé quieta escuchando sus palabras.

Él realmente sabía qué decirle a una chica para dejarla completamente callada y con el corazón derretido. Nunca me cansaré de decir que este chico de ojos verdes me tenía flechada.

¿Sería muy tonto si intentó besarlo en estos momentos?

Acabábamos de pelearnos, pero también habíamos aceptado la atracción que existía entre ambos.

No lo pensé dos veces.

Me acerqué y contemplé sus iris verdes.

Mis manos emprendieron un viaje, y subieron por su pecho buscando llegar hasta su nuca. Me aferré a él y lo atraje hacia mí. Alex se detuvo antes poder hacer algo.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —noté la confusión en su voz y el deseo en sus ojos.

Sentí su respiración chocar con mis labios.

—Lo que debí de haber hecho hace mucho tiempo —confesé.

Me acerqué para unir nuestros labios, los míos se movían con timidez y con miedo a hacer algo mal. Alex pareció gratamente sorprendido y de no ser porque en verdad estaba deseando besarlo, me sentiría avergonzada de estar haciendo algo que no tenía ni la menor idea de cómo era.

Él decidió no seguir perdiendo más tiempo y posicionó una de sus manos en mi cintura y la otra en una de mis mejillas. Al sentir su toque en ambas partes mis labios sintieron esa seguridad que necesitaban. El sabor de sus labios húmedos me estaba provocando una sensación de mareo, y mi corazón peleaba por salirse de mi pecho.

Las gotas de lluvia no dejaban de caer sobre nuestros rostros. Sin embargo, en estos momentos eso era lo que menos nos interesaba. Me separé un momento para recuperar el aliento que se comenzaba a hacer escaso.

Mis ojos se encontraron con los suyos, y me pude percatar de la forma tan dulce en la que me envolvían, era como si fuese un tierno arrullo y en ese momento me sentí la persona más especial del planeta tierra. Ahora entendía por qué todas las personas solían besarse todo el tiempo, si en verdad esto es lo que se siente besar a la persona que te gusta, al parecer me había estado perdiendo de mucho en todo este tiempo. Alex notó que mi respiración ya se encontraba en un mejor estado y sin dudarlo se acercó nuevamente a mí, en esta ocasión tomando el mando y haciendo ladear mi cabeza al lado derecho. Algo me decía que no iba a ser un beso suave y tierno como el anterior.

Nuestros labios se movían al compás, deleitándonos de la sensación de roces y presión que ejercían nuestras bocas.

Cuanto más me estrechaba contra él, más aleteaban las malditas mariposas en mi estómago por la emoción. Alex delineo mi labio inferior y poco a poco entreabrió mis labios con los suyos para que nuestras lenguas se encontraran. En ese momento temía equivocarme, pero al intentar seguir su ritmo y dejarme llevar, pude sentir como si un fuego artificial detonara dentro de mi interior.

Mis manos fueron bajando hasta descansar en el centro de su pecho. Eso me hizo ser consiente del fuerte palpitar de su corazón. Pensé que era la única afectada, pero al ver que no era así, sentí más seguridad que nunca, y profundicé el beso. Quería estar más cerca de él.

No quería que me soltara.

Mi cerebro decía que necesitaba oxígeno, pero mi corazón quería guardar este momento para siempre. No importaba que no tuviese el mismo valor para él que lo tenía para mí. Este recuerdo sería mío y nadie me lo iba a arrebatar.

Él detuvo nuestro beso y me detalló con sus ojos verdes oscurecidos y los labios inflamados. A pesar de la lluvia pude notar sus mejillas sonrojadas y una sonrisa que se formaba en sus labios. Sin duda alguna este fue el mejor primer y segundo beso del mundo. Alex me tenía loca.

Un rubor caliente barría mis mejillas.

—Tu corazón está latiendo demasiado rápido —exhalé sin apenas reconocer mi voz.

—El mío no es el único en hacerlo —me acarició la sien con el pulgar, y su áspera voz se había vuelto incluso más profunda—. Creí que los amigos no eran cercanos.

Me encogí de hombros y le sonreí.

—Tú serás la excepción.

Su dedo pulgar trazó mis labios y ese simple acto me hizo abrirlos. Me tenía hipnotizada.

—Hace tiempo que quería besarte —confesó.

—Si se tratase de tiempo, créeme cuando te digo que yo lo deseaba desde hace mucho tiempo atrás.

Alex se acercó y beso la comisura de mis labios.

Cerré mis ojos y suspiré.

—Te llevaré a tu casa, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —sonreí.


🏀📖
Tengo curiosidad,
¿cómo fue su primer beso?
👀

Capítulo editado. ✔️

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