Esto no es un cliché, ¿o sí?

By allierngll

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Luego de que su crush la golpeara por accidente sus vidas se mezclarán irremediablemente y ella descubrirá qu... More

Prólogo
1. La víctima
2. El castigo
3. El beso
4. La fiesta
5. El cretino
6. La salida
7. El deseo
8. El diario
10. El acercamiento
11. La excepción
12. El rumor
13. El partido
14. La plática
15. El plan
16. El paseo
17. La cosa
18. La revelación
19. El tiempo
20. La reconciliación
21. El viaje
22. El lago
23. La fogata
24. El mensaje
25. El cuidado
26. El espacio
27. La esperanza
28. La familia
29. La despedida
30. El despertar
Epílogo
Nota Final
1. Extra
2. Extra
3. Extra

9. La pregunta

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By allierngll

Capítulo Nueve

La pregunta

El día miércoles llegó más rápido de lo que cualquier otro día hubiese llegado. Era como si el universo quisiera que él y yo estuviésemos solos en esa casa.

Vaya suerte la mía.

Al salir de clases Leo se ofreció para llevarme y después irme a recoger. Tuve que rechazar su ofrecimiento, no fue porque no quisiera, solo que existen ocasiones en las que siento que él pareciera un chofer personal y no me gusta esa clase de pensamiento. Está bien que me dé aventones de vez en cuando, pero no quisiera aprovecharme de él.

Ya me había resignado a la idea de irme en autobús, hasta que por alguna extraña razón Alex se ofreció para que nos fueras juntos, después de todo, íbamos al mismo lugar.

Me resultaba un tanto extraño que se estuviese comportando tan amable conmigo. No me estoy quejando, de hecho, creo que me podría acostumbrar a ello.

Sé qué tal vez se estén preguntando:

¿A qué viene todo esto?

Es para que puedan entender la situación en la que me encuentro en este momento. Mi pequeño cuerpo está sentado en el asiento copiloto de su auto. El aroma era delicioso, era una combinación de su loción y el olor que suelta el bosque después de haber llovido. Tal vez solo son ideas mías, no puedo hacer nada, ya que ese es el olor que sienten mis fosas nasales. Exquisito.

Tengo la mochila en mi regazo y envuelta en mis brazos para después dejar que mi barbilla se recargue en ella.

No he dicho ninguna palabra, mi mente está más concentrada intentando comprender que todo esto en verdad está pasando.

Durante meses observé desde lejos como chicas subían a su auto incluyendo a la odiosa de Kelsey. Sé que esto es totalmente diferente, y no porque esté asegurando nada, sino porque la situación lo amerita, con la diferencia de que no me siento mal. Siempre he sabido cuál es mi lugar en la cadena alimenticia escolar y no tengo ningún problema con ello. Cuando creces siendo invisible antes los ojos de las personas que te rodean aprendes a resignarte en que el resto de tu vida será así. No intentas aspirar a más, solo aceptas lo que te tocó. Es la ley de la vida.

Solté un profundo suspiro.

—¿Quieres poner un poco de música? —preguntó sin despegar sus ojos del camino.

No estaba aburrida, solo un poco abrumada por mi vida.

—¿Estás seguro? No quiero incomodarte.

—Adelante —sonríe, y comienzo a sacar mi celular de una de las bolsitas de mi mochila—. Estoy seguro de que tu gusto musical no debe ser tan malo.

—No lo es —aseguré.

La mayoría hubiese puesto una canción cualquiera sin ninguna intención. Pero teniendo en cuenta que no soy como los demás, yo si iba a aprovechar mi oportunidad.

Me decidí por Your love de la banda The Outfield.

Si Alex no entendía las indirectas es porque de verdad era un completo tonto. No se equivoquen, eso es algo que la verdad no me importa, al final del día todos lo somos.

Así que podíamos ser tontos juntos.

Me dediqué a cantar la canción en mi cabeza y mis ojos viajaban de vez cuando para observarlo. No quería ser tan obvia y babear sobre todo el auto. Pero es que esa chaqueta de color anaranjada hace un perfecto contraste con el color de su piel. Mack, tienes que controlar estas condenadas hormonas.

—Interesante elección musical —dice con una sonrisa.

Me hice la loca jugando con el cierre de mi mochila.

—A mí encanta, ¿tú ya la conocías?

—No, la verdad es que no, pero me está gustando.

—¿Lo-Lo dices en serio?

—Sí.

Sonreí triunfante.

—Es bueno saberlo.

El resto del camino seguimos escuchando música y él buscaba la manera de mantener una buena conversación.

(...)

Al llegar dijo que me pusiera cómoda.

Mi mente sana como manzana me decía que solo me sentará en unos de los sofás y la parte mala como banana me decía que lo esperara en ropa interior. Esperen, ¿qué ropa interior traía puesta? La verdad que no recordaba, solo esperaba no traer algo vergonzoso. Rayos, ¿qué me está pasando el día de hoy? Se supone que nada más vine por una entrevista y ya estoy pensando en otras cosas.

Además, todos aquí sabemos que no soy tan atrevida como para irme por la segunda opción.

Solté una ridícula y pequeña risa.

—¿Quieres algo de tomar? —su voz me alejó de mis indebidos pensamientos.

—Sí, por favor.

—¿Alguna que tengas en mente? En esta casa suelen tener de todo un poco.

Él siendo amable es algo que debería pasar a la historia. Todavía recuerdo esa vez en la piscina cuando me dijo que su comportamiento era así, que no estaba actuando, solo que algo me dice que eso no es cierto, no parece ser el mismo chico que es ahora. Tal vez solo es un muro que ha creado para que nadie se acerque lo suficiente como para conocerlo de verdad.

—¿Mack? —movió su mano frente a mi cara—. Te me quedaste viendo fijamente, ¿todo en orden?

Mis mejillas se incendiaron de la vergüenza.

—No es que te haya estado viendo, es que mi mente suele ponerse a divagar sin mi permiso, no importa dónde o con quien esté, solo lo hace. Así que no te sientas especial.

Esbozó una media sonrisa.

—Carajo, tú si que sabes golpear el ego de un chico.

—Eso es bueno, tanto ego es perjudicial para la salud.

—¿Ah, sí? —enarcó ambas cejas—. ¿Quién lo dice?

—Yo lo digo.

—¿Eso es suficiente para que lo crea?

—Así es.

Se burló.

—Bien.

—¿Bien? ¿No dirás algo más?

—¿Qué quieres que diga? —preguntó.

—No lo sé, te comportas extraño.

—Intentar ser bueno contigo no es comportarme extraño.

Abrí y cerré mi boca múltiples veces.

Me había dejado callada.

—¿Ya pensaste en que quieres de tomar?

—Un Dr. Pepper, por favor —pedí con un poco de timidez en mi voz. Tenía que controlarme, si él no buscaba pelear, yo no tenía porqué buscar la manera de que lo hiciera.

—Sí, creo que si hay de esas.

En lo que él iba a la cocina aproveché para sacar las hojas de mi mochila y un lápiz, ya que no quería arriesgarme a hacerlo con pluma y equivocarme. Aunque tenía la ventaja de haber leído las preguntas antes de venir para evitar futuras vergüenzas.

Alex regresó con dos latas en sus manos.

—Ten —ofreció—. ¿Empezamos?

—Sí, claro.

—Te escuchó.

—¿Cuándo empezaste a jugar?

—Empecé a jugar cuando tenía siete años.

No pude evitar sonreír al imaginar a un Alex de esa edad.

—¿Quién te apoyó cuando tenías claro que querías jugar basquetbol? —le pregunté con el lápiz cerca de la respuesta para escribirla conforme él fuera hablando.

—Mi familia, mis amigos y el entrenador.

Asentí con mi cabeza antes de anotar la respuesta.

—¿Tienes alguna manía antes de un partido? —en realidad dudaba que él estuviese nervioso, siempre se le miraba tan seguro y confiado.

No recibí ninguna respuesta.

Intenté de nuevo para ver si lograba que él hablara.

—Si gustas, puedes contarme, no se lo diré a nadie —sé que simplemente no iba a decirme, pero nada perdía con intentarlo—. No lo pondré en la entrevista si no quieres, escribiré lo que te haga sentir más cómodo.

Alex tenía sus ojos en todo menos en mí, al escuchar mis palabras él los dirigió hacia mi. Mi corazón latió rápido.

—Antes no lo necesitaba, ¿sabes? Solo que todo cambió cuando ciertas cosas comenzaron a pasar en casa, ese tipo de cosas que traen cierta inseguridad en todo lo que haces.

Me quedé perpleja.

—¿Qué sucede? —preguntó al verme tan callada.

—Vaya, es que no me lo esperaba.

—¿Pensaste que te iba a responder mal o ignorarte?

—Sí, lo pensé —admití.

—No todo el tiempo soy un pendejo.

—Ya me estoy dando cuenta.

—Aunque no lo parezca, sé reconocer una persona sincera cuando la veo y no siento que seas de esas chicas que se pondrá a esparcir rumores sobre mí.

—Estás en lo cierto, yo nunca haría algo como eso.

—No es como que te haya contado la gran cosa —agregó.

—Eso también es cierto.

Una sonrisa soñadora se escapó de mí.

Me gustaba este Alex.

—Continúa —pidió.

—De acuerdo —acepté—. Si un chico quiere ser un buen tirador, ¿por dónde debería empezar?

—Tirando —se ríe—, cuanto más lo haga, mejor le resultarán los tiros. Randy Knowles decía que horas de práctica podían sustituir a una mala mecánica. Así que si alguien quiere ser un buen tirador que tiré mucho. Con entrenamiento y disciplina se perfecciona la mecánica.

Asentí.

—Entiendo, ¿a ti te tomó mucho tiempo hacerlo?

—Más de lo que espere que fuera, aunque nadie nace sabiendo, sea lo que sea, no importa si es deporte u otra cosa, ¿entiendes?

—Creo que sí —dudé.

—Mira, te explicaré —se volteó para verme desde un ángulo mejor—. No importa que actividad estés realizando, no todo depende del talento, él no puede hacerlo todo —la forma en la que me explicaba como si yo fuese alguien pequeña y no entendiera hacía que mi corazón se comprimiera de ternura—. Una vez leí la entrevista de un jugador en la que él dijo: "Un talento sin compromiso, no llegará a desarrollar lo que en potencia podría llegar a ser y, un talento menor con gran compromiso, puede llegar a alcanzar cotas de rendimiento excelentes."

Mis ojos parpadearon tantas veces que llegué a creer que se me podían desgastar de tanto hacerlo. Si mi boca no se había abierto, era porque eso habría sido vergonzoso. Y, al final, resultó que Alex era más que una cara y un cuerpo celestial. Él en verdad era increíble.

—Es como las personas que escribimos, podremos tener el talento, pero eso no significa que no tengamos que estudiar para mejorar. Todos necesitamos aprender cosas nuevas día con día. Ser mejores en todo lo que hacemos, no ser conformistas. No digo perfección, es sentirnos bien con lo que hacemos, de esa forma se disfruta mejor.

—¿Amas escribir, cierto? —sonrió.

—Lo hago.

—¿Tus padres te apoyan en ello?

—No soy tan cercana a mamá como quisiera.

—¿Y con tu papá?

Sentí un nudo en la garganta y desvié la mirada.

—Él lo sabía y siempre me alentó a seguir mis sueños.

Enarcó una de sus cejas.

—No entiendo, ¿ya no lo hace?

—Es... Él falleció hace tres años.

Noté un poco de vergüenza detrás de sus iris verdes.

—Lo lamentó, Mack —dejó una de sus manos sobre mi pierna y sentí un escalofrío—. No tenía idea.

Intenté ignorar esa sensación.

—Tranquilo, sé que ha pasado un tiempo, pero nunca se termina de superar algo así, ¿entiendes? Son heridas y preguntas que te persiguen, sin saber el por qué las mejores personas se van de nuestro lado y las que no lo merecen están aquí y no valoran la vida que tienen.

Alex asintió lentamente.

—No me quiero imaginar lo que se siente.

—Aún no me acostumbro a su partida —sentí que una lágrima se me quería escapar, así que la tomé con rapidez, no quería comenzar a llorar frente a él—. ¿Te digo algo? Ahora entiendo cuando dicen que una persona cambia tu vida cuando llega y una vez que se va, porque eso fue exactamente lo que sucedió con mi familia, seguimos juntos, pero nada volvió a ser como antes.

Su mandíbula se tensó.

—Conozco perfectamente esa sensación.

Tenía mil preguntas, pero no quería forzarlo, no todas las personas somos igual. Tal vez para mí era fácil platicar de mi vida, pero puede que para él no lo fuera. Mi intención no es hacerlo sentir incómodo, ni que vuelva a levantar sus muros, ya estábamos avanzando lo suficiente como para volver allí de nuevo.

Tenía que cambiar de tema.

Le di un sorbo al Dr. Pepper y me aclaré la garganta.

—Siguiente pregunta, ¿qué le dirías a tu entrenador si está pasando por un mal momento?

—Cuando era un niño mi madre me decía: "La valía de un hombre no se mide por el número de veces que se cae sino por el número de veces que es capaz de levantarse"

—Vaya, tu madre tiene una manera de pensar muy parecida a la mía. Me atrevo a decir que debe ser una mujer realmente maravillosa. No la conozco, pero quien piensa de esa forma, no hay forma que no lo sea.

Alex esbozo una media sonrisa.

—Sí, ella es maravillosa.

Su brazo se estiró para quedar en el respaldo del sofá, y después subir una de sus piernas sobre la otra.

Alex se estaba poniendo cómodo.

¿Qué tenía de malo? En que eso me ponía nerviosa.

—¿Entonces?

—¿Entonces? —repetí con duda.

—Creo que deberíamos tomarnos un descanso.

—¿Para qué o qué? —me alarmé al instante.

Su risa ronca me hizo respirar profundo.

—No sé, ¿pasar el rato? Aún tenemos tiempo.

—Yo no pedí pasar el rato.

—Tú no, pero yo sí.

Alex comenzaba a acortar la distancia y sentí el calor subir desde mi cuello hasta mis ahora sonrojadas mejillas.

Me alejé por inercia.

—Creí haberte dicho que no te acercarás tanto.

—Y yo te dije que los amigos deben ser cercanos.

—No empieces —pedí nerviosa.

—Mack, no le veo algo de malo, ¿tú si?

Sí, lo tenía.

Él me quería dar una pequeña porción, cuando en realidad lo que yo quería era tenerlo por completo, no quería lo que las demás chicas solían recibir de él. Era demasiado codiciosa para atreverme a exigir más de lo que se me podía dar. Era todo o nada.

—No sé cómo te llevas con tus otras amigas, pero conmigo no será igual.

—No sé de qué me estás hablando —sus ojos cayeron en mis labios y los míos en los de él.

¿Dónde está el pinché oxígeno cuando lo necesito?

—Sabes perfectamente de lo que habló.

Nuestros ojos se vieron fijamente.

—No quieres ir por ahí.

—Tienes razón, no quiero.

Me levanté y comencé a guardar las cosas.

—¿Ya te vas? ¿No terminaremos la entrevista?

—Sí, me voy, la podemos terminar por mensaje de texto.

—¿Por qué? Nadie te está corriendo, tú sola estás haciendo una rabieta —se burla.

—No es una rabieta.

Chasqueó la lengua.

—Claro, haré como que te creo.

—Me vale si me crees o no —enarqué una de mis cejas mientras lo miraba por el rabillo de mis ojos y seguía acomodando mis cosas.

—No entiendo tu reacción, es como si yo te dijera que no quiero que me trates igual que a Leonardo.

Me detuve al instante.

—Nunca te trataría como a él —sé que mis palabras se podrían malinterpretar, pero eso era lo de menos, no tenía por qué explicarle al mundo el tipo de conexión que tenemos él y yo—. Mejor dicho, nunca trataría a alguien como lo trató a él. No hay nadie como Leo.

Sus ojos se desviaron hacia otro punto en la casa y noté como su mandíbula se tensaba de la molestia.

—Y dices que no tienen ese tipo de relación.

—No me quedaré a explicarte el tipo de relación que tenemos él y yo porque nunca lo entenderías.

Nada.

No dijo nada.

—Gracias por la entrevista, te haré llegar las demás preguntas por mensaje —me di la vuelta y comencé a caminar a la puerta. Estaba a medio abrir cuando su mano la cerró y quedó por arriba de mi cabeza.

No me giré.

—No entiendo qué es lo que tienen tú y él, solo sé que no me gusta está sensación en el pecho cuando los veo juntos.

Sentí mi corazón latir en su máximo nivel.

—Es una lástima, él y yo siempre estaremos juntos.

No soy idiota, sé que está celoso.

¿Qué? No me vean así, nunca nadie me había celado, déjenme disfrutarlo aunque sea un momento.

Alex me tomó del brazo y me hizo girarme para que lo viera y después arrinconarme contra la pared.

Sus ojos se entrecerraron.

Me estaba examinando detenidamente.

—¿Está pasando algo entre ustedes?

Desvíe la mirada.

—Eso es algo que no es de tu incumbencia.

—Te lo preguntaré una vez más —acercó sus labios a la altura de mi oído, y me susurró—: ¿Tienes algo que ver con Leonardo que no sea solo más que una amistad?

¡Agárrenme que me les desmayo!

Malditas hormonas compórtense.

—Es mi mejor amigo —susurré.

—¿Solo amigos?

—Sí —lo miré con anhelo.

—Es bueno saberlo, ¿y qué hay de mí?

—¿Qué hay con qué?

—No te hagas la tonta porque sé que no lo eres.

—También eres mi amigo.

—¿Segura?

Asentí frenéticamente.

Alex se acercó tanto que pensé que me desmayaría en cualquier momento. Dejó un ardiente y enloquecedor beso en mi cuello y sentí mis piernas fallar. La verdad es que si él no me hubiese tomado de la cintura de seguro yo ya estaría tres metros bajos tierra, pero bien en el fondo, ya saben, con gusanos y todo lo que vive allá abajo.

—¿Sigues pensado en mi como tu amigo?

—Sí —mi voz sonó extraña, ni siquiera la reconocía.

—Bien, significa que tengo que intentarlo de nuevo.

Mis ojos se abrieron.

¿Tenía pensado hacerlo de nuevo?

Solo que está vez, la trayectoria había cambiado, su nuevo objetivo eran mis labios. Las pequeñas Mack's dentro de mi cabeza comenzaron a correr como unas malditas locas.

¿En verdad iba a pasar?

Iba a ser besada por Alex, era lo que siempre había soñado, solo que había un pequeño detalle, algo que antes no había logrado ver por lo embelesada que estoy por él.

No me sentía lista.

Sin importar eso, mis ojos se fueron cerrando por inercia y mis labios entreabriéndose para recibir los suyos. Hasta que escuchamos la puerta abrirse y toda esa nube de anhelo y curiosidad, se esfumó en un santiamén.

Nuestros ojos viajaron al responsable.

Caleb.

Alex suspiró con frustración.

Y yo suspiré con alivio.

¿Qué demonios me estaba pasando? Siempre había soñado con que mi primer beso fuera de Alex. ¿Qué era esto que sentía en el pecho? Me sentía decepcionada.

¿Ahora que se suponía que tenía que hacer?

Kowalski, opciones.

1. Salir rápido para que a ninguno de los dos les dé tiempo de decirme algo.

2. Podía quedarme a platicar para no levantar sospechas.

3. Esperar que Alex se ofrezca para llevarme a casa.

¿Cuál será la elegida?

Maldita sea, no sé cuál elegir.

La voz de Caleb me trajo a la realidad.

—Hola, chicos —saludó.

La verdad es que hasta ahora que lo tenía así de cerca es que me daba cuenta de que era igual de atractivo que todos los amigos de Alex. Con la diferencia de que él tenía la palabra amable tatuada en la frente, se le notaba a leguas, es ese tipo de personas que desprenden encanto sin esforzarse.

Alex se enderezó.

—¿Qué tal te fue? —le preguntó deslizando su mano por su cabello para acomodarlo.

¿Y yo que hice? Nada, porque me quedé como estúpida sin poder moverme. Era una inútil.

Comenzaba a creer que el rey helado me había congelado.

No tenía pruebas, pero tampoco dudas.

Ellos comenzaron a hablar y yo seguía sin moverme.

¡Vamos, maldita sea! Aunque sea el dedo pequeño del pie, pero tenía que hacerlo. De seguro desde los ojos de ellos yo estaba pareciendo una completa rara.

—La llevaré a su casa, nos vemos en un rato —alcancé a escuchar a Alex, era como si él estuviese lejos de mí.

Joder, este chico me ha dejado peor de lo que estaba, la mayor parte del tiempo actuó como loca, pero esta vez sí que parecía una. Solo me había besado el cuello, no me quiero imaginar cuando me bese de verdad. Mi pobre madre me tendrá que internar en un maldito manicomio.

Sentí mi cuerpo ser arrastrado por los fuertes brazos de Alex y logré reaccionar hasta que sentí un escalofrío.

—¿Te encuentras bien? —su voz no destilaba burla, era todo lo contrario, parecía preocupado.

—Sí, lo estoy —respondí castañeando los dientes.

Alex se desprendió de su chaqueta y me la tendió.

—¿Eh? —no entendía nada.

No me maten, mi cerebro se encuentra desconectado en estos momentos, vuelvan más tarde.

Negó con su cabeza y se burló.

—Está haciendo frío y te puedes resfriar.

Mis mejillas se sentían extremadamente calientes.

—Gracias.

—Solo póntela, Mack.

El camino a casa fue silencioso, no porque así lo haya planeado, es que simplemente no me salían las palabras y no quería decir algo erróneo. Así que la mejor opción era quedarme callada.

—¿Te hice sentir incómoda? —él decidió romper el silencio que estaba reinando en el auto.

—Es extraño.

—¿Qué cosa?

—Sentir de algún modo tu atención.

—¿Por qué?

—Es algo que nunca había tenido y de la nada vienes y comienzas a ponerla en mí. Eso es lo extraño.

—Entonces —asintió, y se volvió para verme—, ¿te molesta que lo haga? ¿Quieres que me aleje de ti?

Tomé valor para verlo.

—No, solo quiero saber qué está pasando.

—Mack, ¿crees que yo tengo alguna idea de lo que está sucediendo entré nosotros? Carajo, eres una chica superrara y que suele tratarme como si fuera la peor persona.

»Así que este es mi inútil intento de hacerte creer lo contrario, de que empezamos con el pie izquierdo, de que podemos llevarnos bien. No siempre se tiene el control de las cosas, hay veces en las que tenemos que dejar que todo fluya, no hacer planes ni pensar tanto.

—¿Y cómo sabremos si terminará bien o mal?

—Ese es el punto, no lo sabemos, solo queda esperar y ver que sucederá.

—¿Estás dispuesto a quedarte a ver?

—Si tú me dices que lo estás, entonces sí.

👑🍋
Esa tensión nos matará a todos.
¿Confirman?
👀🔥

Capítulo editado. ✔️

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