Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA...

By Themma

2.4M 275K 53.1K

Completa versión borrador. +16 Se casaron presas del impulso, de la pasión desbordada, esa con la que se com... More

N/A
1. Desa
2. Desa
3. Zakariah
4. Desa
5. Zakariah
6. Desa
7. Desa
8. Zakariah
9. Desa
10. Zakariah
11. Desa
12. Zakariah
13. Desa
14. Desa
15. Zakariah
16. Desa
17. Zakariah
18. Desa
19. Zakariah
20. Desa
21. Zakariah
22. Desa
23. Zakariah
24. Desa
25. Desa
26. Zakariah
27. Desa
28. Desa
29. Zakariah
30. Desa
31. Zakariah
32. Desa
34. Desa.
|Nota Final|
Galería
LIBRO II
Más de ellos

33. Zakariah

59.3K 7.4K 1.1K
By Themma


La desnudo despacio, aunque me lo pienso solo un segundo por lo agotada que se ve, lo cierto es que la conozco y no permitirá que demos marcha atrás, además, esa confesión barrió con absolutamente todo lo que hasta ese momento me ha aquejado. La quiero para mí, la quiero entera, la quiero imperfecta, la quiero mujer, la quiero ahora y siempre.

Cuando la tengo expuesta ante mí, sonríe con sus bellos ojos hinchados, paso una mano por su hombro y voy bajando despacio, tocando ese cuerpo que conozco de memoria, solloza, pero no deja de ver mi gesto, atenta, bajo, rozo su pequeño seno y jadea, sigo hasta su cintura estrecha y me desvío hasta su mano que rodea en ese instante la mía con fuerza.

—No puedo creer que llorando te veas también tan hermosa, mi sol —susurro acercándola con cuidado. Sonríe avergonzada.

—No mientas, soy un desastre pero te necesito tanto —admite acariciando mi cabellera rala. Me desvisto bajo su escrutinio, pasa un dedo por mi tatuaje con esa manera tan suya, me mira un segundo y luego lo vuelve a observar—. Tenemos mucho de qué hablar —musita despacio, pegándose a mi pecho, siento sus senos rozando mi piel y el deseo sube aún más, si eso ya no sonara absurdo. Rodeo su estrecha cintura con mis manos acerándola tanto que gime, sonreímos.

—Sí, mi sol, pero antes necesito tenerte.

—Nunca me fui.

—Lo sé.

Me besa despacio, yo a ella, seduciendo la suavidad de su boca, complaciendo a mis sentidos que exigen amarla de una maldita vez, verter en su ser todo mi existir y es que no necesito ya más de la vida, en serio que no. Rodea mi cuello y sube en mí, como suele, sonríe contra mi boca.

—No creo que pueda soportar mucho —murmura y mi excitación arde ante su cercanía. Giramos y la tiendo de espaldas sobre el colchón, llora y ríe a la par, es demasiado para cualquiera, para mí es el mundo y me adentro en su ser sabiéndola lista. Se arquea aferrada a mis hombros.

—Mi Riah —susurra alzando la barbilla. Beso su cuello y en su oído me detengo.

—Mi sol —respondo llevándola lo más lento que puedo a los límites de nuestro placer. Me escucha, busca mis ojos y creo que al fin entiende el significado de ese apelativo.

—Te amo —expresa mientras me muevo, la levanto y siento sobre mí, acarició su rostro con una mano mientras con la otra, rodeo su cadera para adentrarme más. Jadea mordiendo su labio, pero atenta a mi mirada.

—Eres mi luz, Desa, lo fuiste desde que te vi y tus momentos oscuros solo lograron que la viera con mayor claridad.

...

Nos damos una ducha, ambos lo necesitamos y luego acabamos desnudos de nuevo sobre la cama, nos miramos acariciándonos el rostro y es que no me canso de observarla, es lo más hermoso que existe en mi mundo, de eso no tengo duda.

—Necesitas dormir —digo pasando un dedo por sus ojeras. Asiente.

—Lo sé, pero debo contarte todo antes.

—Puede esperar —propongo un poco agobiado por su semblante. Niega con firmeza y se sienta decidida.

—No, ya no —determina cubriéndose un poco con la sábana, la conozco lo suficiente como para saber que sí, tiene razón y que si no habla, tampoco descasará como definitivamente es indispensable.

—Bien —avalo y me acomodo frente a ella. Baja la vista y juega un poco con la tela que la cubre, su cabello la envuelve y se ve tan hermosa que me cuesta tener otro pensamiento que no sea besarla, abrazarla, cuidarla y amarla.

—Hace unos meses, cuando... hablamos sobre tener hijos —comienza sin verme, tomo su barbilla y hago que clave sus ojos en mí para que continúe, cuando noto que no bajará el rostro, la suelto. Llena de aire sus pulmones y sigue:

—Tenías razón, no sabía qué quería de mi vida, no sabía qué hacer, qué rumbo tomar y me sentía tan perdida... La vida que llevaba era buena, me hacía feliz hasta cierto punto, pero... no me sentía completa —admite con franqueza—. Y me costó entenderlo, sin embargo, ahora sé que tú lo veías, lo notabas.

—Solo quería saber que eras feliz con tus elecciones —intervengo con suavidad, busca mi mano y la aprieta, yo también la suya—. Pero no siempre fueron las mejores formas.

—No lo era, Riah, no era feliz con ello. Nunca lo he sido. Me he ocultado de ti, de mi familia, de mis amigos, de... mí. De pronto me sentí acorralada y conocí a Steve, él tocaba la guitarra en un parque a unos niños... —Y empieza a contarme una asombrosa historia que me deja con los ojos bien abiertos, azorado y lleno de una intensa admiración.

—Lamento lo de la ropa, lo de las joyas. No debí hacerlo, estuvo mal, devolveré el dinero, lo prometo y...

No puedo más, ella no tiene ni idea de lo que para mí significan cada uno de sus actos y una mierda, la amo por completo, así que la tomo por el cuello y la beso, un segundo después busco sus ojos, llora de nuevo y nada es más tierno que mi sol con lágrimas, nada.

—No tienes nada que devolver, por Dios, lo mío es tuyo. ¿Por eso entraste a la cafetería? —comprendo alejándome. Hipea, se ve tan hermosa así que deseo comérmela entera, pero no es el momento.

—Sí, tampoco iba doble turno es solo que quería ir al albergue. Camila tampoco necesitaba mi ayuda... —musita agobiada.

—¿Por qué callaste? —pregunto al fin. Retuerce sus manos, nerviosa, pero me enfrenta con sus bellas lágrimas humedeciendo sus mejillas pálidas.

—Porque aquel día que ayudé al niño me dijiste que debía ocuparme de mi vida antes de la de los demás, porque creí que lo verías como una tontería, algo para gastar mi tiempo de forma absurda, porque... —baja la vista— no confiaba ni en mí para realmente estar segura de por qué lo hacía.

—Desa —la llamo, me mira tras sus ojos acuosos—. Yo estuve ahí —confieso serio. No comprende y arruga la frente sorbiendo la nariz—. Mi sol, yo pasé un tiempo, de adolescente, en ese refugio. —Al entender lo que quiero decirle, solloza de forma onda y llora negando cubriéndose la boca—. Sí, ahí conocimos a Ame y sus hijos, ahí... mi vida cambió —le digo notándola profundamente conmovida, en pleno llanto se yergue, la sábana que la cubre resbala y me abraza con fuerza llorando de nuevo. La rodeo pegándola a mí, escondiendo en su cabello mi rostro—. Debí hablarte antes de mi vida, debí abrirme a ti, todo hubiese sido diferente para ambos —susurro acariciando su espalda desnuda, niega en mi hombro.

—Eres más de lo que merezco —la escucho entre sollozos, la separo negando con firmeza, buscando que me mire, lo hace.

—Jamás vuelvas a decir eso. Lo que te dije ayer fue porque estaba dolido, eres lo que más amo, y cada maldito segundo que he luchado por ti ha valido la pena, Desa, porque tú, mujer de mi vida, vales la pena, necesitamos que lo entiendas de una vez —aseguro con vehemencia.

Llora más y parece una fuente interminable, la acerco a mí, recarga su mejilla en mi pecho, agotada, cuando al fin la siento más tranquila, habla de nuevo:

—Vi morir a un hombre frente a mí —suelta con voz angustiosa. La escucho y detengo mi caricia, se separa un poco, es difícil concentrarme con su pecho desnudo, pero en este instante me siento asustado. Retorciendo sus dedos me narra todo.

—¿Cuándo fue eso? —deseo saber, agobiado.

Nunca debió presenciar algo tan atroz, pero me deja aún peor saber que estuvo dispuesta a dar su vida por la de aquella niña que apenas si conocía. La verdad es que Desa, en unas horas, ha logrado que me sienta abrumado por ser lo que es, aunque me parece que aún queda un trecho para que ella lo note y eso me parte el corazón, lo cierto es que ahora, a diferencia de antes, la veo lista para hacerle frente.

—El lunes —responde y su mirada está turbia—. No puedo dormir, Riah, hoy soñé que tú... eras ese hombre y no puedo siquiera soportarlo —confiesa en pleno llanto. Maldición, más cosas encajan. La acerco a mi pecho de nuevo y la abrazo intentando que con ese gesto que se sienta segura.

—No me pasará nada, no ocurrirá nada. Todo está bien, mi sol, todo irá bien te lo juro.

—Necesito que eso salga de mi cabeza —suplica entre lágrimas que apenas la dejan hablar. Llora durante un rato en el que me tranquiliza que por lo menos ahora tenga una manera de sacar la emoción, que yo lo sepa todo. Hay mucho qué decir aún, pero por ahora saberla tranquila es lo primordial, esta semana realmente fue caótica para ella, por no decir estos meses.

Me recargo con cuidado en las almohadas, con su cuerpo menudo casi sobre el mío, siempre logra acurrucarse de una manera tal que parece haber sido hecha para encajar en mí. Nos cubro con las cobijas, contengo su espalda rodeándola con el brazo hasta su cintura y acaricio su cabello, su rostro, besando una y otra vez su cabeza. No debió ver algo tan espantoso, pienso mientras siento que el llanto comienza a bajar y su respiración se empieza a relajar.

—Estoy aquí, nada pasará —le repito una y otra vez. Asiente sin moverse, agotada. Ambos estamos hechos trizas, pero en definitiva ella mucho más. Si no duerme bien, haré que tome algo para dormir, esto lleva semanas, y puedo apostar lo que tengo a que esta última fue la peor.

Pronto su respiración se escucha serena, su cuerpo empieza a entrar en ese calor propio del sueño, recargo la nuca en la cabecera azorado. Esta mujer así, pequeña, sonriente, vital, es más fuerte de lo que nunca pensé.

Su grito me despierta horas después, tiembla de pies a cabeza, suda, la tomo por la cabeza y hago que me vea tomando su rostro entre mis manos.

—¡Ey! Está todo bien, Des. Todo está bien —susurro con certeza. Me mira aterrorizada.

—Tengo miedo de cerrar los ojos —dice con voz temblorosa. ¡A la mierda!, salgo de la cama dejándola sola el tiempo que me lleva ir por el medicamento y su computadora. Me observa sin comprender cuando la enciendo, le tiendo la pastilla y el vaso con agua.

—No es necesario —se defiende.

—Lo es, tómala, Desa, o te llevaré al médico. No juego —sentencio con voz firme. Vencida se la pasa sin perder de vista lo que hago; conecto una bocina externa y esa canción que alguna vez escuché con sus audífonos inunda el lugar. Se queda pasmada ahí, desnuda, en medio de la cama, con su cabello largo cubriendo sus dulces pechos—. Tú la compusiste, ¿no es así? —inquiero con suavidad. Asiente nerviosa, sonrío y me meto bajo las cobijas, la jalo de la muñeca y la recuesto sobre mi pecho.

—¿Cómo supiste? —pregunta tensa.

—¿Quién más podría haber hecho algo tan hermoso? —repongo acariciando su brazo, alza un poco su rostro para mirarme, le sonrío a cambio.

—Siento que de ti nunca pude esconderme.

—Entonces ya no lo hagas, mi sol, porque si te empeñas, de todas maneras daré contigo. —Sonríe lánguida, espero que la medicina esté haciendo su trabajo porque Desa está a punto de desmayarse ante la falta de descanso.

—¿Lo prometes? —la escucho decir casi dormida.

—Lo juro, mi amor.

Despierto con su cabello enredado en mi brazo, bajo mi nariz. Sonrío al comprender que logré que al fin descansara. Me separo con cuidado, la canción se ha repetido toda la noche y es tan hermosa que podría escucharla la vida entera, tal como su voz. Se queja al sentir que me alejo, pero no despierta. La cubro bien, me pongo algo encima y salgo de la habitación.

Missy se muestra alegre, como siempre, abro para que salga y decido preparar algo para comer, rujo de hambre. Evoco mientras me muevo por la cocina la mesa puesta el viernes, la comida, como se veía. Niego lamentado la manera en que se arruinó todo. Debí preguntarle antes de asumir algo que nos lastimó tanto, pero ya no podía más, eso tengo a mi favor... Desa se escurría entre mis manos y el miedo a perderla creció con cada día que la entendía menos, que sentía que me ocultaba algo... Y lo hacía, pero jamás eso que pensé al ver los mensajes de Steve.

Sonrío sacudiendo la cabeza y le doy un trago a mi café perdiendo la vista en la ventana. Missy persigue un pajarillo, brincando.

Desa y ese chico son amigos, ayudan en el mismo lugar. Creo que eso, de todo, es lo que más en shock me tiene. Cómo fue que surgió su amistad es algo asombroso, desde la música, desde eso que ella se ha negado a aceptar, a ser. Mi hermano, su pareja, es increíble que los dos estemos con ese par que dedican sus horas a ese lugar donde nuestra vida cambió.

—¿Qué te da risa? —Escucho esa dulce voz justo cuando sus brazos rodean mi cintura. Siento sus labios sobre mi espalda, suspira. Dejo la taza sobre la encimera y giro.

—Pensaba llevarte el desayuno a la cama —le digo al tiempo que busco sus labios. Trae la camiseta que llevaba yo puesta el día anterior.

—No fui a trabajar hoy tampoco, debía avisar por lo menos, ya llamé —repone con un dejo de culpabilidad, alzando su bello rostro para verme mientras yo bajo el mío y acaricio su melena canela.

—Hoy solo seremos tú, yo y lo que debemos hablar, después... veremos lo demás —pido relajado. Asiente y baja su atención a mi brazo tatuado, pasa de nuevo un dedo por él.

—¿Qué significa, por qué te lo hiciste? —quiere saber. Sonrío y lo observo de reojo.

—Para no olvidar de dónde vengo, por lo que vale la pena luchar, me lo hice el día que decidí dejar de golpear para pelear —explico con simpleza. Arruga la frente, luego busca mis ojos. Sé que entiende lo que quiero decir con ello.

—¿Me lo contarás todo? —pregunta con suavidad.

—Todo, Desa, te lo diré todo —aseguro. Me besa de nuevo y luego busca con la mirada el café. Juntos preparamos el desayuno, cuando acabamos suspira.

—Quiero escucharte —musita con decisión.

En la habitación, ya acurrucados en el sofá, me mira paciente... Llegó el momento de soltar, me digo contemplando a la mujer que elegí, solo con ella, solo por ella, gracias a ella.

Comienzo despacio, pero conforme avanzo todo va resultando más sencillo, siento que cada palabra va barriendo el dolor, la angustia y desazón. Desa lagrimea a ratos, pero ruega con su mirada que no me detenga y yo no pienso hacerlo. Pasa un buen rato cuando al fin acabo. Por un par de minutos permanece observándome, con las mejillas húmedas, azorada.

—¿Qué ocurrió con ella... con Elizabeth? Me gustaría algún día conocerla —pide sin esconder su tribulación, tiene mi mano aferrada, yo la aprieto más y suspiro.

—Eso será difícil, mi sol.

—¿Por?

—Ella murió hace unos años —explico aun sintiendo la tristeza de aquella época, el deseo de contarle hasta el menor de los detalles—. Nos iba muy bien, la vida nos sonreía mi madre ya tenía su casa, yo estaba construyendo la mía, Kyroh su apartamento, todas las piezas estaban en su lugar, cuando ese ángel buscó a mamá. Ella nos reunió a todos en el salón de la que ahora es su casa y nos informó que Beth, como la llamábamos, esa mujer que nos ayudó sin pedir nada a cambio, que logró ser madre de dos pequeños a que conocíamos bien pues a veces nos invitaba a comer, o Ame se los cuidaba cuando salía de viaje, estaba de nuevo embarazada y era de alto riesgo. La familia entera asumió la noticia y le ofrecimos todo nuestro apoyo, ayudamos en lo que podíamos, entre su familia y nosotros jamás estuvo sola. Su esposo sufría por la postura de ella... No quiso interrumpir el embarazo y le pidió que si debían elegir, eligieran al bebé. Al final, no lo logró y nació el pequeño.

Desa llora de nuevo, asombrada. Sonrío con nostalgia.

—Se fue feliz, Des, era lo que más quería.

—Pero no vio a sus hijos crecer, ¿qué sentido tenía?

—El que ella le dio. Porque ella vino a esta mundo para dar, así hay personas —murmuro acariciando su mejilla. Ahora lo veo tan claro. Hipea negando, está muy impresionada y ahora entiendo porque se guarda tanto, entre todo lo que aún me falta saber de su vida, Desa es sumamente sensible, aunque no débil, y se guardó durante toda su vida por lo mismo, para no sufrir tanto pero al final está en ella, es su esencia, es arte y es perfecta.

—¿Dónde viven ellos?

—Su esposo se mudó a Inglaterra. No soportó seguir aquí, pero dejó su tumba y a veces viene, hemos visto a los niños y visitamos a Beth, tal como nos pidió cada vez que podemos.

—¿Todos?

—Todos.

—No puedo creer que tu vida sea todo eso, Riah —admite llena de impacto, de incredulidad. Me acerco al notarla tan afectada, vulnerable, rodeo su rostro y la beso con firmeza.

—Mi vida eres tú, Desa, mi camino siempre me guio a ti —aseguro buscando sus ojos. Me besa de nuevo, llorosa.

—Te amo mucho —solloza.

—Yo a ti, mi sol.

—Y esto de llorar apesta, ya no puedo parar —se queja entre mis brazos, rodeándome con fuerza. Rio y la aprieto un poco más.

—No pares entonces, me gusta consolarte.

—Kindah tiene razón, Zakariah —dice junto a mi oído—. Eres un guerrero —susurra dejando mi piel erizada. La separo un poco y la miro.

—Ya no tengo ganas de pelear, Desa, solo de estar a tu lado —admito serio.

—Aun así, siempre sabrás pelear —señala con orgullo.

—Solo por lo que vale la pena, mi sol.

***Hay personas que solo existen para dar, eso es una verdad, y no hay que entenderlas, hay que quererlas

SIGRID - DON'T KILL MY VIBE

Continue Reading

You'll Also Like

110K 10.2K 25
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
11K 1K 55
✨Segundo libro de la serie ToLove Portadas realizada por la tienda de portadas: Eridanus. Muchas gracias a @-stupidLove. Que hace un trabajo magnífic...
8.6K 952 56
iré subiendo oneshot la mayoría serán SasuNaru
34K 1.9K 87
─¿Recuerdas cuando te estuvimos molestando en el auto? Esa noche y al día siguiente yo solo pensaba en ti, quería volver a verte, pero sabía que si l...