Hasta el último de mis días...

By Andrea1174

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Libro 1 de la Bilogía "Te Amaré" Libro 2: Por Toda La Eternidad Puedes querer y hacer que te quieran, pero... More

SINOPSIS
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EPILOGO.
🤍
PARA TI. CARTA DE JACE.
Dedicatoria.
🏳️PLAYLIST🏳️
Libro 2. SPOILER
EN FISICO 🥳

7.

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By Andrea1174

JACE

Llegamos hasta el patio y nos sentamos en unas sillas que están junto a la alberca. Aquí no hay gente. Ken nos ha permitido salir a nosotros, ya que aquí están las flores de su madre y si alguien las estropea, podría meterse en problemas.

—¿Mejor? —pregunto con preocupación. Si ella está a gusto, yo soy feliz. Sé que insistí en traerla a un ambiente que evidentemente no es el suyo, pero aun así vino. Mi único objetivo es hacerla sentir cómoda y feliz. Es una de mis cualidades: me gusta que la gente se sienta cómoda y siempre me esfuerzo por hacer sus días un poco mejores.

—Sí, gracias —murmura jugando con sus dedos y mirando al frente.

¿Estará nerviosa porque estoy aquí? ¿Le incomoda mi presencia?

—¿Quieres que me vaya?

Lo último que quiero hacer es incomodarla y, si para no hacerlo me tengo que ir y desaparecer, lo haré.

—No, no te vayas, por favor —suplica mirándome a los ojos por primera vez desde que estamos aquí.

Sus ojos brillan más por la luz de la luna, se ven simplemente hermosos, tan lindos que son capaces de hipnotizar a cualquiera. Me siento muy afortunado de poder mirar esos ojos hermosos. Si por mí fuera, los miraría hasta quedar en shock.

—Entonces te haré compañía. —Me recuesto en la silla y recargo mi cabeza en mis manos.

—Creo que no ha sido muy buena idea venir. En realidad, estaba muy indecisa con la fiesta. Cuando venía para acá, he estado a punto de volverme a mi casa y encerrarme en mi habitación para escuchar música y pensar en los miles de cosas que he dejado de hacer durante todos estos años. Sin embargo, mi papá me ha ayudado y me ha animado, y su esposa también, y ya estoy aquí, pero me quiero ir ya porque te estoy arruinando

Me giro para mirarla. Tiene una expresión angustiada, tal vez siente que me está arruinando la noche, o qué sé yo. Pero es todo lo contrario.

—¿De qué hablas? Me estás haciendo compañía, es agradable tener a alguien con quien pasar un rato tranquilo.

Sonríe un poco y luego se mira las manos, como dudando de algo.

—Llamaré a mi papá para que venga a por mí. No me siento muy cómoda, pero gracias por tratar de hacerme sentir bien.

No

Esa simple frase me ha desanimado, pero inmediatamente se me ocurre algo.

—Yo te llevo. Si quieres, claro. —Me siento de inmediato en la silla y la miro con la esperanza de que diga que sí.

— ¿Harías eso? —pregunta mirándome con ¿vergüenza?

Yo podría manejar, si ella me lo pide, incluso a las tres de la madrugada, a donde sea, por el motivo que sea.

—Claro. —Le sonrío. Me levanto y le tiendo la mano; ella la toma y la suelta de inmediato.

Mentiría si dijera que no me ha dolido, pero entiendo que aún no tiene confianza conmigo, no la suficiente. Eso podría tardar en darse meses, o días, nunca se sabe.

Entramos a la casa y esquivamos a toda la gente hasta llegar a la puerta principal. Hay demasiadas personas ahí dentro y solo puedo pensar en el desastre que tendremos que limpiar nosotros después. Al llegar al auto, me apresuro a abrir su puerta de copiloto y ella me sonríe. Mi corazón parece que va a salirse de su lugar. Esto es demasiado, pero nunca lo cambiaría por nada, de verdad.

—Puedes colocar la dirección en el GPS. —Señalo la pantalla.

Ella se acerca y comienza a teclear la calle.

¿Y si la guardo en favoritos? No, eso sería dañar su privacidad. No, no, definitivamente no haré eso.

El viaje es tranquilo y silencioso. La miro durante unos segundos en un semáforo, admirando toda su belleza. Daría lo que fuera porque ella pensara en mí de otra manera, porque me viera como más que un amigo. Aunque eso es casi imposible. Tiendo a soñar mucho y al final me decepciono.

Me gustaría saber en qué piensa, qué siente, poder ayudarla. Quiero ser su héroe, su apoyo, esa persona en la que puede confiar

Quiero ser su todo.

Finalmente llegamos a su casa.

—Perdón por arruinar tu noche de fiesta — susurra bajando la mirada y jugando con los dedos de nuevo.

— ¿Arruinarla? La has mejorado totalmente.

Levanta la mirada, incrédula, pero es la verdad. ¿Qué mejor compañía que la suya? Me tuvo a cien toda la noche, incluso le tomé la mano. Eso es suficiente para morir feliz.

—¿De verdad?

Asiento con una sonrisa. No ha podido ser más perfecto.

—Sí, lo he pasado muy bien contigo. —Sonrío un poco.

Ella sonríe con la boca cerrada y nos quedamos mirándonos durante unos segundos más, hasta que finalmente aparta la mirada. ¡Rayos!

—Adiós, Jace —susurra.

—Espera... —La tomo del brazo con delicadeza, como si tocar su piel fuera un delito. Y, si lo fuera, no me importaría pudrirme en la cárcel.

—Conozco Bueno, todos aquí en la ciudad conocen el mirador. Es un sitio muy lindo, tranquilo, y se pueden ver las estrellas. ¿Quieres ir? Sé que ya estamos frente a tu casa, pero la noche aún no ha terminado. ¿Quieres?

Mira el reloj de su celular, después la puerta de su casa y luego a mí. Repite el mismo gesto un par de veces hasta que vuelve a subir al auto y cierra la puerta.

Me ha elegido.

—Conduce antes de que me arrepienta.

Siento un revoltijo de mariposas en el estómago. Comienzo el camino hasta el mirador. El viaje es tranquilo y relajado, pero yo estoy muriéndome de nervios.

Soy muy feliz.

—¿Te gusta la comida china? —pregunto.

—Sí, es de mis favoritas.

—¿Quieres que compre un poco?

—¿Hay lugares abiertos a esta hora?

—Sí, de hecho, mi lugar favorito lo está.

—Entonces la comida china me parece perfecta.

Sonrío y tomo la desviación para ir al autoservicio. Tardamos pocos minutos en ordenar.

—¿Quieres algo de beber? —pregunto.

—Mmm, sí, un refresco de manzana.

Pido las bebidas y rápidamente me las dan junto con una bolsa con nuestra comida. La coloco entre los asientos y salgo del autoservicio para continuar manejando hacia mirador.

—¿Sabes qué quise hacer siempre? —habla por hablar.

—Soy todo oídos —digo mirándola durante unos segundos.

—Gritarle a la ciudad nocturna, como en las películas.

—¿Quién soy yo para negarte un deseo?

Levanto la mano hasta el botón que abre la ventanilla del techo y lo presiono, este se abre lentamente y una brisa helada entra y mueve nuestro pelo bien peinado.

—¿De verdad puedo hacerlo?

—Grítale al mundo, Charlie.

Se quita el cinturón de seguridad con una sonrisa y saca la mitad del torso por el techo. Pasamos unos segundos en silencio y luego se escucha un grito lleno de diversión, luego otro, y otro. Quisiera poder mirarla y ver su rostro, pero estoy feliz con tan solo pensar que he sido partícipe de este momento.

Entra nuevamente al auto. Tiene el cabello ligeramente revuelto.

—Ha sido lo mejor, me he sentido viva, feliz y serena. Gracias.

—De nada, ha sido un honor escuchar tus gritos.

Se coloca el cinturón nuevamente y suspira. Se hace un largo silencio acogedor, pero por fin detengo el auto en el mirador. Ambos salimos y caminamos con la brisa helada a nuestras espaldas. Estamos congelados, pero la vista merece la pena.

Mientras saco la bolsa de comida, veo que Charlie va hasta el barandal de seguridad, se aferra a él y alza la cabeza como si quisiera respirar todo el aire sereno que hay en este lugar.

—Es muy tranquilo —susurra.

—Tranquilo, fresco, y la vista es muy linda —susurro mirándola.

Ah, y la ciudad también lo es.

—Qué ganas de estar aquí todo el tiempo que me queda de vida —murmura.

—Sería genial, pero por el momento solo podemos sentarnos en el pasto, cenar y mirar las estrellas. ¿Te parece?

Asiente con una sonrisa y camina hasta mí.

La suerte está de mi lado, ya que, gracias a desobedecer a mi madre cuando me mandó sacar un par de cobijas de la parte trasera del auto, ahora tenemos algo en que sentarnos y con que cubrirnos del frío. Extiendo la primera frazada en el pasto, saco las cajitas blancas que contienen la comida y le tiendo la suya.

—Nunca supe utilizar los palillos, son difíciles de manejar —confiesa cuando abre la bolsa con estos dentro.

—Es sencillo. Mira, tienes que colocar los dedos de esta manera —le explico cómo utilizarlos, pero no se hace con ellos.

Dejo mis palillos dentro de la caja y le ayudo. Con mi mano muevo sus dedos hasta lograr acomodarlos. El tacto de su mano me ha derretido. Soy patético. Un patético enamorado.

—¡Lo logré! —celebra.

—¡Enhorabuena! —celebro con ella, haciéndola reír.

—Me gusta este lugar, hace años que no vengo.

—De noche es mucho mejor, la gente se va y se queda muy tranquilo —murmuro mirando a nuestro alrededor. Solo veo mi auto, un par de arbolitos y una noche estrellada con varias luces de edificios al fondo.

—Después de la fiesta, mi escapada frente a casa, el grito en la autopista y con esta bella vista, me estoy dando cuenta de los miles de cosas que me he perdido por encerrarme en mi burbuja.

—Estás en el momento indicado para hacer y deshacer, para comerte el mundo.

—Ya se me fue la mitad de la adolescencia.

—¿Y quién dice que la adolescencia es el único momento para comerse el mundo? Todos tenemos nuestras etapas, puede que mi adolescencia sea la mejor, pero mi adultez no. Nunca sabemos, tú puedes comerte el mundo a partir de hoy y no hay fecha de caducidad para ello.

Me mira seria y luego sonríe.

—Qué filosófico.

—¿No te ha gustado mi remedo de intelectual? —pregunto con una sonrisa.

—Sí, sí me ha gustado, y creo que tienes razón. La vida no tiene fecha de caducidad, solo se va deteriorando, pero tampoco sé cuántos días me quedan para dejar de hacer algunas cosas.

—Exacto, la vida es para eso

Nos quedamos en silencio durante unos minutos, solo comemos y escuchamos el sonido del viento pasar entre las pocas hojas de los árboles. Estoy tan cómodo que me quedaría a dormir aquí. Si les contara esto a mis amigos no me creerían, ni siquiera yo lo puedo creer. Seguro que estoy soñando o algo parecido, creo que esto lo soñé una vez. ¿Acaso lo he manifestado? ¿O estoy teniendo un ataque psicótico?

—Mira —habla haciendo que la mire y luego dirige mi atención hacia un lugar que trata de indicarme con sus palillos—, esa es una estrella muy brillante.

—Es verdad, es muy bonita, pongámosle un nombre.

—No necesita un nombre porque ya lo tiene.

—¿En serio? ¿Cuál?

—Su nombre es Evangeline.

—¿Evangeline?

—Evangeline era una luciérnaga que murió y al hacerlo fue al cielo para brillar siempre.

Frunzo el ceño, miro la estrella y luego a la Charlie, y repito ese gesto un par de veces.

—No me mires así, no estoy drogada. ¿No has visto la película La princesa y el sapo?

Niego. Por un momento he creído que le habían puesto algo a nuestra comida, pero ya comprendo. Quiere teorizar sobre la película, aunque no entiendo la relación con este contexto.

—Nunca la he visto, por un momento he creído que estabas un poco —Pongo un dedo cerca de mi oído y lo giro, haciendo que sonría.

—Deberías verla, así comprenderás quién es Evangeline y su lindo significado. Esa es mi película favorita.

«Ver La princesa y el sapo», me lo apunto como primera tarea. Sin duda veré esa película, quiero comprenderla y darles importancia a sus gustos, no solo pasar por encima de ellos. Si me confiesa un detalle así es porque de verdad me tiene confianza para decirme algo personal, por más mínimo que sea.

—Ten por seguro que lo haré.

Sonríe y continúa comiendo.

— ¿Te gustan las zanahorias cocidas? —Señalo una dentro de mi caja—. Yo las odio.

Ella asiente repetidas veces. Empiezo a notar cómo cambia su personalidad cuando está entre mucha gente o cuando, como ahora, estamos solos.

—¿La quieres?

Vuelve a asentir, así que acerco mi caja, ella acerca sus palillos y la toma. Sonrío y continúo comiendo de mi caja.

—Oye, estamos vestidos igual —dice con un poco de sorpresa. Miro mi ropa y luego la suya, y es verdad. Wow, esto es otro nivel de conexión.

—Vaya, no lo había notado.

—Qué conexión tan rara —agrega mientras mira el cielo.

Suelto un suspiro y asiento sin dejar de mirarla. Sí, qué conexión.

Estoy muy feliz de estar aquí. Solo espero que cuando este momento se termine, pueda llegar a casa y emocionarme al recordarlo, sonreír como un idiota todo lo que resta de la noche, soñar con ella e imaginar historias ficticias sobre un nosotros.

Ay, Dios, estoy muy enamorado

Durante el camino de vuelta a casa de Charlie no hablamos, solo la escucho tararear una canción de mi genial playlist. Está tan tranquila sonriendo, cantando y mirando por la ventanilla que no quiero interrumpirla con alguna pregunta.

Al llegar a su casa ella baja después de darme las gracias y corre para entrar, pues la hora de llegada a su casa era a la una y media, y son las dos menos diez. Dijo que no habría mucho problema, pero que tenía que entrar rápido.

Por desgracia, toda mi felicidad se evapora en cuanto llego a casa y me encuentro a mi padre en la puerta. Se acerca a mí y me tiende las llaves de su auto.

—Son las dos y cinco.

—Solo me he retrasado cinco minutos, por favor

—Lo siento, te lo advertí, ve a dormir.

Suelto un suspiro cuando lo veo alejarse.

Tendré que lavar el auto de mi padre durante una semana, pero no me arrepiento de haber pasado la noche con ella en aquel mirador.

Nunca me arrepentiré de eso.

CHARLIE

Entro a casa corriendo y al cerrar la puerta veo a mi padre y a Jess poniéndose sus zapatos y abrigos.

—¿A dónde van? —pregunto.

Papá me mira y suelta un suspiro.

—A buscarte, te he dejado cinco llamadas y siete mensajes, señorita. Me tienes que contestar el teléfono, más si estás en una fiesta a estas horas de la madrugada. Nos hemos asustado mucho

—Tranquilo, Mike, ya está aquí, que es lo importante. Tal vez ha llegado tarde porque se estaba divirtiendo mucho, ¿verdad?

Asiento ante el comentario de Jess. Mi padre suelta un suspiro y se acerca a abrazarme.

—Vamos a dormir entonces, pero antes de eso ¿Te has divertido lo suficiente?

Asiento con una sonrisa.

—Ha sido de las mejores noches de mi vida.

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