Hasta el último de mis días...

By Andrea1174

5.4M 584K 510K

Libro 1 de la Bilogía "Te Amaré" Libro 2: Por Toda La Eternidad Puedes querer y hacer que te quieran, pero... More

SINOPSIS
1.
2.
3.
4.
5.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
EPILOGO.
🤍
PARA TI. CARTA DE JACE.
Dedicatoria.
🏳️PLAYLIST🏳️
Libro 2. SPOILER
EN FISICO 🥳

6.

143K 18K 14.4K
By Andrea1174

JACE

Regreso a clase con una pequeña sonrisa que trato de ocultar. A pesar de querer guardar mis sentimientos, no puedo, es muy fácil adivinar lo que me pasa.

Entro al salón y miro al centro. Ahí está, jugando con los dedos y moviendo nerviosamente la pierna. Camino hasta la parte de atrás y me siento junto a Daph como de costumbre.

—¿Pasó algo? —me pregunta. Su expresión es de preocupación. Por un momento pienso en decírselo, pero me contengo y niego ante su pregunta. No puedo contárselo, sería tirar por la borda toda la confianza que Charlie ha depositado en mí.

—No ha pasado nada, no te preocupes. —Me limito a sonreír.

—Buenos días, por favor, entréguenme las memorias en las que están sus exposiciones. —El profesor entra al salón de clase y comienza a poner sus cosas en el escritorio—. Mientras las reviso, quiero que hagan un escrito sobre su presidente favorito, o el que crean que ha sido el mejor.

Saco el dispositivo de mi mochila y se lo entrego al profesor. De regreso a mi lugar tengo que pasar al lado de Charlie, así que la miro. Está centrada en su trabajo, se ve ida del mundo y concentrada en ese papel.

Quiero ser ese papel

Me siento en mi banca y suspiro. Saco mis cuadernos para hacer el trabajo y terminarlo rápido. Veamos, mi presidente favorito

PRESIDENTES FAVORITOS DE JACE

1.Obama. Expresidente de los Estados Unidos de América

2.Charlie. Presidenta de CharlieLand

Puede ser Obama o Charlie Hans, ya que ella es la presidenta de CharlieLand, el lugar donde vivo. Sus mejores hazañas han sido nacer y enamorarme.

No puedo concentrarme en lo que me han pedido, no puedo, las mariposas en mi estómago lo impiden cada vez que recuerdo las gradas. Y es culpa de ella, de la chica que se ha apropiado de cada uno de mis sueños y suspiros

Cuando el día finaliza, nos ponemos en marcha y hablamos sobre el próximo partido y tratamos de averiguar las debilidades de nuestros oponentes. Nos despedimos y voy hacia mi coche. Lanzo mi mochila escolar y la de entrenamiento al asiento trasero sin importarme mucho donde caigan. Me subo al auto, me coloco el cinturón de seguridad y enciendo el motor.

Mientras avanzo lentamente por el transitado estacionamiento, al fondo veo a Charlie alejándose de la escuela a paso lento. Se aferra a su chamarra para poder disipar un poco el crudo frío de esta tarde. Con dificultad diviso el cielo a través del cristal del auto. Las nubes están muy grises y tal vez llueva un poco, así que podría

Meto el freno casi llegando hasta donde está.

No, no me acercaré, probablemente quiera estar sola.

Cuando dobla la esquina y desaparece de mi vista, apoyo la cabeza en el volante, tomo una bocanada de aire y suspiro.

CHARLIE

Voy caminando a casa mientras piso cada una de las líneas que aparecen a mi paso, como de costumbre. Mi madre no piensa venir a por mí, así que me ahorro la espera y la del autobús, y mejor voy caminando a casa. Llevo la mochila en mi espalda y el lienzo en los brazos.

Observo el cielo y veo cómo comienzan a caer pequeñas gotas de lluvia en el suelo. Con fuerza abrazo el lienzo para evitar que se moje y la pintura se corra. Apresuro el paso, pero un claxon hace que me detenga. Me giro y veo que es un auto rojo conducido por Jace Grey. Lo veo dudar, pero al final habla.

—Hola.

—Hola —respondo.

Se queda en silencio con el ceño un poco fruncido. ¿Qué le pasa?

—¿Quieres que te lleve? —pregunta con una media sonrisa.

—No, gracias, estoy bien —murmuro.

—Parece que va a llover.

¿Qué puedo perder? En realidad, no conozco a este nuevo Jace, no sé sus gustos o fetiches, pero tengo mucho frío y aún me faltan algunas cuadras. Además, he llorado frente a él.

¿Qué más puede avergonzarme ahora?

Me siento y me coloco el cinturón, luego acomodo las cosas sobre mi regazo y cierro la puerta. Me quedo quieta para no volver a hacer el ridículo delante de él. De acuerdo, necesitaba desahogarme, pero he llenado su ropa de mocos y lágrimas.

—Gracias —susurro.

Me dedica una media sonrisa y comienza a conducir por las transitadas calles de Austin. Tiene una linda sonrisa, aunque no siempre la ha mostrado. Cuando estábamos en secundaria, utilizaba frenillos y le daba vergüenza reír. Así que siempre que lo hacía se cubría la boca.

En el camino a mi casa guardamos silencio, solo nos acompañan un par de canciones que se reproducen de la playlist de Jace, y llevo mucho aguantando la risa por el nombre que tiene. Sé que es algo egocéntrico, pero no me imaginaba que tanto como para llamarla «Canciones para campeones».

—Pintaste un nuevo cuadro.

—Hmm

—¿Y de qué trata? ¿Puedo verlo?

Claro que no. Mientras lo pintaba, no he podido pensar en otra cosa más que en Jace, en las gradas y ese abrazo tan reconfortante. Así que al no poder quitarme su rostro de la cabeza, le hice un retrato y, aunque no está terminado, se ve claramente que es él.

Abrazo el cuadro y niego.

—No.

—¿Por qué? Pintas de maravilla y el mundo debe ver tus obras de arte.

—Puede ser, pero este retrato no.

—¿Es de una persona especial?

Pues ha sido especial hoy; así que

—Sí, es una persona.

—Entonces lo dejaré en el anonimato, será una pintura secreta —susurra cuando me mira por algunos segundos.

Le sonrío ligeramente.

Continuamos el camino sin decir una palabra más, solo escuchando al fondo Sh-Boom. Llegamos a mi casa y me doy cuenta de que no está mi madre. Doy gracias al cielo. Abro la puerta dispuesta a salir, pero me detengo cuando Jace habla.

—¿Te puedo hacer una pregunta rápida?

Regreso al asiento y lo miro.

—Mmm, sí.

—¿Por qué? —pregunta.

No sé exactamente a que se refiere.

— Por qué ¿qué?

—¿Por qué te alejaste de nosotros? —pregunta con una expresión de confusión y vergüenza—. Lo siento, no debí

—Amm, no te preocupes. En secundaria, mis padres se separaron y eso me afectó mucho. No quería que eso repercutiese en ustedes también, tenía actitudes negativas, no quería contagiarles esas vibras malas. Supongo que eso es todo.

Es parte de la verdad. Cuando mis padres se separaron, me convertí en una adolescente negativa que no quería hacer nada: no quería comer, dormir, jugar, leer, ni siquiera quería pintar. Veía a mis amigos ser felices y reír, pero cuando yo estaba con ellos y me sentía enojada con el mundo, sus sonrisas se borraban. Así que me alejé de todos.

Siento su mano sobre la mía. Subo la cabeza y lo miro.

—Estoy aquí para ti, Charlie, como antes —murmura con una mirada que irradia mucha sinceridad.

—Gracias, Jace, me has ayudado mucho hoy, no sé cómo podría agradecértelo.

—No hay de qué.

Sonrío y trato de salir del auto, pero me toma de la mano con delicadeza y me hace regresar.

—En realidad, hay una manera. —Suelta mi mano al instante.

—¿Y cuál es esa manera?

—Bueno, me preguntaba ¿Quieres ir a una fiesta mañana? Es en casa de Ken, va gente de la escuela, y sería divertido hablar un poco más allá de presidentes y logros.

Mmm, una fiesta

—Creo que no sería buena idea. Hace mucho que no hablo con nadie, sería raro y no quiero estropear la diversión a otros.

—Hablas conmigo, un poco con Daph, ya somos dos, y no le estropeas la diversión a nadie. Al contrario, para mí sería más divertido tenerte ahí — murmura mirándome a los ojos como un niño a punto de conseguir algo que quiere.

—Mañana es mi fin de semana con mi padre, tendré que preguntarle.

—Pero ¿se lo dirás? —pregunta rascándose la nuca. Tengo que admitir que cuando se pone nervioso se ve muy tierno.

—Sí, yo te avisaré.

—Por cierto, no te sientas obligada a ir, si no quieres lo entiendo, pero espero y puedas ir. Nos vemos mañana. —Sonríe.

—Recuerda que no es seguro

—Pero podría pasar.

Sonrío ligeramente y me despido con la mano. Entro a casa rápido para evitar mojarme. Subo a mi habitación e inmediatamente me siento frente al lienzo, tomo pinturas de todos los tonos de azul que tengo y me pongo a pintar. No puedo expresar con palabras lo que siento.

«Necesito pintar la confianza».

Pongo en la mochila mi laptop y mis cargadores, la cierro y bajo las escaleras con rapidez. Al abrir la puerta principal, ahí está, apoyado contra su auto, con una sonrisa. Mi papá.

—¡Princesa! —dice abrazándome.

—¡Papá!

—Vayamos a casa. Jess ha hecho tu pastel favorito, de chocolate y fresa.

Jess es la nueva esposa de mi papá, que intenta ser una mamá para mí y siempre se preocupa por mi bienestar. Camill es mi hermana menor, hija de Jess y papá. Tiene ahora cuatro años. Sonrío por el menú que me espera en casa. Jess se ha esmerado en hacerme sentir como su propia hija, en hacerme sentir querida y comprendida. Y eso es lindo.

¿Mi madre no habría podido ser igual? Nunca horneamos juntas, no bailamos por la casa, no hacemos noche de chicas con películas y palomitas, no tenemos confianza, no puedo decirle nada porque ella siempre me encuentra un defecto para criticarme. Es una situación tan frustrante

Pongo una canción que nos gusta a ambos para poder cantarla juntos y damos un concierto a un público imaginario. A esto me refiero, poder ser cómplice de tus padres es genial. Después de un tour por el mundo de la música, llegamos a casa de mi papá. En la puerta me espera Camill, que juega con carritos rojos en el pasto, y Jess, que carga un pastel y me sonríe.

—Charlie. —Camill corre hacia mí.

La abrazo con fuerza mientras sus bracitos me rodean.

—¿Cómo estás, Camille?

—Muy bien ahora que vas a jugar a las muñecas conmigo.

—Pero primero vamos a comer —dice Jess. Me pongo de pie y la saludo con cuidado de no estropear el pastel.

—Hola, Jess.

—¿Cómo estás, Charlie? ¿Qué tal la escuela? —pregunta con amabilidad mientras entramos a casa. Qué suerte tiene Camill. Le tengo envidia.

—Normal, aburrida. —Rio un poco.

—Me alegro —dice sonriendo.

Me apresuro a subir y dejo mis mochilas sobre la cama. Antes de salir de nuevo, mi celular vibra. Lo saco y miro la notificación más reciente, un mensaje de las noticias, los únicos que me llegan últimamente.

Con esta notificación me ha vuelto a la mente Jace y su propuesta sobre la fiesta. Debería darle una respuesta. Tal vez ya no recuerde lo que me pidió, podría simplemente olvidarlo y no ir. Me cuesta ir a fiestas. Se me hace difícil confiar en las personas o ser sociable, no sé muy bien cómo iniciar una conversación porque siempre he estado sola.

Mejor le pregunto a papá. A fin de cuentas, se lo prometí.

Bajo las escaleras a paso lento y entro a la cocina.

—Papá —llamo su atención.

—¿Pasa algo, princesa?

—¿Me dejarías ir a una fiesta mañana? —pregunto con nerviosismo.

—¿Qué?

—Una fiesta.

Sé que no se esperaba la pregunta. Es obvio, a mis diecisiete años no he ido a ninguna fiesta. Solo a las fiestas que organizaba Leo cuando éramos niños, pero estas son diferentes.

—Pero es nuestro fin de semana juntos —Hace un ligero puchero de broma.

—Anda, Mike. Charlie merece un poco de diversión. Desde que me casé contigo nunca la he visto salir, se lo merece, además habrá más fines de semana —lo alienta Jess.

Parece pensarlo por unos segundos, hace muecas raras, juega con sus dedos (ahora sé de quién he heredado esa manía), pero finalmente dice:

—De acuerdo, pero tendrás que llegar a las once y media, no más tarde.

—No seas aburrido Mike. La diversión comienza a las doce, tiene diecisiete años, no once.

—Está bien, doce y diez, es una gran hora.

—Mike

—De acuerdo, una —Jess alza una ceja— ¿y media?

Jess asiente.

—Gracias, papá, aunque todavía no estoy segura de ir.

—Hazlo, la vida de un adolescente se va volando. —Jess acaricia mi hombro y me regala una sonrisa amable.

Continúo platicando con mi papá, Jess y Camill sobre cosas de moda en la que papá está muy interesado, aunque no comprende por qué no puede llevar calcetines con sandalias, no entiende la diferencia entre una blusa y una playera, o que hay muchos más colores variantes del rosa, pero al menos intenta.

Esto es una verdadera familia, una con la que me gustaría estar todos los días.

Un mensaje ilumina mi celular. Es nada más y nada menos que Jace por Instagram.

—Hola, Charlie.

—Hola, Jace.

— ¿Y bien? ¿Nos veremos mañana?

—Sí, iré, mi padre me ha dado permiso.

—¡Genial! ¿Puedo pasar

por ti?

—Mmm Prefiero que me lleve papá.

—Está bien, no hay ningún problema, con saber que irás es suficiente, nos vemos mañana.

—Claro. Adiós.

Apago el celular y lo guardo en mi bolsillo, suspiro y me muerdo ligeramente el labio. Qué plática tan cruda, pero no había más temas de los que hablar. Tal vez al otro lado del teléfono él está relajado, pero yo estoy nerviosa. No me comunico con mucha gente, ni siquiera por mensajes.

Bueno, iré a una fiesta después de tiempo, y tengo que admitir que tengo mucho, mucho miedo

JACE

Llego a casa con una enorme sonrisa que me ha sido imposible borrar en todo el camino. He avanzado un escalón más, solo subí uno, pero menos es nada. Al estacionar el auto bajo de este casi corriendo, entro a casa apresurado y emocionado. Me dirijo a la cocina, donde está mi madre cocinando algo.

—Hola, cariño —me saluda mientras se sirve un poco de jugo —. La comida estará en nada.

Arrugo la nariz tratando de identificar el olor, creo que está haciendo una de mis comidas favoritas, minihamburguesas. Pero ni siquiera eso le quita el primer puesto en mi cabeza a Charlie.

Eso no está bien pensarlo.

Me siento en la silla de la barra y apoyo una mejilla en la mano. Suelto un gran suspiro.

—Alguien viene más enamorado que de costumbre, ¿puedo saber la razón?

—¡He llevado a Charlie a su casa, luego la he invitado a una fiesta, me acaba de decir que tal vez iría. Pero lo más importante es que ella, finalmente, se ha dado cuenta de que existo! —Me retuerzo con emoción—. ¡Y la he abrazado!

—¿De verdad? ¿No me estás mintiendo, Jace Grey Edwards? —pregunta con interés.

Niego frenéticamente, como un niño pequeño feliz por aprender a atarse los cordones.

—Es genial, Jace, ¿lo ves? Te dije que nunca perdieras las esperanzas. Sigue siendo honesto y tú mismo, hazle saber que estarás ahí.

—Eso haré

Ahora más que nunca siento que una pequeña luz me ha iluminado. He abierto el camino para mí, después de un año amándola en la sombra, por fin me ve y me acepta. Aunque no al cien por cien, pero lo está comenzando a hacer.

¡Ha dicho que sí!

Me levanto de la cama de un salto y comienzo a hacer mi baile de la victoria. Me siento como un niño. No podré dormir de la emoción. Es genial, ella va a ir, aunque no me ha dejado que vaya a recogerla, pero tenerla en la fiesta será suficiente para mi corazoncito. Después de rechazar a todas las chicas en anteriores fiestas por serle fiel a mi amor platónico, por fin podré pasar tiempo con la única que me importa.

Me acerco al espejo para revisar mi vestimenta y me quedo parado justo enfrente, mirándome detalladamente. Hoy más que nunca tengo que estar guapo, mucho más que todos los días, porque soy guapo todo el tiempo. Llevo unos vaqueros negros, una playera negra de mangas ajustadas y unos tenis blancos. Me peino con los dedos y... ya estoy listo para enamorar a Charlie o dejar que me enamore ella a mí.

Bajo las escaleras y me detengo en el penúltimo escalón para que me admiren. Mamá y papá están sentados en el sofá viendo la televisión. Desde donde están me pueden admirar perfectamente a mí, su bella creación, pero no lo hacen. Así que carraspeo para hacerme notar. Ambos se giran al escucharme, sonríen al comprender lo que estoy intentando hacer.

—Qué hombre tan guapo —vocea mamá con una sonrisa grande y cariñosa.

—Uuuh, tengo un hijo demasiado guapo. Debe ser todo un casanova, seguro que sí, miles de chicas van detrás de él —asegura mi padre chocando los puños.

Casanova, nada de eso.

—Tal vez, pero solo hay una chica que mueve mi mundo, papá.

Y es la reina de CharlieLand.

—La pequeña Charlie —susurra mamá.

Nada más y nada menos que la dueña de mis sueños más profundos, la chica que me hace enmudecer, me hace quedarme en blanco y entrar en trance.

Mi padre abre los ojos y yo sonrío cuando siento mis mejillas arder.

—¿De verdad? Es una linda chica.

Linda, amable, honesta, inteligente y muchas cosas más. Podría decir todas sus bellas cualidades y nunca me cansaría.

—Ya me voy, dejemos el tema de mi belleza, no quiero llegar tarde —digo despidiéndome de ambos.

Obviamente, tengo que llegar el primero para estar listo cuando ella aparezca. No quiero que no me vea, le dé un ataque de pánico y se vaya antes de poder disfrutar su compañía.

—No regreses más tarde de las dos de la madrugada, Jace, o tendrás problemas —advierte papá apuntándome con su dedo.

La última vez que llegué después de mi hora acordada tuve que lavar el auto de papá durante dos semanas. Él pasaba adrede por las calles llenas de charcos que había de lluvias recientes en ese momento. Fue una tortura, se me quedaron las manos como las de un viejito durante cuatro días después del castigo. Desde entonces, siempre llego a casa diez minutos antes de la hora que me marca.

—De acuerdo, llegaré temprano, no se preocupen —digo, y salgo de casa para después subir a mi auto y comenzar el camino a casa de Ken.

Estoy nervioso, pero tan solo un poco. Lo que siento sobre todo es emoción y mariposas en el estómago. Esta puede ser una noche inolvidable o desastrosa. Espero que sea lo primero y que ella siempre la recuerde con una sonrisa, porque estoy seguro de que yo así lo haré.

CHARLIE

Termino de cambiarme para la fiesta y me miro en el espejo. Estoy nerviosa, hace tiempo que no comparto tiempo con tanta gente. No sé cuándo fue la última vez que hablé bien con Daph y los chicos

Pero lo intentaré, hice una ¿promesa? Algo parecido. Jace parecía feliz. Así que no quise arrebatarle su sonrisa, no después de lo que hizo por mí en las gradas. Además, no me gusta hacerle eso a las personas. No está bien cuando alguien te lo hace a ti.

En fin, elegir mi ropa para un lugar en el que nunca he estado ha sido difícil. No sé qué se lleva, si hay un código de vestimenta o ese tipo de cosas absurdas de hoy en día. Sin embargo, finalmente me he decidido por una blusa negra de manga larga, unos jeans del mismo color y unos tenis blancos. Me he dejado el pelo suelto y me he maquillado muy poco. Seré yo misma, no voy a aparentar ser alguien que no soy.

Salgo de la habitación y bajo hasta la sala, ahí están mi papá y Camill leyendo un libro de cuentos sentados en el sofá. Al verlos me recuerdo a mí misma de pequeña. Me gusta guardar estos bonitos momentos en mi mente, congelados en el tiempo, para cuando se me viene encima la tristeza.

—¿Y Jess? —pregunto.

—En el estudio, terminando un plano. ¿Estás lista? —pregunta papá.

Asiento, no tan convencida. Comienzo a arrepentirme de mi decisión. Mi papá se levanta y carga a Camill; ella le toma las mejillas y lo mira fijamente.

—Te dejaremos con tu madre mientras yo llevo a tu hermana.

La pequeña sonríe abrazada a su cuello.

Salgo de casa para subir al auto mientras papá deja a Camill y viene también al auto, me coloco el cinturón y lo ajusto, respiro hondo y suelto el aire con lentitud. ¿A Jace le importaría mucho si no voy a esa fiesta? No me estará esperando, dando vueltas en círculos, tocándose el pelo una y otra vez, qué sé yo.

Me voy a bajar del auto, pero mi papá entra y me detengo.

—Creo que mejor me quedo en casa —murmuro mirándole con angustia.

—No tengas miedo, Charlie, sé que no hablas con mucha gente, pero esta es una forma de poder socializar más. Todo va a salir bien, lo prometo, y si no, puedes llamarme y yo iré de inmediato por ti.

Le sonrío, cierro la puerta y comenzamos el camino a casa de Ken. Esas palabras me han dado un poco de confianza. Estoy más tranquila. La casa de Ken está tal como la recordaba, no ha cambiado desde secundaria. Recuerdo que siempre veníamos a su casa porque él tenía una cama elástica mucho más grande que las de los otros niños.

—Nos vemos más tarde, princesa. Si quieres que venga por ti antes, lo hago. —Me da un beso en la frente.

Camino insegura hasta la puerta, que está abierta para que la gente salga y entre a placer. El ambiente es ruidoso y muy alocado. Para nada de mi gusto. Cuando entro, inmediatamente me asusto. Hay demasiada gente y de pronto alguien me toma del brazo y me lleva a un lugar más apartado. Volteo asustada, pero ese sentimiento desaparece cuando me doy cuenta de quien se trata.

Es Jace.

Gracias al cielo. Estaba a punto de morir de miedo, vergüenza, pánico y todo tipo de cosas.

—Has venido —alza la voz para que lo escuche entre tanto ruido. Asiento. Él sonríe y suspira, mirando alrededor—. ¿Quieres ir con Daph y los chicos? ¿O a algún otro lugar? Está el patio, podemos ir a la cocina, al jardín, donde te sientas mejor —pregunta. Jace siempre ha sido así, educado y atento, busca la comodidad de todos.

Asiento, ya que no hay más personas con las que pueda socializar, a excepción de mis antiguos amigos, y creo que, aun así, me será un poco difícil. Caminamos entre la gente hasta que nos topamos con unos sofás apartados de todo, donde solo están ellos. Parece una zona muy VIP.

—Miren quién ha llegado —anuncia con una gran sonrisa.

—¡Hola, Charlie! —saludan Daphne, Leo y Kenneth. Parecen contentos, mejor dicho, ebrios.

—Hola a todos —murmuro.

—Siéntate. ¿Qué quieres beber?

—Lo que sea que no tenga alcohol.

Jace me dirige a un sillón de dos plazas, se sienta a mi lado y me tiende una botella de limonada que ha sacado de una hielera. No bebo alcohol, no me siento lista para hacerlo. Aunque a mi edad es cuando la mayoría de las personas comienzan a experimentar con él, yo paso de eso, prefiero estar bien emocionalmente y no abusar de la bebida.

—Saben, el sábado anterior en la fiesta de Dylan —comienza a narrar Kenneth.

Todos escuchan su anécdota y dan sus opiniones, o cuentan otras anécdotas similares, pero yo no hablo. Yo solo estoy ahí, sentada, escuchando sin entender nada. Es muy incómodo, porque no he dicho ni una sola palabra.

Suelto un suspiro silencioso y continúo escuchando.

Pasa más o menos una hora y media, en la que no faltan las anécdotas y los chismes en nuestra burbuja, y durante la que no he comprendido absolutamente nada. En ocasiones han comenzado con una historia, pero se han detenido de inmediato al mirarme de reojo, y no los juzgo por eso. Está muy claro que no hay confianza, y es mi culpa.

—¿Estás bien? —me pregunta Jace en un susurro.

No

—Sí.

—Puedes decirme la verdad

—Me siento sofocada, hay mucha gente, y no entiendo de que están hablando —murmuro comenzando a jugar con mis dedos.

—¿Quieres ir afuera? —pregunta con preocupación.

Definitivamente lo necesito, así que asiento. Un poco de aire fresco me vendrá bien. Ambos nos levantamos atrayendo las miradas de los tres adolescentes que están frente a nosotros.

—¿Ya te vas? —pregunta Leo.

—Es muy temprano —afirma Ken mientras mira la hora en su celular.

Niego.

—Vamos afuera —digo. Ellos asienten con una pequeña sonrisa.

Jace me toma por la muñeca y me va guiando, apartando gente por mí, lo cual agradezco, porque conociéndome, me detendría minutos hasta que esa persona se diera cuenta de que quiero pasar.

Mientras nos paramos unos segundos, miro el reloj de mi celular rápidamente, son las once.

Aún tengo un poco de tiempo y estoy bien, sigo bien, y estaré bien mientras que Jace no me deje.

Continue Reading

You'll Also Like

33.4M 4.3M 46
[COMPLETADA] ¿Es posible enamorarse de alguien sin conocerlo? ¿Sin haberlo visto? ¿Es posible desarrollar sentimientos por una persona que solo has e...
365K 38.8K 200
Yan Xi, un prodigio médico que obtuvo un doctorado a los 22 años, nunca esperó terminar transmigrando a una novela. Su marido era el cuarto hermano d...
721K 49.2K 32
17 años tenía mi madre cuando murió, y lo único que sé es que ha muerto por mi culpa. Mi padre estaba muy enamorado de ella, y eso mismo le impide re...
128K 17.4K 28
Primera novela de la trilogía: "Amores inigualables" Cartas no enviadas, a personas que no existen. Hermosa portada hecha por @WhenWillBeHappy . #292...