Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA...

By Themma

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Completa versión borrador. +16 Se casaron presas del impulso, de la pasión desbordada, esa con la que se com... More

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1. Desa
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|Nota Final|
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LIBRO II
Más de ellos

24. Desa

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By Themma



No sé qué hacer, pero mi mano cae y mi voz se extingue. Ella está ahí, mirándome y juro que sus ojos están empañados, luce aturdida, pero sobre todo incrédula. Mi corazón palpita como si quisiera salirse de una, mis oídos zumban.

Todos los presentes notan mi falta de movimiento y clavan su atención en lo mismo que yo, solo que a ellos no les refiere lo mismo. Experimento miedo, desazón. Mi boca, seca intenta articular una palabra, la que sea. De pronto ella sacude la cabeza y sale de mi campo de visión.

¡Riah! Solo puedo pensar con los líquidos del estómago subiendo hasta mi garganta. Giro la guitarra para que quede sobre mi espalda y salgo corriendo, me detengo en seco cuando notó que Ame está a su lado, susurrándole algo. Lira me observa serena y entra al lugar donde yo estaba segundos atrás. Muerta de miedo me aproximo, esa mujer es una mezcla de apabullante seguridad y dureza que la verdad siempre me ha amedrentado un poco, aun así, no me detengo. No logro llamarla porque alza la mirada y la posa en mí, aturdida.

No sé qué mierdas decir, no encuentro nada en mi cabeza que pueda servir. Le dirá a Riah y... quizá lo asombre tanto como a ella, quizá acabe por mandarme a la mierda para irse con Rowe, quizá...

-Con que tocas la guitarra -dice con voz suave, acercándose. Paso saliva, pero Ame me guiña un ojo, ese gesto se supone que debe tranquilizarme aunque la verdad no mucho. Comprendo, justo ahí, que mi tiempo está contado y que ya he mentido bastante. Asiento nerviosa. Sonríe con franqueza y eso me desconcierta aún más que todo lo demás. Sus ojos están enrojecidos, me evalúa con suma atención, es como si nunca me hubiese visto y fuese la primera vez que realmente lo hace. Mi pecho se oprime y expande ante la antelación. No tengo idea de lo que hará, de lo que dirá. Cierro y abro los puños, acción que no le pasa desapercibida. Debo hablar así que sin tener la menor idea de dónde saco el coraje, respondo con seguridad.

-Sí.

-Y cantas... -murmura ladeando su cabeza, sin juicio alguno, solo interés.

-Sí.

-¿Y vienes aquí a... -pregunta dejando en el aire lo siguiente. Paso saliva. ¡Habla! Me digo, que sea lo que deba ser.

-Ayudar, en lo que puedo. Nunca es suficiente, pero lo intento. Me gusta venir, es lo que más me gusta hacer y -de pronto sus brazos rodeándome y pegándome a su cuerpo me dejan muda. Me abraza con fuerza, con una a la que no estoy acostumbrada, sin embargo, no me quito y acepto el gesto pese a la incertidumbre. No logro ver a Ame, solo sentir su perfume suave y elegante, su abrigo contra mi mejilla. Cuando me separa, unos segundos después, acaricia mi cara y chasquea la boca, serena.

-Este lugar no es para alguien como tú -afirma con cautela, tomándome por los brazos, seria de repente. Me suelto molesta, negando. ¿Quién es ella para decirme el sito donde debería estar?

-No dejaré de venir -le advierto apretando los dientes, muy decidida.

-¿Por qué?

-Porque... aquí soy feliz -aseguro contenida, nerviosa también, pero me importa poco, no dejaré de ir. Su gesto se suaviza dramáticamente y juro que sus ojos se anegan de nuevo. Aprieta mi mano y se da la media vuelta. Le dirá a Riah, y no sé cómo lo hará, mi mente trabaja al máximo-. Sé que no soy lo que espera -se detiene sin voltear-, que soy lo más lejano a lo que alguna vez quiso para Zakariah porque sí, él merece alguien que sea igual de inteligente, de fuerte, alguien... diferente a mí. -Ahora sí me encara, intrigada pero atenta. Me desinflo, perdida-. Solo... solo no se lo diga, no ahora.

-¿Él no tiene idea de esto? -comprende, analizándome. Niego agobiada.

-No -confirmo.

-¿Cuándo piensas decirle? -pregunta, cauta. Me muerdo el labio, asiendo el colgante de mi guitarra con aprensión.

-Pronto.

-Entonces yo no tengo nada que comunicarle a mi hijo -determina y yo solo siento que el alma me regresa al cuerpo, bajo la vista, turbada-. Y, Desa, eres justo lo que esperaba que él eligiera -asegura dejándome estática. Observo cómo se van, pero yo no logro moverme. Mis latidos no logran regularse y mi cerebro apaciguarse. Mi garganta se siente seca, toda yo soy un manojo de nervios y desorientación.

No salgo de mi estupor hasta que un par de manitas se enrollan en mis piernas, sonrío y cargo al pequeño, beso su mejilla sucia y le sonrío.

-Vamos a lavarte esa cara y buscar a mamá. Es hora de cenar -le informo temblorosa, a lo que solo responde.

-Ti.

Llego a casa y es notorio que Riah no está, hace mucho frío pero a pesar de eso tomo las correa de Missy y la saco, ella sale feliz, es su parte favorita del día. Cierro tras de mí cuando veo las luces de su auto, me detengo en la entrada de la casa y un segundo después aparece frente a mí.

-¿A dónde vas con este frío, Desa? -pregunta arrugando la frente, frotándose las manos.

-Missy debe salir -le digo como si nada.

-Estuviste muy mal, debes descansar. Deja, lo hago yo -y señala la correa para que se la dé.

-¿Por qué no vamos juntos? -inquiero. Sonríe bajando la guardia de esa forma tan masculina que tiene.

-Porque no quiero volver a verte mal, no por un tiempo -musita casi sobre mi boca, me importa una mierda nada y termino la distancia. No nos hemos besado decentemente desde que ese maldito virus entrara en mi sistema. Gime al sentirme pero no se opone, al contrario, invade mi boca como solo él sabe hacerlo-. Ni así me convencerás. Soy un tipo difícil -me asegura muy cerca de mi rostro. Sonrío y le doy la rienda, haciendo un leve puchero porque sé que tiene razón.

-Un Neanderthal -le refuto.

-Sí, también eso -dice mientras se aleja con nuestra mascota.

...

El fin de semana fue... confuso. Transcurre en medio de mensajes que me hacen reír de Steve planea pasar con Kyroh el viernes y el sábado y el domingo. Sí, parece que la química hizo ahí su trabajo o quizá otra cosa, pero noto entusiasmo de su parte.

El sábado por la noche van a cenar a casa los amigos de Riah, en esta ocasión es nuestro turno poner el lugar. No me pone realmente feliz la situación y quizá lo hago notar un poco, pero intento ayudar después de llegar molida del trabajo, él se ha hecho cargo de todo esta vez, solo le ayudo a los últimos detalles.

La noche anterior tan solo cruzó la puerta de la habitación salté sobre su perfecto cuerpo y no hubo manera de que me separara, tampoco él lo buscó. Hablamos muy poco, lo cierto es que lo notaba algo pensativo, tampoco pregunté. De alguna manera yo me había puesto en ese punto donde yo no respondía lo que me preguntaba entonces no me sentía con el derecho de cuestionar, por otro lado, constantemente me sentía en guardia respecto a Rowe y por si fuera poco, lo ocurrido con Kindah también me mantuvo perdida en lo mío. El reloj hacía tica tac en mi mente y sabía que ya estaba sobre mí todo, solo estaba agarrando las fuerzas para soltarlo así, de una y atenerme a lo que fuera.

Esa tarde me visto con un poco más de esmero; unos zapatos altos, el pelo cuidadosamente alisado, un vestido de manga larga, oscuro y medias. Al verme descender sonríe con esa mirada felina que tiene, Loen y su novia acaban de llegar, los está recibiendo, pero mis mejillas se enrojecen por la forma en la que, estando solo con el vestido encima, me cargó como un costal de papas logrando que gritara, me llevó a la encimera del baño, me besó con brío buscando mi centro con los dedos logrando así que jadeara sobre su boca.

-Si no te tomo ahora mismo, será una noche de infierno, mi sol -se excusó con voz ronca, entre besos candentes y fieros. No me quejé, al contrario, bajé el cierre de su pantalón, él bajó su bóxer, se las ingenió para dejarme sin mi braga y entró de un jalón sin quitar sus manos de ahí. Grité aferrada a su gran espalda.

-Riah -logré decir sintiendo como iba y venía necesidad, con el mismo ímpetu que yo sentía.

-Des -reviró empujando más hondo. Fue intensísimo tanto que cuando acabó no logré bajar de ahí por unos minutos en los que pacientemente permaneció entre mis piernas, conteniéndome.

-¿Te lastimé? -preguntó con un dejo de agobio, alcé la vista y acarició mi rostro, sonreí lánguida. Suele preguntarlo ya que por su corpulencia o fiereza teme que algo me suceda, pero la verdad a mí ambas cosas me encantan.

-Fue perfecto, siempre lo es -musité casi sobre su boca. Sonrió complacido haciendo a un lado mi cabello, con suavidad.

-Sí, siempre lo ha sido, mi sol.

Pronto nos encontramos todos hablando en la sala, Mike me hace reír por algo que dice, Kyroh es el único que no va y yo soy la única que sabe la verdad. La novia de Loen es una chica alegre, por lo que no es difícil seguir la conversación, un par de parejas más que conozco también están, de pronto noto la ausencia de Riah, enseguida la de Rowe y mi pulso se detiene. Nerviosa paso saliva y le doy un trago a mi vino, dejo la copa y camino rumbo a la cocina cuando escucho sus voces, me detengo en un ángulo en el que sé no me ven.

Está ella muy cerca de él, me dan la espalda, algo ven en el celular cuando de pronto Rowe se aleja un poco y lo observa fijamente.

-No lo postergues más, Zak, debes contarle -le dice con un dejo de urgencia. Zakariah se pasa la mano por la nuca, resoplando.

-Lo sé, es solo que no he encontrado el momento -argumenta. La... mujer, lo sacude un poco por el brazo.

-Una vez que lo hagas, yo podré hacer mi parte. De otra amanera no haré nada.

-Ro, unos días.

-Bien, de lo contrario mejor olvidemos el asunto -sentencia alzando las cejas.

Me recargo en el muro contiguo, mi respiración se ralentiza y siento que ya es demasiado. Dentro de mí viajan unas ganas inmensas de entrar, gritarles, insultarlos, pero solo logro quedarme ahí, pestañeando. No, no puedo, no quiero perderlo, resuelta entro y enseguida se separan.

-¿Sucede algo? -pregunto seria. Ambos niegan. ¡Agh! Rowe me sonríe y me deja ahí, con él, enseguida se acerca sereno.

-¿Venías por algo? -indaga como si nada, aunque puedo jurar que tenso. Lo observo fijamente, no sé qué decir, qué hacer. Se acerca y retrocedo. Arruga la frente.

-Por un vaso -miento y me alejo para tomarlo. Luego lo elevo para mostrárselo y salgo de ahí, deprisa.

El resto de la velada es una maldita mierda. Zakariah busca mi mirada, más de una vez me arrincona intentando hablar, pero lo hago a un lado con rudeza. Obviamente no desea un espectáculo ahí, así que se abstiene.

Cuando se va el último invitado me dedico a levantarlo todo. Al día siguiente me levantaré temprano pero me importa un carajo, no podría dormir aunque quisiera. Sé que debo decirle, exigir una explicación, pero estoy tan hundida en mis propias mentiras que temo hacer tronar una bomba y me quede sin nada.

-¡Me dirás ya qué mierdas te ocurrió toda la noche! Entiendo que te aburran, aunque antes te encantaba pasar tiempo con ellos. Pero te recuerdo que son mis amigos, Desa, esta también es mi casa -ruge. Así que cree que es eso. Aviento un trapo con el que limpio la superficie y lo encaro.

-Entonces tú levanta todo esto. Yo tengo mañana trabajo, Zakariah -reviro pretendiendo huir, pero me sujeta por el brazo, molesto.

-Ya no sé quién eres, ya no sé cómo actuar contigo, ya no sé una maldita mierda de nada. -Me zafo furiosa.

-Esto soy, siempre he sido lo mismo. ¿Qué no lo notas? -gruño mirándolo fijamente.

-Ahora la que hace acertijos eres tú -señala con sarcasmo. Me río con cinismo-. Vaya, preguntas sin respuestas, actitudes que no entiendo, tú -y me señala de pies a cabeza-, siendo alguien que no logro descifrar. Me apartas, te estás escondiendo de mí y ¡maldita sea, Desa! Estoy ya cansado de esto. -Mi pecho se hunde, pero solo logro sentir ganas de darle una bofetada por cínico.

-Por mí no te canses, haz lo que se te pegue la gana, Zakariah, después de todo nunca seré lo que esperas que sea -y me doy la media vuelta, sé que está pasmado pero igual de molesto que yo, con la diferencia de que no tiene roto el corazón, como yo ahora mismo lo tengo.

-Es por lo de hace un rato, cuando me viste con Rowe -suelta cuando ya estoy a unos metros. Me detengo pero no giro, solo abro y cierro los puños, mi sangre se congela y mi piel cosquillea-. Desa, tengo que contarte algo -pretende iniciar, pero lo encaro muerta de miedo. ¡No! ¡No estoy lista para escucharlo! Descubro transpirando como si me hubiese sumergido en un lago.

-No quiero escucharte, iré a dormir y no quiero escucharte -le digo con una firmeza que desconozco. Su rostro se descompone de forma tal que no le reconozco.

-¿En serio? ¿Así, nada más?

-Así, nada más -repito y me alejo casi corriendo, ahogándome. Me desnudo torpemente, tiemblo, tiemblo desde adentro hasta afuera. Mi garganta escuece pero ninguna maldita lágrima emerge. Me siento tapada emocionalmente, me siento hundida, me siento... más perdida que nunca. ¿Qué mierdas estoy haciendo?

Zakariah entra a la habitación una hora después, finjo dormir pero sé que sabe que miento. Cuando después de mucho tiempo escucho su respiración pausada, me levanto. Es de madrugada, deambulo por ahí envuelta en un suéter que apenas me cubre, termino en la sala observando la foto de nuestra boda. Él sonríe apenas, con ese gesto sensual que amo y yo abiertamente, y cómo no, ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, la realidad es que creí que las cosas serían tan diferentes, creí que al fin estaría donde debía, que el mundo estaría a mis pies, que con su presencia ya nada me faltaría. No es así, lo amo, lo amo con todo mi ser, pero mi vacío no lo podía llenar él simplemente porque era mío y ahora que me siento con un rumbo, con un motivo real, lo pierdo y me rehúso a ello, pero no encuentro cómo ser sincera y mostrarme así, como realmente soy, sin todas las caretas, sin todas las mentiras.

Tomo la imagen, me siento en un sofá y paso lo que queda de la noche ahí, evocando cada momento desde ese día. Era feliz, sí lo era, pero de una manera que ahora mismo no me atrae en lo absoluto. Mis días consistían en banalidades que en este momento me hacen sentir irritada. Veo con mayor claridad la razón por la que él no deseaba un hijo y es que miro hacia atrás y lo único que noto es una vida sin sentido, dependiente de él, donde la mayor preocupación era qué compraría en la tienda siguiente. No me reconozco, tampoco es que en México fuese así, pero... se acerca. Me dejo caer en el respaldo. No quiero eso de vuelta, quiero esta sensación de bienestar, de sentirme útil, de ser lo que realmente soy en todos los sentidos, sin embargo, no sé si sea la mujer que él quería a su lado.

Sé que me desea, pero... no sé si me ama. Nuestra relación se ha basado en esa química irrefutable, en esa ansiedad de estar unidos, eso lo sé, y aún es, a pesar de lo que esté pasando entre él y Rowe. Dejo la foto del lado. Ellos... quizá Riah por ella sí siente cosas más hondas, más profundas, eso que yo siento por él y que sé es más fuerte que el deseo que nos une.

Da la hora de irme, me visto en silencio, Zakariah no despierta y lo prefiero. Salgo con tiempo de sobra, desanimada, deprimida.

La mañana transcurre agitada, para cuando termina sé que debo volver a casa pero no quiero, le mando un mensaje diciéndole que me pidieron doblar turno. Otra mentira, y tal parecer que mi idea es continuar alargando el pergamino de ellas. Contesta un "OK" que me deja peor. No quiero buscar a Camila, me reprenderá por no haberle dicho nada aún, y como sé que tiene razón y no quiero ensuciar la imagen que tiene de Riah diciéndole lo de Rowe, mejor la evito. Le marco a Graco, pero no responde. Al final, sentada en una banca del parque, le marco a mi madre. Hace tiempo que no sé nada de ella. Espero unos segundos, nerviosa, y responde.

-Hola -le digo fingiendo estar alegre, cosa que me sale a la perfección.

-Hola, Desa, qué milagro -señala con un dejo de sarcasmo, se escucha atareada.

-Quedaste en devolver mi llamada la última vez -le recuerdo buscando no sonar quejosa, con ella eso no funciona, o no funciona conmigo en realidad.

-Sí, lo sé, pero recuerda que debo trabajar. Aquí las cosas no se dan solas. -Ruedo los ojos, es el argumento de toda la vida, para no ir a mis festivales, para no festejar mis cumpleaños, para no tener regalos o un pastel, no de ella, pero lo mando lejos, como suelo y lo evado.

-¿Cómo están? ¿Alena, tú?

-Bien, las dos bien. Ya sabes que aquí es una buena época y la tienda nos tiene locas. Alena le va de maravilla en la carrera, es listísima, ya ves que no se le dificulta y siempre tiene ganas de ir más allá, gracias a su responsabilidad es probable que consiga una beca.

-Me alegra, mamá. -Y de verdad es así, aunque casi no convivía con ella porque somos polos opuestos, la quiero.

-¿Y tú? Bueno, no me digas, tu marido te tiene como princesa, justo como querías, ¿para qué esforzarte en algo? ¿No? -murmura como de pasada, pero duele. Humedezco mi boca y busco que esa sensación tan familiar no me domine, no lo consigo, ya no.

-Te asombraría lo mucho que hago.

-Ah, sí, ¿cómo qué? Alguna clase especial de belleza, o...

-Ayudo en un albergue de mujeres en situaciones difíciles, entreno box cuando no debo ir a trabajar a una cafetería en un área turística de aquí -reviro rabiosa, sin poder contenerme. El silencio se apodera de ella por unos segundos.

-¿Una cafetería? ¿Es en serio? ¿Qué dice tu marido al respecto? Dios, Desa, no puedes haber terminado así con todas las posibilidades que tenían frente a ti. ¿Acaso no tiene dinero? ¿No te mantiene?

-¿Terminado? Es un trabajo como cualquiera.

-De mesera... claro. ¿Eso es lo que aspirabas?

-No se trata de eso. Se trata de hacer cosas.

-Siempre poniendo pretextos. Debiste terminar la carrera, ser alguien, no estar dando tumbos por la vida para ver qué se te ocurre ahora. Lo único bueno es que no durará mucho, te lo aseguro.

-¿Escuchaste lo que te dije? Estoy yendo a ayudar a un albergue de mujeres.

-¿Te aplaudo o qué? Realmente no quiero volver a lo de siempre contigo, ya estás casada y es tu problema lo que decidas de tu vida, pero aunque puede ser una buena causa, es ridículo que pretendas que te felicite por ir a uno de esos lugares donde sí hay gente que ha pasado cosas terribles y tú, que lo has tenido todo, no hayas hecho nada y continúes así. Crece, Desa, crece de una vez y sé constante, responsable y madura. En serio ya es el colmo. -Duele, duele cada jodida palabra y no puedo contenerme, ya no.

-Nunca fui importante para ti, jamás logré llamar tu maldita atención hiciera lo que hiciera jamás fue suficiente porque yo no era suficiente para ti. Pasé la jodida vida buscando que me vieras, que me notaras, esperando escuchar algo que me dijera que sí, sí me querías, que te importo y que no soy el resultado de un momento que deseas olvidar. Jamás tuve tu aprobación en nada, simplemente no existía, no existo salvo para hacerme sentir una mujer tonta, absurda, que no pueda dar nada, que no es buena en nada. Muy bien, mamá. Se acabó. Estoy lejos, hice mi vida, soy buena en lo que hago, toco guitarra y lo hago estupendo aunque nunca te molestaras en escucharme, canto también por si no lo sabías y sí, también soy buena en ello. En el albergue soy necesaria y no porque dé dinero sino porque amo estar ahí, porque deseo darles esperanza, fe, porque si yo tengo mi vida resuelta puedo ayudar a otras que no. Desde que entré jamás he faltado y no pienso hacerlo. He aprendido a golpear duro porque aunque estoy al punto de desfallecimiento cuando descanso voy a entrenar. Tengo una perrita que es encantadora a la que he educado y en mi trabajo soy eficiente y confiable. Pero ¿sabes qué? Esto te importa una mierda porque yo te importo una mierda y está bien, lo acepto. No lucharé más, no pelearé más. Gracias por ser mi madre, por, de alguna manera ocuparte de mí, pero puedes descansar al fin, no regresaré así todo salga mal acá. Adiós, mamá -y cuelgo con el corazón acelerado.

Permanezco suspendida ahí, en ese lugar, con frío pero ajena a todo. Obviamente el teléfono no sonó de vuelta, aunque albergué por un ingenuo segundo que así fuera. Nunca le había hablado así, durante mi infancia buscaba acercarme, en la adolescencia, evitarla al sentir su rechazo y después, solo iba y venía a veces escuchando sus letanías sobre mis pocas capacidades para luego desaparecer en mis asuntos, al grado que llegué a creerme cada una de sus palabras y me busqué convertir en lo que decía de mí, pero esa tampoco nunca fui yo.

Poco a poco logro serenarme y me convenzo de que debía hacerlo, de todas maneras no había perdido nada porque jamás la tuve. Como sé hacer, entierro la emoción bien profundo y un puesto de hotdogs me atrae así que como una autómata decido comer uno, luego camino por ahí y noto que personas se aglutinan alrededor de una pequeña banda callejera de chicos que deciden dar su show ahí, los escucho y tarareo sus canciones, ajena a todo, centrándome solo en las notas, en la música, en lo que siento al repetir la tonada con mi voz.

Llego a casa, Riah no está, en ese momento no puedo ni quiero pensar en él, ni en nada, me doy una ducha y tomo el libro, estoy asombrada porque estoy por terminarlo y ni siquiera lo puedo creer pues me ha gustado demasiado. Escucho sus pasos, Missy por supuesto ya baja corriendo hasta él, siempre es así. Sube despacio, ¿de dónde vendrá? Me obligo a no pensarlo. Lo ocurrido con mi madre aún circula en mí y la verdad es que siento que estoy en el borde de un abismo y llegó la hora de saltar.

-Hola. -Su voz hace que levante la mirada. Va con ropa deportiva, mi piel despierta ante su presencia, pero solo asiento y vuelvo a lo mío.

-Hola...

-Estaba con Loen, vimos un partido -me informa, despacio.

-Bien -solo respondo sin verlo, atenta a lo que hago.

-¿Cenaste?

-Sí -musito releyendo porque no estoy reteniendo nada.

-Me iré a dar una ducha -murmura con voz contenida, me tenso pero no lo encaro, solo asiento nuevamente.

Cuando llego a dormir me siento exultante, ¡acabé el libro! No lo puedo creer y la verdad es que tengo ganas de salir a dar brinquitos por ahí sin ton ni son, en cambio me como las ganas y me meto bajo las cobijas, él duerme, seguro cayó tiempo atrás, ya es tarde. Hago una nota mental de buscar alguna librería al día siguiente y así tener alguna otra lectura que me ayude a distraerme. No logro dormir bien pese al cansancio, sé que debo descansar pero también sé que mi sueño se afecta con ridícula facilidad y entre mi logro, lo ocurrido con mi madre, las cosas entre Riah y yo, Kindah, no puedo.

Despierto agotadísima, gracias al cielo no tengo trabajo, pero no deseo perderme el entrenamiento, sin hablar prácticamente y en medio de un hondo silencio que ya duele, llegamos al gimnasio. Paso la mañana ahí, incluso le pido a él que se marche pues tengo deseos de continuar y Melanie se emociona, he avanzado mucho a pesar del poco tiempo que le dedico. Riah se muestra reacio, pero como no logra moverme de mi resolución, no le queda otro remedio.

Llego a mediodía, tomo la camioneta y salgo para el albergue. En el camino me comunico con un proveedor de pintura que además, puede ayudar con la mano de obra pues le he contado todo sobre el lugar días atrás que lo contacté. Llego a la parada, Steve fue por la mañana, está en una cita sobre sus pinturas que no podía postergar así que me quedo con las ganas de saber cómo fue todo con Kyroh, aunque prometió ir más tarde y así al regreso decírmelo todo. En el barrio me reciben un par de chicas, de alguna manera siempre se las ingenian para que nunca llegue sola al lugar, aunque la verdad es que la gente empieza a conocerme y hasta me saludan de lejos.

Dos horas más tarde tengo hambre, debo ir a buscar algo de comer, tomo las sábanas que doblamos y bajo, cuando una de las niñas, hija de una mujer que huyó de su marido una semana atrás, entra asustada. Intento tranquilizarla, pero las palabras se le agolpan en la garganta y solo señala afuera con lágrimas, ojeo el lugar y no pasa nadie por ahí.

-Tranquila, Mary. Dime qué ocurre.

-Mamá, mi mamá, ven. Vamos -dice sin mucha voz, pese a su tez morena, sé que está pálida, está en extremo angustiada.

Salgo deprisa, preocupada, llegamos al a esquina y me quedo pasmada cuando veo a un hombre con un arma, parece borracho o drogado, quizá, pero decidido, le apunta a la madre de Mary. Niego atónita. La niña me jala, busca que haga algo, las personas se aglutinan. Mi respiración se dispara, la mujer llora, niega y le pide a la niña que no se acerque, a mí que no la suelte y eso hago cuando intenta ir hacia ella.

-¡No lo hagas! -ruega la madre de Mary, aterrada.

-¡No debiste dejarme! ¡Te dije que todo cambiaría, que te amaba, perra!

Y así, nada más, sin darnos tiempo de nada, escucho el fuerte estruendo y veo como el cuerpo de la mujer cae al suelo con un golpe seco que jamás olvidaré. La niña grita y corre hasta el cuerpo inerte, el hombre presa de la locura le apunta, mis pies vacilan por un segundo luego corro por instinto para cubrirla sin importarme nada salvo esa vida que puede acabar de un momento a otro, cierro los ojos con fuerza y de pronto escucho otro disparo y sé que todo mi tiempo terminó, gimo apretando mis ojos con la imagen de Riah clavada justo en el centro de mis pensamientos.

*** Bueno :O Las cosas no siempre van por un solo camino. Nos vemos el viernes.

CITY OF ANGELS - ARROWS TO ATHENS

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