Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA...

By Themma

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Completa versión borrador. +16 Se casaron presas del impulso, de la pasión desbordada, esa con la que se com... More

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LIBRO II
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1. Desa

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By Themma

VERSIÓN BORRADOR ( EN LA VERSIÓN A LA VENTA HAY ALGUNOS CAMBIOS, ESCENAS EXTENDIDAS, EPÍLOGO Y UN EXTRA)


—¡No, no es tan sencillo! —De nuevo nos gritamos.

Hace poco más de un año que nos casamos, he sido feliz, no puedo decir lo contrario porque sería injusto. Zakariah me atrapa, me envuelve de todas las maneras posibles. Ha dejado del lado mis defectos al igual que yo los suyos, me conoce, o eso pensaba, pero somos tan diferentes.

Cuando lo conocí, esos ojos alargados, oscuros y peligrosos penetraron en mí como si de alguna magia extraña se tratara. Me puse nerviosa enseguida, aun así, no logré darme la vuelta y le sostuve la mirada, sonriendo apenas con el vaso en mis labios mordiéndolo un poco; la bebida ya estaba caliente, como siempre me pasa y es que me gustan unos tragos pero no paso de ahí, comúnmente. Su tez oscura, su altura, su espalda ancha, su cabello tan corto y rizado que dan ganas de acercarse y pasar la mano sobre él. Si tuviese que explicar qué ocurrió en ese instante, no podría hacerlo. Aunque sé que a él le gustaría entenderlo ya que nos arrastró sin poder objetar.

—¡Sí que lo es!, solo dime por qué no podemos hablar de un hijo, por qué te resistes de esta forma. Es lo normal, ¿sabes?

­—No es tiempo aún, no es tiempo —dice mirándome desde ese ángulo alto en el que siempre está. Es grande y amo la sensación de sentirme protegida por él, cuando sus brazos me envuelven, acaricia mi espalda y besa mi melena castaña, cuando me toca y esas ondas cálidas viajan por mi piel, por mi mente sometiéndola a un grado tal en el que todo se detiene y solo puedo pensar en sus gruesos labios, en sus manos, en su voz.

Acabamos de llegar de una de esas cenas a las que a veces debemos asistir, su negocio es importante por lo que se celebran reuniones en las que hay que acudir ambos sin remedio, aunque la verdad es que a mí me incomodan. Me llevo bien con las esposas de esos hombre y puedo conversar con soltura, aunque ellas ya están en otra etapa de la vida me las arreglo para pasarla bien y diluirme. Él y yo nos llevamos casi 8 años y en experiencia, muchos más, soy casi una niña a su lado en más aspectos de los que puedo aceptar. Lo cierto es que nunca me lo ha hecho notar, no hasta que tocamos este tema que viene acudiendo a mi cabeza de un tiempo a la fecha.

No terminé mi carrera cuando elegí estar a su lado, prometí hacerlo, pero por una u otra cosa no la retomé y lo cierto es que a últimas fechas creo que no es lo que haré. He tomado clases de inglés, pues aunque sabía hablarlo, me faltaba aún mucho para manejarlo sin problema, con su ayuda ya hoy por hoy lo hablo muy bien, además de mi prima, mi tía y los amigos que he hecho aquí. Lo leo, veo películas y hago todo en este idioma, salvo cuando hablo con mi mamá, o mis hermanos, ellos están en México, país donde nací y en el que residí hasta que me casé.

—¿Qué quieres decir con eso, Zakariah? —bramo con las manos a los lados de la cadera, a un lado de la cama, mientras lo observo quitarse la corbata con esos movimientos lentos y masculinos que tiene. Mi boca se seca, sé lo que hay bajo esa camisa pulcra, blanca, que contrasta con su piel casi del color de la noche. La deja sobre el respaldo de una silla y me observa, incisivo, serio, tenso.

—No quiero decir nada, Desa, estoy afirmando algo... —dice sin dudar. Me quedo ahí, suspendida con los ojos tan abiertos como mi boca.

¿Qué mierdas? Cree que no puedo ser una madre, una buena. Claro que puedo, digo, no soy buena en general para algo... no que yo recuerde, salvo tocar la guitarra, pero eso solo lo hago cuando estoy a solas, cosa que no ocurre en esta casa. Me gusta salir, conocer, me gustan los animales por lo que tengo a Missy, una Shih Tzu que Riah, como suelo decirle a mi marido –qué raro se escucha aún—, me dio poco después de que llegase a su casa, a esta enorme casa que compartimos y de la cual, para ser sincera, todavía no me apropio, pero eso es algo común en mi vida. Me gusta nadar en la piscina cuando se puede, hacer un poco de ejercicio en las horas muertas y cosas de ese tipo.

Alcancé a estudiar Comercio Internacional en México durante un año, el mismo en el que no resalté salvo por la cantidad de conocidos y amigos que acumulé. La verdad no me gustaba, pero ese hombre que pagaba mis cuentas dijo que debía entrar ya a la carrera o retiraría mi mesada, así que me monté en lo primero que se me cruzó. Pero eso no me convierte en una mujer que no pueda ser madre.

—¿Algo? Deja los acertijos. No los tolero —le recuerdo. Sonríe seguramente evocando aquellas veces en nuestro corto noviazgo cuando se lo hice ver enfurruñada y es que de verdad, no los aguanto.

­—Estás muy joven, podemos esperar, eso es todo —murmura dando por zanjada la conversación pues entra al baño y cierra la puerta, así, nada más.

Rabiosa voy hasta ahí y tocó, nada. De nuevo, y ya solo escucho el agua cayendo. Gruño. Eso hace cuando no desea continuar una conversación, cosa recurrente de un tiempo acá. Funcionamos bien, o eso creo, a pesar de la forma alocada en que se dio todo, cuestión atípica en él, que nada deja al azar o sin comandar.

...

Estaba de vacaciones en Chicago, la hermana de mi madre se había vuelto a casar 4 años atrás y se mudó con su marido, americano, a Estados Unidos. Mi prima y yo crecimos juntas prácticamente, fue super duro aprender a pasar los días sin mi cómplice de fechorías y travesuras, y todo lo que se nos ocurriera.

Soy la de en medio de tres hermanos. Mi vida ha transcurrido de forma extraña y es que siendo los tres hijos de diferentes padres, no fue fácil. Mi hermano mayor, Graco, es hijo de un griego por el que mi madre perdió la cabeza en su juventud, lo conozco por fotos que mi hermano tiene en su habitación y porque algunas veces, cuando está en México, viene por él y desaparecen semanas enteras. Mi hermano no se mudaba con él por mí, decía, porque sí, él era autoridad también en casa aunque es divertido igual. Ahora ya vive en Grecia y trabaja con su padre.

Yo soy hija de otro hombre, uno que usó a mamá y viceversa, ya se imaginan cómo ¿no? Ella despechada por lo del padre de mi hermano se enredó con este personaje y explicar lo demás es absurdo, pero de ahí surgí yo así que aunque sé quién es mi padre, a qué se dedica y que me mantiene, en secreto, pues era casado, no lo estimo, no me interesa y no tenemos ninguno de los dos ni la menor intención de hacer más por ello, aunque la realidad es que dirigía gran parte de mi vida.

Mi hermana menor es otra historia, ella tiene 3 años menos que yo. Mi madre sostiene una relación "libre" dice, con su padre. Así que Magno, el papá de Alena, va y viene sin ton ni son desde hace 17 años, que son los que mi hermana tenía aquel verano en que conocí a Riah. Nos llevamos bien, pero muy por encima. Entre mi mamá y su papá tienen una empresa exitosa de cuestiones ecológicas que evidentemente debíamos llevar a cabo en casa sin fallo, porque no importaba reprobar matemáticas, no, pero que ni se nos ocurriera mezclar plástico con vidrio, o comprar un producto enemigo del ambiente, eso era como tentar al mismísimo Satanás.

A simple vista esto parece sencillo, quizá con sus ángulos extraños, obtusos y rugosos, pero decente, lo cierto es que en lo personal me ha hecho sentir parte de todo y nada. No logré por mucho tiempo sentirme arraigada, importante, solo parte de algo que ocurrió y ya, listo. Mi madre, Iris, suele decirme que voy rebotando por la vida, que no adopto posturas, que soy tibia y que lo único que me interesa es ver qué ocurrirá el siguiente fin de semana, y quizá sea cierto pero es que no he encontrado qué más hay para mí. Cuando entré a esa carrera, mi madre se quejó hasta que se hartó diciendo que eso no tenía nada que ver conmigo, que yo era para otra cosa, pero cuando le pregunté que para cuál sí me veía pintas, se quedó mirándome y no pudo contestarme.

Siento que soy un cúmulo de cosas sin convicción, sin brújula, sin dirección, porque aunque la guitarra la manejo de forma decente, sino me siento con ganas, o con una relativa paz, o completamente alejada de las personas, no puedo ni tocarla, menos componer algo... Sí, eso lo aprendí gracias a un maestro en secundaria que se obstinó conmigo y me mostró cómo hacerlo, pero nunca le dije a mamá, solo sabe que toco un poco, más un hobby que algo importante y la verdad es que es así.

Acababa de cursar el primer año de la universidad, como dije antes, cortesía de ese hombre que me mantenía vía su asistente, no tengo ni su teléfono, vamos. No me fue fabuloso en las calificaciones, pero ¡bah!, qué más da, las materias eran aburridas, mis compañeros agradables y bueno, yo me divertí como una loca, eso sí. Supe, por Julia, nuestro vinculo, que no estaba precisamente feliz por mi rendimiento, sin embargo, como era obvio que me había sometido, me dio dinero para ese verano y no dudé, me fui donde Camila, mi prima y Lula, mi tía, que siempre fue casi una madre para mí. Solo le avisé a mamá, ella habló con su hermana y listo, ya viajaba a Chicago.

....

El sonido del agua dejando de correr me alerta, me encuentro sentada sobre la enorme cama que compartimos, esa que es cómplice de lo que entre ambos existe, eso que no sé definir pero que no me permite estar lejos de él, de su olor, de su voz. Me levanto, tomo mis cosas y cuando abre para salir, con aquella toalla enrollada en la cintura, hago acopio de todo mi autocontrol —que por cierto es pequeñito—, lo muevo hacia un lado y entro cerrando con seguro tras de mí, agitada, su pecho ancho, marcado de una forma grosera diría yo, con esa tez oscura húmeda. ¡Agh! Me excita sin remedio, pero de pronto solo escucho su carcajada ronca. Gruño, me vale una mierda, estoy irritada.

Me quito el maquillaje, el vestido que compré en compañía de Camila hace unos días para este evento, —ya tengo tantos que no sé qué hacerles, pero Riah me alienta a no quedarme en casa, a hacer cosas, a salir... porque de lo contrario pasaría mucho tiempo a solas y eso... eso es algo con lo que no sé lidiar a menos de que tenga una guitarra a mi lado y no haya nadie— y me meto a la gran ducha. Ese es otro tema, jamás estoy sola en este lugar. Hay dos empleadas que pululan por toda la casa, así que no me provoca sentarme en ese cuarto donde guardé algunas de mis pertenecías y tocar.

A veces sí, me siento tan aburrida, tan sin rumbo, pese a estar con quien quiero estar, a estar donde deseo estar, me falta algo... y estoy segura de que un hijo ayudaría a menguar la sensación, uno hecho de él, con sus bellos rasgos. Sin embargo, desde hace casi un mes que lo mencioné y lo único que conseguí es que sin fallo use ahora condón, a pesar de que yo soy la que va por esa inyección mensualmente pues así lo decidimos, y él, que solía olvidarlo en momentos alocados, como una ducha juntos, o un momento en la cocina cuando no había nadie, ahora no. Me hace sentir mal. Desconfía eso es evidente, pero jamás me embarazaría así, sin platicarlo, lo malo es que cuando lo hago me dice que no, y no, y no. Hasta esta noche es que saco más información sobre sus motivos. Eso de que no es "tu tiempo" fue como un gancho al hígado.

No sé a qué se refiere, me comporto cuando salimos, me he adaptado, lo espero siempre más que feliz por las noches, o nos encontramos donde desee para comer. Lo hago reír, conversamos sin parar, bueno, más yo que él, pero es agradable para Riah, lo sé. O ¿acaso hay otra cosa?

Salgo con mi camisón media hora después, él lee algo en su Tablet, ya recostado en la cama. Me observa en silencio mientras yo lo ignoro, cuestión que me cuesta un mundo, en realidad nunca lo he intentado hasta ahora porque sé que son de esas luchas perdidas y para qué restregarlo en mi cara. No resisto su cercanía, lo necesito como una adicta. Así ha sido desde el minuto uno.

—¿No me hablarás? —pregunta con su voz profunda.

—No puedo obligarte a querer algo que no deseas. —Deja su aparato sobre el buró, se frota la cabeza y niega suspirando.

—No tienes idea de lo que deseo, así que no asegures tonterías —repone, molesto. Así es él, jamás se anda por las ramas, es increíblemente directo, aunque nunca lo había sido conmigo en el sentido duro. Lo observo desde el otro lado de la cama, me encojo de hombros y finjo que me da igual su molestia, sus palabras.

—Cómo sea, no fui tan joven como para casarme contigo, pero sí para ser madre. Qué maravilla, quizá te arrepientes y no sabes cómo decirlo —refuto con ironía, ardiendo en mi interior de solo pensar en que me diga que sí. Enseguida tomo la cobija para adentrarme en la cama pero su mano dura me detiene, dejo de respirar, está muy cerca. Gimo abriendo los ojos de par en par. Luce peligroso y eso me fascina pero también me paraliza.

—Cuando hables de una forma madura y digas cosas coherentes, cuando llenes tus horas vacías con algo más que no sea gastar y salir a hacer nada, Desa, entonces pensaremos en familia, de otra forma no, no sucederá —ruge, acto seguido me acerca más a él, su aliento, su boca, mi cuerpo lo pide, pero me resisto a pesar de ese jodido deseo que me acribilla—. Y no me arrepiento de nada, aunque las cosas no se dieron como debían ser —sentencia soltándome. Se aleja y yo solo puedo observarlo. ¿Qué quiere decir con eso último? Respiro con dificultad, me he planteado tantas cosas menos que él no hubiese querido esto, lo que tenemos, y duele, duele muchísimo.

Descompuesta me levanto, pestañeo sintiendo frío de repente.

—Voy por agua —solo digo. Zakariah gruñe y va tras de mí, me toma por el brazo para que me detenga. Lo hago, desconcertada.

—No me arrepiento, de verdad no lo hago, solo fue... apresurado —explica buscando mis ojos, sonrío a medias sin poder mirarlo más de un segundo. "Apresurado". Es así como todo mi cuento de hadas cae, se desmorona en mis narices.

—Tengo sed, no tardo ­–murmuro con tranquilidad mientras él me suelta agobiado.

—Des... —me llama, pero yo no me detengo, solo elevo la mano quitándole importancia y es que si a él no lo tengo seguro, ¿entonces? Siento un vacío impresionante carcomerme.

Me acomodo en esa silla de aquella enorme y moderna cocina que ni siquiera sé usar. La observo desde mi lugar, con un nudo en medio de la garganta.

"Apresurado"

"Madurar"

"Coherente"

Cada una de esas palabras me duelen, en todo este tiempo no imaginé que eso pensara de mí, que me viera de esa manera; infantil. Sé que mi suegra, mi cuñado, no son precisamente de mi bando... me miran como si fuese una mono de circo, algo sin importancia, pero también con cierto coraje, ¿por qué?, ni idea, aunque sé que a Kyroh, su hermano menor, el único, le parezco una buena para nada, me lo ha dado a entender pero Zakariah lo frena, lo cierto es que creo que ya no lo haría, no con lo que acaba de decirme.

Observo la oscuridad del jardín que logro distinguir desde mi posición sin problemas. Creí que estaba haciendo lo que debía, que al fin encajaba del todo en un lugar, que podía pertenecer y que sería mi hogar, que... alguien vería en mí algo más que una persona impuesta, vacía. Me equivoqué.

Subo cuando acabo dos vasos enteros y mis lamentos se convierten en una lista interminable que si no detengo, me comerá. Él está sentado en la cama, con las rodillas flexionadas, pensativo, es tan grande, imponente. Me observa en silencio, me trago los restos de eso que partió. Si Zakariah decide que no me desea a su lado no tengo ni la menor idea de qué haré.

—Des, hablemos. No quise ser brusco —se disculpa—. Estoy cansado, tantos viajes y... Lo lamento —susurra con un dejo de agobio, otro tanto de frustración.

—Fue un día largo, Zakariah, mañana mejor —y me recuesto, cubriéndome, dándole la espalda. Lo escucho suspirar, enseguida moverse por la cama, pasa una de sus oscuras y perfectas manos por mi brazo, está tan cerca que mi estómago se encoge, quiero girar y besarlo, como siempre, como cada noche, pero aprieto mis manos torno a la sábana. No, no puedo ahora pensar en eso, no debo, por muchas explosiones que él genere en mí.

—Nunca he hecho nada que no desee, Desa, y eso te incluye —zanja y besa mi cabello con suavidad. Quiero llorar, aunque sé que no sucederá, necesito que se aleje y entonces me sentiré menos tensa. Pero de pronto se recuesta, pasa su mano por mi cadera y me pega a su pecho. Me quedo estática, se amolda a mí, besa de nuevo mi cabeza y suspira, otra vez—. Buenas noches, mi sol —susurra respirando hondo. 



Lista de reproducción en YouTube: Más de ti, Ana Coello. Ahí ya están disponibles todas las canciones con las que escribí la historia.

POST MALONE - CIRCLES


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