Just One Belief [Kookjin]

By TeziCrownie

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Jeon Jungkook es un alfa conejo que odia a la clase depredadora, por eso se ha empeñado a desaparecerlos de s... More

Prólogo: Like breaker
Run
4 o'clock
In a shady desert
Fun boys
Dream Lantern
Lights go out
The night
You know you keep me alive
You make me live and die at the same time
I have to go back to that place someday
Just a little bit...
Clouds
Let me adore u... that's the only thing I ever do
Mother's love (1/2)
Mother's Love (2/2)
Flower
Could you melt my hand with your wind?
Can you see my heart?
Cause I'll be in a love maze
Pictures of my heart
We'll be in love
You're my soulmate
Interlude: Just One Truth
Back to life
Scripted
I don't know how to give you my love
If you come to me just like if I'm falling...
Maybe my heart could forgive u
How does it taste?
Hiraeth
Dès vu
You are my love
Here you are

Sign of the times

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By TeziCrownie

"Deja de llorar cariño, es una señal de los tiempos hacerlo. Bienvenido al show final, espero que estés usando tu mejor atuendo..."

Seokjin sentía que está viviendo en una utopía, pues era tan bueno que parecía mentira, por eso esperaba con cierta ansiedad a que de pronto la suerte se fijara en lo bien que le estaba yendo y todo se arruinará.

Sin embargo, a pesar de que tenía aquel sentimiento de anticipación no pudo evitar que las cosas le terminaran afectando.

No pudo evitar derramar lágrimas.

Horas antes

Cuando despertó se encontró con sus dos bolitas mirándole con cierto recelo, miró el reloj y supo cuál era el problema... su hora de cariños matutinos había pasado, pero, ¿por qué no lo habían despertado como siempre?

Volteó hacia arriba para ver el rostro de Jungkook y pudo notar que este estaba despierto y miraba fijamente a sus hijos.

Jin frunció el ceño con preocupación. – ¿Qué sucede?– El pelirosa seguía recargado en el brazo del alfa, no obstante, debido a que no se quería quitar no hizo ningún comentario al respecto.

– Estamos compitiendo. – Jin los miró sin entender.

– ¿De qué trata la competencia?–

– Si ellos al despertarse te levantaban tendrían que ayudarme a arreglar el jardín, si yo me movía con la intención de volver a sentir mi brazo yo tendría que llevarles a jugar a donde quisieran y por hoy las reglas serían más flexibles. – El beta se levantó inmediatamente para que el alfa no perdiera el brazo por falta de circulación.

– ¿Por qué compiten así? Vean el rostro de sufrimiento que tienen los tres. – El castaño y los algodones lo miraron con un aura de orgullo y ego típicos de alfas.

– Las competencias implican sacrificios, es una forma de probarnos a nosotros mismos. – Explicó con tono solemne provocando en Seokjin una sonrisa llena de diversión y en los algodones una expresión levemente altiva pues habían pasado aquella difícil prueba.

El pelirosa negó mientras sonreía, aquellos alfas eran un desastre. – Y entonces, ¿quién ganó?– Los tres se miraron fijamente.

– Es complicado decirlo, tendremos que competir en algo más pues hemos demostrado fortaleza en la adversidad. – Esta vez el beta no pudo evitar soltar una carcajada, pues la expresión llena de seriedad del alfa al decir aquello había sido épica.

– ¿Cuál será la competencia?– Los tres alfas lo miraron fijamente. – ¿Qué?– Preguntó levemente asustado.

– Tú dirás cuál será pues las ideas se nos acaban. – Un brillo malicioso llenó los ojos del beta. – ¿Lo que sea que yo les diga?– El castaño y sus hijos cambiaron un poco sus expresiones al ver aquella mirada, ¿había sido buena idea?

– Bien entonces será...– De pronto la paz del ambiente se esfumó cuando escucharon un grito desgarrador en las calles, el beta inmediatamente se asustó y estiró sus brazos para que sus bebés brincaran con él.

¿Qué había sido eso?

Jeon se tensó, miró a Jin y el beta pudo entender con su mirada lo que le pedía. « Cuida a los niños.»

El castaño se levantó de la cama y caminó hacia una de las ventanas, Jin no supo qué tan malo fue lo que vio pero el rostro casi imperturbable del alfa se transformó por unos segundos mientras su mirada se oscurecía.

Allí no había nada del padre juguetón, allí sólo estaba el alfa que de forma despiadada se daba a respetar. 

Por más que el pelirosa quería esconderlo el latido de su corazón junto con su respiración demostraban lo asustado que estaba. – Jin. – Sintió que los oídos le zumbaban.

– ¿Si?–

– Me tengo que ir pero antes de eso necesito que te cambies y pongas en una mochila las cosas indispensables para ti y los niños. – Al pelirosa se le enfriaron las manos, ¿qué pasaba? Jin asintió mientras se levantaba y tomaba a sus algodones, su zorro estaba en posición defensiva este estaba preparado para atacar y hacer acto de presencia si era necesario, no dejaría que nadie dañara a su alfa ni a sus cachorros.

– ¿Bebes me ayudan a llevar sus cobijitas a mi habitación? – Las bolitas lo vieron temerosos, el beta los acercó a él y les llenó de besos intentando que se relajaran, finalmente sus dos fuertes alfas salieron despavoridos hacia su habitación, Seokjin se quedó en el cuarto con Jeon quien lo veía con el ceño fruncido, ¿por qué no se iba?

– Señor Jeon. – Este asintió. – Necesito saber qué sucede. – El castaño apretó su mandíbula mientras se pasaba una mano por el cabello. – No sé quién lo ha hecho pero una mujer acaba de morir asesinada a unos metros de nuestra casa. – A Jin se le ensancharon los ojos y sus manos temblaron, en todo el tiempo que había estado allí jamás había escuchado de sucesos similares, ni siquiera robos, era por el fuerte carácter de Jungkook y su forma de gobernar a su clan que los delicuentes preferían largarse.

Por otra parte, Jin detectó otra cosa, notó la decepción personal en los ojos de Jeon, por dentro el  castaño se sentía sumamente culpable de no haber protegido a su pueblo.

– ¿Ella...?– No fue capaz de terminar la pregunta.

El alfa siguió hablando pero el tono lleno de frialdad que uso sorprendió al beta. – Mis hombres ya han recogido el cuerpo. – « ¿Tan rápido?» Seok asintió con sus ojos llenos de temor.

Aquello removió algo en el alfa pues inmediatamente cambió su expresión y expuso algo de su olor para calmar un poco el tenso ambiente. – Iré a preparar lo que me pidió. – El pelirosa se volteó y comenzó a caminar hacia la puerta pero el castaño lo detuvo al tomarle del brazo.

El mayor lo miró profundamente. – Jin iré a dejarte con dos de mis hombres de confianza sin embargo, si las cosas se complican necesito que...– El beta asintió con decisión en sus ojos.

– Lo haré, cuidaré bien de nuestros niños. – El alfa lo miró con cierta tristeza y asintió, Jin tomó esa señal para irse pero de nuevo fue detenido por el castaño quien suspiró preocupado. – Jin cuídate, – El beta jamás pensó ver aquel comportamiento en el temible alfa, por eso ensanchó sus ojos cuando vio que este bajaba la mirada con cierta vergüenza. – pues tenemos que estar todos juntos para nuestro próximo desayuno. – Seokjin reparaba tanto en las expresiones del contrario que a pesar de que el alfa le sonrió pudo encontrar sincera preocupación, impotencia e increíblemente un sentimiento de súplica.

Al entender que las cosas eran lo suficientemente complicadas como para ver a un alfa de la talla de Jungkook con esa expresión al pelirosa le temblaron los labios y sus ojos se pusieron llorosos, impulsado por todo aquello Jin puso sus dos frías manos en el rostro del alfa quien lo miró sorprendido por la acción. – Ya sé cuál será el reto que debe de cumplir. – Kook lo miró tan profundamente como sólo él podía hacerlo. – Usted debe de llegar a nosotros con bien, tiene que volver a nosotros sano y salvo, ¿puedo confiar en que hará lo imposible por lograrlo?– El castaño asintió con seriedad sin embargo, sus ojos no mentían, él también se sentía triste por aquello pues por más que prometiera algo nunca podía asegurarse nada.

El beta se marchó de la habitación con el corazón en la mano, su zorro insistía fervientemente en detener a Jeon y que tanto el alfa como sus bebés se fueran a refugiar con él, sin embargo, Seok sabía que para un líder y un alfa era imposible hacer aquello, el pelirosa hizo entender a su zorro que no debían de deshonrar a su alfa con aquella desconfianza, ellos debían tener fe en él.

Ellos debían tenerle fe a Jeon.

No obstante, no siempre es suficiente el ferviente deseo de recuperar con bien a otra persona para que esto suceda.





El beta se había puesto una cangurera para poner a sus dos bebés allí, aparte de que así tendría más movilidad para protegerlos y transportarlos, estos obtendrían calor por parte de su cuerpo pues el clima era húmedo y frío. Tomó una mochila que parecía de viaje de la habitación del alfa y puso allí todo lo que sus bebés necesitaban para estar bien, eso incluía a sus dos peluches favoritos, puso un par de cambios para él y metió las vitaminas y cosas de cuidado básico, entonces, se encontró con Jeon quien ya lo esperaba en la entrada con aquel uniforme que usaba para sus batallas, mientras caminaban el alfa aumentó su aura amenazante intimidando un poco al beta y llenando de admiración a sus hijos.

Ellos siempre estarían orgullosos de su padre que daba la vida por su pueblo y su familia.

Era un ejemplo de alfa.

Finalmente habían llegado a una cabaña en la que estaban esperando dos hombres, el alfa se comunicó con ellos en un idioma que Seok no conocía, había escuchado que varias aldeas habían desarrollado una lengua propia para en casos de emergencia tener una vía exclusiva de comunicación pero no sabía que en la actualidad aquello seguía vigente.

– Jin te quedarás con ellos mientras se resuelve esta situación. – En ese momento escucharon el relincho de caballos y el pelirosa vio como un hombre pelirrojo iba montado en un caballo y dirigía con una soga al otro. – Hoseok, ¿cuál es la situación?– Los hombres agarraron duramente al beta del brazo para hacerlo entrar, algo de lo que no se dio cuenta el alfa, no obstante, el beta no iba a mostrar debilidad menos si era para proteger a sus bebés. Con la misma brusquedad Jin se quitó de encima las manos de aquellos tipos y los miró con fiereza mientras los maldecía en voz baja.

Él también quería escuchar cuál era la situación.

El pelirrojo que sí vio la situación le miró con un deje de diversión, provocando que al beta se le pintaran las mejillas por la vergüenza, ¿ese era el hombre que le había salvado la vida en su niñez?

La mano derecha de Jeon finalmente habló. – Fuimos invadidos por el clan de tigres, – Seok palideció incluso él sabía gracias a las habladurías de la gente que ese clan resultó duro de conquistar para el alfa. – han cambiado de líder y este envalentonado mandó a un grupo de hombres a atacar, si bien pudimos reducir a algunos, otros huyeron, sin embargo, se espera que por la noche vengan a atacarnos de nuevo, tuvimos tres pérdidas – Hizo una pausa mientras tomaba aire para informarle a su alfa algo que de seguro iba a tocar su temperamento. – los tres eran ciudadanos comunes. – El aire inmediatamente se llenó de la fragancia furiosa del castaño.

– ¡Demonios! – Jungkook se pasó una mano por la cara. – Entonces las huellas y el veneno en una de las presas fue obra de ellos, ¿verdad? – El beta se sorprendió al entender algo, la razón por la que él y los niños creían que todo estaba bien era porque Jeon los mantenía alejados de aquello y cuando entraba en su casa sus problemas se quedaban en la puerta.

Definitivamente era un hombre ejemplar.

El beta comenzó a pensar en todo tipo de malos escenarios, sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de su alfa. – Jin entra por favor, me pone de nervios que sigas aquí. – El pelirosa avergonzado por sus acciones entró a la cabaña con los alfas que Jeon había destinado para que cuidaran a su familia.

Él confiaría plenamente en Jungkook.





– Disculpen, ¿me permiten tomar un poco de su comida? Es que los niños no han desayunado. – El beta se obligó a hablarles con suplica a aquellos hombres que ciertamente no disimulaban sus expresiones de desprecio.

Era sorprendente aquello pues a pesar de no conocer su verdadera naturaleza la cual sí sería razón para esas expresiones lo miraban mal siendo que justo allí fungía como un inofensivo "hámster".

Al final tuvieron que asentir, pues no podían tratar mal a los hijos de su alfa.

Jin caminó a la cocina que desde hace varios minutos comenzó a acechar, entonces dejó a los niños sentarse en la mesa mientras buscaba en la alacena lo que necesitaba. – Bebés esta vez no va a haber postres pero les prometo que en cuanto volvamos a casa tendrán todos los que quieran. – Se acercó a ellos y los algodones frotaron sus naricitas con la del beta quien sonreía lleno de amor.

Los hombres chistaron al ver la escena provocando que los algodones les gruñeran agresivos mientras esponjaban sus pancitas.

Definitivamente habían sacado el mal carácter de su padre.

Finalmente el beta les preparó sus hotcakes con fruta picada y su indiscutible licuado de fibra, se felicitó internamente pues había actuado de forma sabia al llevar el frasco en la mochila, los alimentó y cuando los niños comenzaron a cabecear producto de los cariños que recibían, Jin los acomodó en sus brazos y los tapó con su cobijita, sin olvidar pasarles sus muñequitos a los que entre sueños se aferraron.

Los alfas miraron sorprendidos al pelirosa mientras cuidaba a los hijos de Jeon, tenían que admitir que este definitivamente mostraba adoración por estos algo que su madre no demostraba, esta era muy bien conocida por irse ciertas temporadas con sus padres o hermano, esa era la tercera ocasión en el transcurso del aquel año que se iba, sinceramente hacía dudar que ella fuera la madre de aquellos bebes.

Sin embargo, no podían opinar mucho, después de todo aquel matrimonio y emparejamiento desde un inicio había iniciado y culminado de forma extraña.

Nadie sabía que había sucedido realmente, de un momento a otro habían anunciado el matrimonio entre su alfa y la omega, por más que preguntaron nadie sabía nada, se especulaba que él único que sabía que sucedió era Hoseok, el "beta" de Jeon.

Ahora que veían la actitud del joven que estaba sentado en la sala mientras acariciaba a los hijos de Jungkook se sentían realmente curiosos, cualquiera que no supiera la verdad especularía que este era el verdadero padre de esos pequeños, no obstante, aquello estaba muy lejos de la realidad.





Jin había perdido la cuenta de las veces en las que aquellos hombres se le quedaban viendo para después apartar sus miradas.

Las horas pasaban tan lentamente que el beta sinceramente se estaba desesperando, sus pequeños seguían dormiditos y eso no estaba mal pero aquello lo ponía más alerta pues sus algodones estaban completamente indefensos.

– Oigan, ¿podrían pasarme por favor la mochila que está en ese escritorio? La temperatura está bajando y esta cobija ya no es suficiente. – Uno de los alfas lo hizo a regañadientes. – Muchas gracias, – Los miró profundamente mientras ponía a los niños en la cangurera, esta era lo suficientemente cómoda como para que pudieran descansar sin problemas. –...sé que no han comido porque los he visto allí parados toda la mañana y parte de la tarde, preparé un poco de comida, sólo hace falta que la calienten para que puedan comer. – A los dos hombres les gruñó el estómago sólo de pensar en comer algo.

Sin embargo, no podían dejar la casa tan descuidada, el beta leyendo sus expresiones hizo una sugerencia. – Pueden comer por turnos para que no haya problemas. – Uno de ellos habló con su compañero en aquella lengua que no conocía, el beta vio como uno de los alfas se fue a la cocina, al poco tiempo el olor a comida llenó el ambiente.

Nadie habría sabido que aquel pequeño acto causaría tanto daño.

Los algodones se despertaron repentinamente asustando un poco al pelirosa quien les miró con diversión. – Bebés, ¿qué forma tan dramática de levantarse es esa?– Los pequeños comenzaron a olisquear el ambiente y después aventaron a un lado la cobija que los tapaba como los conejitos desordenados que eran, sin embargo, esta vez no se trataba de simple desorden, su instinto los había movido. 

– Ya les he dicho que...– Pero el regaño de Seok se vio interrumpido cuando vio como el vidrio de la ventana era quebrado por una piedra e inmediatamente un mar de flechas entraban por la abertura hasta volverla muy grande impactando en la espalda y pecho de uno de los alfas que corrió a protegerlos con su cuerpo.

A Jin se le llenaron los ojos de lágrimas y le temblaron las manos cuando vio el rostro casi fallecido del hombre. – Lárgate al sótano, es por ese pasillo – El hombre tembló mientras se obligaba a salvar a ese beta con sus últimas palabras. –...en el armario de la habitación izquierda. – El beta como si lo hubieran activado salió corriendo de la sala con sus bebés acomodados en la cangurera en la que antes descansaban.

¿Dónde estaba el otro alfa? ¿Por qué no los había ayudado? Jin se gritaba esas preguntas en su mente mientras hacía lo imposible por controlarse, tenía que proteger a sus niños, sí se mostraba débil no lo lograría.

Finalmente se encontró con el final del pasillo y entró a la habitación izquierda, apresurado corrió hacia el armario y buscó con su mirada cualquier cosa que pareciera una entrada.

Desesperado comenzó a buscar en la pared y después en el suelo, su zorro entró en acción brindándole agudeza visual fue entonces que encontró que en el suelo había cierta protuberancia, el beta la jaló cuidando de no lastimar a sus pequeños y finalmente entró por aquel espacio, bajó por las escaleras llenas de telarañas y acudiendo de nuevo a las habilidades de su animal interior cerró el pasadizo cayendo en una profunda oscuridad pues no encontraba ningún interruptor.

– Todo está bien bebés, están conmigo sólo hagan silencio. – Los algodones rascaban temerosos su abdomen, Jin les puso la cobija en sus cabecitas para que no les cayera ningún animal o polvo.

Con la habilidad auditiva amplificada pudo escuchar pasos dentro de la casa, no sabía en qué parte exactamente pero aún no llegaban a la habitación en la que él había entrado.

Seokjin siguió bajando las escaleras y miró a su alrededor con precaución, a unos metros de él vio lo que parecía un interruptor de luz, se acercó a este y aunque el cuarto se iluminó las luces parpadeantes por la falta de mantenimiento lo pusieron de nervios.

Bien, había una cama empolvada y atestada de humedad y un pequeño mueble, también había una rejita que seguro salvaguardaba un viejo acceso de ventilación, con lo pesimista que era pensó en la peor de las posibilidades, ¿que si encontraban aquél sótano? 

No podía quedarse simplemente a esperar a que los encontraran.

Tampoco creía en la casualidad de que de todas las casas hubieran elegido fortuitamente en la que estaban ellos, por lo que había escuchado aquellos imbéciles habían atacado a una persona pero en la calle, no en su hogar, así que no podía ser una jodida casualidad.

Jin tragó saliva.

Mejor prevenir que lamentar, no esperaría a que fueran por sus culos en la jodida cama, se meterían a ese canal de ventilación y si escuchaba algo sospechoso podrían huir rápidamente sin perder tiempo en intentar entrar.

– Bebés necesito que me ayuden. – Los alfas se removieron entre la cobija hasta que asomaron sus cabecitas. – ¿Ven esa rejita?– Los algodones asintieron mientras movían sus naricitas. – Primeramente los acercaré lo más que pueda con mis manos para que vean que no haya arañas peligrosas. – Uno de los alfas lo miró preocupado. – No te preocupes si hay una yo la matare. – Por dentro el beta estaba orando y rogando a todos los dioses porque no hubiera insectos, pues él también los odiaba.

El mayor de los conejitos fue el que se hizo voluntario para revisar, pues su hermano menor le temía a los insectos. Él no, él sería fuerte y si veía a un solo animalucho lo aplastaría como su papá Jeon lo hacía.

Después de tortuosos minutos en los que Jin casi acababa con sus uñas pues sólo escuchaba los pasitos de su pequeño en aquel oscuro lugar su algodón se asomó claramente lleno de polvo, mientras asentía. – ¿Todo está bien amor?– El pequeño se volteó y movió su colita mientras caminaba más adentro en aquel canal. – No te metas mucho, tienes permitido sólo dos pasos más. – El beta escuchó tres. – No lo repetiré de nuevo te dije que sólo dos pasos. – Le regañó severo, escuchando con más tranquilidad que el alfa regresaba un paso.

– Bien ahora vas tú cariño, – El conejito lo miró con sus brillantes ojitos. – vamos tú puedes, necesito que te quedes a un lado de tu hermano. – Empujó a su bolita a través de la rejilla.

Seok apagó la luz y con sus manos tanteó sus movimientos.

Por último, él se subió en el mueble para poder "quitar" más fácilmente la rejilla por la que era obvio que no entraría atravesandola como sus niños, con la fuerza de sus brazos y sus pies fue entrando poco a poco, sus bebés mordían su suéter y lo jalaban en un intento de ayudarle.

Finalmente entró completamente mientras le agradecía a los cielos porque fuera lo suficientemente "amplio" como para que cupiera. – Bebes necesito que pasen sobre o debajo de mí para que jalen la rejita, porque yo no puedo voltearme. – En realidad a duras penas podía moverse.

Sonrió nervioso cuando sintió a sus bolitas caminar entre sus rodillas, ellos lo lograrían sin caerse, ¿verdad? « Por favor que lo logren sin lastimarse. » Rogó en su interior.

Entonces escuchó el chillido del metal moverse, unos segundos después supo que sus bebés lo habían logrado cuando sintió el contorno de sus cuerpos abrirse paso a través de sus piernas. – Bien hecho mis alfas, ahora avanzaremos un poco y después nos detendremos, quiero que se queden calladitos. – Avanzaron lo que el beta calculó como metro y medio y entonces pararon.

– Hay que detenernos.–  Indicó Jin y los algodones obedientemente se detuvieron mientras se recargaban en las manos extendidas del beta y esperaban indicaciones de este.

Pasaron los minutos en los que el beta para calmar su ansiedad acariciaba ligeramente el pelaje de sus pequeños. Entonces, la poca paz que quedaba en Jin se esfumó cuando escuchó como la puerta de la habitación en la que habían entrado para llegar al sótano se abrió.

Ya estaban allí.

Seokjin tragó saliva y cerró sus ojos mientras agudizaba al máximo su audición. Uno... dos. Eran dos.

–« Pueden ser de los nuestros.» – Negó ante sus propios pensamientos, no estarían evitando hacer el menor ruido posible. –« ¿Pero si son de los nuestros y solo están actuando así para no alertar al enemigo?»– No podía ser así, ¿verdad? Se concentró más e incluso sin verlo lo supo, estaban "deshaciendo" aquella habitación en busca de ellos.

Los estaban buscando.

Al beta le dolió la cabeza pues no sabía qué hacer, si se equivocaba y eran enemigos pondría en inminente peligro a sus pequeños. Los habría entregado en bandeja de plata.

Por otra parte, si eran hombres por parte de Jeon que fueron enviados para buscarlos debido al desastre que sucedió sólo complicaría las cosas y preocuparía innecesariamente al alfa.

Jin cerró sus ojos lleno de impotencia.

No.

Era mejor pedirle disculpas a Jeon por haber huido de sus hombres que pedirle disculpas por la muerte de los pequeñitos.

Él sólo pensamiento desoló al beta haciendo que sus ojos se llenaran de lágrimas. Si alguien le hacía daño a sus bebés ese mismo día él moriría.

– Amores quiero que comiencen a caminar pero no se adelanten como hace un rato, si es posible caminen dos pasos atrás de mis manos, si les digo que se detengan se detienen inmediatamente, si les pido que corran ustedes correrán, no quiero desobediencia, ¿entienden?– Las dos lamidas en sus manos fueron suficiente respuesta.

Entonces comenzaron a avanzar a ritmo rápido, el beta evitó maldecir desesperado cuando escuchó claramente como intentaban abrir el sótano, ya habían encontrado la diferencia en el suelo. – Hay que apresurarnos un poco bebes. – Sus nervios casi se quiebran cuando oyó aquello que le quitó las leves esperanzas de que los buscarán hombres de Jungkook.

– Dijeron que sus hijos estaban aquí, pero no huelo a omega asustada, ¿Dónde se habrá metido aquella mujer junto con las crías de Jeon?

Agradeció infinitamente el ser un beta y que no supieran que él era quien los cuidaba.

– Vamos no paren. – El pelirosa se mordió los labios mientras evitaba que sus dientes castañearan, no quería alertar a sus pequeños.

Pasaron unos minutos que se sintieron como horas, entonces mientras avanzaban el beta sintió como llegaba a ellos un nuevo aroma, este era fresco, era el fin de aquel túnel de ventilación, después de todo no era excesivamente largo. – Sigan caminando ya casi salimos. – 

Entonces escuchó como la rejilla que habían cerrado al principio era abierta, tan concentrado estaba que no había notado que los enemigos ya habían entrado al sótano. – ¡Están aquí!– El beta empujó con sus rodillas a sus temblorosos bebés pues aunque habían formado cierta distancia no era garantía.

Finalmente llegaron a la salida, pero era imposible que el beta la abriera desde adentro, aún con sus nervios crispados se concentró y buscó olores cerca que lo alertarán, ruidos, etc. Sin embargo, a lo único que olía era al bosque y estaba muy seguro de que no había nadie más allí afuera, por lo menos lo suficientemente cerca como para que los vieran. Apurado e intentando que sus palabras salieran entendibles a pesar del terror que sentía les habló en voz bajita. – Bebes necesito que ustedes salgan a través de las varillas, si es posible abran desde afuera, si no hay forma quiero que se vayan a esconder en un lugar en el que ni Dios los encuentre. – Los alfas chillaron bajito, no querían irse así, pero a Seok no le quedaba tiempo para convencerlos. – Hicieron una promesa como alfas espero que la cumplan. – Indicó severo.

Entonces vio gracias a la luz de los últimos rayos de sol que sus bebés salieron, los crujidos en la entrada le decían que estaban haciendo todo lo que podían por abrir.

Jin apretó sus dientes cuando escuchó a quien sea que iba por ellos a menos de dos metros de él. – Váyanse ahora. – Los ojos del beta se llenaron de lágrimas, no porque tuviera miedo a ser atrapado, sino por el terror de saber que sus pequeños se quedarían completamente solos en una situación como esa.

Sus algodones solo eran unos niños.

– ¡Eres muy buena para esconder tu olor omega, pero me temo que es el fin, tus latidos llenos de miedo me lo dicen!– Bien, no sabía que era un hombre así que intentaría tomar ventaja de ello.

Los ruidos afuera le indicaban que los pequeños no se rendían, estuvo a punto de gritarles que se fueran cuando sintió que alguien lo tomaba de su bota, por puro instinto el beta pateo con toda su fuerza, ni siquiera le importó que sus rodillas se golpearan con el duro metal por el esfuerzo, él no paró a pesar de que sintió como le encajaron algo en su pierna, se obligó a detener a su animal interior de forzar su transformación y pateó con todo lo que tenía para dar hasta que el tipo dejó de moverse.

Seokjin lo volvió a patear por si estaba siendo engañado sin embargo, sin importar las dos patadas que dio no recibió ninguna respuesta.

¿En serio lo había logrado? 

Sus ojos finalmente comenzaron a lagrimear pues había demasiadas emociones dentro de él.

Tembloroso vio como la rejita se abrió y sus dos conejitos entraban como flechas para verlo, Jin los juntó con una de sus manos y los abrazó mientras soltaba un sollozo.

Esos malditos desobedientes, se mordió los labios para acallar el profundo dolor y miedo que lo embargó solo de pensar en una situación opuesta, ¿por Dios qué habría sucedido si se quedaban allí y alguien los tomaba?

Esto era horrible.

Era mil veces peor que ser perseguido por su padre.

Era una mierda.

Toda esa situación era una mierda. – Tenemos que irnos bebes pues no sé cuándo despertará. – Ordenó con voz gangosa, medio arrastrándose salió de aquel canal, trató de ver con que lo había lastimado ese asqueroso tipo, fue así que notó aquel cuchillo pequeño el cual no tardo en agarrar para entonces cerrar la reja, también puso una piedra en esta para que no se moviera fácilmente.

Metió a sus pequeños en la cangurera que a pesar de todo seguía llevando y cómo pudo comenzó a caminar, sin embargo, no sabía en donde estaban.

Para donde mirara sólo había puro bosque.

El beta empuñó sus manos y no se detuvo, tenía que encontrar a alguien en su camino y esperaba que no fuera el compañero del hombre que yacía en el canal de ventilación.






Ya era completamente de noche, la luna y el sonido de las cigarras se lo decían y estaba completamente desesperado pues sentía que se había perdido, realmente no sabía dónde carajos estaba.

Se detuvo un momento para ver la herida en su pierna, esta dolía y sangraba, no tanto como al principio pero no se veía bien. Los algodones habían percibido el olor a sangre desde hace mucho tiempo por eso lo miraban llorosos. – Hey todo está bien, no lloren, mis bebes son los más fuertes del mundo, ¿no?– Estos asintieron a pesar de que sus lágrimas empezaron a fugarse.

La escena era simplemente desgarradora, ningún niño debería de pasar por algo así.

El pelirosa limpió las lágrimas que caían en sus pelajes con la mano, pero tan sucios como estaban los tres, aquello no era muy efectivo.

De pronto escuchó un crujido entre los arbustos lo cual lo hizo tensarse, pero no por eso  se acobardó, al contrario, su instinto de supervivencia y protección se maximizó pues la herida que tenía en su pierna junto con toda la tensión que habían vivido ese día habían dejado a su zorro a flor de piel, sinceramente estaba muy cerca de volverse agresivo.

Reanudó su camino y supo que claramente lo estaban siguiendo, entonces de su bolsillo sacó aquella navaja y la empuñó.

Sería todo o nada.

Aquellos pequeños significaban su fuerza y por ellos estaba dispuesto a convertirse en la jodida pesadilla de sus captores.

Sus ojos cambiaron de color, ahora era una combinación casi perfecta entre el humano y el zorro.

– Estoy increíblemente sorprendido, llevó poco más de tres horas buscando a la mujer que casi le rompe el cráneo a uno de mis hombres y me encuentro con que no es ella sino él. – El beta se tensó al escuchar esa voz llena de ironía. – Por lo menos sé que no deberé de sentirme mal por matar a una mujer. – El aura de Jin se volvió más peligrosa.

Que se presentará el hijo de puta no dudaría en cortarle la garganta.

Basto una mirada de Seokjin para que los conejitos se escondieran lo mejor que pudieron en la cangurera, ellos no sabían de razas por eso no repararon en el color de los ojos del beta.

El pelirosa siguió caminando.

– ¿Por qué te vas? ¿Acaso no estamos conversando?–

– Las conversaciones son cara a cara lo demás es de cobardes. – Tenía que admitir que aquella respuesta fue muy influenciada por su zorro, al cual le hervía la sangre.

– Bueno, entonces observa con más cuidado en menos de tres segundos apareceré frente a ti. – El beta agudizó su mirada y efectivamente a un lado suyo salió un hombre joven de casi su misma altura, con el cabello negro y sus ojos eran cafés con un deje de dorado.

Era obvio por su apariencia, estaba tratando con un alfa.

Seok se puso a la defensiva provocándole una sonrisa socarrona al contrario.

– ¿Quién eres? No pareces uno de los guerreros de Jeon, sin embargo, he de admitir que tienes algo en ti, después de todo has dejado más estúpido a mi subordinado de lo que ya estaba. – Sonrió. – ¿No hiere tu orgullo de hombre esa ridícula cangurera?–

– Me heriría más meterme con simples niños porque contra el padre no puedo. – Supo que lo había provocado cuando escuchó un gruñido de advertencia.

– Hagamos esto más fácil, me entregas esa pesada y ridícula cangurera junto con su contenido y tú te puedes ir en paz así como yo también. – Un gruñido se formó en el pecho de Jin. – Mira conejito, – Jin sonrió en su interior, pobre imbécil, estaba jodidamente lejos de ser un conejito. – observa tu pierna, estás herido y has dejado un camino de sangre algo largo, estás cansado y no creo que valga la pena terminar con tu vida sólo por los hijos de alguien más, quiérete un poco y evita que destroce tu cuerpo con mis garras. – Ofertó con fingida amabilidad.

– Siento decepcionarte, pero a mis niños no te los entregaré ni siquiera muerto. – Dijo agresivo mientras intentaba esconder sus colmillos.

Ni él ni su zorro iban a permitir eso.

El pelinegro le regaló una sonrisa fría mientras escuchaba el consejo de su animal interior.

Su tigre le dijo que se cuidará de ese hombre pues no era tan simple cómo lucía. El alfa se carcajeó burlón, ese conejito sólo podría implorar por su vida.

Envalentonado se acercó a Seokjin sin embargo este no se asustó como esperaba, al contrario se puso en posición de defensa, posición que había aprendido en los duros entrenamientos que tenía que tomar para convertirse en "alfa" de su clan. De algo le había servido fingir la mayor parte de su vida que era un alfa.

La naturaleza de Seokjin era amigable... pero él no era ningún inútil, que evitará confrontaciones no significaba que no sabía defenderse.

Que huyera no significaba que él no pudiera sacar la naturaleza depredadora que corría en sus venas.

El alfa entrecerró sus ojos y por fin comenzó a escuchar a su tigre. Había acabado con varios soldados de Jeon y ninguno por muy diversas que fueran sus técnicas mostró aquel equilibrio y aquella letalidad en su mirada.

Ese hombre no se tentaría para matarlo, de hecho, su defensa le decía que eso era lo único que buscaba, también le dijo que ese pelirosa no era un simple conejito.

Era algo más.

Tal vez se trataba de un conejo pero entrenado de forma diferente sin embargo el aura tan similar a la suya le hacía volver la cabeza.

Sin esperar más se le echó encima pero este se movió y con agilidad se deshizo de la cangurera mientras la aventaba, claramente vio saltar a dos bolitas de color blanco.

Entonces sonrió, él sólo necesitaba ir por ellas.

Cuando corrió hacia el arbusto en donde desaparecieron los dos conejitos recibió una fuerte patada en sus riñones, provocándole un rugido de dolor, cegado por la furia se aventó al beta el cual lo recibió con su cuchillo, causándole un corte profundo en el brazo. – Eres un hijo de perra. – Siseó furioso.

– Estoy muy lejos de ser un perro, si no sería como tú. – El alfa de nuevo fue contra el beta y logró golpearlo justo en su herida y tirarlo, entonces se le subió encima para rasgarle la garganta, sin embargo, el pelirosa le aventó un puño de tierra en los ojos logrando distraerlo, movió sus caderas y golpeó con una de sus rodillas el costado del alfa haciendo que se retorciera.

Jin se lo quitó de encima y le dio una patada en la cara, no obstante, esta no tenía la suficiente potencia pues había perdido eficacia gracias a que su herida en su otra pierna fue agravada por el alfa.

De pronto, escuchó el chillido de sus bebés, era un claro pedido de ayuda.

Como si no sintiera dolor corrió hacía donde se había escuchado aquello y se encontró con un hombre que tenía en sus manos a uno de sus algodones, entonces vio rojo, realmente no supo qué sucedió sólo supo que había acabado con aquel maldito, había roto el cuello del tipo, sus brazos tenían varios cortes y le ardía el pecho seguro producto de aquello. Por lo menos su zorro había sido lo suficientemente cuidadoso de no morder, sólo destrozó el cuello de ese hombre.

Estaba a punto de ver si su pequeño había sido lastimado cuando sintió un fuerte golpe en su cabeza, el cual lo tiró y mareo.

El pelirosa intentó pararse pero debido al mareo volvía a caerse.

– Me queda claro que eres un conejito particular, si no supiera en donde estoy parado pensaría que eres de clase depredadora...– Se carcajeó hasta que vio al hombre tirado en el pasto. – Demonios, ¿qué hiciste con su cuello?– Tal vez su zorro había hecho uno que otro corte en el proceso. – Fue divertido, sin embargo, se acabó. – El tigre le quitó la espada al cadáver de su subordinado.

El beta fue apuntado con la espada sin embargo, no tuvo miedo, no le tenía miedo a la muerte, no si había conseguido suficiente tiempo para que sus bolitas se reubicaran.

Estaba esperando el golpe final cuando escuchó el sonido de varios caballos, la expresión asustada en el rostro del alfa le dijo lo suficiente.

Esos hombres no eran de parte suya.

Jin aprovechó la distracción del pelinegro para tomar su cuchillo y encajarlo con todas sus fuerzas en el pie del tipo, literalmente lo había clavado al suelo. El grito ensordecedor que soltó fue suficiente aviso para las tropas, bien, alguien encontraría a los niños. 

Estaba hecho, no tenía la fuerza para pararse pero ya no había necesidad.

Él había cumplido con la promesa de cuidar de los niños... el desayuno, bueno, se los debería.

Escuchó el típico aire de la espada cortando el aire y un recuerdo vino a él mientras cerraba los ojos... Sonrió, la única vez que había escuchado aquel sonido tan cerca de él fue cuando su alfa lo conoció.

No obstante el golpe nunca llegó, sólo la exclamación llena de terror del alfa que estaba a punto de matarlo y que quería robar a sus niños. 

El beta abrió los ojos y entonces lo vio. 

Era su alfa pero hecho una furia, esa mirada y esa potencia sólo la había escuchado en los relatos de la gente, definitivamente estos no le hacían justicia.

Su alfa los había encontrado.

Él había venido por ellos.

– ¡Alfa! Hoseok ha encontrado a sus hijos, ya los tiene. – Jin soltó un suspiro lleno de alivio y sin poder evitarlo las lágrimas comenzaron a caer.

Lo había hecho bien.

Había cuidado a sus cachorros.

Se permitiría cerrar un momento los ojos, pues se sentía muy cansado.

– Alfa por favor deténgase tiene que dejarlo vivo. – El castaño no hacía caso no le era suficiente con haber deformado el rostro de ese imbécil, él lo desgarraría con sus propias manos, él...– ¡Si no atendemos a Jin ahora él morirá! – Aquello hizo un clic en su mente.

¿Jin moriría?

¿Jin muerto?

El alfa aún desorbitado se alejó del cuerpo del tigre y volteó a donde estaba el cuerpo del beta, se levantó apresurado y tocó el rostro del pelirosa quien ya había perdido la conciencia, el castaño soltó un gruñido y su alfa se enfureció. – ¡Traigan mi caballo y no se olviden de ese hijo de puta, si no lo veo mañana en una jodida celda los mataré a todos!– Les gritó con sinceridad.

Y los hombres que lo conocían sabían que él no se andaba con mierdas.

El castaño tomó en sus brazos el lánguido cuerpo del beta y lo cargó. – Muchas gracias Jinnie,  –Le pasó con suavidad sus ensangrentados dedos por el cabello. – ...protegiste bien a nuestros hijos. – El alfa le dio un beso en la frente y se subió a su caballo mientras se dirigían con la curandera.

Él tenía que salvarlo. 

Salvaría al padre adoptivo de sus hijos, él se había ganado con grandes méritos ese papel.

"Solo deja de llorar, recuerda que todo saldrá bien. Podemos encontrarnos de nuevo en alguna parte... en algún lugar lejos de aquí. Me dijeron que el final está muy cerca."

Pues... ¿les gustó? xD

Es un capítulo largo así que no debería haber quejas xD

Se vienen algunos cambios, consecuencias, actitudes, etc etc.

Es mi regalo por los 300 seguidores... aún recuerdo cuando éramos muy pocos, me llena de un sentimiento inexplicable saber que he podido llegar aunque sea un poco al corazón de esas personas, gracias por su apoyo y cariño.

Nos leemos pronto <3

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