El destino de Medusa || Harry...

By GinellePhoenix

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¿Y si te dijera que la historia de Auradon no es como la conoces? ¿Qué no todos los villanos fueron enviados... More

Prólogo
Combate de espadas
Turquesa, jade y esmeralda
Tormenta
Secreto a voces
Bazofias de la Isla
Abducted
Tratos con el diablo I
Tratos con el diablo II
Nuevas no tan buenas
Cuando el reloj marca las doce
Experimento marino
Trouble, trouble, trouble
Trucos de un ladrón
La bahía
Respuesta
Gato por liebre
El dilema de la prisionera
Salvando al hombre equivocado
Despertar
Cambios de media luna
Roulette
Digno Oponente
Lost Revenge
El listón azul
De una treta y otros desastres
Mamba negra
15 curiosidades
Sueño lúcido
Frenesí
Elegir un bando
Nuevos horizontes
Un problema doble
Whispers of a mermaid
Ma douce souffrance
Deja vú
Feliz no cumpleaños
Bienvenidos a Auradon
H de Harriet
Blanco y negro
Noche estrellada
Memories
Moonacre Manor
Mentanoia
La cueva del Peloponeso
Las hilanderas del destino
Cuentos del Olimpo
Madness return(s)
A través del espejo
La dama del lago
Bibbidi-bobbidi-boo
Serpientes y dragones
Damnatio memoriae
Manos de princesa
Ilusión de colores
Oscuridad
Asunto de Estado
Las brujas del mar
Inframundo
Saint Martin
Persecución y huida

El ojo del huracán

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By GinellePhoenix

—Ginny.

Escuché mi nombre como un susurro, no quería despertar de mi sueño, hasta altas horas de la madrugada estuve despierta, limpiando todo con ayuda de Cora.

—Ginny, ven —esa es mi madre, está aquí, demonios, ya volvió— ¡Ginny Gothel! ¡Ven aquí ahora mismo!

Me levanté de un salto, casi a la par de Cora, quien estaba asustada en la cama improvisada justo a mi lado. Con un ademán me dijo que fuera, yo le pedí que se mantuviera en silencio, ella asintió y salí corriendo escaleras abajo, mi madre estaba de pie junto a la ventana que hizo de puerta cuando cierta rubia de largo cabello vivía aquí, con una taza de té o café en las manos, mirando a la lejanía, desde aquí se ve un hermoso amanecer sobre la Isla, de pequeña me gustaba observar, pero al crecer mi madre se encargó de que llegara a aborrecerlo.

—¿Sí, madre?

Me detuve a dos metros minimo de ella, estoy demasiado agotada para lo que sea que quiera, intenté arreglarme el cabello lo mejor que pude, apuesto que tengo cara de muerto y el cabello hecho un desastre.

—Son las 10 de la mañana y no haz hecho tus deberes —siguió hablando, pero yo estoy más preocupada por Cora y que no la descubra, ni a Maddy le permite quedarse a dormir, y entonces recordé la maldita razón por la que seguía dormida— ... tengo muchos rollos listos para revelar en la balija, así que date prisa si quieres salir con esa brujita de horripilante cabello.

Miré la enorme maleta de mi madre junto al sofá, si se llegara a enterar que unos piratas estuvieron aquí anoche interrogando a un grupo de adolescentes le daría un infarto. Tomé la maleta y la subí a mi habitación, cuando entré todo estaba tan ordenado y limpio como podía estarlo, Cora estaba mirando unas fotografías sobre mi cama, ¿como limpió y ordenó todo tan rápido?

—Madre Gothel es bastante egocéntrica —asentí dejando la maleta junto a mi pequeño armario— ¿Como sobreviviste tanto tiempo en esta torre?

—Igual que Rapunzel —aunque yo si tenía forma de salir de aquí, ir al pueblo, tener una amiga e incluso un novio en algún momento, no me imagino la vida de esa chica aquí encerrada todo el tiempo, debió ser una pesadilla, aunque eso explica que hace mi madre aquí— ¿Y tú? Creciste en las calles de la Isla, no puedo imaginar como debió ser.

—En realidad es mejor que con mi padre —su... padre, ni siquiera sé quien es su padre, y Cora lo supo al parecer—. Fue sheriff de Nottingham, el famoso Robin Hood fue quien lo envió aquí, toda la vida habla de lo que pudo hacer.

—Yo pienso que el hubiera no existe —mi madre también habla mucho sobre lo que debió hacer y lo que no, la entiendo en ese sentido— ¿Y como terminaste de ladrona?

Cora no respondió, supongo que todos tenemos historias que preferimos ignorar, incluidos los De Noir, Diego y hasta Medusa.

En cuanto mi madre gritó que se iba, finalmente pudimos salir de mi habitación, tomé un platano ya casi negro y unas cuantas galletas duras, ambas salimos de la torre y fuimos por el camino largo al pueblo, cruzarnos con mi madre sería catastrofico, llegamos cerca del puesto familiar de Maddy, algunas de sus primas estaban ahí, incluso algunas de sus tías.

Cora me llevó por detrás del puesto, a hurtadillas, estabamos desobedeciendo las ordenes de los piratas de Medusa y engañando a los De Noir para ir a la Bahía Pirata, no debe vernos nadie. Alguien carraspeó detrás mío, ni el ruido en toda la plaza pudo evitar que lo escuchara, Cora me miró sobre su hombro preguntandome que pasaba, articulando solo con los labios le dije que yo no fui, y entonces giré para ver quien estaba detrás mío, no vi a nadie a menos de cinco metros de distancia que no estuviera ocupado comprando, robando o mirando una televisión.

—Creí que estarías con Diego viendo el show de su primo.

En realidad adoraría estar haciendo eso, pero tengo problemas más grandes que conocer a la familia De Vil. Con eso supe quién era, solo una persona en toda la Isla sabría eso, o hablaría de aquel modo, Maddy salió de detrás de una enorme caja con escobas que la escondían muy bien y se cruzó de brazos en una pose muy arrogante, suspiré aliviada, por un momento pensé que nos habían atrapado. Le sonreí y Maddy me devolvió el saludo arqueando una ceja, miró detrás de mí a Cora, tenía que presentarlas y contarle toda la historia, pero ahora no tenía tiempo, aunque tal vez si viniera con nosotras pueda contarle en el camino.

—Ella es Cora, trabaja para Medusa —una exclamación de protesta de Cora me hizo sentir mal, no era del todo cierto, solo que no se me ocurrió más nada—. Es una larga historia, debemos ir a...

—Primero Medusa, luego Robin, ahora una ladrona —si no pareciera estar molesta, diría que Maddy está celosa, aunque en sus ojos se ve triste, tiene un poco de sentido, ella era mi unica amiga, no es que pueda decir que Medusa, los De Noir y Cora son mis amigos, pero paso mas tiempo con ellos ultimamente que me olvidé de ella, así no se supone que debo tratar a mi mejor amiga.

—Deberías venir, será divertido. Espero —susurré la ultima palabra, dudo que combinar piratas, zombies y brujas no suena exactamente divertido.

—Si van a festejar el día de los VK o hacer alguna locura planeada por Medusa, yo paso —Maddy volvió a levantar una caja que no había notado que llevaba antes, porque la había dejado detrás de las escobas tal vez—. Después me cuentas que tal les fue.

—Mad...

Maddy ya había vuelto a su trabajo, me sentí terrible, ella ha hecho tantas cosas por mí, como conseguir que la banda de Diego nos dejara verlos ensayar antes de la fiesta, o alejar al dúo de perritos falderos de él más tarde, incluso me ayudó a robar cosas del Palacio de las Gargolas cuando Malefica se fue, ella siempre estuvo ahí para mí. Cora me tocó el hombro delicadamente, ya lo dije una vez y lo diré de nuevo, esta chica tiene mas pinta de princesa que de ladrona, murmuró un vamos o al menos a mi me pareció así, asentí y avanzamos el resto de la plaza en completo silencio, no fue hasta que comenzó a oler a pescado cuando Cora fingió vomitar y me reí.

—¿Sabes? —agité la cabeza, Cora se metió en un estrecho callejón y la seguí sin cuestionar nada— algunas veces me pregunto como sería nuestra vida si nuestros padres no fueran villanos.

—¿Cómo?

Llegamos a un terreno casi por completo vacio, conozco este sitio, mejor de lo que me gustaría adimitir, vi el enorme tubo que nos dirigirá directo a nuestro destino al otro lado del lugar.

—Si nunca los hubiesen encerrado aquí —me puse a pensarlo por un momento y no conseguí imaginarlo por completo—. Mi padre era sheriff, uno corrupto pero tenía un empleo, era adinerado y yo nunca hubiese terminado en las calles robando para poder sobrevivir.

Por una fracción de segundo me imaginé en la vida de Rapunzel, me estremecí, por nada del mundo cambiaría el desastre que es mi vida por estar encerrada en una torre sin contacto humano más allá de mi madre, sin poder salir, sola. Y luego recordé la primera vez que mi madre me gritó (al menos la primera que recuerdo), esa vez fue la unica vez que mencionó a mi padre, no dijo su nombre ni mucho menos me dijo nada sobre él.

—Si Madre Gothel no hubiera sido encerrada aquí —lo único que sabía de mi padre, es que vive en la Isla, si es que no ha muerto— yo nunca hubiese nacido.

Cora me sonrió, no era una sonrisa feliz, pero era algo. Cruzamos el tunel en silencio hasta el otro lado, llegando directamente al puerto con un solo barco. No había ni un alma cerca, no se escuchaba ruido por ningún lado, pero lo más importante, no se veía nadie por el viejo barco, cruzamos tratando de hacer el menor ruido posible, las vigas de madera lo complican un poco, a tan solo unos metros del barco escuchamos un disparo, parecía un cañon, ]Cora aprovechó el ruido y corrió a ver que ocurría, la seguí de cerca y me pegué junto a ella mirando al barco, vimos a Medusa de espaldas, rodeada por unos muy quietos piratas, frente a ella estaba Harry Hook. Pálido, y asombrado, los demás parecian pasmados, quietos como maniquies, vacíos.

—¡Por todos los soles! —me cubrí la boca esperando que alguien hiciera algo, pero nadie se movía, les miré la cara, tenían los ojos contorneados de rojo con las venas remarcadas que parecían a punto de explotarles, pero sin duda sus corneas son las que me paralizaron, tenían los ojos en blanco, sin pupilas.

—Sus ojos brillan de admiración.

¿Qué?

—¿Ah? —con su mano me señalo a Harry, pero antes de poder mirarle los ojos este cayó de espaldas con un golpe en seco, entonces todos se lanzaron hacia Medusa, pero ella solo miraba al suelo, a Harry, ni siquiera sé porque no intentaba defenderse, subimos al barco y alcanzamos a llegar tan cerca de la battalla que noté porque no se defendía, los jovenes piratas de Neverland no la tocan, pelean entre ellos—. No lo entiendo.

Cora me mandó a callar con el tipico shh, señaló a la puerta al otro lado del timón, que se abrió y dejó ver a una muy confundida Harriet. Confundida, con espada en mano, miraba la pelea sin comprender nada, tan confundida como nosotras, o al menos como yo. Al final miró algo que la hizo enfurecer, decidida se metió en la batalla esquivando ataques y golpes de sus tripulantes, vi a los Gastones peleando entre ellos, a un joven pirata con el que compartí clase alguna vez luchando contra otro el doble de grande, a Gil luchando con un chico de trenzas pegadas al craneo, a muchos más antes de notar que Harriet se dirrigía a Medusa, que seguía mirando al suelo. Harriet se detuvo justo antes de pisar el cuerpo inmovil de Harry, lo miró asustada y luegó miró a Medusa, que no se movía.

—¿Que hiciste? —gritó Harriet.

Medusa ni se inmutó, apenas levantó la cabeza para verla, no puedo ver la cara de Medusa pero sin duda puedo imaginarme la sonrisa burlona apenas visible en esta.

—Lo que ves —respondió tan bajo que apenas alcancé a escucharla, Harriet miró a su alrededor confundida, supe que vió los ojos de los piratas cuando su confusión se volvió horror.

—Por la segunda estrella —atemorizada, Harriet miró a su hermano a sus pies, yo hice lo mismo y lo unico que vi distinto era esa enorme mancha roja en su pecho. Sangre. No puede ser...— ¡Lo mataste!

Cora estaba tan enmudecida como yo, sin color en el rostro, entiendo por qué lo está, igual me siento así, sabía que Medusa podía ser cruel y despiadada, pero no imaginé que una asesina, aunque siendo honesta me lo podía imaginar siendo ella una pirata de la peor clase; libre.

—No fue el primero y no será el último —Medusa volvió a mirar a Hary, vi como movió su cabeza, esa fue una declaración un poco sadica, su voz tan monotona es escalofriante—. La vida es de este modo, efimera e incontrolable, vives poco tiempo o una eternidad —esa es una verdad indudable— el tiempo es... un misterio, casi tanto como la vida misma. Pero el mar —casi la escuché suspirar, solo la vi inflar el pecho y mirar hacía ese— el oceano es un poco menos misterioso que el tiempo. Créeme, estoy dispuesta a conocer todos los secretos del mar, mi hogar.

—¿De qué diablos hablas? —la confusión de Harriet pudo ser divertida en otras circunstancias, pero ahora es demasiada la tención que se podía romper con un corte de papel— ¡Asesinaste a mi hermano! ¿Y piensas en el mar? ¿A caso estás loca?

—¿A caso no lo estamos todos? —Medusa extendió los brazos a sus lados, apuntando con una pistola sin mirar— Mira a tu alrededor, piratita.

Harriet obedeció, Cora y yo también, tratando de descifrar lo que la extranjera trató de demostrar, pero no comprendí, Harriet dijo lo que quizá piensen todos de Medusa.

—Estás loca.

Medusa se rió, asintiendo con la cabeza repetidas veces, mirando abajo de nuevo, susurró un sí que pareció más el viento que su voz, el alboroto que las rodeaba parecía estar en un segundo plano de su discusión, y nosotras también.

—Voy a rebanarte en pedacitos, pagarás lo que les has hecho, bruja —Harriet giró la mano haciendo girar su espada y la puso en una pose que se veía amenazadora—. Pagarás la vida de Harry con la tuya. No te tengo miedo.

—Deberías —Medusa levantó la cabeza para enfrentar a Harriet, tal vez mirandola por primera vez desde que apareció, Harriet había esquivado el cuerpo de su hermano, lista para atacar, pero en cuanto miró a Medusa se paralizó, como estatua, con un inmenso miedo reflejado en su rostro, Medusa dió un paso más cerca, inclinando la cabeza a un lado—. Toda mi vida creí que no era fuerte, que no era digna del apellido Teach, daba lo mejor de mí y aun así nunca era suficiente —Medusa dio vuelta hacía nosotras, no había cambiado nada en ella, excepto por aquellas inmensas ojeras y el cansancio saliendose por cada poro de su cara, ni siquiera nos vió, miraba más allá, dio unos cuantos pasos alejandose de Harriet lo suficiente para que pudiera oirla—. Por primera vez en mi vida me siento poderosa, imparable —un brillo en sus ojos demostraban que decía la verdad, Medusa quedo de lado, miré su perfil y como observaba el cielo— y ningún pirata de tu clase logrará detenerme.

Medusa la apuntó con la pistola apenas mirandola de soslayo, no permitiré que mate a otra persona, da igual que sea Harriet Hook o la mismísima Bruja del oeste a la que le arrancará la vida. Me puse de pie quedando a su vista, por un pelo la espada de un pirata no me tocó.

—¡Medusa!

Grité con todas mis fuerzas, nunca había gritado así, me sorprendió, la pirata de trenzas que me miró asombrada y todos los piratas que luchaban a su alrededor cayeron al suelo, desconcertados, miraron a Medusa y luego a mí. Vi a Harriet ponerse de pie, quien había caído al suelo junto a sus compañeros, la vi atacar a Medusa y quise gritarle que se detuviera, pero estaba molesta que en ese momento no me importó si la herian, sin Medusa ya no teníamos problemas con los zombies, serían los piratas de esta nave los que los tuvieran por eso. Pero el ataque nunca llegó, un garfio detuvo la espada de Harriet en el aire, el dueño de ese garfio solo podía ser Harry, le dijo algo a su hermana en el oído y ella bajó el arma. Medusa siguió mirandome, a Cora y a los desconcertados piratas que estaban tratando de entender que les pasó, poniendose de pie o simplemente mirando lo mismo que yo. Harry dejo de darnos la espalda y se giró con aquella sonrisa que aterraba a cualquiera y aquella demencia desprendida por sus ojos delineados de negro, ni siquiera me miraba, no despegó la vista de Medusa ni un segundo, acercandose con sigilosos pasos desde atrás. No escuché su voz pero pude leer sus labios, y lo que dijo me dejó helada. Ella es mía. Cora avanzó casi corriendo, como si intentara alcanzar a Medusa, se detuvo abruptamente un metro más delante.

—¡Cuidado!

La advertencia de Cora llegó demasiado tarde, Harry ya la había sujetado con el garfio en su cuello, los ojos de Medusa estaban muy abiertos, sorprendidos, con algo que nunca había visto antes en ella, miedo. Medusa Teach estaba asustada.






Muy temprano por la mañana, en el Muelle de los Duendes, un viejo cascarrabías recogía las frutas que se habían caído de su ahora rota caja, refunfuñando sobre los desperdicios que llegaban a la Isla como suministros en aquellas cajas viejas y rotas apenas supervivientes del viaje hasta ahí, bajó siguiendo un durazno casi hasta llegar al agua por la pendiente de no más de tres metros, aunque para él parecían muchos más. Frotó la fruta contra su camisa intentando limpiarla lo más posible, la guardó en su bolso lleno de frutas ya echadas a perder y levantó la vista antes de girar, notó un pequeño bote de remos atado al arbol más gordo cercano al agua. Con cuidado bajó hasta ahí, tratando de averiguar que se escondería bajo aquel bulto cubierto con una manta negra, al llegar con una rama del suelo picó el bulto pero no se movió, pegado ya al bote con la misma rama levantó la manta lo suficiente y la lanzó al otro lado, descubriendo a un chico rubio con el rostro tranquilo y dormido, de 25 años aproximadamente, vistiendo ropa sucia, incluso más que la de cualquier duende que conociera. Se removió y dejó ver un collar con un anillo verde colgando de este, el duende se acercó más para quitarle el anillo sin despertarlo.

Una mano sucia lo detuvo cuando tenía el anillo en su mano, miró el rostro del joven, sus sorprendidos ojos verdes aun somnolientos, el duende soltó el anillo dejandolo caer en el pecho del muchacho, y este le soltó la muñeca, alejandose de la balsa, el rubio se giró para sentarse y estirar los brazos.

—Identifícate muchacho —el duende tenía la voz gruesa y profunda, terrorifica como solo un duende malhumorado como él podría tener— ¿Quién eres?

El rubio se puso de pie en su bote y salió de un salto, sin perder el equilibrio, tomó sus cosas y las metió en un bolso, dejando solamente la enorme manta en el bote, no se parecía a nadie que pudiera recordar, ni tenía las fintas de nadie por ahí, a pesar de lo sucia que se veía su ropa, no parecía vieja o desgastada, y sus zapatos eran unas enormes botas negras de cuero en perfecto estado, incluso debajo de toda la mugre que parecía esconderlas.

—Peter —el duende miró la espada que sostenía a su costado, amarrada a su cadera, reluciente, valiosa—. Mi nombre es Peter Luv.

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