NICK
Sabe que estoy ahí, mucho antes de que cruce la puerta.
Ha cambiado su posición. Parece haberse movido.
Ahora no es más que una indefensa chica observando tras un montón de cabello oscuro, con los ojos perdidos y una sábana aferrada a su pecho. Es ella peleando contra los monstruos que salieron de su cabeza para volverse reales y hacerla pedazos.
Magda desaparece tras de mí. Ya no sé en qué momento ha dejado de caminar conmigo.
Natalie no me mira directamente a los ojos. Estoy solo ahí.
Me acerco lentamente a ella de la manera en que antes lo hice. Sólo que en aquella ocasión, esperaba algún tipo de reacción en gesto de autodefensa porque yo era el perseguidor.
Ahora...también.
Pero no exactamente.
—¿Qué...te...hicieron?
Y no lo digo por lo que acaba de suceder.
No lo digo sólo por lo que vi en el vídeo.
¿Qué hicieron contigo, toda tu vida Nat? ¿Por qué te abandonaron tantas veces? Estás devastada. No sé si podré hacer algo bueno con lo poco que queda de ti. Tengo miedo.
Tengo mucho miedo de que te hayas perdido en tu propia tristeza.
NATALIE
Se acerca.
Él no es la bestia. Acabo de comprenderlo.
Viene hacia mí.
Ruge en mi interior el ansia de desaparecer. Las hojas caen a montones. Puedo oír el agua del mar y el poema. Puedo sentir el fuego y el agua en los pulmones.
Pero en medio de todo el caos, hay algo.
Una palabra.
O dos.
Algo nuevo está brotando.
Es una...súplica.
"Sálvame, Nick".
Porque sé si me dejas caer, si tú también me dejas caer, luego de que todo el mundo haya decidido mostrarme la cara más cruel que había, entonces ya estaré rendida por completo.
Es muy fácil llenarte la boca hablando de amor propio cuando no te haces una puta idea de lo que es sentirte como una verdadera basura.
Y que alguien aparezca buscándote.
Aún cuando no sabe hacer otra cosa más que destrozarse...
...es precisamente el atisbo de esperanza que me queda.
Por favor, sálvame.
Pero no intentes levantarme si luego me dejarás caer.
NICK
El colchón se hunde donde apoyo mis manos y mis rodillas. Avanzo lentamente hasta ella como un felino peligroso asechando a su presa. Pero esta vez no hay apetito sino interés de protegerla.
No existe límite para el daño. Quien bien te quiere, no debe hacerte sufrir. Aunque haya ocasiones (la mayoría) que sufrir es mejor opción que aprender a querer mejor.
"Si quieres sobrevivir, no pienses en el pasado. Sólo recuerda la lección y sigue hacia adelante". Anabel fue muy dura cuando me dijo esto luego de que en mi adolescencia comenzara con malas actitudes y siguiera siendo un resentido que perdió a su madre en un accidente, no era capaz de ver lo que en verdad estaba sucediendo.
Esas palabras me despertaron.
Ahora quien ser quien despierte a Natalie. Ha sufrido toda su vida, a tal punto que ya no encuentra cómo vivir de otra manera.
—Santo cielo—farfullo y me siento un imbécil al ver las marcas en su piel. Quiero sujetarla y estrecharla entre mis brazos, lo intento, pero reacciona con reticencia y retrocediendo ante mi gesto—. No...volveré a hacerte daño—le juro.
Estoy aquí para protegerla. Desde antes, cuando la encontré por vez primera. Estoy dispuesto a que la historia comience a ser otra a partir de ahora. Porque no puedes abarcarlo todo en la vida si no renuncias a algo más.
—Nat—murmuro—, desde que aparecí antes, sólo he intentado protegerte. Cuando en verdad no supe ver que, de quien debía protegerte primera, era de ti misma. Nunca debí permitir que siguieras adelante con ese plan.
—Tú no puedes obligarme a nada—suelta por fin.
Aún desafiante.
Aún siendo la misma Natalie Hale obstinada con contradecirme.
Aún siendo la misma Natalie doblegada que conocí.
Otra vez, esa versión de ella que tanto daño se infringe.
—Lo haré, si eso permite que puedas salir de aquí, terminar tu carrera y alejarte de toda esta mierda.
—Nadie puede tomar las decisiones perfectas.
—Pero sí se puede evitar que vayas pisando un campo minado.
Su voz se va apagando.
No quiero perderla. Tiene que seguir siendo la persona que era cuando estaba conmigo. Esa Natalie que intentó ver en mí un costado humano.
—Natalie, no voy a abandonarte. Saldremos juntos de aquí. Lo juro por mi vida. Voy a sacarnos de aquí.
NATALIE
Más allá de la bestia.
Quise ver algo humano, más allá de esa criatura oscura escondida dentro de sí. Intenté demostrarle algo imposible.
Es inútil pensar que puedes arreglar a alguien, cuando en verdad estás desecha por dentro.
¡Nadie puede hacerlo! Suficiente con que debas cargar contigo misma.
—Voy a sacarnos de aquí—me dice.
—No podrás hacerlo—respondo.
—Juraste sacar mi lado más humano. Y creo que...lograste algo. Ahora déjame hacer lo mismo por ti.
—Esto soy, Nick.
—Ya no más.
NICK
Puede que lo hayas sido.
Puede que el destino te haya sometido.
Pero ahora estás conmigo.
—Ya no más—sentencio.
Y ella rompe en lágrimas.
Me apresuro en ir hasta ella y recibirla entre mis brazos. La ayudo a acomodarse contra mi pecho e ignoro el dolor abdominal intentando ubicarme contra el respaldar, sentados ambos en la cama.
Natalie descarga una catarata de emociones.
Aún estando ambos advertidos de que no es lo conveniente dejarte caer cuando más necesitas estar fortalecido.
Queda mucho por hacer.
—Nat—farfullo en su oído, entre sus sacudidas y quejidos—, escúchame por favor. Haz lo que ellos te piden y larguémonos de aquí. O Magda nos matará a los dos.
NATALIE
Ella dijo que estaba de mi parte. Lo mismo prometí.
La traicioné, pero ella me destruyó.
Quise invertir las reglas de su juego, pero me cayó con toda la fuerza del impacto el asunto de que...no soy yo quien manda aquí.
No ahora.
Quise erguirme de hierro y mostrar que soy más de lo que ellos creen ver.
Pero me he equivocado tantas veces ya.
—Nat—continúa él contra mi oído—, Magda quiere destruir esto. La ayudemos y larguémonos de aquí.
—Que lo haga—intento detenerme y articular palabras.
—Necesita de ti, no de mí. Estoy acá para protegerte y convencerte. Es lo mejor. Terminemos con esta mierda y larguémonos.
Me intento secar los ojos con el dorso de mi brazo y lo miro. Tiene los ojos rojizos, la mirada dolida y me hiere en el corazón ver esos ojos cristalinos hechos añicos como yo.
Él insiste.
Y por algún motivo, decido creer en el convencimiento que guardan sus palabras:
—Nat, quiero estar contigo. Es necesario perderlo todo para darte cuenta que no puedes estar solo. Yo te quiero a ti.
—No me obligues a odiarte otra vez...
—Basta, Natalie. Entiende que quiero estar contigo. Necesito esta oportunidad. Que hagamos las cosas bien, al menos por esta vez. Ambos la merecemos. Es estar juntos o morir.
—O vivir y no estarlo.
—No lo asumo como opción. Esta es nuestra redención. Si salimos con vida, me casaré contigo. No volveré a apartarte de mí...