040 | #SinSecretos

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NICK

Cuando despierto, mi corazón va a mil.

Es una risita llena de malicia lo que me ha sacado de la pesadilla. Habría jurado que se trataba de la voz de Lila.

Lo sorprendente es que este despertar no ha sido donde siempre. Me cuesta ubicarme en el entorno que me rodea, en recordar el impacto de las situaciones que he vivido.

Recordar que ya no es necesario tener miedo. Al fin debería ser capaz de tener algo de paz, y es que puedo constatar que Natalie está conmigo. Frente a mí. Ahora mismo.

Sentada frente a su Tablet de algoritmos hacker, en una silla frente a la cama.

Me está observando.

La luz del amanecer se filtra por el cortinado, dando a su piel un tono entre anaranjado y amarillo. Sus ojos de pronto son como la miel, frente a la luz dando de lleno en un costado del rostro, del otro permanece oscuro.

Es hermosa.

Pero su gesto no me advierte la misma tranquilidad. Ella está aquí, pero no de la manera que yo quisiera.

—Nat...—murmuro—. ¿Qué haces?

Sus pupilas tiemblan mientras me examinan con cierto deje de temor o desprecio insondable.

Aferra las manos al dispositivo electrónico y traga saliva antes de responder.

NATALIE

¿Qué carajos hicieron contigo?

¿Qué situaciones debe pasar una persona para guardar dentro de sí tanta mierda, tanto horror? Y para hacer cosas tan horrorosas.

Saber que me buscaste y que regresaste es la prueba de que, probablemente, no todo vaya mal contigo... ¿Y si no es el monstruo que me ha evidenciado ser desde siempre? ¿Y si he estado equivocada todo este tiempo?

La representación material de lo que es por dentro, está edificada en el lugar donde vive, donde se supone que tiene un "hogar". Mientras más subes, más es posible adentrarse en el infierno que es su vida.

Y él apuesta ahora a compartir sus infiernos conmigo. Hasta cierto límite. Límite que parece hallar cuando me hace daño lo suficiente como para animarse a retroceder. Lamentablemente soy yo quien lo empuja a lo peor y pido a gritos conocer esa bestia que vive en su parte más lasciva y oscura.

Después de todo, mi vida también ha sido una verdadera caverna llena de demonios y peligros de muerte.

El problema es que yo me comprometí con salir a cazar esas bestias.

Él se convirtió en una.

Y en lugar de destruirlo, no puedo evitar mantenerme cerca de él, considerando mis intentos por alejarme, por resguardarme. No obstante, sé qué clase de destino me espera mientras estemos cerca.

En medio de todas mis teorías sobre El Virus, Little y Nick mismo, parece ser que las direcciones siempre me llevan a un idéntico objetivo y es que estoy formando bando con el lado equivocado.

¿Y si...lo que he estado buscando...siempre estuvo ahí?

El Hard Deep me ha arrojado una dirección donde existe Little.

Pero mi razonamiento me advierte de otra.

Quizá, mucho más certera.

Conocí uno de los pisos y hui con heridas físicas y la mayor huella de humillación en mi historia.

Quedaron dos más.

¿Y si el infierno que espero conocer siempre estuvo ahí, cerca de mí y mis intentos por rastrearlo no fueron más que vanos desvíos? Si existe el instinto de preservación, puede que sea lo que me mantuvo apartada todo este tiempo.

—Nick—murmuro—. T...tengo que...hacer algunas preguntas.

Él cierra los ojos con impaciencia, soltando un suspiro de agotamiento. Ambos sabemos adónde nos dirige este tipo de conversaciones.

—Aquí vamos—murmura—, si lo que quieres es un motivo para alejarte otra vez de mí, siempre tuviste los suficientes. Desde el primer momento. Y tuviste que esperar a engancharme a ti bastante como para hacerme sentir mierda al dejarme abandonado.

—Es probable—murmuro tras escuchar su explicación o súplica por una oportunidad de redención—, es probable que así sea. Que me sienta la persona más despreciable del mundo por volver siempre a alguien que me hace tanto daño.

—¿No podemos simplemente aprender a...querernos mejor?

—Quisiera estar bien contigo.

—¡Pero tienes que buscar un motivo cada vez, para odiarme, y en ello, logras que también me odie! ¡Me recuerdas la clase de basura que soy!

—No quiero que te sientas así...

—Entonces no me lo recuerdes, por favor.

—Nick—me pongo de pie y dejo el dispositivo electrónico sobre la silla antes de dirigirme a la orilla de la cama y colocarme de rodillas al costado, como si estuviese a punto de orarle una súplica a la encarnación del diablo—, sé que puede doler, pero estoy apostando a ti.

—¿Qué?

"Quiero que te mires como yo te miro a ti" le imploré una vez y fue uno de los peores días de mi vida ya que conocí a su peor versión.

El asunto es que intenté de la manera equivocada, ya que forcé a conocer ese aspecto que siempre se ocupó de mantener en las sombras.

Si quiero creer una vez más en él, es porque espero, en algún momento, poder camuflarme entre los demonios para ser uno de ellos. El día en que lo haya conseguido, entrar y salir del infierno será mi talento.

Si pude hacerlo con la internet profunda, también puedo con un hombre bellísimo, atlético, tentador y lleno de heridas que sangran de manera constante.

Y yo escarbo incansablemente en esas heridas.

—No juzgo lo que hiciste ni tampoco lo que eres—miro fijamente sus ojos que contienen miedo y dolor—, pero necesito estar lo suficientemente segura de la clase de monstruo que eres para saber si deseo compartir mi infierno con el tuyo.

Él traga saliva y me deja un lugar en la cama, a su lado.

—Si dejo que te acerques a mí, será porque sé que ya te he dañado lo suficiente.

Su voz suena ronca, lúgubre...aunque con un deje de maligna esperanza.



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#LasMentirasDeljefe

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