El destino de Medusa || Harry...

Por GinellePhoenix

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¿Y si te dijera que la historia de Auradon no es como la conoces? ¿Qué no todos los villanos fueron enviados... Más

Prólogo
Combate de espadas
Turquesa, jade y esmeralda
Tormenta
Secreto a voces
Bazofias de la Isla
Abducted
Tratos con el diablo I
Tratos con el diablo II
Nuevas no tan buenas
Cuando el reloj marca las doce
Experimento marino
Trouble, trouble, trouble
Trucos de un ladrón
La bahía
Respuesta
Gato por liebre
El dilema de la prisionera
Salvando al hombre equivocado
Cambios de media luna
Roulette
El ojo del huracán
Digno Oponente
Lost Revenge
El listón azul
De una treta y otros desastres
Mamba negra
15 curiosidades
Sueño lúcido
Frenesí
Elegir un bando
Nuevos horizontes
Un problema doble
Whispers of a mermaid
Ma douce souffrance
Deja vú
Feliz no cumpleaños
Bienvenidos a Auradon
H de Harriet
Blanco y negro
Noche estrellada
Memories
Moonacre Manor
Mentanoia
La cueva del Peloponeso
Las hilanderas del destino
Cuentos del Olimpo
Madness return(s)
A través del espejo
La dama del lago
Bibbidi-bobbidi-boo
Serpientes y dragones
Damnatio memoriae
Manos de princesa
Ilusión de colores
Oscuridad
Asunto de Estado
Las brujas del mar
Inframundo
Saint Martin
Persecución y huida

Despertar

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Por GinellePhoenix

Ruido.

Una canción.

Distorsionado como un disco rallado.

No hay mucha luz, pero la que hay me hace cerrar los ojos, y ese horrible zumbido... me senté, estaba en una cama, un poco rígida, tan vieja como todo en la isla, con la muñeca talle mis ojos, frente a mi está una vieja televisión con mala señal, y el volumen tan alto que me duele la cabeza. Estoy sola. En un camarote, ¿de quien es este lugar?

En la televisión pasan a todo un grupo de niños cantando y bailando, con las mismas fachas que todos en la isla, ¿eso fue grabado aquí? No entiendo que está pasando. ¿Donde estoy? ¿Que me pasó? El olor a pollo asado hace que mi estómago gruña recordándome que llevo quizá dos días sin comer, curiosamente no siento la boca seca, ¿tomé algo mientras estaba inconsciente? ¿O alguien se encargó de evitar que me deshidratara? Un nuevo gruñido me lanzó al ataque del plato de comida, ni siquiera me detuve a verificar que no estuviera podrido o algo similar, solo comí y estoy segura que parecía uno de los zombies luego de una larga semana sin comer.

—Por la segunda estrella —un metal hizo un estruendo en el suelo de madera, no era una espada, sonó distinto, me giré para ver quien se atrevía a molestarme—. ¿Como te atreves a usar el cabello así?

No entiendo, se supone que la novia de Hook me detesta, ¿qué hace aquí? Cierto, es su nave. Me tragué el bocado que tenía en la boca y me puse de pie. Esta chica es de mi estatura, ella con botas y yo descalza, si trajera tacones del mismo tamaño que los suyos, me llegaría a la barbilla. ¿Porqué todas las chicas de por aquí son pequeñas? Bueno, Maddy es más alta que yo, Ginny casi tiene mi estatura, las brujas no son tan pequeñas al parecer. ¿Y porque mierda estoy pensando en la estatura de las demás? Esto es muy raro.

—¿Y tú quien eres?

—Esa pregunta debería hacerla yo —supongo que tiene razón, la inquilina soy yo. Se cruzo de brazos como si ella fuera a darme miedo, le sonreí  (hipocritamente) y en la televisión sonó el grito de una multitud, estaban celebrando, ese programa no me ha gustado nada, menos con la desabrida visita de esta chica, dio un paso atrás y elevó las manos en una dramática reverencia—. Soy Harriet, primogénita del pirata más infame de Auradon, el capitán James Hook.

Su ridícula presentación termino con una sonrisa orgullosa y obviamente solté una carcajada, pareció un acto de circo; de payaso. La chica sacó una vieja espada con la que me amenazó en el cuello. Uy que miedo, chica mala a las 12 en punto. Vale, hay que fijarse en lo siguiente, si ella es la primogénita de James Hook, entonces es hermana de Harry Hook, incluso sus nombres se parecen, Harriet y Harry, creo que para ser el pirata con más ambición no quiso pensar mucho en el nombre de sus hijos, tampoco es que mis padres hayan elegido el nombre más original pero al menos mi madre buscó un lindo apodo. Le molesta que lleve el pelo como lo llevo, supongo que es buena amiga de Uma y piensa que solo ella puede usar trenzas, ese tipo de lealtad lo he visto ya, puedo usar eso a mi favor. Y los últimos puntos que hay para considerar, Harriet nunca ha salido de la Isla, ella no conoce el mundo, por tanto no conoce todo lo que yo sí, también está el hecho de que he comido un suculento pedazo de pollo, estoy casi segura que era una rabadilla y medio muslo, ya tengo fuerzas para hacer cualquier cosa. Solo necesito un arma... la que apunta a mi cuello específicamente.

Lentamente subo la mano hasta tocar el frío metal de la espada con la yema de mi índice, esto acaba de comenzar piratita.

—¿Dónde está Cora?

—Tal vez haya muerto antes de que yo siquiera llegará aquí.

Tal vez ya se murió y ni enterada estoy. Era tan buena chica, obedeció con la primer amenaza, y recibirá su pago, en cuanto salga de aquí, claro. Le sonreí lo más infantil posible, me imagino que tener los colmillos inferiores de otro material que no sea hueso asustaría a muchos, especialmente si combinan con una dentadura que cualquier vampiro envidiaría. Harriet por un segundo tembló, pero yo necesito mas de un segundo, al menos siete estarán bien. Con una fugaz ilusión hice que mis ojos se vieran amarillos igual que los ojos de una serpiente, la pelinegra dio un paso atrás, eso es suficiente para mí.

—Te contaré una historia —con sutileza aparte la espada de mí, tratando de pegarme a Harriet Hook lo más posible, ella solo daba pasos temerosos hacia atrás, está aterrada y necesito que piense en único que  podría sacarme de esta isla— una que tuvo lugar mucho tiempo atrás, antes de que tu padre fuese un pirata siquiera, la historia del capitán más despiadado de todos los tiempos; Barbanegra.

El terror en sus ojos me llenó, con un movimiento le quite su espada, claro que no es la única que tiene, ya noté la pistola en su cintura, balancee el arma en mi mano, como si no existiera, acercándome a ella aún más. Si la conexión a través de su cabello funciona como me enseñó mi madre, entonces conoceré cada recóndito secreto de su cuidada y peinada cabecita. Está asustada, p ero confía en que tiene el elemento sorpresa sobre mí, ternurita, a pesar del temblor del sus manos, puso la cara más dura que pudo.

—¿Tu que sabes de Barbanegra, bruja?

—¿Bruja? —tal vez, a quien le importa— No, cariño. Conozco de Barbanegra tanto como su propia hija lo hace.

—Barbanegra no tiene hijos.

Barbanegra tiene una hija, y una nieta, hasta donde sé, y esta muerto.

—Empecemos por el inicio, ¿bien? —le sonreí de nuevo, aun con mi dentadura escalofriante, en cuanto esté sola y con un espejo la veré— El Venganza de la Reina Ana, el barco maldito, controlado por una espada que porta el capitán, la espada de Tritón, con una tripulación leal y obediente de muertos, Calypso en su prisión humana le enseñó los secretos de la zombificación, y su capitán fue asesinado decenas de veces y aún así no murió, siempre sobrevivió. Siempre.

—Esa historia ya la conozco —claro que sí, pero no conoces lo que pasó después de que liberarán a Calypso de su prisión ni lo que ocurrió con Barbanegra— nunca fue de mis favoritas.

—No conoces toda la historia, yo sí —vi como mete su mano debajo del abrigo e intenta sacar su arma sin que yo me percate—. Barbanegra tuvo una hija, una a la que no conocía hasta que ella lo buscó, ambos fueron en busca de un tesoro invaluable, no era oro, joyas ni demás tesoros materiales —fueron juntos dirigidos por un pirata detestable directamente a la muerte de mi abuelo y la maldición de mi madre—. Tiempo después ella, su hija, se enamoró de un marino español, tuvieron un bebé y vivieron felices por muchos años, hasta que el marino murió. La hija de Barbanegra volvió con su padre al mar, pero ahora acompañada y con el corazón roto. ¿Sabes el nombre de Barbanegra?

—Edward Teach —murmullo inconscientemente Harriet Hook, es obvio que no conocía esta historia pero eso no significa que no deban saber que Barbanegra también tiene descendientes.

—¡Correcto! —alcé los brazos como si festejará que adivino, con un nada delicado, pero bien sujetado movimiento, puse la espada sobre mi hombro y di unos cuantos pasos a su alrededor—. Si fuese una simple ladrona, ¿crees que sabría eso? —negó con la cabeza, creo que ya va entendiendo por donde va el asunto— Soy una pirata, pero no de tu... tripulación. Estoy segura de que escuchaste los rumores de los zombies, y su capitán.

—¿Tú...? —Harriet Hook es blanca, caucásica en realidad, pero ahora parece fantasma de lo pálida que está o un vampiro sediento. Ya dejaré de leer tantas novelas de seres sobrenaturales, comenzaré a interesarme en los cuentos de hadas a partir de hoy.

Uy, creo que se murió. La pirata se ha desmayado, tal vez el desayuno no le cayó tan bien como esperaba. La tv volvió a sonar, decidí poner un poco de atención, nadie cantaba ni bailaba, sin embargo parecían estar festejando por algún motivo, el presentador dice que es el día de los vilkey o alguna mierda así, no entiendo porque festejar algo así. Si apago el aparato ya no me va a preocupar, ni a distraer de lo importante aquí: mi escape. Con la espada de Harriet aun en mi poder, claro como si alguien fuese a quitármela, aprieto el botón de ésta, y la pantalla se pone negra.

Ahora, lo primero, si alguien entra y ve a la pirata ahí tumbada en el suelo tendré un nuevo gran problema, así que le quitaré su pistola y luego la cubriré con algo, sin que parezca que estoy escondiendo un cadáver. ¡Pero claro! Guardo su pistola en mi espalda y la jalo del brazo hasta meterla debajo de la cama, no hay necesidad de más. Si tan solo tuviera ropa un poco menos, no lo sé, que enseñe piel, yo estaría feliz de aceptar incluso la vieja ropa de Gil, creo haber visto un baúl cuando desperté, tal vez haya algo más cómodo.

Unos golpes en la puerta me asustaron, sentí mi corazón latir, por un momento pensé que... ¿Qué diablos me pasa? Yo no soy así, estar aquí me hace débil, aunque también fortalece mis dones, como si la Isla fuese una fuente de energía para mis dones y a cambio se lleva mi personalidad, no lo entiendo. No lo entiendo. La puerta se abrió dejando entrar al par de tontos reconocidos; los Gastones, los llamaré caqui y mostaza (por el color de sus atuendos) así no estaré tratando de recordar cual el el dos y cual el tres. Mostaza se acercó casi tocando la punta de mis dedos, sí, estoy descalza desde que salí de la celda, intentó agarrarme del mentón pero lo detuve antes de que me rozara,  caqui estaba recargado en el tocador con una sonrisa cínica, los malditos saben algo que yo no.

—Yo sabía que no eras de fiar —caqui me señaló sin borrar su sonrisa, se levantó y camino hasta quedar junto a su hermano—. Esa carita de ángel es mortal.

Si creen que llamándome ángel (de nuevo) van a conquistarme, no saben lo equivocados que están. Si yo fuese como aquellas mujerzuelas de los puertos piratas, les daría una noche o dos, o a los dos una noche, pero no es así, tengo una reputación que cuidar y debo hacer un legado que no quiero manchar. Caqui se cruzo de brazos divertido, mostaza casi roza su nariz en mi mejilla.

—Lástima que Harry te despelleje hoy —maldita sea, maldita sea, me han descubierto, por la maldición del holandés, carajo—. Eso me recuerda...

Caqui y mostaza me tomaron de los brazos antes de que pudiera levantar la espada de Harriet y me arrastraron fuera del camarote, por suerte son tan idiotas que no me revisaron y conserve la pistola lastimándome el coxis con algún tornillo mal colocado.

Nota mental para después del despellejamiento: arreglar el arma de Harriet Hook al estilo de Medusa.

Salimos a la luz externa, por la poca luz que hay supongo aun es temprano o está nublado. En el timón esta recargado un chico fornido dándome la espalda, y no cualquier chico, sino el joven capitán del navío estancado, lleva una musculosa blanca un poco sucia y rasgada, pantalones negros y botas del mismo color, sé quién es. La verdad es que estoy emocionada, es la primera vez que lo veré de frente y no a la distancia, esto será muy divertido. Los Gastones me arrastraron hasta quedar a un par de metros del timón, observar el objeto me hizo sentir nostalgia, el Mellow Yellow esta al fondo de estos mares, fue una gran pérdida, Harry Hook se dio la vuelta, traté de mantener mi atención en el timón y el hermoso pero lejano océano al fondo.

—¿Así que eres Cora o Uma? —su voz no se parece en nada a lo que había imaginado, yo imaginaba una voz más seria, pero parece que Harry Hook sabe divertirse más de lo que pensaba. Le sonreí.

—Ambas —sentí como los gemelos se confundieron, como si al estar en contacto pudiere sentir lo mismo que ellos. Harry Hook hizo una mueca de confusión, separó los labios con la intención de preguntar algo, lo que sea—. Y ninguna.

Escuche un no entendí de algún chico, una expresión que se veía en el rostro del capitán de este barco, Harry Hook pasó su mano por el rostro, miró a alguien a mi derecha, quien resultó ser el mismo chico al que noqueé y robé antes de subir a bordo. ¿Cuál era su nombre?

—¿Trabajas para Uma?

¿Trabajar? Yo no trabajo, soy pirata no una pueblerina más, por mis venas corre la sangre de Barbanegra, y este tipo piensa que trabajo. Déjenme reír. Cerré los ojos, susurre un pequeño conjuro y pensé en la fotografía de Uma, los Gastones me soltaron, sentí el susto que les di, cada día aquí es más extraño.

Cuando abrí los ojos y miré al capitán de la nave que, se me acaba de ocurrir, robaré, sentí cada uno de mis músculos debilitarse, aunque no lo demostré por mi propia seguridad.

—Te dije que soy Uma —y entonces avancé un poco, un segundo me bastó para volverme Cora y sin orar nada, solo necesite de un pensamiento de la ladrona— y Cora.

—¿Qué carajos?

Uno de los gemelos estaba aterrado y el otro paralizado, el pirata no mostraba una sola reacción, paso del desconcierto al miedo y luego a la muy extraña fascinación, como si al ver lo que puedo hacer hubiese descubierto algo... solo que no sé si es bueno o malo. La última vez que engañé a los piratas pude hacer que vieran a Uma sin mirarme, tal vez pueda hacer lo mismo con ambas.

—Pero no soy ellas, en absoluto.

Respiré profundo, puse los ojos en blanco (para darle más dramatismo al asunto) y pensé en como saldrían Cora y Uma de mi cuerpo, como si fuesen fantasmas atravesandome, extendí los brazos a los lados, señalando con el índice y el medio al suelo, me dejé ir para atrás (de nuevo, para darle dramatismo) y conseguí lo que quería susurrando un poco mis plegarias. Si funcionó solo duro un instante, escuche la risa de Uma y al enamorado de Cora susurrar su nombre, al instante llegue al piso con el pirata sobre mí abdomen y su espada igual de vieja y desgastada que la de Harriet amenazando de degollarme.

—¿Dónde está?

La pistola me estaba lastimando en la parte más baja de mi columna, solo podía quejarme, si hacia cualquier movimiento en falso estoy segura que me va a separar la cabeza del resto de mi cuerpo, y también estoy segura que mi cabeza no sirve separada del mismo igual que la auténtica Medusa.

—Harry —escuche unos pasos acercarse a nosotros, pero se detuvieron, no podía ver más que aquellos ojos azules desprendiendo demencia, delineados de negro para hacerlos parecer más intrigantes.

—¿Quién eres?

Tragué saliva, sentí los labios secos de pronto, con el filo de la espada en mi garganta no podía hablar, ni respirar, además de que la pistola se me enterraba y el fuerte golpe que me dí contra el suelo, me había mareado, todo me daba vueltas y solo podía recordar los ojos con los que soñé una noche antes de la tormenta, son sus ojos y... carajo, no lo entiendo, todo es tan confuso y paso tan rápido que, por más que quiero esclarecerme, mi cabeza no para de dar vueltas.

—Med... Medusa —Harry Hook notó que ya me había herido un poco, siento una gota de sangre correr por mi garganta, o tal vez solo sea sudor, pero el pirata dejó de hacer presión y finalmente sentí mis pulmones llenarse, cerré los ojos y me lamí los labios antes de volver a mirarlo, seguía amenazando con la espada, aunque ya estaba fuera de peligro, a esa distancia puedo hacer un cambio de roles—. Medusa Teach.

Su rostro palideció, solo un momento, decidió que soy inofensiva y me sonrió, no era una sonrisa que me transmitiera paz exactamente, sino que me hizo erizar la piel, un escalofrío recorrió mi espalda y mi corazón latió más rápido, como si me avisará que era hora de correr, no siempre huir es malo, a veces salir corriendo a tiempo era la mejor decisión y en ese instante mi corazón así lo creyó. Que dientes tan blancos, y perfectos, sobre todo rectos, que gran envidia le tengo a este chico ahora, yo ya perdí al menos 3 dientes y no he llegado ni a los veinte.

—Así que el gran Edward Teach —escupió el nombre de mi abuelo con repulsión, como si fuese nada, lo cual me hizo enfurecer— tiene un árbol genealógico. Yo creía que el amor y la familia no cabía entre las prioridades de un pirata.

—Cierra el pico Hook —me miró molesto, bueno, entonces somos ya 2 enojados a bordo, esto va a terminar mal—. Que al parecer tu amas a aquella brujita, lo sentí la primera vez que me viste, ¿o viste a Uma? —me removí un poco, para dos cosas: distraerlo y poder mover el arma de mi columna, no dejo de mirarme en ningún segundo, pero si se acomodó sobre mí, la pistola ya no me lastima pero si me esta aplastando la panza el chiflado—. Es muy divertido esto, ni siquiera recuerdas el primer día que me viste.

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