Atravesamos un inmenso pasillo blanco era tan ancho, con miles de puertas a los costados, algunos tenían grandes vidrieras donde se podía detallar a científicos trabajando, después de unos metros más, gente comenzó a circular junto a nosotros, podía sentir las miradas curiosas de algunos, pero otros solo nos ignoraban, como si una chica esposada, despeinada, trasnochada y con un tinte lila decorando la mitad de su cabello caminando detrás de un científico fuera lo más normal del mundo, llevaba mi cabeza al frente con la mirada más matadora que podía tener, tratando de parecer fuerte, por mas asustada que estuviera.
– ¡Aria!
Y me paralicé no pude dar un paso más, esa voz llamándome con desesperación, esa voz tan familiar y hermosa.
– ¡Aria!
Sentí lagrimas bajar por mis pecosas mejillas, así que me gire y ahí estaba él, vestido todo de negro con el aislador en su sangrante tobillo, los mismos brazaletes uniendo sus muñecas y esos ojos azules que tanto me fascinaban ¿Era real o era otro de sus juegos? Tenía que averiguarlo, dos científicos lo sujetaban con fuerza pero él forcejeaba, así que salí corriendo hasta donde estaba Luke, él logro zafarse y corrió hacia mí, paso sus brazos sobre mi cabeza abrazándome tan fuerte, como si no fuera capaz de dejarme ir nunca, yo pegue mis manos en su pecho y toma su franela con desesperación.
– Luke – dije en un susurro y fue inevitable comencé a llorar, por primera vez desde que llegue aquí comencé a llorar.
Podía sentir como todo a nuestro alrededor se alarmaba, pero no importaba, estábamos juntos de nuevo, aunque solo sea por unos segundos.
– ¿Estás bien? – dijo por lo bajo, yo asentí y él acaricio mi cabello.
– ¿Qué hay de ti? – exclame entre sollozos y me separe un poco para verlo mejor, se veía mas pálido y unas enormes ojeras decoraban esas perlas azules.
– Estoy mejor ahora que logro verte. – dijo pasando sus brazos sobre mi cabeza para poder acariciar mi rostro con sus dedos.
Habíamos hecho toda una escena, estábamos rodeados de personas, Albert y una científica tenían en sus manos sus tablets, supongo que solo presionaban algo y nuestros aisladores nos podían mandar a dormir, sentí como unas manos me tomaban de los hombros y me separaban de él.
– ¡No! – grité, Luke me tomo con fuerza de la mano, a él también lo alejaban de mi.
– ¿Quieren dejarlos? No están haciendo nada malo, ustedes son demasiado inseguros – exclamo una voz tan dulce, tan jodidamente familiar.
– Sabes lo que pasa con ellos Calum – contesto Albert.
– Tú lo sabes, Mery lo sabe, muchos lo saben, yo lo sé, pero ellos no ¡tienen el maldito aislador Albert, por el amor a Dios! – grito lo último.
Sentí como me soltaban me aferre de nuevo a Luke y él me volvió a abrazar. Ambos nos giramos para verlo, lucía igual de cansado que nosotros, solo que él llevaba ropas normales sin necesidad de un aislador, sus ojos transmitían vergüenza cuando los nuestros se posaron en su rostro.
– Calum – exclamo el rubio con su voz amenazadora, pero este solo asintió y se perdió en una de las puertas del amplio pasillo. Luego nos miramos.
– ¿Has visto a alguien más? – pregunte en un susurro acariciando su rostro, Luke siempre había sido más comedido que yo, quizás sin ataques de rabia nivel Aria, lo mantenían consciente más seguido.
– A Mike hace unas horas mientras iba a revisión médica. – dijo con los dientes apretados, mientras limpiaba mis lagrimas.
– ¿Está bien? – pregunté pero sentí como nos jalaban para separarnos de nuevo.
– No tenemos todo el día princesita. – rezongo Albert en tono frio.
– Vamos a tu habitación galán – repuso su científica en tono burlón.
– Esta en problemas, su nariz no para de sangrar, nadie sabe porque ¡ni siquiera estos idiotas! ¡pero yo tengo una idea! – exclamo lo ultimo a gritos cuando ya estaba a unos cinco metros lejos de él, Oh Dios, Mikey ¿Qué le habrá pasado? Me zafe del agarre de mis oponentes de nuevo, Luke hizo lo mismo y corrimos para besarnos como nunca antes, como si sus labios fueran mi oxigeno y los míos su razón de existir.
Hasta que mi aislador se ajusto aun mas y perdí el conocimiento, de nuevo.
–
Desperté en otro tubo de vidrio, que diversión, solo que esta vez llevaba solo mi ropa interior y estaba en una habitación con un montón de maquinas medicas de alta tecnología, una enfermera temblaba aterrorizada en la puerta y un enorme vidrio frente a mi dejaba ver a unos cinco científicos tomando apuntes, entre ellos Sebastián, quien retrocedió un paso cuando abrí mis ojos, y Albert, ellos solo pensaban en analizarme y realizar anotaciones, mientras mi mente solo se enfocaba en el pequeño encuentro con Luke y nuestro beso, lo extrañaba enormemente y en este momento lo necesitaba incluso más que mis poderes, daría todo por tener otro momento así, pero fue pura suerte. El tubo se desplego sobre mi cabeza, me sentía avergonzada y observada, pero no se los haría saber ya me habían visto llorar hace un momento. Cruce mis brazos sobre mi pecho y la enfermera me pidieron que los quitara para ponerme un monitor holter en el pecho.
– No le haré daño – dije al ver que no paraba de temblar.
– Hay algo en ti que no es de fiar y se ve salvaje– exclamo casi para ella misma.
– ¿Es porque la mitad de mi cabello sigue siendo lila? – bromee, recordando lo mucho que a Luke le gustaba mi cabello.
Ella negó desesperadamente con la cabeza, luego me sentó en una silla en la esquina de la habitación, coloco un torniquete y tuvo que respirar profundamente para poder sacar una muestra de mi sangre con la inyectadora, definitivamente me queje, odiaba estas cosas. Ella siguió aterrorizada.
– Yo tampoco confío en usted – repuse encogiéndome de hombros. – Y tampoco entiendo porque, si me tienen encerrada contra mi voluntad semidesnuda, con un aislador y pulseras que aprisionan mis muñecas, aun me tenga miedo ¿sabe? eso, eso me da algo.
– ¿Qué? – pregunto curiosa.
– Poder – respondí, e hice el ademan de levantarme y ella se echo a correr saliendo por la puerta, así que comencé a reír por lo bajo.
– ¿Y bien? ¿Se quedaran todo el maldito día viéndome?- exclame caminando a la pared de vidrio, el suelo frio le hacía bien a mis pies, aunque las cosas en mi pecho me incomodaban. Después de un buen rato entro Sebastián junto a una Dra. no tan joven, me acostaron en una de esas maquinas y esta emitió una luz que escaneo lentamente todo mi cuerpo.
– Yo no te tengo miedo, ninguno de los que estamos aquí, solo la enfermera así que no te creas la gran cosa – exclamo Sebastián de la nada.
– No es a mí a quien debes temerle – dije removiéndome algo incomoda el frio del metal, me revitalizaba pero me hacia añorar mis poderes, la maquina comenzó a moverse y sonaba como si tomara fotos. – Yo no puedo hacer nada, ni por ti ni contra ti, por ahora.
La maquina termino de hacer su deber, a continuación siguieron con algunas pruebas medicas de rutina común, medición del peso, altura, tensión, etc.
– El problema es que esta nueva generación de jóvenes experimentales, es muy poderosa – se explico Sebastián mientras la doctora examinaba mis oídos. – Tu y los novecientos cuarenta y cuatro jóvenes bajo el techo de M.A.C.E tienen el potencial de ser mejores de lo que son ahora, solo tienen que acostumbrarse a esa idea. Apartando del hecho que ustedes están más asustados de nosotros, solo que jóvenes como tú Aria, la rubia tierna y Luke saben contener su miedo.
– Lo siento Sebastián, lo único que oí salir de tu boca fue un bla bla bla. – exclame con poco interés mientras me acostaba en la camilla, pero en el fondo estaba feliz de oír que Birdy y Luke se mantenían fuertes. Aunque eso me hizo pensar en lo que Calum comento en el pasillo algo que no sabíamos y por ello tendían a ser cautelosos con nosotros, pero al parecer Sebastián se molesto mucho con mi actitud y con una mano me apretó las mejillas.
– ¡Estoy cansado de que todos aquí me traten como un niño débil! – su piel pálida se torno roja y su mano se apretó, no se veía el mismo chico tranquilo y asustadizo de la otra vez, quizás solo quería demostrar algo después de que lo humille, pero me tomo en un mal momento, la rabia aumento en mi, con rapidez tome su corbata y la jale hacia abajo atrayéndolo a mí, con mi otra mano aseste un golpe en su nariz, él se aparto y le comenzó a sangrar, yo me senté y aseste otro golpe en su cara con todas mis fuerzas, él comenzó a llorar del dolor y se tiró al suelo, siempre había tenido buenos golpes Dylan nunca lo negaba.
– ¡Seguridad! – llamo repetidas veces la otra Doctora pegada a la pared mientras se desarrollaban los hechos, alguien debería enseñarle a estos nerds a luchar, por lo que mi aislador se apretó y yo como siempre caí inconsciente.
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Holu, lo sé soy una fastidiosa con la publicidad pero se la debo a mi bro, su historia es genial, link en el comentario
las amo<3