Y así comenzó su relación prohibida e idilica.
Para Chris, era un respiro de aire fresco. Algo que lo hacia sentirse nuevo, renovado, algo que hacia que se levantara de la cama cada día esperando el momento de volver a verla. Simplemente una mujer como Dulce no era lo que esperaba en su vida, era fresca y alegre, pero le encantaba su forma de ser.
Para Dulce era una fuente de inspiración. Era algo diferente, exitante, aunque por otro lado a veces la hacía sentirse un poco mal que su relación fuera secreta, eso mismo le daba un sabor único a lo que compartian.
Pero sabía que tenía que irse con cuidado si no quería terminar sufriendo. Todos los días el primer pensamiento que cruzaba por su cabeza era Chris, al igual que lo era el último. Sin embargo, le encantaba sacar sus pinceles y comenzar a pintar inspirada en Chris.
Para Annie todo este asunto de actuar de celestina era una botana, le divertia ser la complice de los amantes, pero andaba con cautela, pues sabía que si Alfonso llegaba a darse cuenta de que se lo había estado ocultando las cosas iban a terminar feas.
Para Alfonso las cosas estaban de lo más extrañas. Derrick todo el día interrogando a la secretaria de Chris. Annie pasaba más tiempo en esa oficina que cuando trabajaba ahí. Chris había bajado un poco en su nivel de trabajo, pero lo veía tan contento que no se atrevía a reclamarle algo.
Pero en definitiva el que más estaba sufriendo en todo eso era Derrick, pues a pesar de que estaba al pendiente de la oficina esperando el momento de que Dulce apareciera por la puerta. Sólo sabía eso de ella, que su nombre era Dulce, se lo logró sacar a la secretaria de Chris y eso por una simple equivocación de ella. Pero no pensaba rendirse, esa mujer le gustaba e iba a conseguirla, si nadie quería ayudarlo no importaba, él solo podría lograr que Dulce se fijara en él.
O eso es lo que él pensaba.