Capitulo 37

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Chris no tardó ni dos segundos en acceder a la propuesta de Dulce de seguir adelante con el viaje, metió las maletas en la cajuela del coche y enseguida salieron rumbo a Cuernavaca.

Pero durante el trayecto, en la carretera, Chris miraba de rejo a Dulce de cuando en cuando. Se había mostrado dispuesta a seguir el viaje, pero no había dicho ni una sola palabra desde que habían salido.

- ¿Segura que estás bien? - preguntó Chris mirando fijamente la carretera.

Dulce se volvió para mirarlo y él también la miró. - Sí, estoy bien. No te preocupes.

Bueno, en una carretera, en un carro que iba a 100 km/hr, Dulce no iba a poder evitar que hablara con él. - ¿Y porqué estás tan callada?

- ¿De qué quieres hablar? - Sabía a qué se refería, pero no quería tocar el tema de Víctor.

- De ti, quiero que hablemos de ti, Dulce.

- ¿De mi? ¿Pero por qué de mi? Podemos hablar del clima... del paisaje... - intentó desviar el tema.

- ¿Qué te dijo el tal Víctor? - decidió que lo mejor era ir directo al grano, y la miró.

- ¿Víctor? Nada... deberías ver el camino en lugar de verme a mí, vamos a chocar.

- No te preocupes no va a pasar nada de eso y note pareces nada a la Dulce que conozco, dime qué pasó. - Y miró de nuevo el camino.

Dulce suspiró. - Es un hombre imbécil y prepotente. Llega a la casa como si nada hubiera pasado, como si debiera estar eternamente agradecida porque él está mi lado - dijo cruzandose de brazos enfadada.

- ¿Todavía lo quieres? - hacer esa pregunta le dolió un poco.

- No, claro que no. - Pero la seguridad con la que Dulce le contestó le hizo sentir un poco mejor. - ¿Por qué piensas eso? - Preguntó Dulce extrañada.

- No sé... es que hablas como si te doliera mucho lo que te hizo.

- Me dolió lo que me hizo, Chris, me mintió, me usó, se robó mis pinturas, claro que me dolió lo que me hizo. Pero lo que más me molesta es que el hombre ni siquiera tiene la descencia de pedir perdón, regresa a mi vida como... como... - estaba tan enfadada que no sabía como describir la situación.

- ¿Ves? A eso es a lo que me refiero. Hablas como si no pudieras soportar lo que te hizo, como que lo esperabas de todo el mundo menos de él.

- Pues, era la última persona de quién me esperaba algo así. Estaba tan enojada conmigo misma cuando me di cuenta de la clase de persona que era, me sentí tan idi0ta.

- No digas eso - le dijo con mucha ternura -, porque no lo eres.

- Se robó mis pinturas, mi trabajo, mi esfuerzo. Y él lo sabe, sabía que era lo que yo más preciaba en él mundo.

- ¿Te hizo daño? - preguntó él con cautela.

- Me dio en el orgullo, todavía me preguntó como no vi el ser mentiroso y despreciable que era. Ya te lo dije una vez, las pinturas eran malas, sólo quiero que cada quien reciba lo que merece.

- Entonces no te preocupes - dijo entrelazando sus dedos con los de Dulce -, yo me voy a encargar de que ese tipo se arrepienta de haberse encontrado en tu camino. No voy a dejar que te vuelva a lastimar en algún sentido.

La amenaza hacia Víctor la hizó sonreir.

- ¿Me defenderías de él?

- De él y de cualquiera que intentara lastimarte - le dijo volviendo a verla, pero esta vez con una sonrisa en sus labios. Y volvió la vista a la carretera.

Dulce se estiró un poco en su asiento, se acercó a él y le dió un beso en la mejilla.

- Si vuelves a hacer eso - dijo con voz seria -, vamos a chocar.

- ¿Por qué? - preguntó sorprendida por su reacción.

- Tus besos me distraen - le dijó cuando volvio a mirarla y le sonrió.

Seduciendo A Un CaballeroWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu