DOS PAÍSES Y UN AMOR

By UsenySanneh

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Ibrahim es un joven de 18 años de raíces gambianas que tiene claro que nada ni nadie cambiará su estilo de vi... More

CAPITULO 1: El principio de la ultima oportunidad.
CAPÍTULO 2: Los cuatro fantásticos.
CAPÍTULO 3: La chica del velo.
CAPÍTULO 4: Ira.
CAPÍTULO 5: Un encuentro inesperado.
CAPÍTULO 6: Dos noches distintas
CAPÍTULO 7: Yo
CAPÍTULO 8: Salt city.
CAPÍTULO 9: La chica silenciosa.
CAPÍTULO 10: ¿La culminación?
CAPÍTULO 11: "THE SMILING COAST"
CAPÍTULO 12: LA FAMILIA QUE NO CONOCÍA.
CAPÍTULO 13: Al otro lado del mundo.
CAPÍTULO 14: Inglaterra
CAPÍTULO 15: "VIERNES"
CAPÍTULO 16: Frustraciones.
CAPÍTULO 17: Situaciones.
CAPÍTULO 18: Reencuentro.
CAPÍTULO 19: Tiempo y distancia.
CAPÍTULO 20: Contacto.
CAPÍTULO 21: Confusion.
CAPÍTULO 22: Bienvenido al otro lado.
CAPÍTULO 23: Noticia inesperada
CAPÍTULO 24: Maquinación.

CAPÍTULO 25: Impensado.

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By UsenySanneh


No tardo en alcanzar a sus compañeros, quienes se dirigían hacia la sala donde todos los demás alumnos ya esperaban a la llegada del profesor. Se detuvo inmediatamente en la entrada para ojear disimuladamente el lugar donde el profesor se suele acomodar, resoplo con alivio al ver que este no estaba aunque eso iba a ser temporal. Entró lentamente en la sala y sintió como la luz del sol que penetraba la ventana le atravesaba los poros de la piel. La luz que deslumbraba le obligó a abrir los ojos con esfuerzo para poder dirigirse hacia uno de los costados de la sala y así esconderse detrás de sus compañeros, a quienes esquivaba con cada paso hasta llegar a su objetivo, la columna. Se sentó rápidamente y se apoyó lo más posible en la columna logrando ocultarse entre sus compañeros. Miró hacia atrás percatándose de que todavía no habían llegado las chicas. La columna en la que estaba apoyado separaba la línea entre donde se sentaban los chicos y las chicas, volvió a mirar hacia delante y vio que todos sus compañeros vestían con sus atuendos y ojeaban sus libros silenciosamente, lo que le obligo a mirar su ropa. Alzo el brazo y se percató de que su sobaco desprendía un olor no muy agradable para el olfato de cualquier ser vivo. Noto su cuerpo pegajoso y además llevaba la misma ropa por casi dos días, algo que le empezó a preocupar. Uno de los porteros se asomó por la puerta y reviso la sala hasta dar con Ibrahim a quien señalo con el dedo.

-Oye, ven.

El muchacho disimulo mirando su costado y se levantó paulatinamente. Mientras se dirigía hacia el hombre notaba como su cuerpo le ardía, el sudor empezó a asomarse por los poros de su piel y el corazón empezó a latirle con violencia, estaba tan nervioso que en ese momento no sabía exactamente de dónde provenía tanto bochorno. El portero se dio la vuelta y avanzo unos metros para luego entrar bruscamente por una puerta que estaba a su izquierda. Ibrahim dudo por un momento, no podía parar de pensar en los motivos del porque él y no otro, se detuvo momentáneamente pero volvió a reaccionar dando unos cuantos pasos y se quedó quieto en la puerta observando al hombre que parecía estar buscando algo. Este se dio la vuelta y su expresión se tornó agresiva al ver que el muchacho no entraba.

-¿Qué haces parado en la puerta? Entra.

Entro con dudas en esa pequeña habitación en el que destacaban dos camas llenas de ropa, y al lado un pequeño armario con los cajones abiertos. Enfrente del hombre había una ventana cerrada del cual escapaba un rayo de luz que señalaba directamente al suelo manchado por restos de vela que se encontraban agarrados en el azulejo, le pareció injusto que en la habitación de los chicos las ventanas solo estuvieran protegidas por rejas que eran fácilmente atravesadas por la brisa del frio y que sus colchones estuvieran en el suelo, donde sin esfuerzo cualquier bicho podría alcanzarlos. Cerró la puerta y se quedó mirando al hombre quien se detuvo de golpe y le miró fijamente.

-¿No tienes ropa? –Preguntó.

Ibrahim negó inmediatamente con la cabeza.

-¿Tampoco tienes el Corán verdad?

Volvió a negar sin articular palabra tratando de no cruzar su mirada con él.

-Madre mía, tu tío te trae aquí con todo ese esfuerzo y al final no te deja la ropa –Dejo florecer una sonrisa burlona –En fin ¿este te va bien? –Pregunto mientras sujetaba una túnica de color marrón que mostraba signos de no haber sido usado por muchos años.

Ibrahim cogió la túnica con la yema de los dedos y la examino disimuladamente para que el hombre no se diera cuenta de que no era de su agrado. La agarro con las dos manos y se lo apoyo en el cuerpo para ver la largura, le iba perfecto, así que se lo extendió al hombre y asintió con la cabeza para darle a entender que le iba bien.

-Póntelo, no puedes ir a clase sin esto–Advirtió.

Lo volvió a examinar antes de dar el paso de ponérselo. En medio del vestir se le arrugo la cara al olfatear el fuerte olor que desprendía el atuendo pero se lo puso al ver que no le quedaba de otra. Se miró de abajo a arriba y volvió a mirar al portero que también le observaba, este se dio la vuelta en busca de algo más. A esas alturas el chico no pensaba en lo que llevaba casi veinte horas pensando, mientras miraba como el hombre recogía algo del armario se dio cuenta de que en el suelo, en una esquina, se encontraba su móvil enchufado en lo que parecía ser un cargador portátil, fue en ese momento cuando el pensamiento principal volvió y le hizo volcar el corazón de la emoción. Miró al hombre y volvió a mirar su móvil varias veces, su impulsividad le estaba obligando a coger el móvil y salir rápidamente del cuarto, pero no era sencillo, así que se mantuvo en calma y pensó con la mente fría puesto que aunque sea su móvil, sería el sospechoso principal de haber cogido el móvil que le habían confiscado, irónico.

-Toma este Corán –Extendió la mano con suavidad –Cuídalo eh.

Ibrahim volvió a asentir y se dio la vuelta. Volvió a detenerse y se volteo para ver el móvil.

-¿Podre ducharme luego? –Preguntó.

El hombre se sorprendió al oír esa pregunta.

-Claro, después de estas clases iréis por turnos y os ducháis, pregunta a tus compañeros de habitación.

-Vale, gracias –Salió del cuarto.

Trataba de ver varias opciones en las que sería capaz de coger el móvil sin levantar sospechas, pero en todas el acabaría siendo el primer sospechoso, ya que el móvil era suyo. Perdido en sus pensamientos y en posibles estrategias, no fue capaz de darse cuenta de que los demás rezaban hasta que llegó a la puerta. Se asustó al ver a todos de pie así que rápidamente rebusco fila por fila al ver que su sitio ya había sido ocupado. Logro ver un hueco en la tercera fila cerca del profesor, lo que no le hizo mucha gracia. Miró en la parte de atrás pero era imposible estar con las chicas. Una de las chicas le miró y le hizo un gesto con la cabeza dándole a entender que se diera prisa, algo que le causó sorpresa pero más nervios. Volvió a mirar la fila y entró suavemente al ver que los demás ya se estaban agachando. Se quedó en la esquina y se agacho como todos siguiéndoles el ritmo hasta terminar. Respiro con alivio pensando que el director no se daría cuenta de que no había rezado las dos oraciones que le quedaban. Cogió con disimulo su Corán y se lo acerco tratando de pasar inadvertido. Al levantar la vista se dio cuenta de que sus compañeros de al lado le observaban, y como el profesor parecía haber estado esperando a que sus ojos se cruzaran.

-¿No vas a rezar lo que te queda? –Preguntó el hombre frotándose la barba.

Se le quedo mirando sintiendo una sensación de peligro permanente, todas las miradas estaban sobre él. No se sentía capaz de contestar y el único movimiento que era capaz de hacer era rascar su tobillo que empezaba a dibujar un color blanco. Estaba bloqueado con tanto silencio y ese aire hostil que le transmitía el director.

-¿No sabes hablar soninke?


Asintió.


-¿Entonces a que esperas? ¿O quieres que me ponga delante de ti y recemos los dos?

Se le escapo la risa al compañero que estaba cerca de Ibrahim. Inmediatamente se tapó la boca al darse cuenta de que la había cagado. No se atrevió a levantar la vista ya que sabía que el director le estaba mirando a él en ese momento.

-Sidi, ¿porque no rezas con él?

El muchacho se levantó enseguida y espero a Ibrahim que se puso en pie segundos más tarde al ver que los comentarios del director iban enserio. La tensión se podía cortar, el silencio se podía escuchar, y el miedo se podía sentir, todas estas emociones estaban a flor de piel en cada alumno de la clase, quienes observaban con silencio a los dos chicos rezando en silencio. Ibrahim sentía como los latidos de corazón se transformaban en ráfagas de calor que enviaban señales por todo su cuerpo, solo podía pensar en terminar y sentarse para quitarse ese peso de tensión que cargaba en su ser. El profesor se quedó en silencio contemplando como los chicos ya terminaban de rezar y se acomodaban para luego coger sus libros. Se levantó y se dirigió hacia Sidi quien se echó para atrás inmediatamente tratando de cubrirse la cara.


-¿Dónde vas? –Preguntó el hombre, que se detuvo y señalo la pizarra que estaba detrás suyo –Levántate y veamos si te has memorizado el capítulo de ayer.


Al ver que no levantaba la mano para darle un tortazo, el chico fue capaz de bajar los brazos como un experto de kung fu después de un combate. Se puso en pie manteniéndose lejos del profesor y paso por un lado para luego ponerse delante de la pizarra. Miró el capítulo por el que iban y se giró para ver de nuevo a su profesor. En aquel momento fue cuando Ibra tuvo claro que no podía quedarse en ese lugar por mucho tiempo. El director alzo el brazo y lo estampo con una violencia indescriptible contra el rostro de Sidiki, que se estampo contra la pizarra y cayó al suelo tocándose la cara, intento levantarse pero el director se acercó y le propino una continua ráfaga de tortazos que resonaban por todos lados mientras Ibrahim miraba atónito como esa paliza no era comparado a lo que Suaibo le dio aquella vez, es más, jamás había sentido tanto miedo al ver esa escena. Sidiki solo pudo levantarse un par de veces pero siempre se volvía a caer por culpa de los violentos golpes del hombre que se detuvo y se dio la vuelta, ojeo la clase y alzo el brazo señalando su sitio.


-¡Vuelve a tu sitio! –exclamo.


Se levantó con dificultad tocándose la frente. Tenía el rostro lleno de lágrimas y una parte de la frente hinchada por culpa del golpe que le había dejado una marca de tiza blanca. Paso por el lado del director y este le dio una colleja que le hizo acelerar de golpe y sentarse. La clase estaba totalmente muda, no había expresión de sorpresa en ningún rostro excepto en el de Ibrahim, que era capaz de escuchar el fuerte respirar de su compañero y la calor que emanaba su cuerpo.


-Bueno, sigamos –Dijo el profesor mientras se dirigía a la pizarra –Hoy seguiremos con el capítulo 76 del Corán, y espero que os acordéis –Cogió una rama de árbol para señalar la pizarra.


Ibrahim estuvo perdido en las dos horas de clase que tuvo con el director, en ningún momento pudo hallar el capítulo en el que los demás se encontraban. Lo único que fue capaz de hacer es repetir seguidamente lo que los demás alumnos decían, mirar cualquier página del Corán y tratar de disimular lo más posible su falta de experiencia leyendo el Corán. Pensó que quizás si hubiese ido a la mezquita del barrio desde pequeño, en ese momento no estaría tratando de disimular ante el director para que no se diera cuenta de lo poco que sabía. Se apresuraron en salir todos segundos después de que el director haya salido, se escuchaba una multitud de pasos cruzando la puerta y atravesando el pasillo. El chico miró de reojo el cuarto de los porteros y esta vez lo vio cerrado, prosiguió su camino hasta entrar en su cuarto donde los chicos dejaron sus cosas. Cogieron sus toallas y se encaminaron hacia fuera, lo que dejo en estático a Ibrahim, puesto que no llevaba nada para ducharse, salió del cuarto y se dirigió hacia la siguiente puerta donde se encontraba la habitación de Lamin, quienes también salían con sus toallas. Entro y se dirigió a este que se detuvo inmediatamente al verlo.

-Primo, necesito un favor –Dijo Ibrahim.

-¿Toalla no? –Preguntó aun sabiendo el motivo.

-Sí. Llevo dos días sin ducharme tío y se han llevado todas mis cosas.

-Me tienes que contar bien lo que ha pasado, porque aún no me creo que tío Haruna te haya hecho esto –Negó con la cabeza.

-Yo es que estoy muy rallado –Dejó escapar un soplo de aire.

-Imagino –Respondió con empatía.

Lamin se dio la vuelta y saco de su mochila otra toalla de repuesto que tenía.

-Quédate con esta –Le alzo la toalla –La verdad es que tampoco sé muy bien cómo va el tema aquí de la limpieza, pero quédatela.

-Gracias tío, ¿ahora todos nos vamos a duchar o qué?

-Sí, no hace ni cinco días que nosotros hemos empezado, pero en lo que he estado a estas horas nos duchamos todos y después nos vamos a rezar, volvemos a estudiar un rato y luego nos dejan descansar otra hora para luego rezar y descansar.

-Me he liado –Se colgó la toalla en el hombro.

-Bueno ya lo iras viendo –Se encamino hacia el pasillo mientras Ibrahim le seguía –Explícame que es lo que paso Ibra –Esquivo a un chico que recogía algo del suelo.


Ibrahim suspiro.


-Yo estaba rezando y me interrumpieron diciendo que me habían cambiado el billete, luego me trajeron aquí y me resistí, pero nunca había visto a Haruna de esa manera, parecía que tuviera ganas de que me quedara aquí –Dijo con dudas.

Salieron del edificio bajando los dos escalones que daban al suelo. Ibrahim noto como el ardor del suelo traspasaba su pie hasta llegar a su cerebro que le hizo reaccionar y morderse el labio.

-¿Y tu madre lo sabe? –Preguntó Lamin.

-Eso quiero saber –Respondió mirando sus pies descalzos y pisando con delicadeza el suelo –por cierto, se dónde está mi móvil. Necesitare tu ayuda primo.

Lamin se detuvo y le miró.

-Primero te dejare las chanclas y luego hablamos del móvil –Le observo los pies.

-Vale –Se le escapo una sonrisa a Ibrahim.


Después de la ducha tuvieron un momento para hablar de todo. Ibrahim le explico bien lo que paso en la casa y donde había visto el móvil, le convenció de que si se hacía con el móvil tendría posibilidades de escapar, pero Lamin no lo tenía claro ya que él tenía mucho que perder, puesto que él se quedaría ahí durante mucho tiempo. Durante los siguientes cuatro días Ibrahim hablo con sus otras dos primas en los momentos de descanso y antes de dormir. Eran conversaciones breves pero se mantenían al tanto. Les explico que tenía pensado entrar para coger el móvil, al principio parecía que las chicas también se negarían, pero Khadija quien quería lo mejor para su primo, acepto ayudarle con todas las consecuencias a lo que Aisetu, su hermana, también accedió. Sabía que no podía confiar en su tocayo ni en Mamadu, así que su última carta era su primo, Lamin. En los siguientes tres días durmió cuatro horas diarias. Se pasaba el día pensando en cómo poder salir de ese lugar, analizaba la zona, alumnos, los horarios y los momentos en el que los porteros nunca estaban pero estos últimos eran imprevisibles, ya que eran los únicos que Vivian en el edificio.

-De verdad que te necesito, primo –Le dijo a Lamin que esperaba en la cola esperando a su desayuno.

-Para ti es fácil, ya que si tú te escapas te vas. En cambio a mi si me pillan...

-No te pillaran te lo juro –Le agarró de los hombros –Estos días he hablado con las primas y quieren ayudarme.

-Ese es vuestro problema –Murmuro.

-Venga va... -Insistió Ibrahim.

Lamin alzo el brazo y cogió el vaso que la mujer le ofreció, esta empezó a ponerle el desayuno con un rostro adormecido y bostezo haciendo que se le cayera un poco de honde.

-Más o menos sé que puedo hacer para coger el móvil y escapar de aquí –Dijo Ibrahim sin percatarse de que lo había dicho con un tono más alto.

Su primo no dijo nada para aparentar no haber oído nada delante de la mujer y espero a que terminara de ponerle el desayuno, abandono la fila sin siquiera dirigirle la mirada. Ibrahim se dio cuenta de que la mujer le había oído al ver que esta le miraba fijamente pero sin decir nada. Le dio el desayuno y simplemente le siguió con la mirada. El chico se fue pensativo hacia una de las piedras para sentarse, el perro no volvía a estar así que estaba en lo cierto, solo lo soltaban durante la noche para vigilar. Con pasos ligeros uno de los chicos se le acerco.

-Duermes poco últimamente –Le dijo.

Ibrahim le miró achinando los ojos por el sol deslumbrante de casi cada mañana y la calva del chico que reflejaba con fuerza la luz. Era el chico de su cuarto, aquel chico que parecía saberlo todo, callado e introvertido. No supo que contestarle al principio, ya que le pareció raro que este le hablara a esas horas de la mañana.

-¿Cómo sabes eso? –Consiguió preguntar.

-Te pasas las noches mirando la ventana – Se froto un ojo –Creo que algo me ha entrado en el ojo.

Ibrahim le volvió a mirar y bebió su desayuno.

-Sí, me gusta mucho ver las estrellas de aquí. En el cielo de Gambia veo estrellas que en España no veo.

-¿Eres de España no? –Preguntó sorprendido.

-Sí.

-¿Cómo estás? –Le pregunto con un español torpe -¿Te gusta Barça? –Volvió a preguntar.

El chico no pudo evitar sonreír.

-Me gusta Milán –Le contesto.

-Está bien –Asintió con una sonrisa.

Ibrahim pensó que el chico era más agradable de lo que aparentaba, y que en parte le recordaba a él en ciertos aspectos.

-Por lo que he visto estos días, eres el mejor alumno de este internado –Le dijo Ibrahim que se puso en pie al terminar su desayuno.

-Llevo años aquí, es lo único que conozco –Resoplo –Tu también memorizas bastante bien y solo llevas una semana.

-No me gusta estudiar, pero si no lo hago, ese profesor me matara.

-Ya viste como pego a su hijo el otro día, no tiene piedad –Miró a uno de los chico que le toco la espalda para avisarle de que tocaba estudiar.

-¿Era su hijo? –Preguntó sorprendido.

-Claro. Tiene un hijo y una hija en este internado, pero él vive fuera.

-Vaya... -Respondió.


Cogieron sus atuendos que habían sido lavadas en el día de ayer por la misma mujer del desayuno. Siguió al chico hasta salir del portal con su Corán pero se dio la vuelta para entrar en el cuarto de Lamin que salía rápidamente, trato de detenerle agarrándole del brazo pero este se deshizo de el con un movimiento ágil. Se quedó un instante viendo como el chico se alejaba, pero reacciono rápidamente para dirigirse hasta el fondo y esperar disimuladamente en la puerta de las chicas para esperar que las demás salieran. Levanto la mano suavemente para avisarles de que esperasen, lo que las detuvo. Calculo que el profesor tardaba entre cuatro a cinco minutos en llegar a clase, así que tenía tiempo para explicar lo que tenía pensado hacer. Entro en el cuarto de las chicas al ver que solo quedaban sus dos primas y se escondió detrás de la puerta.


-Oye, ya tengo un plan –Dijo en voz baja.

-¿Mejor lo hablamos luego no? –Le aconsejo Aisetu –Es que todos se están dirigiendo hacia la sala.

-Solo será un momento de nada –Levantó los brazos con un rostro ansioso –Mira...

-Yo me voy –Dijo Aisetu que salió del cuarto.

Khadija negó con la cabeza y miró a Ibrahim que se dispuso a decir algo cuando vio que la puerta se cerraba en sus narices y como alguien desde fuera se reía disimuladamente mientras se alejaba. Ambos se quedaron congelados. No reaccionaron al instante. Segundos después ella trato de abrir la puerta pero se dio cuenta de que lo habían cerrado por fuera, lo que la puso más nerviosa y a empujar con fuerza la puerta. Ibrahim trato de calmarla y le dijo que lo mejor es que se quedaran callados, ya que si descubrían que estaban los dos solos en esa habitación, ambos saldrían perdiendo. Así que aunque le causaba miedo la idea, le propuso a la chica quedarse en la habitación hasta que alguna alumna volviera a entrar o que el profesor no se diera cuenta y más adelante salir cuando vuelvan todas, ambas eran propuestas arriesgadas pero en el fondo no sabía qué hacer, ya que el que cerró la puerta lo hizo por algún motivo.

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