Eᴊᴇʀᴄᴇ ᴇʟ ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ sᴏʙʀᴇ ᴍí ||...

By almightyy-

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❝Melissa Hetfield, una oficial de policía con honores, es enviada por su jefe a territorio "enemigo" para ser... More

Ejerce el control sobre mí || Zayn Malik
Capítulo » 1
Capítulo » 3
Capítulo » 4
Capítulo » 5
Capítulo » 6
Capítulo » 7
Capítulo » 8
Capítulo » 9
Capítulo » 10
Capítulo » 11
Capítulo » 12
Capítulo » 13
Capítulo » 14
Capítulo » 15
Capítulo » 16
Capítulo » 17
Capítulo » 18
Capítulo » 19
Capítulo » 20
Capítulo » 21
Capítulo » 22
Capítulo » 23
Capítulo » 24
Capítulo » 25
Capítulo » 26
Capítulo » 27
No es un capítulo, sólo quiero desahogarme :).
Capítulo » 28
Capítulo » 29
Capítulo » 30
Capítulo » 31
Capítulo » 32
Capítulo » 33
Capítulo » 34
Capítulo » 35
Capítulo » 36
Capítulo » 37
Capítulo » 38
Capítulo » 39
Capítulo » 40
Capítulo » 41
Capítulo » 42
Capítulo » 43
Capítulo » 44
Capítulo » 45
Capítulo » 46
Capítulo » 47
Capítulo » 48
Capítulo » 49
Capítulo » 50
Capítulo » 51
Epílogo
Típico apartado que nadie lee

Capítulo » 2

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By almightyy-

Muy a lo lejos escuché una rápida melodía acompañada de un "Son las siete de la mañana, es hora de despertar"... Oh claro, era el nuevo timbre de despertador que Olive había configurado en mi teléfono hace una semana. Aún no lograba acostumbrarme a él.

Saqué fuera mi mano derecha desde el calentito edredón de mi cama para apagar la música, cuando sentí que ésta se congeló. ¡Dios mío, hacía un frío de mierda otra vez! 

Maldiciendo, me senté, refregué mis ojos con fuerza y me quedé mirando hacia la pared de mi pequeña habitación, repasando una y otra vez mí mañana: ducha, ropa, dientes, taxi, comisaría. Algo fácil de hacer.

Me di auto-ánimo y me levanté de la cama, sintiendo un escalofrío que me recorrió desde la cabeza hasta la punta de los pies. 

"Esto me pasa por no poder pagar una calefacción decente", me recordé. 

Fui hacia la cocina para prender el gas, cuando noté que Cuddles aún dormía; eso me hizo sentir bien. 


**


—¡Sargento Hetfield! —mi nombre fue pronunciado por una voz, aunque no pude decir con certeza a quién pertenecía.

—¿Dígame? —volteé rápidamente y me encontré con la cara de Louis—. Oh, eres tú.  ¿Qué quieres Louis?

—Veinte lagartijas —alzó sus gruesas cejas en señal de reprobación—. Estamos en horario de trabajo, Sargento. Está contra las reglas llamar a los oficiales por su nombre de pila, ¿O debería obligarla a leer nuestro reglamento una vez más?

—¿De verdad tengo que hacer las lagartijas, Subcomisario Tomlinson? —pregunté, estupefacta.


¿Cómo decirlo? 

Era demasiado incómodo tener que llamar a Louis, uno de mis mejores amigos, "Subcomisario Tomlinson". Me hacía pensar que éramos dos completos extraños. Además, y que me perdone quien creó la policía de Nueva York, yo no le tenía nada de respeto a Él, es decir, ¡Louis sólo era como mi hermano!

Al parecer la mierda iba en serio, porque no despegó sus azules ojos de los míos ni un solo segundo.


—¡Sargento Hetfield, he dicho que me dé veinte! —gritó a los cuatro vientos, atrayendo la atención de todo tipo de ser humano presente.

—Dios mío —solté en un susurro. Rodé los ojos y me agaché para empezar con mi mandato.


Esto era lo más ridículo que hice alguna vez en mi vida. 

¿Hacer veinte lagartijas frente a decenas de personas dentro de nuestro cuartel policial? Louis se había pasado de la raya. Esta de verdad me la pagaría.

Flexioné mis brazos al ritmo en que Tomlinson inició un conteo en reversa desde el veinte hasta el uno. Sentí que los chicos (que eran mis compañeros y debían apoyarme) se burlaban en silencio por mi inesperado castigo y que las chicas maldecían a nuestro jodido 'vice-jefe' por tomarse todo tan personal. 


—¡Sargento Hetfield! —gritó alguien de pronto, era una voz muy conocida por mí. Demoró unos segundos en agregar algo más, pero luego soltó un jadeo—: ¿¡Qué rayos está pasando aquí!? 


"Olive, si sigues gritando, tal vez Louis también te mande a hacer un castigo", pensé, "Y no estoy hablando de lagartijas; a Él le gustaría algo más íntimo". 

Podría poner las manos al fuego con respecto a que en este minuto mi mejor amiga estaba mirando con el ceño fruncido a Louis, quien probablemente debía estar haciéndole frente y preparándose para cualquier exaltación por parte de ella.


—¡Uno! —gritó por fin y se cruzó de brazos—. La próxima vez que no trate a sus superiores con el debido respeto, me encargaré de que corra seis vueltas a la manzana, Sargento Hetfield.

Me levanté del suelo, limpié las palmas de mis manos en el pantalón de mi uniforme y asentí levemente. 

Louis posó su vista en Olive y la saludó rápidamente con un simple movimiento de su cabeza.

—Eres un hijo de puta —gesticuló ella con su boca, sin hablar.

—Buen día para ti también, Olive —respondió Él y se retiró hacia su oficina.

—Tienes suerte de no pertenecer a la comisaría en calidad de policía, si no, ya estarías fuera —solté como si nada y Olive rió como una estúpida.

—A la próxima que te humille de esa manera, dímelo, para cortarle los testículos. ¿Quieres? —dijo negando con su cabeza. Yo sólo rodé los ojos y comencé a caminar hacia su despacho. 

—Lo tendré en mente, gracias Olive. 


Mi rutina diaria consistía en ir hacia su oficina cada mañana para chequear si había ocurrido algún accidente de tránsito, si algún semáforo se había descompuesto o si hubo algún robo en un banco... O cualquiera de las típicas cosas que siempre ocurren en el exterior.

Por suerte, esta vez no había nada, por lo que sólo debía  ir a dirigir el tránsito en la punta diamante de la quinta avenida. 

Algo sencillo.


—Te he comprado un café en Starbucks esta mañana —comentó tomando asiento en su pequeño y privado 'call-center', donde atendía todas las llamadas provenientes de la gente en aprietos que marcaba al 911.

—¿Para qué gastas tu dinero en mí? —rodé los ojos y tomé un sorbo. Estaba delicioso.

—Porque sé que nunca tomas el desayuno normal que debería tomar una oficial de tránsito. ¿Te imaginas  te desmayas en la calle mientras persigues a un ladrón? O algo así, qué se yo —se quedó unos segundos en silencio—. En vez de alegar en mi contra, deberías agradecer.

—Claro que estoy agradecida, sólo deja de hacerlo —la miré por unos segundos—. Gastarás tu dinero.

—¿Y qué? Sólo cuesta cinco dólares, Mel —negó con su cabeza un par de veces.


Nos quedamos en silencio. Olive comenzó a revisar una pequeña libreta en que anotaba todos sus deberes y recordatorios mientras que yo buscaba la ropa fluorescente y especial que debía llevar obligatoriamente mientras dirigía a los vehículos.


—Oh, mierda —soltó de pronto. Alcé mi vista y la noté con sus ojos algo desorbitados.

—¿Qué?

—Me he olvidado de recordarte que Styles te quiere en su oficina en... Hace media hora —chilló mordiéndose la uña del dedo índice.

—¡Mierda! También lo olvidé gracias al imbécil de Louis. Y tú no me lo recordaste, eres una pésima asistente... —la acusé con gracia y ella sonrió—. Deséame suerte... Y si tardo más de diez minutos, ve a sacarme de ahí.

—Positivo.


Caminé rápidamente hacia la escalera para llegar a la segunda planta, lugar en que estaba la oficina de Harry Styles, el comisario mayor. Cuando estuve frente a su puerta, a punto de tocar el cristal con relieves en que su nombre estaba grabado, ésta se abrió y quedé cara a cara con Él; mi mano suspendida en el aire.


—Perdón por la demora... —susurré bajando la vista, al mismo tiempo en que Él echó un vistazo a su reloj de muñeca.

—Puntualidad ante todo, Hetfield —dijo Él. Se movió de la entrada y me dejó el pase libre para entrar. 

—No se volverá a repetir, comisario Styles —prometí asintiendo—. ¿Para qué solicitaba mi presencia? 


Me senté en una de las sillas que estaban frente a su amplio escritorio de vidrio y esperé a que Él también repitiese mi acción. Harry rodeó dicha superficie, mantuvo su mirada fija en mis ojos chocolate por un par de segundos y se aclaró la garganta.

Por fin hablaría.


—La he estado observando, Melissa Hetfield —admitió, provocando  una especie de escalofrío en mi cuerpo.

—¿A qué se refiere? —inquirí con curiosidad... Y miedo. Si Él no fuese mi jefe ni la máxima autoridad de la policía de Nueva York, su frase podría ser tomada como un coqueteo.

—Que literalmente he estado observándola —respondió relajadamente, se calló unos segundos y luego agregó—: Tiene un potencial que ninguna otra chica, al menos en calidad de Sargento, tiene. Su destreza e ingenio me han sorprendido desde que llegó a nuestro cuartel, hace dos años. ¿Sabía usted eso? 

—No, no lo sabía —contesté sincera. Primera vez en mi vida que Harry Styles elogiaba mi trabajo.

—Pues sépalo —juntó sus manos frente a sí y acercó su silla un poco más al escritorio—. ¿Sabe Hetfield? Si yo no fuera su jefe, y no trabajase en la policía, la hubiera llevado a conocer mi dormitorio hace varios meses ya.


Mierda.

Sentí que todos los vellos de mis brazos se levantaron al unísono, y el escalofrío que se había hecho común desde que entré en la oficina de Harry recorrió mi columna vertebral una vez más. 

Me aclaré la garganta y fruncí el ceño.


—¿Cuál es el punto de esta conversación, Comisario? —pregunté respirando fuerte.

—No es coquetear, obviamente —dijo Él. Tenía la necesidad de rodar los ojos, pero sabía que no sería bien visto—. El punto, Melissa Hetfield, es que tengo una... ¿Cómo llamarlo? —me miró directamente. Sólo me encogí de hombros—. Misión para usted.

—Lo escucho —solté y crucé mi pierna izquierda sobre  la derecha. Harry fue un cómplice total de este movimiento.

—Sé que es conocido en todo el  mundo el mito  de que la policía de Nueva York tiene una relación bastante hostil con el FBI, ¿Pero sabe? Eso es totalmente falso —hizo una pausa. Aún no tenía idea a qué quería llegar—. De hecho, uno de mis mejores amigos es el director de aquella institución...

—¿Y yo qué tengo que ver ahí? —pregunté, cruzándome de brazos. 

—Es usted bastante curiosa, ¿No?

—Sólo quiero saber qué tiene que ver el que esté yo aquí sentada en su oficina y esa historia de hostilidad entre nuestra institución y el FBI. Aún no logro entender —me encogí de hombros nuevamente y Styles esbozó una leve sonrisa, la cual dejó al descubierto su hoyuelo.

—Está bien... —se acercó más a mí por medio de su mesa de trabajo—. Hemos creado un programa de adaptabilidad y tolerancia junto al Director del FBI y este implica que internos de la policía de Nueva York e internos del FBI deban trabajar en conjunto por un lapsus de seis meses.

Mis cejas se elevaron antes de que pudiese controlarlas, y al parecer, mi boca también se abrió sin mi consentimiento.

—Entonces, Hetfield —añadió—: Yo mismo la he seleccionado para que se implante en el nuevo mundo que implica ser parte del FBI. ¿Ha oído?

—¿Por qué yo? —pregunté sin pensar. Harry rodó los ojos y frunció el ceño—. Quiero decir... He oído fuerte y claro.

—Perfecto, por eso siempre supe que usted era la más capacitada para esto —se apoyó por completo en su silla reclinable y sonrió con autosuficiencia—. ¿Qué espera? 

—¿Debo irme ahora o...? —me interrumpió.

—Debe ir a dirigir el tránsito, Hetfield —ordenó fuertemente—. Si ocurre un accidente mientras usted no está ahí me veré en la obligación de tomar medidas en su contra.

—Ya he oído, comisario —me levanté de la silla y me dirigí hacia la puerta. Abrí esta y saqué medio cuerpo, cuando Él nuevamente hizo sonar su garganta.

—Mañana empieza tu capacitación, Melissa. 


Fue lo último que oí cuando cerré la puerta.

Era la primera jodida vez que me llamaba sólo por mi nombre y eso me hacía querer vomitar. No sabía por qué Harry no era de mi gusto... Me daba pavor pensar en Él como algo más que un jefe. Ew.

Aún estaba algo descolocada por la noticia que acababa de recibir. Entonces, ¿Tendría que ser parte del FBI por seis meses? Eso en serio me asustaba. ¿Por qué tenía que ser yo y no... Bea? ¿O Nicole? Maldito sea Harry Styles y sus imbéciles propuestas. 

Me di cuenta de que aún no me iba a trabajar, y esa fue la razón por la cual salí en un dos por tres de la comisaría; no quería que nadie muriera en mi ausencia. 


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Espero que les guste... Y si es así, dejen estrellitas y comentarios :)

¡Saludos! x

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