Aunque no te pueda ver ©

ingridsilvanl tarafından

290K 28.9K 3K

Elizabeth es una estudiante universitaria de veinte años. Tras tener dos tumores en la cabeza, y que su vida... Daha Fazla

SINOPSIS
EPÍGRAFE
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
EPÍLOGO
Extra #1
Extra #2
Agradecimientos
ALMAS CONDENADAS

Capítulo 41

2.8K 288 52
ingridsilvanl tarafından

Dedicaciones: bluewords27, LiaMendes2111MS, YoselinYaez3, Aliison1D, Abiizii, AnayYuman, nattyDJ, maya188bn, Itzitery_Hernandez, Eimyhernandez22, love_rdgz, yudhit148, America19104, JadhiraBenithBenites, victoriavillegas19, Daniela220624, UnPayDeManzana, HugoGadea, FabiiLaraGonzalez.

¡Gracias por todo su apoyo! ♥

🔱


—Te amo —musita Evan, con la voz entrecortada, aún en el acto, con él sobre mí, pero no me aplasta con su peso.

Yo, en cambio, no puedo responderle. No puedo hacer nada más que absorber todo lo que me brinda justo ahora.

Cuando todo termina, sus labios encuentran los míos y me besa despacio por unos cuantos segundos, hasta que rompemos el contacto con lentitud. El aire se llena de nuestras respiraciones agitadas.

—Te amo, Elizabeth —repite una vez más, en voz baja y agitada, mientras su aliento cálido golpea de lleno mis labios.

Mis manos temblorosas y torpes viajan hacia su rostro, que está muy pero muy cerca del mío, y ahueco entre mis palmas su rostro.

Mi pecho sube y baja por la agitación.

—Te amo, Evan —digo, con la voz entrecortada.

Mi corazón martillea contra mis costillas y el sudor recorre mi frente, mientras trato de recuperar el aliento.

El ambiente, desde que empezamos, se volvió íntimo y más sentimental.

Sé que algo entre nosotros cambió a partir desde el momento que nos entregamos de esta forma. Fue algo así, que no se puede explicar con palabras, pero que sin embargo sabes que algo ha cambiado, pero no para mal.

Sé que no pude elegir una mejor persona para esto, que sin bien no era una chica virginal cuando conocí a Evan, sé que él no mide mi valor solo por tener un himen intacto —que no estoy diciendo que no lo sea—, sé que Evan me sigue valorando de la misma forma; porque una mujer no sólo se debe ver valiosa por ser virgen y ya. Hay muchísimas más cosas por las que son valiosas: por querer salir adelante, por ser emprendedoras, por ser quienes le dan la vida a nuevas personas, por ser un ejemplo para muchos. ¿Y cómo sabes que aquella persona te valora y te quiere en verdad? Sencillo: porque te aceptará tal y como eres, no intentará cambiarte; te aceptará a pesar de los errores que hayas cometido, sin importar tu pasado y mucho menos va a recórdartelo y reprochartelo cada vez que tenga la oportunidad; porque a pesar de todo va a seguir a tu lado.

Un último beso es depositado sobre mis labios, y entonces siento como Evan se remueve de encima de mí y se coloca a mi lado izquierdo, con cuidado, mientras nos cubre a ambos con lo que deduzco como una sábana delgada. Una de sus manos toma mi brazo y tira de mí con suavidad, de tal forma que quedo recostada sobre su pecho sintiéndolo bajar un poco más calmado.

Cierro los ojos un momento para recuperarme.

Trago saliva.

—Fue increíble —susurro, tímidamente.

Una de las manos de Evan viaja a mi cabello y comienza a acariciarlo, mientras que la otra está sobre mi espalda baja.

Deposita un beso sobre la cima de mi cabeza.

—Eres increíble, Eli —susurra, con la voz enronquecida por las emociones.

Una sonrisa tira de la comisura de mis labios, y me acomodo más sobre su pecho, de modo que lo encuentro agradable.

Ahora el aroma del reciente acto que ejecutamos está impregnado en nuestra piel; el olor a haber hecho el amor recientemente..., y me gusta.

El solo pensamiento de eso hace que mis mejillas se calienten ligeramente.

Un reconfortante silencio nos envuelve, eso, y anudado a la sensación cosquilleante que siento en el pecho.

De pronto, siento como Evan se remueve entre mis brazos.

—Tengo algo que he querido darte hace unos días, y ahora sé que es el momento perfecto —dice, y mi ceño se frunce en confusión. Dicho eso, logra que yo quede en una posición sentada, donde por instinto trato de cubrirme con la sábana, y luego siento como un peso de la cama se quita. Entonces sé que Evan acaba de levantarse, y lo que no sé es qué rayos va a hacer.

—Evan, ¿qué harás? —pregunto, medio desconcertada.

—Ahora vuelvo —dice, desde algún punto lejano de la habitación.

No puedo evitar pensar en Evan caminando por mi habitación —o por donde sea— desnudo, y el mero pensamiento hace que mis mejillas se calienten, otra vez, ligeramente.

Después de unos cuantos más minutos de silencio, donde en alguna que otra ocasión tengo el repentino impulso de llamarlo, unos pasos apenas audibles vienen en mi dirección.

Nuevamente un nuevo peso hunde una parte del colchón, y el aroma masculino de Evan inunda mis fosas nasales.

Siento como toma mi mano izquierda, y se queda así por unos largos segundos que se me hacen eternos.

Un suspiro sale de sus labios desspués de otro rato de silencio.

—He querido darte esto desde hace mucho —Su voz irrumpe en el silencio de la estancia—. Es un anillo de promesa —explica, y el corazón se me cae a los pies en el preciso instante cuando siento como desliza el anillo en mi dedo anular—. Esta es mi promesa: no voy a alejarme. Voy a quedarme, voy a cuidarte y voy a amarte por el resto de mis días.

No soy capaz de confiar en mi voz ahora mismo, así que me limito a sentir una emoción poderosa y abrumadora que me llena el pecho en el momento que termina de pronunciar aquello y terminar de colocar el anillo, algo cálido se instala en mi pecho, con fuerza, y de pronto quiero echarme a llorar de felicidad; de pronto quiero besarlo, quiero abrazarlo y apretujarlo; de pronto quiero hacer tantas cosas, sin decir ni una sola palabra pero, de todas las que quiero hacer, sólo termino haciendo una: de alguna forma logro acomodarme y hacerlo que vuelva a acostarse, de tal forma que quedo arriba y él abajo. Mis pechos quedan pegados junto a el de Evan, mientras que sus manos me sostienen de la cintura y, en esta posición, mis labios encuentran los suyos.

Lo beso con ternura y determinación; con cariño y firmeza. Evan enseguida sigue mi beso y, sin aviso previo, su lengua encuentra la mía.

Después de unos cuantos segundos más, nos separamos y uno mi frente con la de él, escuchando su respiración ligeramente agitada, al igual que la mía.

Nos quedamos unos instantes más así, hasta que me remuevo de encima de él y vuelvo a recostarme sobre su pecho. Una sonrisa boba tira de la comisura de mis labios.

Todos los sentimientos que me embargan justo ahora me hacen sentir más liviana.

Siento una de sus manos acariciar mi cabello muy lentamente. No puedo evitar tensarme un poco por ello, no puedo evitar pensar que —sin importar que no puedo ver mi aspecto— decidí cubrir mi cabeza por la falta de cabello en ella, y que sé que tardaría en crecer mucho tiempo. Aún así, no me he atrevido a decírselo a él. Aunque es ilógico que no sospeche sobre ello.

No sé cuánto tiempo pasamos, en un agradable ambiente donde no existe nadie más que sólo nosotros en esta habitación; no sé cuánto tiempo ha pasado, pero parece una eternidad.

De un momento a otro el hilo de mis pensamientos se desvanecen poco a poco, y el sueño gana un poco de terreno en mí. Así que con último pensamiento —ese donde estoy con el chico indicado justo ahora— me dejo ir.

[...]

Un sonido particularmente conocido se cuela a través de mi ensoñación.

No puedo deducir del todo qué es, pero cuando vuelvo a escucharlo cerca de mi oído, un gruñido perezoso se me escapa en ese momento. Otra vez escucho ese sonido en mi oído, y vuelvo a gruñir en respuesta al tiempo que ruedo donde estoy y me cubro la cabeza con la tela que tengo sobre el cuerpo.

Entonces, logro reconocer algo: una risa, dulce y ronca al mismo tiempo.

Evan.

Aunque al principio trata de ganar más mi pereza por levantarme, termino haciéndolo; apenas abro un ojo, algo oscuro y denso me llena el pecho, una emoción asfixiante con la que he vivido desde hace meses, una emoción que desaparece a ratos y reaparece en este tipo de situaciones. La emoción de decepción que me embarga cuando abro ambos ojos, y lo único que veo es negrura, trato de empujarla lejos a lo más profundo de mi cabeza; trato de retenerla muy lejos de mí, sólo para que no pueda afectarme en un momento como este.

De pronto siento el brazo de Evan rodearme por detrás la cintura y parte del vientre. Su cuerpo está tan pegado al mío, que incluso puedo sentir un bulto entre mi trasero. El solo pensar qué es hace que mis mejillas se calienten y el pulso se me acelere ligeramente.

Trago saliva.

—Acabo de descubrir que me gusta despertar así contigo —susurra en mi oído, y un estremecimiento me recorre entera—. Mucho —enfatiza la palabra, inevitablemente suelto una pequeña risa.

—Concuerdo contigo —digo, con la voz enronquecida por haber dormido.

Me giro sobre la cama, hasta que logro quedar frente a Evan, y una de mis manos se posa sobre su mejilla, de pronto, y sin que pueda esperarlo, los labios de Evan encuentran los míos. Me toma tanto por sorpresa, que ni siquiera logro corresponder el beso. Justo cuando intenta abrir mis labios con los suyos, me aparto.

—Espera —digo, medio aterrada, con la mano que tenía sobre su mejilla ahora en su pecho—, no me he lavado los dientes.

Una risa juguetona y corta es su respuesta.

—No me importa.

Vuelve a besarme, y antes de que pueda corresponder su beso, agrega:

—Tampoco me he lavado los dientes, así que estamos iguales —una sonrisa tonta tira de la comisura de mis labios, y ahora soy yo quien lo besa sin importar nada.

Acabo de descubrir una segunda cosa: me gusta besarlo apenas despertamos.

Mis labios se mueven al mismo ritmo que los de él, y luego de unos segundos mi lengua busca la suya y cuando la encuentra me sabe a gloria.

No sé en qué momento pasó, pero cuando me doy cuenta Evan está sobre mí.

Dos golpes en la puerta de mi habitación nos sobresalta a ambos, tanto, que incluso rompemos el contacto. Mi corazón se detiene por una fracción de segundo, y reanuda su marcha a una antinatural.

—¿Eli?

Es Carol. Mierda...

—¿Le pusiste el seguro a la puerta? —le pregunto a Evan, en un susurro temeroso.

—No —responde de igual modo, mientras siento como se escabulle entre las sábanas.

Doble mierda.

Otros dos golpes a la puerta se escuchan, y en este punto mi vergüenza es tanta que quiero desaparecer o cavar un hoyo en la tierra y meterme allí para no salir.

—¿Elizabeth?

—¿Qué pasa? —mi voz sale en un balbuceo, y quiero golpearme por ello.

—Oh, nada —responde, del otro lado de la puerta—, quería saber si estabas aquí.

Tiene que ser una broma.

Suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo hasta ese momento.

—También venía a avisarte que el desayuno está listo —dice, y ahora me siento más aliviada.

—En un momento bajo.

Luego de que Carol dice algo que no logro comprender del todo, y escucho sus pasos alejarse de allí, siento a Evan salir de entre las sábanas.

—Eso estuvo cerca —exhala con dramatismo.

Asiento.

—Será mejor que me dé un baño —digo, porque es cierto.

Nos demos un baño —me corrige, y ruedo los ojos con diversión.

Entonces, retira la sábana que nos cubría y me toma en sus brazos en un movimiento rápido y sin importar mis protestas, camina conmigo hacia donde creo está el baño.

[...]

Unos cuantos minutos después estoy lista.

Después de salir de la ducha —y Evan también— tuve que prestarle ropa de Sebastián, quien según Carol no apareció en toda la noche, por suerte Evan fue conmigo hasta su habitación y él eligió las prendas. Al parecer los dioses estaban de mi lado en ese momento, porque Carol no se apareció por el pasillo y no nos encontró en el pasillo a Evan y a mí desnudos, con una toalla cada quien cubriéndonos.

Una vez hecho, y de vestirnos metódicamente, Evan dijo que iría a su casa y que más tarde volvería. Así que después de despedirse con un beso, y bajar por la ventana —aún cuando le dije que podría salir por la puerta— se marchó. Según me dijo, le causaría mucha vergüenza que Carol supiera que pasó la noche conmigo y, en parte, yo también moriría de la vergüenza.

Ahora mismo me encuentro en el comedor desayunando con mi hermana, y todo parece tan relajado y pacífico, hasta que su voz interrumpe el cómodo silencio en el que estábamos.

—Eli —me llama, y suena algo pasmada.

El tenedor que sostengo entre mis dedos, donde pinché algo de tocino, se detiene a medio camino.

—¿Sí?

—Eso es... ¡¿Un anillo de compromiso?! —chilla.

Casi me atraganto con mi propia saliva.

El anillo. Casi lo había olvidado.

—¡No! —refuto de inmediato—. ¡Es un anillo de promesa! —trato de recalcar las palabras lo más que puedo.

—¿Los anillos de promesa van en esa mano y en ese dedo? —suena pensativa—. ¿Y si fue una forma indirecta de Evan de decir «me quiero casar contigo pero me da miedo decírtelo»? —«Por Dios, Carol...», digo dentro de mí. Casi me la puedo imaginar bajar y subir las cejas con diversión—. Por cierto, ¿qué hicieron ayer por la noche?

El calor sube por mi cuello hasta mis mejillas casi de inmediato.

¡Una distracción! ¡Una distracción rápido!

Ojalá tuviera una bomba de humo para lanzarla y desaparecer.

—Eh, nada —es todo lo que digo. Genial.

—Claro, nada —dice ella, con una nota de malicia en la voz.

De pronto, me pongo a juguetear con la comida en mi plato.

—James nos invitó a ti, Sebastián, Evan y a mí, y alguien más, a un picnic mañana —Carol interrumpe otra vez el silencio, que se estaba tornando incómodo para mí, pero que se aligera un poco con lo que dijo.

—¿Alguien más? —pregunto, con una sonrisa pintada en los labios—. ¿Quién es?

—Bueno... Es Colin —dice, casi en un susurro.

Estoy a punto de decir algo, cuando escucho la puerta principal abrirse y cerrarse muy despacio; unos pasos caminan hacia donde nos encontramos Carol y yo.

—Sebastián, ¿por qué llegas hasta ahora? —le pregunta mi hermana, y el pecho se me llena de algo que no logro descifrar, con la sola mención de su nombre.

—Pasé la noche en casa de un amigo —dice él.

Y otro silencio más corto nos invade, hasta que sorprendente es Sebastián quien lo corta.

—Ese es, ¿un anillo de compromiso? —pregunta, entre sorprendido e incrédulo.

Anillo de promesa —corrige Carol por mí.

Ahora todos pensarán que estoy comprometida.

—Es un gesto lindo —se limita a decir mi hermano mayor—, antes no me caía tan bien ese tal Evan, pero comienza a agradarme —se sincera, y una pequeña sonrisa se forma en mis labios.

—James nos invitó a un picnic mañana —le cuenta Carol—, y puedes llevar a alguien más, si quieres —agrega.

—Tal vez vaya.

—¿Irás con nosotros? —le pregunto yo, cuando escucho sus pasos alejarse.

—Es probable —se limita a decir—. Y quizás también lleve a ese alguien más.

¿Alguien más?

Eso quiere decir que...

—¿Sebastián sale con alguien? —pregunta Carol, atónita, como si me leyera la mente.

—Eso parece.

Desde que su relación con Rachel terminó, y que se enteró de la condición en la que estaba, Sebastián parecía haber renunciando a tener alguna relación amorosa con otra persona. Y por lo que dijo, quizás haya conocido a alguien que hizo que rompiera esa barrera que él mismo se creó.

¿Quién será ese alguien más de Sebastián?

Tal vez mañana lo sabremos.

Okumaya devam et

Bunları da Beğeneceksin

336K 21.2K 29
Chiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ignoran. Cuando se adelanta la boda de su h...
694K 35.3K 35
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
43.4K 3.1K 13
¡ 𝖔𝖏𝖎𝖙𝖔𝖘 𝖑𝖎𝖓𝖉𝖔𝖘 ! • ꒰ a rodrigo carrera fanfiction ꒱ ˎˊ˗ • EN DONDE... sofia pierde a su gato y tiempo después...
58.3K 1.8K 8
A unos 5 meses de casarse con Sakura, Naruto tiene una aventura con Ino que lo pondrá en una situación difícil y que dudará sobre su matrimonio.