De Margaritas y Un Amor itali...

autumn-may

1M 70.7K 6.8K

Tiziano Améndola es un hombre de negocios y padre soltero. Desesperado por encontrar a alguien que cuide de s... Еще

🌼 Aclaración 🍦
🌼 Sinopsis 🍦
🌼 Prefacio 🍦
🌼 1 🍦
🌼 2 🍦
🌼 3 🍦
🌼 4 🍦
🌼 5 🍦
🌼 6 🍦
🌼 7 🍦
🌼 9 🍦
🌼 10 🍦
🌼 11 🍦
🌼 12 🍦
🌼 13 🍦
🌼 14 🍦
🌼 15 🍦
🌼 16 🍦
🌼 17 🍦
🌼 18 🍦
🌼 19 🍦
🌼 20 🍦
🌼 21 🍦
🌼 22 🍦
🌼 23 🍦
🌼 24 🍦
🌼 25 🍦
🌼 26 🍦
🌼 27 🍦
🌼 28 🍦
🌼 29 🍦
🌼 30 🍦
🌼 31 🍦
🌼 32 🍦
🌼 33 🍦
🌼 34 🍦
🌼 35 🍦
🌼 36 🍦
🌼 37 🍦
🌼 38 🍦
🌼 39 🍦
🌼 40 🍦
🌼 41 🍦
🌼 42 🍦
🌼 43 🍦
🌼 44 🍦
🌼 45 🍦
🌼 46 🍦
🌼 47 🍦
🌼 48 🍦
🌼 49 🍦
🌼 50 🍦
🌼 51 🍦
🌼 52 🍦
🌼 53 🍦
🌼 54 🍦
🌼 55 🍦
🌼 56 🍦
🌼 Epílogo 🍦

🌼 8 🍦

20.3K 1.4K 76
autumn-may

Alrededor de la una de la tarde, fue Génesis y Stefano quiénes se levantaron primeros y mientras el pequeño dormitaba en el carrito, la muchacha preparaba algo para comer. Cuando sintió la puerta del cuarto de Tiziano abrirse, los vellos de la nuca se le pusieron de punta. No entendía el porqué pero la sensación era tan rara como placentera.

Bajó a la cocina y se sentó en la silla que estaba alrededor de la mesada, se llevó las manos a la cabeza y se tapó los ojos, ella lo observó con atención.

Ninguno de los dos habló y la joven solo le dejó frente a él una taza de café, oscuro y sin azúcar.

―Gracias.

―De nada.

Tiziano bebió un sorbo y aunque no le gustaba amargo, lo bebió sin chistar. Unos minutos después volvió a hablarle.

―Perdón por lo de ésta mañana.

―A mí no me tienes que pedir perdón. Tú mismo te lo tienes que pedir por meterle cosas indebidas a tu cuerpo. Tú mismo sufres, a mí no se me pega nada de lo que bebiste ―le dijo ésta vez mirándolo a los ojos y poniendo una línea recta en sus labios cuando terminó de hablarle.

―Hablo de lo último que te dije ―le contestó, aunque ella sabía bien a lo que se refería con su perdón.

―Lo dijiste bien ésta mañana, soy la niñera.

―Eso es verdad pero si te estoy pidiendo perdón es porque de verdad lo siento.

―De acuerdo, te lo acepto. ¿Quieres comer algo? Estaba preparando el almuerzo.

―Sí, me hará bien almorzar.

Aquel domingo fue demasiado rutinario y sin muchas ganas por parte de Tiziano en hacer algo mientras que Génesis volvía a los trabajos que le quedaban de algunas materias que estaba adelantando.

―¿No quisieras hacer algo para que no te sientas aburrido un domingo? Porque parece que te saca toda la energía cuando bebes fuerte el día anterior.

―¿Otra vez empiezas Génesis? ―le preguntó revoleando los ojos.

La muchacha se rio por dentro. En parte le gustaba burlarse de él de esa manera.

―Es que te veo así y tiendo a pensar eso.

―No pienses en cómo me afecta el post-alcohol, dedícate a tu carrera y a cuidar de mi hijo.

Tiziano se sentó en el sillón y encendió el televisor para ver una carrera de motos, Génesis estaba sentada en uno de los almohadones y trabajando en su computadora portátil que la tenía sobre la mesa de la sala de estar, mientras que acariciaba a Stefano desde su huevito que lo tenía a su lado.

Y así, el mes había pasado, entre salidas de Tiziano, discusiones a pesar de que él le había dicho que no debía preocuparse ni mucho menos sermonearle como un crío.

Génesis cumplía un mes de estar allí junto con Stefano quién cumplía cuatro meses y fue Tiziano quien le preguntó a ella si estaba dispuesta a preparar una comida para su familia.

―Solo dime cuántas personas serán y para cuándo tienes pensado invitarlos.

―En total seríamos once personas, mis padres, mi hermana con su marido e hijos, tú y yo, y Stefano.

―Esas son diez personas, ¿quién es el otro?

―¿Por qué crees que es él y no ella?

―Lo dije en general, no para especificar un género en particular.

―El otro es Alejo.

―¿Alejo? No me ha dicho nada que venía ―le preguntó ella asombrada.

―Iba a ser una sorpresa, pero bueno, como decidí hacer la cena, tuve que decirte quiénes venían.

―¿Y cuándo los invitaste?

―Para mañana.

―De acuerdo, ¿quieres que haga algo en especial?

―Lo que tú quieras, aunque podrías hacer esa salsa que probé la primera vez que te conocí.

―Entonces serán espaguetis con pesto rojo.

―Agrégale tu toque personal.

―Lo haré, no te preocupes ―le respondió con una sonrisa y casi en gracia―, ¿Alejo cuándo llega?

―Mañana mismo.

―De acuerdo, seguiré con algunas cosas de la facultad y luego me pondré a limpiar un poco el cuarto. Quédate con el bebé un rato hasta que baje, no quiero llevarlo conmigo y menos si vuela polvo.

―Está bien, no te preocupes, haz tus cosas tranquila.

Casi unas cuatro horas después, Génesis bajó y se encontró con Tiziano haciendo la cena, mientras que Stefano estaba en su gimnasio pataleando y mirando fijamente los objetos que colgaban del arco que tenía encima suyo. Ella, se arrodilló frente a él y se inclinó para darle un beso en la mejilla.

―Hola bebé mosho, ¿qué está haciendo el bebé más hermoso? ―le preguntaba ella, mientras le sonreía y el bebé la miraba con atención y le sonreía también―, ¿estás jugando con tu gimnasio? Te gustan los colores, ¿no mi cielito?

Génesis se acostó en el piso y a su lado para jugarle y hacerle mimitos. Le tocaba la naricita con el dedo índice, le apretaba de manera sutil sus gorditas mejillas y Stefano estaba encantado con las cosas que le hacía su niñera.

Tiziano quedó mirando a ambos, que estaban en su pequeño mundo, mientras que él sentía sin saber el porqué, un nudo en su garganta.

―Génesis, acabo de servir la cena.

―Ahora iré. Gracias.

Después de cenar, cada uno se retiró al dormitorio que les correspondía. El siguiente día, Génesis desde temprano y mientras Tiziano estaba fuera de la casa, aprovechó en hacer fideos caseros, iba a ser la primera vez que los amasaba y solo esperaba que le salieran bien.

Alrededor de las cuatro de la tarde, tocaron el timbre y como siempre ella se asomó por la ventana. Era Alejo que cuando vio que lo estaba mirando le regaló una sonrisa.

―¡Hola de nuevo! ―le gritó ella, abrazándolo por la cintura.

―Hola Génesis. Me da gusto verte otra vez. ¿Cómo estás?

―Bastante bien ―le dijo con una sonrisa―, ¿cómo te ha ido el vuelo?

―Bien, estás preciosa. Te dije que Italia te sentaría muy bien.

―Ay Alejo, solo pasó un mes como para que me digas eso pero gracias de todos modos. ¿Merendaste algo en el viaje?

―No y creo que llegué justo para la merienda, ¿verdad?

―Sí, estaba por prepararme algo mientras le hacía el biberón a Stefano.

―¿Cómo te llevas con Tiziano?

―Bien, tenemos nuestras discusiones porque ciertos motivos surgen los fines de semana. Creo que te puedes imaginar a lo que me refiero.

―Supongo que sí pero tú no tienes que decirle nada, sabe lo que hace, es adulto y sabe bien cómo cuidarse, si quiere salir durante las noches de fines de semana, es su problema.

―Diría que es mi problema también, si el niño necesita algo, ¿dónde corro? De por sí se sabe que los bebés suelen levantar fiebre, pescarse resfríos, tener cólicos, etc, si llega muy borracho y Stefano estaría con algo así, ¿qué hago? Sé manejar y él mismo me permitió usar su auto pero no conozco nada de aquí. Iría de manera incierta por las calles.

―En eso tienes razón pero puedes buscar cosas así por internet, ¿él no te dio el número del pediatra?

―Sueñas, creo que ni sabe cuándo debe llevarlo a revisión.

―Si él no te lo da, pregúntaselo a su hermana o madre. Tiziano a veces es despistado con esas cosas.

―Que me digas de algo que olvidó comprar, te lo acepto pero que sea despistado con las cosas de su hijo, es muy diferente.

Hablando del susodicho, éste llegó poco después que Alejo y cuando se vieron, se abrazaron.

―¿Cómo estás? ―le preguntó el italiano mirando a su amigo.

―Muy bien y tú parece que estás de maravillas.

―No me quejo ―le contestó riéndose.

―Hablando de Roma... el burro se asoma ―acotó Génesis para que ambos la oyeran pero ninguno de los dos le respondió―. Me inclino a pensar que sabías el horario que llegaba Alejo y por eso te apareciste, ¿acaso tienes miedo que hablemos algo indebido de ti, Tiziano? ―le preguntó con sarcasmo y arqueando una ceja.

―No me importa si hablan mal de mí, sé que no es verdad.

La joven rio ante su respuesta.

―Mírenlo al modesto de Tiziano Améndola. No creo que no te importe si alguien habla mal de ti, pero no te preocupes nadie dijo nada. Solo le comenté a Alejo que si tú no llevas a Stefano al pediatra, lo haré yo sola y me encargaré de encontrar uno o preguntarle a tu hermana, ya que tiene niños, dónde los lleva.

―Acertaste, es el mismo que tienen mis sobrinos.

―Entonces me lo dirás y pediré una cita. Porque si tú te olvidas de llevarlo, lo haré yo cada mes.

―De acuerdo bionda (rubia), luego te daré su número y podrás hablar con el pediatra.

―Gracias.

Durante todo lo que duró la tarde y parte de la noche antes de cenar, los familiares de Tiziano iban y venían para preparar la mesa en el comedor diario, mientras que los niños de Brunella se quedaban con Stefano. Alessandro, el marido de su hermana, era la primera vez que conocía a Génesis y quedó encantado con la sencillez de la joven, tanto que hasta en un momento dado y a solas con su esposa, dentro de la casa de Tiziano, le comentó que su cuñado era afortunado al haber encontrado a la joven y que sino hacía algo al respecto, era mucho más que un tonto.

―Tú quieres emparejar a todo el mundo, cariño, pero a veces no es como nosotros queremos ―le contestó Brunella a su esposo y dándole luego un beso en sus labios.

―Lo sé pero ya hemos visto cómo estaba tu hermano antes de nacer su hijo y todo lo que tuvo que hacer para poder tenerlo con él, no sería ideal que pasara por lo mismo y creo que la prima de Alejo es una buena chica, sabes que muy pocas veces me he equivocado.

―Lo sé Alessandro, pero sabes bien también cómo se pone Tiziano cuando le insisten ciertas cosas, hay que dejar que las cosas fluyan, de esa manera surgirá todo.

―Supongo que tienes razón, dejemos que todo fluya como dijiste.

Entraron al comedor abrazados y luego se sentaron junto con algunos de los demás. Faltaban en la mesa Génesis y Tiziano que se había ofrecido a llevar las fuentes a la mesa.

―¿No me digas que los espaguetis son caseros? ―le preguntó sorprendido.

―Sí, es la primera vez que los hago, ¿no me digas que no te gustan caseros? ―le preguntó preocupada mientras lo miraba a los ojos.

―Mi madre los hace caseros, le salen muy bien.

―Espero que estos sean iguales de buenos que los que hace tu mamá, porque de no ser así, tendremos que pedir pizzas.

Tiziano se rió ante las palabras de Génesis y ambos caminaron hacia el comedor, donde los esperaban todos para poder cenar.

Продолжить чтение

Вам также понравится

AMOR Y ODIO herewasale

Любовные романы

236K 12.7K 29
Enzo y Maia se conocen desde hace mucho tiempo. Polos opuestos. Ella, una gran chef. El, es el jefe de la mafia Alemana.
3.3M 209K 70
Destacada del mes de MARZO-ABRIL DE CHICK-LIT ES Libro 1 de la Saga Tough Bianca Santoro tiene el matrimonio perfecto, o eso creía, después de meses...
7.2K 659 31
la vida de uzumaki Naruto nunca ha sido fácil desde pequeño sufrido por no ser el jinchurikis del zorro de nueve colas ignorado por sus padres y por...
684K 46.2K 40
[EN EDICIÓN] Steven Blair, el Duque de Beckford; conoce a Heather Chamberlain o Lady Premboke como el solía llamarla, en una reunión en sus cortos 15...