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Alrededor de las cuatro de la tarde, Génesis se presentó en la casa de su primo sin tocar el timbre, ya que tenía las llaves de la casa

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Alrededor de las cuatro de la tarde, Génesis se presentó en la casa de su primo sin tocar el timbre, ya que tenía las llaves de la casa. Dejó la cartera y un bolso personal sobre el sofá, sacó de la cartera alcohol en gel y frotó sus manos para luego acercarse al pequeño y darle un beso en una de sus manitos.

Pronto saludó a los dos hombres, a Alejo con un beso y a Tiziano de palabra, no se atrevía a darle un beso ni nada. No sabía el porqué pero sentía que al hombre no le habría gustado del todo que ella fuera tan lanzada con él y mucho menos si ninguno de los dos se conocía.

―¿Cómo te fue? ―le preguntó su primo.

―Bien.

―¿Tienes el resultado ya?

―Puede que sí ―le dijo con una sonrisa.

―Tu cara te está delatando.

―Me saqué un nueve.

―Felicitaciones ―le respondió Alejo abrazándola.

Tiziano solo la felicitó.

―Gracias a los dos. ¿Stefano ya comió?

―Sí, ya le he hecho todo, pañal limpio, provechito hecho, todo.

―Me parece perfecto.

―¿Trajiste la maleta? ―le preguntó Alejo.

―Sí, la dejé al lado de la puerta y pasé por la casa de tus papás para saludarlos también.

―De acuerdo.

―¿Tienes los pasajes comprados y todo lo demás? ―le preguntó ella a Tiziano.

―Sí, no te preocupes, no es la primera vez que viajo.

―Lo siento, lo pregunto porque para mí sí es la primera vez que viajo y al otro lado del continente.

―Te gustará la experiencia ―comentó su primo.

―Espero que sí. ¿Cuándo viajamos? ―le preguntó al italiano.

―¿Estás apurada? ―le preguntó Tiziano arqueando una ceja.

―No, tú eras el apurado ayer, por eso te lo pregunto, ¿ahora no tienes apuro?

―No, podemos viajar mañana o el domingo ―le dijo el italiano, sin que ella sospechara de algo más.

―De acuerdo, en ese caso compraré cosas que necesito llevar.

―¿Qué necesitas comprar? ―le preguntó con curiosidad Tiziano.

―Cosas personales. ¿Quieres que compre algo más? ―le inquirió a su primo.

―No, ve tranquila.

―En un rato estoy de vuelta.

Cuando Génesis salió de la casa, Alejo miró a Tiziano y le habló.

―¿No te parece que debe saber de qué manera viajará? ―le sugirió de manera interrogativa.

―Me gustan las sorpresas ―le dijo con una sonrisa.

―Tiziano... Génesis no es como la madre de Stefano o las que se te arriman por dinero. De todas maneras, será la niñera de Stefano, trabajará decentemente y tú no estás en condiciones de acercarte a ella más de lo debido.

―Lo de ayer estuvo más que claro, Alejo.

―Me parece perfecto.

El domingo, todo estaba listo para viajar y quien los llevaría al aeropuerto era Alejo. Génesis se quedó desconcertada cuando vio que su primo tomaba otro camino que no era el que iba hacia el aeropuerto.

―Creo que te confundiste de camino, Alejo.

―No me confundí, tomé un camino más directo ―le dijo y miró a Tiziano, quien ni se molestó en abrir la boca.

―Ok ―le respondió ella, aunque no tan convencida.

Génesis tenía el dedo índice apretado entre los deditos de Stefano y ésta lo miró con una sonrisa encantadora en su rostro. Sin percatarse de nada, ya que estaba absorta en mirar al bebé, llegaron al lugar de destino. Lo único que ella sintió fue que el auto se había parado, levantó la cabeza y solo pudo ver una pista de aterrizaje y alrededor solo campos. Giró la cabeza para mirar por el parabrisas trasero, encontrándose con un hangar privado, tragó saliva con dificultad, automáticamente y sin saber cómo y porqué, se sintió demasiado nerviosa.

Bajó del auto y tomó a Stefano, quien aún dormía con tranquilidad. Alejo la miró con una cara de terror, sabía bien que su prima no se esperaba nada como aquello que estaba a punto de ver.

―Tranquila, no pasa nada Génesis.

―¿Qué clase de amigo tienes, Alejo? ―le preguntó mirándolo con atención y clavándole la vista.

―Es un pelín rico.

―¿Rico y turbio? ―le inquirió ella con preocupación.

―No, Tiziano es lo más limpio que existe.

―¿No le habría convenido viajar en un avión de alguna aerolínea como el resto de los demás?

―Prefiere las cosas más cómodas, sobre todo si tiene que llevar a su familia o a su bebé.

―Lo entiendo. ¿Cuándo volveré a verte? ―le preguntó preocupada.

―Pronto, tú no te preocupes por mí. Génesis aprovecha lo que te tocó.

―Ya viendo esto siento que no encajaré.

―Verás cuán sencillo es Tiziano. No tiene porqué preocuparte lo que estás viendo ahora, te aseguro que es muy sencillo.

―Supongo que tengo que confiar en ti.

―No te vas a arrepentir, Génesis ―le dijo su primo abrazándola y frotándole la espalda para darle ánimos.

―Gracias por los ánimos, Alejo.

Tiziano volvió a aparecer en la entrada del avión privado para bajar las escaleras y saludar a Alejo y darle un abrazo. Cuando terminaron de decirse algunas palabras, el hombre se ofreció a tomar el huevito donde estaba su hijo durmiendo y lo entró en el avión. Génesis abrazó a su primo y cuando se miraron, tenía lágrimas en los ojos.

―No llores, Gen. Nos veremos pronto ―le dijo sujetándola de las mejillas y secando sus lágrimas.

―De acuerdo, te tomo la palabra ―le contestó con una sonrisa y le dio un beso en la mejilla.

Alejo le dio un beso en la frente y dejó que su prima se fuera hacia el avión privado, ella se giró y lo saludó con la mano. Pronto la recibió la azafata que la acompañó hacia el asiento donde debía sentarse ya que en pocos minutos despegarían.

Tiziano se sentó frente a ella y se abrochó el cinturón de seguridad. Génesis miró a Stefano y lo tomó en sus brazos. Solo pasaron pocos minutos para que el avión carreteara y despegara con rumbo a Italia.

 Solo pasaron pocos minutos para que el avión carreteara y despegara con rumbo a Italia

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De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now