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Apenas subieron al velero, ella quedó desconcertada por lo que él le había hecho, volvió a besarla y de pronto, se separó tan de golpe que creyó que había sucedido algo malo, indebido

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Apenas subieron al velero, ella quedó desconcertada por lo que él le había hecho, volvió a besarla y de pronto, se separó tan de golpe que creyó que había sucedido algo malo, indebido.

―¿Por qué volviste a besarme y luego te separaste? ―le preguntó con desconcierto.

―Porque lo que está pasando no está bien, Génesis. Si vamos al caso, tú me besaste.

―Para darte las gracias.

―Lo habrías hecho solo con decírmelo, no tenías porqué demostrármelo con un beso. Después de todo, eres la niñera ―le respondió con sequedad y burla.

Tiziano estaba cabreado, no por el beso que ella le dio, ni mucho menos con los besos que continuaron dándose debajo del agua, estaba cabreado con Alejo, porque ni siquiera estaba presente y su amenaza había resurgido como una pesadilla en el medio del beso que estaban compartiendo y la había cagado cuando le dijo a Génesis que solo era la niñera, haciéndola sentir de la peor manera.

La muchacha solo hizo una cosa, ni siquiera le respondió, lo único que atinó a hacer fue estrellarle la mano contra la mejilla. Con la cara dada vuelta de Tiziano, ella caminó hacia el camarote para cerrar la puerta con seguro y volver a vestirse con tranquilidad. No pudo evitar sentir las lágrimas llenar sus ojos.

Se terminó por vestir luego de veinte minutos, cuando salió con los lentes de sol puestos de nuevo, se sentó en uno de los sillones y retomó la conversación con Gianpiere.

―Volveremos ―le dijo él.

―Ok ―respondió sin mirarlo a la cara.

―Génesis... no te pongas así ―intentó hablar con ella para tratar de enmendar el error.

―No pasa nada, Tiziano. Tienes toda la razón, solo soy la niñera y cometí un error en besarte pero fuiste una tentación como un rico helado ―le expresó y sintió que se quemaba al haberle dicho aquello y más la estaba embarrando―, estamos a mano, te devolví el beso que tú me diste aquella noche y quise agradecértelo de esa manera cuando me ofreciste tu snorkel por ser un caballero conmigo cuando quieres.

Él no contestó, solo se limitó a mirarla y luego volvió al timón para navegar hacia el puerto.

Cuando todo fue acomodado por el hombre, salieron del velero y caminaron hacia el coche en silencio. Llegaron alrededor de las dos de la tarde a la casa, cuando todos habían terminado de almorzar. La familia se percató de varias cosas pero no dijeron absolutamente nada. Fue la boca floja de Brunella que habló y se acercó a su hermano.

―Ti si è aggrappato una gattina chiamata Génesis? (¿Se te aferró una gatita llamada Génesis?) ―le inquirió con ironía su hermana cuando le miró con atención la mejilla marcada por la cachetada.

―Non rompere le palle, non sono di buono umore (No rompas las bolas, no estoy de buen humor) ―le dijo de muy malhumor.

―Ya me parecía que no, salta a la vista de ambos, tú tienes una cara terrible y ella está con el semblante serio, raro en Génesis. ¿Qué pasó? ―le preguntó queriendo saber.

―Nada que debas saber ―le dijo tajante.

―Tú tienes la cara marcada y ella está seria, ¿no te parece que se nota que algo pasó entre ustedes? ―le cuestionó con seriedad y queriendo enterarse de lo sucedido.

―Si lo llegas a saber, estoy más que seguro que se lo contarás a todos y por eso mismo no lo hago.

Brunella ante aquellas palabras por su hermano, comprendió todo.

―Tranquilo, entendí todo de la manera en cómo me comentaste la situación. Solo puedo decirte que tendrías que darte una oportunidad. No es una mala chica.

―Si habría sido tan fácil, no lo pensaba tanto ―le dijo esbozando una sonrisa.

―¿Cuál es el problema? ―formuló frunciendo el ceño.

―Es bastante complicado, en todos los sentidos y por favor, Brunella, no quiero hablar más del tema.

―Está bien, entiendo. No te preocupes, Tiziano.

El resto del día la pasaron dentro de la piscina y Génesis cuidando del bebé, mientras que por la noche, al sentirse demasiado cansada, se disculpó con los demás y se retiró al cuarto sin cenar junto con Stefano. El italiano aprovechó para salir aquella noche. Debía ahogar las penas y qué mejor que con otra mujer.

A la mañana siguiente, la muchacha miró con detenimiento el cuello del hombre y antes que saliera hacia la cocina para estar con los demás, lo llamó para darle algo.

―Toma, cúbrete esa mancha del cuello, sino quieres que todos se enteren ―le contestó sin ninguna clase de sonido en su voz.

Tiziano sujetó la base de maquillaje en su mano y la miró.

―No soy asiduo a los maquillajes, ¿cómo se usa? ―le preguntó mientras la miraba.

―¿Qué es lo que sabes usar entonces? Me lo olvidaba, sabes estar con mujeres, con muchas ―acotó con sorna―, ven al cuarto ―le dijo―, mientras tienes al niño, te cubriré la mancha. No entiendo cómo es que teniendo la edad que tienes, siendo todo un hombre como tú te llamas, permites que una mujer te haga algo así, es de adolescentes, yo jamás permití que me hagan algo semejante. Es de mal gusto y queda pésimo a la vista de todos.

―Perdón mami, no volverá a ocurrir ―le respondió con burla y revoleando los ojos ante el sermón―, con lo recatada que eres, no permitirías jamás que alguien te haga algo así ―le dijo con sequedad.

Génesis entrecerró los ojos y no le respondió. Solo se limitó a terminar por cubrirle la marca morada y cuando finalizó, tomó al bebé en brazos y le dijo que se fuera de allí.

De aquella manera, las cosas siguieron entre ellos, un poco bien y a veces mal, entre risas, con burlas e indirectas incluidas, con palabras directas también y sobre todo, con la lengua afilada de Génesis que lo atormentaba cada vez que podía.

Hasta que hubo una noche en qué había surgido una tregua entre ambos o eso era lo que parecía. Y todo, gracias a una tormenta de verano que comenzó entrada la noche cuando todos ya estaban durmiendo.

 Y todo, gracias a una tormenta de verano que comenzó entrada la noche cuando todos ya estaban durmiendo

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De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now