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Solo le llevó a Améndola, quince minutos en llegar al lugar, donde veía con claridad a su niñera y el dichoso sujeto

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Solo le llevó a Améndola, quince minutos en llegar al lugar, donde veía con claridad a su niñera y el dichoso sujeto. Se reían y él le tocaba el pelo. Tiziano, bajó los lentes de sol hacia el puente de la nariz y entrecerró los ojos cuando vio el gesto desubicado que ese Gianpiere le había hecho a Génesis. Cuando vio la reacción de ella, al rozarle los dedos en el pelo, ella se excusó y se levantó para entrar a la cafetería y allí iban a entrar en escena su hijo y él.

El joven quedó estupefacto cuando se encontró al hombre y el bebé sentados frente a él.

―No tenemos el agrado de conocernos. Tiziano ―le dijo extendiendo la mano.

―Gianpiere ―le respondió con dudas y aceptándole la mano.

―Sé de ti, trabajas en el local de fotografías y en estos momentos estás con Génesis.

―Perdón pero no tengo porqué decirle algo ―le contestó excusándose.

―Si no quieres que esto termine a golpes, vas a dejar de ver a Génesis, no es una mujer para ti, tú no sabes nada de ella y si algo te dijo, fueron todas mentiras, la verdad es ésta que ves. El bebé que tengo en brazos y yo, somos su familia, hijo y marido ―le contestó con una sonrisa triunfante―. Últimamente no quiere saber nada conmigo pero está confundida y por eso quiere distraerse contigo pero cuando hablemos, las cosas estarán muy bien entre nosotros. Así que lo que te restaría hacer aquí, es pagar la cuenta e irte.

―No pensé qué... es todo raro ―le emitió entrecerrando los ojos y juntando las cejas con intriga―, no sabía que ella estuviera casada.

―Sí, tranquilo, te lo entiendo, solo debes irte para que nadie salga lastimado, sobre todo tú ―le confesó intentando calmarlo falsamente y sin titubeos cuando le decía todas aquellas mentiras.

―Sí sí, enseguida me iré ―le dijo levantándose de la silla.

Gianpiere, entró a la cafetería para pagar por lo que habían consumido y le dejó propina a la moza, pronto salió de allí y sin saludarlo, salió corriendo de aquel lugar.

―Lo que pueden hacer un bebé y su padre, ¿verdad Stef? ―le expresó mirándolo y acariciando su mejilla―, algunas veces huyen las mujeres y otras tantas los hombres. ¿Con cuál podríamos quedarnos? ¿Para que no se acerquen a ella o para que no se acerquen a mí? ―le preguntó y el bebé balbuceó―, sí sí, definitivamente para que los buitres no se acerquen a Génesis.

La muchacha salió a los cinco minutos hablando hacia él, comentándole que había una fila terrible para ir al baño de mujeres hasta que levantó la vista y su panorama cambió completamente.

Buonasera, ragazza (Buenas noches, chica) ―le dijo intentando hablar como si nada hubiera pasado con anterioridad.

―¿Dónde está Gianpiere? ―preguntó preocupada.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now