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Las vacaciones de la familia Améndola, habían llegado a su culminación por ese año, por lo menos para algunos de ellos y cuando todos volvieron a sus residencias, algunos retomaron sus actividades laborales, mientras que los niños continuaban con ...

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Las vacaciones de la familia Améndola, habían llegado a su culminación por ese año, por lo menos para algunos de ellos y cuando todos volvieron a sus residencias, algunos retomaron sus actividades laborales, mientras que los niños continuaban con sus vacaciones de verano y Tiziano y Génesis volvieron a instalarse con Stefano en la casa de Roma, para descansar aún. Puesto que el italiano le insistió a ella para que se quedaran por quince días más en Costa Smeralda pero la joven, se negó.

A partir del primer fin de semana que retornaron a la casa, Tiziano comenzó a volver a salir por las noches y aunque no quería reconocerlo, se sentía fatal por hacer aquello, porque la única a la que quería era a Génesis y Alejo había sido una piedra en el camino con sus frases de protector hacia su prima, peor aún, lo amenazaba con constancia cada vez que se llamaban por teléfono o se veían cara a cara.

En una cena dentro de la casa y siendo viernes, la muchacha le comentó a él que el sábado iría a salir con Gianpiere, por lo que debía quedarse con su hijo, le gustara o no.

―Me lo tendrías que haber avisado antes, tú no sabes si yo había arreglado antes algo con alguien ―le contestó molesto.

―Tú no sueles arreglar nada con anterioridad, sales y a quien conoces en la misma noche te la llevas a la cama ―respondió con sarcasmo―. Así que mañana a la noche vas a tener que quedarte con Stefano, quieras o no. Por una noche que no salgas no te hará nada, nadie te espera.

Cuando fue el horario de descansar, Tiziano ideó miles de maneras para retenerla dentro de la casa, no importaba si él se quedaba con ella, él no quería que saliera con ese mequetrefe, odiaba al chico y ni siquiera se habían visto las caras. Ese estúpido no se la merecía.

¿Y tú sí, Tiziano? ―preguntó una vocecita en su interior.

Se puso de costado para intentar dormir, pero el sueño no llegaba, su mente divagaba en ideas que podría llegar a cometer para que Génesis se quedara en la casa y otras tantas de ellas cómo sería una relación amorosa con ella y pronto surgió Alejo pegándole un tiro. Revoleó los ojos y se puso del otro costado intentando ésta vez poder dormirse.

El sábado entrada la noche, Génesis bajó las escaleras con un atuendo bastante sugestivo y el italiano la miró perplejo. Llevaba una mini falda, botas altas y un top, aunque se llevaría un saco y la cartera.

―¿Vestida así saldrás? ―le preguntó con desconcierto.

―Claro, ¿con qué sino? ―formuló con burla.

Tiziano tenía miedo que aquella noche sucediera algo con el mequetrefe, por lo que le habló con seriedad.

―No le regales a nadie lo que es importante para ti Génesis, ni siquiera con el que sales esta noche.

―¿Qué sabes tú si yo no he regalado en mi país lo que al parecer piensas? ―le preguntó con ironía.

―Creo que sería terrible.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora