El día parecía ser normal, Serena se encontraba ya con una prominente barriga y pronto dejaría de trabajar, de hecho, estaba a dos días de ello, tomó un poco de dinero, se puso su uniforme, el cual le quedaba un poco ajustado pero como Tsubasa se lo había regalado no podía quejarse, se puso los zapatos y ya se iba a ir cuando la "segunda Serena" le tomó el brazo a la vez que le decía:-no vayas por favor, hoy no vayas a trabajar-.
La Tsukino le sonrió y calmandola le dijo:-no te preocupes, todo estará bien-, la otra chica preocupada soltó unas lágrimas y solo pudo decir:-evita cruzar las calles más concurridas, pero sobre todo, evita tratar de recoger vidrios rotos, por favor-.
Serena la miró extrañada pero siguió sonriendo a la vez que exclamaba:-lo prometo, trataré de volver temprano-.
Con esto, la segunda Serena soltó su mano y la rubia se marchó mientras la chica que se quedaba se llevaba la mano al corazón y lloraba:-cuidate mucho Reina Luna-, a la vez que veía con atención la pequeña ventana con la que la habitación contaba.
La joven princesa de la Luna tomó a juego la preocupación de la chica, pero después se sintió algo ansiosa tomándolo más enserio y haciendo caso de ello, tomando algunos atajos para llegar al trabajo.
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Al llegar, hizo su jornada con normalidad, pero esta vez se quedó unas horas extra para poder irse a su descanso maternal más tranquila, la cafetería casi estaba vacía pues era época de exámenes y varios trabajadores habían pedido un descanso, haciendo que Serena pudiese tomar sus puestos y tener una mejor paga, cuando de pronto, un jarrón se rompió en mil pedazos, recordó lo que su doble le dijo, pero, lo ignoró, tratando de agacharse a recoger los pedazos, sin embargo, era muy difícil en su estado.
La cafetería lucía algo vacía, pronto sería la hora de cerrar y ya no había gente; una chica sacaba la basura, Tsubasa se encontraba en su oficina y el gerente ya se había marchado, ella estaba sola ahí.
Con paciencia trató de recoger los pedazos, pero, una punzada de dolor la hizo quejarse y un mareo repentino la hizo caer incrustándose los cristales en sus manos, no obstante, lo que más la alarmó fue sentir como algo escurría entre sus piernas, lanzando un grito de terror, el cual Tsubasa y Saori (la otra empleada a tiempo completo) escucharon, yendo lo más pronto posible a su lado.
Al verla, rápidamente actuaron llevándola al hospital.
Aquello era un caos, Serena no podía calmarse y Tsubasa intentaba mantenerla tranquila, iban lo más rápido posible y el hospital podía verse cerca, pero Serena tendría pronto a su bebé.
Por solo un minuto, ellos llegaron a tiempo, siendo Tsubasa quien la acompañase en el parto, ya que ella no quería estar sola y Saori tenía que ir a su casa pronto.
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El tiempo pasaba y el parto se complicaba teniendo que sacar al hombre del lugar a la espera de información, llenándolo de incertidumbre y preocupación.
El hombre se alarmó al ver correr a un grupo de especialistas a aquella dirección, temiendo lo peor, pues, lo último que supo es que el bebé tenía el cordón umbilical amarrado al cuello y que no sería posible el parto por vía natural.
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No había dormido nada y ya estaba amaneciendo, pero, ella aún seguía adentro, no tenía ánimo de nada pero ya había llamado a sus empleados para avisarles su ausencia, cada segundo que pasaba más lo desesperanzaba, pero, de un momento a otro, la sala de urgencias se abrió, dando paso al doctor y a una enfermera que llevaba en sus brazos un pequeño bulto.
Nadie dijo nada pero el hombre se alivió al ver que ellos salían y el doctor se quitaba el cubrebocas sonriendo devolviéndole el aliento que no sabía que había perdido, así que, sin perder tiempo, preguntó el estado de la joven a la vez que la enfermera se llevaba a aquel bultito.
El doctor se encargó de decirle que aún estaba delicada pues había perdido mucha sangre, a la vez que debían monitorearla, pero, que ella era muy fuerte y podría lograrlo y ya después de muchos tecnicismos, consejos de cuidado y demás palabras, finalmente le ofreció ver al bebé, Tsubasa aceptó con gusto y fue a verle, ya que aquel doctor dió por hecho que él era el padre.
Al verla, él quedó totalmente encantado por el pequeño bebé que se encontraba al otro lado del cristal, era la niña más hermosa que había visto en su vida y con lágrimas en los ojos, le dió la mirada más dulce que había usado en su vida mientras aquella bebé le sonreía, era como si ella supiese que él estaba ahí observándola, entonces, supo en ese momento que cuidaría de Serena y la pequeña pasara lo que pasara, aún si nunca obtenía un lugar en el corazón de la joven ya que él había sido atrapado por el hermoso corazón de ella y ahora por aquella pequeña que se abría paso por primera vez en el mundo.
Su nombre sería Chibi Chibi, se lo había dicho Serena y al preguntárselo, no dudó en responder, ahora la niña era Chibi Chibi Tsukino.
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La chica yacía conectada a un montón de máquinas, apacible como si durmiese, la habitación estaba vacía cuando de la nada, una enfermera apareció y se acercó sigilosamente a la chica quien tenía sus manos vendadas por los cortes del jarrón.
Aquella enfermera comenzó a tocar sus manos y después tomó la apariencia de la rubia, mientras le decía:-te dije que no lo hicieras, sabía que pasaría, se supone que debí matarte para tomar tu identidad, pero..., tú me has demostrado que los humanos no son malos, al menos no tú, emites una hermosa luz; perdóname por llevarme tu energía lentamente, tal vez por eso estás muy débil, sin embargo, yo también quiero vivir, este mundo es tan inmenso y estoy sola, pero..., no quiero que mueras-, dijo aquello llorando y después siguió:-por eso, te mantendré a salvó, te devolveré algo de lo que te robe, por favor Serena Tsukino lucha hasta el final y sigue demostrándome que la vida es hermosa-.
Lentamente se acercó a ella y quitándole la máscara de oxígeno las lecturas comenzaron a volverse locas, ella estaba muriendo, pero, de un momento a otro, aquel ser se acercó a sus labios y la besó, mientras las máquinas volvían a tener lecturas normales y ella comenzaba a respirar con normalidad y tomar de nueva cuenta su color de piel.
Pasaron unos segundos y aquel metamorfo se separó de ella sin dejar de tomar sus manos hasta que la rubia abría sus ojos lentamente y con dificultad preguntaba:-¿Qué pasó?-.
Aquel ser contestó:-todo está bien, el parto fue un éxito, ella está bien, solo descansa-.
-Ya veo, así que todo está bien, gracias, sentí como me devolviste mi energía y escuche lo que decías-.
-Solo hice lo necesario-.
-Quiero ver cómo eres y conocer tu historia-.
-Cuando salgas, por ahora, descansa-, con ello tocó a la joven en la frente y ella volvió a dormir, mientras aquel ser tomaba la forma con la que llegó y salía de ahí, no sin antes decir:-hasta luego luz de Luna-...