Sueños Bajo el Agua ©

Af Evelyn-Biassi

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Vivimos en un mundo lleno de secretos, son tantos, que no damos pie a conocerlo todo. Desde los seres más peq... Mere

Capitulo 1: "Hundimiento de un Mundo"
Capitulo 2: " Los secretos de los inmundos Humanos"
Capitulo 3: "Residuos en el agua"
Capítulo 4: "En la tierra del terror"
Capitulo 5: "Mundo de sospechas"
Capítulo 6: "¿Los sacrificios empezaron?"
Capítulo 7: "El impostor"
Capítulo 8: "Cerca de la muerte"
Capítulo 9: "¡Nuestro salvador!"
Capítulo 10: Callejones
Capítulo 11: "Razones"
Capítulo 12: "Los dos primeros mundos"
Capítulo 13: "Los primeros frutos"
Capítulo 14: Regenerándose
Capítulo 15: "El club de los secretos"
Capítulo 16: "Ojos vendados"
Capítulo 17: Tú historia, mí historia
Capítulo 18: Desarmados
Capítulo 19: "El tercer mundo"
Capítulo 21: Desesperanza
Capítulo 22: "Palabras engañosas"
Capítulo 23: Nostalgia
Capítulo 24: "Cuarto y Quinto"
Capítulo 25: Valores
Capítulo 26: "La verdad insuperable"
Capítulo 27: "La maldición del Faraón"
Capítulo 28: "Desconcertados"
Capítulo 29: "Escalera al infierno"
Capítulo 30: Solos los dos
Capítulo 31: Los Héroes evolucionan a Héroes
Capítulo 32: El último e inesperado punto
Capítulo 33: Solo por ti

Capítulo 20: Desaparecida

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Af Evelyn-Biassi

La calma regía de una manera inquietante, pero lograban escapar de esa armonía cuando sus pasos se trasladaban por el seco asfalto, ya que sus pisadas hacían que resonaran contra los pequeños trozos de rocas que alguna vez conformaron los ahora desgastados edificios.

—Esto no está bien, no está bien —repitió en voz baja Yamil. A la vista, era fácil deducir que temía que alguien o algo los escuchara en su pequeña travesía, ¿o quizás era más larga de lo que él mismo imaginaba? Sin ningún objeto que les sirviera de guía durante esa noche oscura, y privados de toda luz artificial, sólo contaban con la luna que estaba en su mayor apogeo en ese momento, lo cual permitía que pudieran ver claramente a excepción de entre las grandes sombras de los alargados edificios abandonados.

—Tranquilo, estoy segura que pronto recobraremos las funciones del reloj —mencionó la joven pasando entre unos hierros retorcidos, y llegaron a lo que se podía distinguir, como un pequeño paso a un canal, allí se detuvieron logrando quedar frente a la luz clara de la luna. El agua que estaba frente a ellos se veía tan sombría, que ni siquiera podían divisar qué había exactamente dentro de ella, y en ese instante, Misa se dio cuenta de que no podrían moverse demasiado en una ciudad tan grande; "¿cuánto tenían que caminar para poder llegar a una zona adecuada, y así plantar la semilla?", esos mismos pensamientos hicieron que se girara para mirar a su hermano—. Esto no está bien Yamil; esto es una ciudad, y, además, no hay manera en la que podamos trasladarnos para poder salir de ésta. ¿En qué estaba pensando Seitán al mandarnos aquí? —preguntó en lo que volvía a observar el horizonte que se fusionaba con aquellas aguas negras que casi no hacían diferencia con el cielo nocturno.

—Es... ¿una trampa? —al pelirrojo se le encogió el corazón al tener esa idea ahora fija en su mente, pero no tuvieron tiempo para pensar mucho más, ya que de entre algunos edificios, justo en la lejanía, esos ojos de gato empezaron a hacer acto de presencia, y eso lo puso en alerta—. ¡Misa! ¡Ahí vienen! —no lo pensó dos veces y tomó a su hermana del brazo para sacarla de ahí; allí empezó su carrera en donde ambos se dirigieron hacia una dirección desconocida. Él sabía que quizás no podrían huir por mucho tiempo de esas cosas, es por eso que en determinado momento para poder recuperar algo de aliento, llevó a su allegada a una casa en donde cuya puerta estaba abierta, y entró con su acompañante sin pensar que estaba, quizás, tomando un riesgo demasiado grande.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué empezaste a correr de repente? —le preguntó agitada. No había llegado a ver lo que su hermano había presenciado, sin embargo, eso no quitaba que ella se encontraba en un estado de potencial alerta.

—Ellos están aquí; están aquí, y vienen por nosotros —los ojos de su hermano brillaban de una forma opaca por la apenas tenue luz que entraba por la ventana, eso hacía que se viera más umbrío, y claro, su expresión de horror no llenaba de buenos augurios a su compañera.

—¿De qué hablas?, yo no vi a nadie —dijo preocupada en lo que trataba de calmar a su hermano, pero cuando intentó acercarse a él, se vio inmovilizada; algo extraño la estaba sujetando, pero ¿qué era? Aun con la imposibilidad que sufría, su cabeza podía llegar a moverse, por lo que aprovechó para girar ésta y así observar que de entre las sombras surgían unas especies de lazos sobrenaturales; eran estos los que la mantenían rígida, aunque lo peor no eran esas cosas extravagantes que la sostenían, si no aquellos ojos amarillos que empezaron a emerger de la zona más difusa de la casa. Ante el miedo de lo que veía, no fue capaz de reaccionar rápidamente frente a lo acontecido, y unas lágrimas envueltas en un frío gélido, se derramaron por sus pálidas mejillas, pues ahora conocía el terror que había sufrido su hermano, encima, lo experimentaría desde otra perspectiva, ya que las tiras empezaron a arrástrala, y eso fue suficiente como para que se viera motivada a romper el silencio—Yamil... ¡Yamil! ¡Ayúdame! —sus gritos llenos de desesperación se entremezclaban con los movimientos erráticos que ella misma provocaba para zafarse de esa o esas bestias que la sujetaban, y daban la impresión grotesca de que quizás esto terminaría en una escena sanguinolenta.

Para cuando su hermano se dio cuenta, Misa ya estaba recostada en el suelo revolcándose como los cerdos, incluso, gritaba e imploraba piedad por parte de esas criaturas. Al comienzo él no sabía qué hacer, pero volvió a probar su reloj. Grande fue la decepción como la desesperación al descubrir que el aparato seguía siendo inservible, así que tal y como lo hubiera hecho Abel, tomó el suficiente valor de alguna parte de su ser para más tarde buscar algo que le sirviera con su mirada. Descomunal fue su suerte, pues encontró cerca de la puerta un hacha, y con ésta se echó contra el ser inmundo que atacaba a su familiar.

—¡Suéltala! —exclamó, y el ser se detuvo unos instantes dándole la oportunidad para atacar con mayor precisión, así que de unos cuantos golpes logró liberar a Misa, quien luego se reincorporó después de darse algunos tropezones, y finalmente, se escondió detrás de su héroe.

—¡Salgamos rápido! —le ordenó, y así lo hicieron. Corrieron hasta que se les perdió nuevamente el aliento llegando a una parte más expuesta de la ciudad, una en la que casi no había edificios, y que parecía más inquietante, pues ésta estaba cubierta en un tono de grises—. ¿Esas eran las cosas que viste con Talía? —le preguntó de forma pausada mientras estaba apoyada sobre sus rodillas. Aún no se habían percatado de sus alrededores, y eso se debía a que estaban demasiado concentrados en escapar de esas cosas tan aberrantes.

—Sí, pero con ella logramos ver cómo adquirían forma —dijo soltando un profundo suspiro. Ahora se sentía un poco más aliviado, aunque no seguro, pues no sabía cuándo podían aparecer de nuevo.

—¿Y cómo son? —le volvió a interrogar de una forma más calmada mientras se enderezaba en el proceso.

—No sabría cómo describírtelos. Me ponen los pelos de punta de sólo recordarlos —mencionó, y hasta allí quedaron las preguntas, ya que ahora lo que les llamaba la atención eran sus alrededores. Desde su punto de vista era como si hubieran entrado a una de esas películas clásicas en blanco y negro—. Creo que tendremos que apresurarnos, aquí también está afectando nuestros sentidos la tierra contaminada —dijo seriamente Yamil.

—¿Hay zonas más contaminadas que otras? —lo miró sorprendida para luego voltear a sus alrededores; así comprobó que lo que decía su gemelo era cierto; todo había perdido su color.

—Eso creo, pero eso no importa ahora, hay que ir a buscar un sitió antes de que esas cosas regresen —se echó el hacha al hombro y empezaron nuevamente a caminar por la desolada pero descompuesta ciudad. La zona se veía envuelta en una devastadora calma, una que quizás a cualquiera hubiera puesto en jaque sus sentidos, es por eso que el joven no aguantó más esa impresión que les daba el planeta, así que rompió el silencio con su propia voz—. ¿Y sí la arrojamos en cualquier lugar? Quizás sirva. —mencionó el pelirrojo.

—No sé si realmente lo haga. ¿Por qué no buscamos un parque o algo? Probablemente tengamos más suerte con eso —le respondió deteniéndose.

—Quizás... tengas razón —el muchacho le mostró una suave sonrisa de agradecimiento. Sin embargo, al mismo tiempo ésta expresaba una angustia que quizás ella no podría notar. Aun así, cuando estaban tomando algo de confianza, y comenzaban a ir hacia su nueva meta, esos lazos de tinieblas atraparon las piernas de su hermana nuevamente.

—¡Están aquí! —los ojos de ella se abrieron de manera precipitada demostrando otra vez como el horror se extendía hasta sus poros, pues estaba siendo sujetada esta vez con mayor fuerza, y de un momento a otro fue arrastrada con gran velocidad hacia atrás. Por otro lado, Yamil esperaba que se repitiera la misma situación de la otra vez, no obstante, no pudo ser de ese modo, ya que no le dio el tiempo para prepararse para el contra ataque. Y pensar que él por un segundo, creyó que iba a tener la misma suerte que se le entregó en la casa; cuan equivocado estaba.

—¡Mierda! —gritó con desesperación en lo que iba detrás de su compañera, y para aplicar más inquietud y terror a la situación, el que esa cosa arrastrara a Misa con tal potencia, hacía que la piel de la chica se raspara contra el suelo de una forma muy dolorosa, logrando dejar huellas de sangre cada vez más palpables en el suelo—. ¡Misa! ¡Misa! —se le escuchaba gritar al chico en lo que corría detrás de ellos.

—¡Ayúdame Yamil! ¡Me duele! —exclamaba ya llorando, y en un intento por alcanzar a su familiar estiró su mano, y casualmente, logró sujetarse a un poste algo corroído. Desde esa posición, la sangre caliente empezó a gotear de sus heridas, descansando así ésta debajo de su cuerpo colgante, después de todo, los raspones eran considerables.

—¡Sostente hasta que llegué Misa! —le ordenó en lo que aumentaba su ritmo en sus piernas.

En su interior el chico rezaba porque su hermana estuviera bien hasta que llegara. Lo que sí, no se esperó ver de nuevo las deformaciones de esa criatura: esa cosa representaba un conjunto de gente sombra que se removía de un lado a otro, y que desde la punta de los "pies" (no poseía tales, sólo unos bultos en la base de sus múltiples cuerpos) como en sus cabezas, tenía una infinidad de ojos parecidos a los de los mamíferos cazadores que le decoraba por completo, lo que daba por sentado que eran los mismos que los habían estado vigilando.

Ahora esa criatura, o más bien, una de esas bestias (porque había más de una), acorraló a la chica que intentaba salvar.

—Misa —murmuró su nombre mientras su cuerpo empezaba a temblar descontroladamente en lo que se detenía en secó, pues el terror lo embargaba. La pelirroja intentó llamar a su rescatista, pero antes de terminar la frase, la criatura tiró de ella de manera salvaje, y fue tal la brutalidad, que algunos dedos, como también, un brazo quedó como evidencia de la existencia de la chica, que acto seguido, fue consumida dejando atrás aquellos restos de su tan aterrado ser. 

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