Julieta
Algo que me gusta cuando estoy sola es bañarme y cantar, sentir el agua recorrer mi cuerpo, me ayuda a relajarme, a desconectarme de todo, bueno no de todo porque cierro mis ojos y los ojos de Benjamín captan mis pensamientos. Esos ojitos me tienen tonta, cuando se ríe salta un brillo especial y cuando llora se vuelven más claros al igual que cuando el sol los ilumina pero hay un momento que sus ojos se vuelven impactantes y es cuando la luz de la luna los iluminan, siento que logra calarse y causarme mil emociones. No puedo negar que él es un hombre atractivo, elegante, dulce, divertido, un poco protector y exagerado, pero también tiene sus cosas malas bueno no malas pero sí que no me gustan por ejemplo... Emm... Por ejemplo.... Debe tener algo malo por Dios, nadie es perfecto.
Tengo que admitir que en estos días me he sentido rara o más bien he sentido cosas extrañas como cosquillas en el estómago, corrientes electricas cuando se acerca y cosquilleos en mi piel, son cosas que debo apartar si no quiero enamorarme, debo hacerlo antes de que sea tarde.
Salgo de la ducha y como veo que no hay nadie decido cambiarme en la habitación y no en el baño. Llego a la maleta y abro para ver qué ponerme y no puedo decidirme, aquí hace calor así que opto por un short blanco pegado al cuerpo cintura alta, una remera pegada al cuerpo que me llega hasta por encima del ombligo y se ata al cuello, es de color amarillo intenso y mis converses blancas. Dejo mi cabello natural con ondas y decido bajar porque el hambre me está pasando factura. Me aseguro de cerrar bien la habitación y bajo por el ascensor. Llego a la sala y veo que Ben no está ahí. Tomo el jugo en mis manos, salgo a la piscina para ver si está ahí y lo que veo hace que me hierva la sangre, realmente no sé por qué lo siento pero me hierve la sangre, no lo puedo evitar. Ver a otra mujer coquetearle a Benjamín me enoja, y peor aún cuando está en diminutas vikinis, y trata de ponerle los senos en los ojos para que la mire. A esta hay que enseñarle a respetar lo que no es suyo, bueno él no es mío pero está casado conmigo ¿no?
Automáticamente mis pies se dirigen a dónde están ellos, ella al verme esboza una sonrisa y sigue hablando con él.
—Hola —saludo a ella y me coloco al lado de Mi esposo.
—Hola —saluda ella, tiene voz chillona— ¿Tú eres su hermana? —¿su hermana?
Benjamín me mira y se que se está aguantando de reír.
—No, soy su esposa, Julieta Clark —digo con una sonrisa y ella se pone seria al instante.
—Ah bueno no sabía, pensé que era soltero —dice ella tímidamente.
—Bueno, deberías fijarte en la sortija que lleva en su anular izquierdo —mira la mano de Benjamín— Ahora lo sabes así que aparta tus senos de plástico y mueve tu trasero de goma a otro sitio —sonrío falsamente y ella se sonroja del enojo, no me importa si es natural o de silicona, el hecho es que está insinuandose a alguien que no debe.
—Bien que tu marido se ha fijado en ellos —se defiende la zorra.
—No lo creo, a él le gusta lo natural —sonrío triunfante.
—Esta me las pagarás tarada —se enoja y se marcha. Giro a donde está Ben y está riendo a carcajadas. Se burla de mi.
—¿Celosa mi amor? —dice entre risas.
Tomo un sorbo de mi jugo.
—No —eso creo— No te hagas ilusiones.
—¿Y por qué esa escena? —para de reírse y me mira, yo no puedo evitar mirar esos ojos que son mi perdición.
—Actuación, actuación se llama —vuelvo a beber de mi jugo y me marcho pero él me detiene del brazo. Ma atrae hacia él y debido al movimiento mi jugo termina empañando su camisa. Trato de secarlo pero es inútil. Él rápidamente se saca el saco y la camisa, no puedo evitar ver que todas lo miran y se les cae la baba, un sentimiento raro se apodera de mi y no puedo evitarlo.
Miro a Ben y veo que se está secando con la camisa, parace no darse cuenta de nada. Las muy descaradas siguen mirándolo y cuchichean entre ellas y lo señalan, no pregunten ¿por qué? pero esto me ha salido del alma hacerlo, seguramente me arrepienta de esto, pero ya qué.
Lo tomo del cuello y estampo sus labios contra los mios, él parece asombrarse pero no tarda en tomar mi cintura con su mano libre y acercarme a él, tengo que ponerme de punta de pie para llegar bien, acaricio su cabello y lo atraigo más hacia mi. Esto me esta dándo calor y siento que quiero más, me encanta esta sensación, me gusta tanto que me asusta. Me separo de él por falta de oxígeno y él sonríe, yo bajo mi cabeza, siento mucha vergüenza hasta mis mejillas se sonrojan al instante. Ya me estoy arrepintiendo de esto. Él coloca sus dedos en mi mentón y levanta mi cara para sonreirme y darme un calido beso en los labios, esta vez más suave, más delicado y corto. Se coloca la camisa y toma su saco con una mano mientras que con la otra me toma de la cintura y me hace seña con la cabeza para caminar.
Subimos a la habitación y él se vuelve a sacar su camisa, se acerca a mi y me dice.
—Me daré una ducha y luego hacemos lo que tú quieras —su torso desnudo no me ayuda a concentrarme. Su perfume es muy rico, su aroma es tan varonil.
—Sí, está bien, yo te espero aquí, tú ve tranquilo —él sonríe y luego se va al baño.
Yo mientras tanto prendo mi celular y entro a la aplicación de instagram para ver a mis actores favoritos entre ellos a Henry Cavill y Chris Evans. Me entretengo mucho con los memes y algunos hacen que ría a carcajadas. Escucho que la puerta del baño se abre, levanto mi cabeza para ver y me encuentro con Benjamín en bóxer, rápidamente cubro mi vista con un almohadón y siento que me sonrojo.
—¡Benjamín cúbrete! —le grito y le tiro un almohadón, siento su risa y me sonrojo aún más. Escucho que la puerta del baño se cierra y destapo mi cara, ya no está. Saco el aire que tengo en mis pulmones y me tranquilizo.
Después de vestirnos y salir del hotel vamos a un restaurante cerca del hotel, en el camino vamos riendo y cantando, me hace reír tanto con sus ocurrencias que me duele la panza de tanto reírme, y él también se ríe de lo que digo pero se concentra más porque va manejando.
Aparca y sale del coche para luego abrirme la puerta del copiloto para salir, me extiende su mano para ayudarme y yo la tomo de inmediato. Entrelazo nuestros brazos para ingresar y es que aún con tacones él me sigue sacando media cabeza.
Al entrar al restaurante pude notar que es bastante elegante, lujoso, lo que tambien puedo notar es que está lleno de gente grande, mujeres con elegantes y voluminosos peinados, joyas bastante lujosas y llamativas para mi gusto. Hay muchas mujeres jóvenes con hombres mayores, el interés se huele en el aire. Llega un mesero, nos ofrece una mesa para dos y nos dá el menú.
—Wow todos éstos nombres raros no me dicen de qué están hecho —Benjamín ríe y me mira— ¿Qué? Es verdad.
—Bueno si quieres puedo pedir por ti —me dice él.
—Mientras no me traigan algo con bichos —él ríe otra vez. No sé qué es lo gracioso.
—¿Y bien? ¿qué quieren para cenar? - nos mira a ambos y Benjamín toma la palabra.
—Ambos queremos la recomendación del chef —el mesero nos sonríe, asiente y se retira.
Estamos riendo, contando chistes, mirando y adivinando situaciones de pareja donde se huele interés y engaño.
—Mira esa de ahí —señalo una mesa con la cabeza— Cada vez que ella le da un beso a su pareja hace muecas y ríe falsamente, mira al chico que está en frente de ella con tanta adoración, te apuesto lo que quieras que ellos son amantes —Benjamín no para de mirarme y reírse.
Se acerca una mesera muy linda, con un buen cuerpo, y debo decir que su escote es muy escotado. Pero que menuda suerte, todas las mujeres están dispuestas a joderme la existencia en este viaje.
Al llegar con la comida se inclina para darle el plato a Benjamín mostrándole bien su escote. Puedo notar que él se pone nervioso, toma su copa de vino y bebe de el, yo no puedo creer que hayan mujeres así de regaladas.
—Muchas gracias —le digo con una sonrisa falsa, ella me la devuelve y se retira.
—Si tomas vino cada vez que venga esa mujer terminarás boracho —miro a Benjamín y le sonrío inocente.
—Yo no he mirado nada —se defiende.
—¡Benjamín por Dios! tomabas vino de tu copa por no saber para dónde mirar —digo seria y riendo irónicamente.
—Bueno, digamos que las meseras de aquí no están nada mal —me guiña un ojo y yo siento que me hierve la sangre. ¿Por qué siento esto? ¿por qué? Él es dueño de hacer lo que quiere.
—Discúlpame tengo que ir al tocador —me levanto de la silla y voy al baño.
Me miro en el espejo y no veo nada más que una mujer enojada, no puedo creer que esté en este estado, mojo mi cara y refresco mi nuca. Sonrío y vuelvo a la mesa, veo a la mesera de recién reír y anota algo en su libreta.
Me acerco y me siento en mi silla nuevamente, la mujer me sonríe y se va. Trato de calmarme porque no puedo demostrar estos sentimientos confusos. Sonrío y comienzo a comer mi comida, trato de estar seria, en serio que lo intento pero con sus ocurrencias no puedo.
Estamos tranquilos cenando, se nos acerca un hombre con una mujer que no para de sonreírle a Benjamín ¿Es en serio?
—Buenas noches señor Clark —saluda el hombre.
—Buenas noches Robinson, ¿cómo ha estado? —saluda Benjamín amable. La rubia que está con el señor Robinson no para de mirarme y no es que me incomode pero no me gusta cuando se me quedan mirando.
—Muy bien señor Clark ¿y usted? —¿por qué se tratan de señor? si Benjamín tiene 29 y el otro señor tendrá cuarenta y tantos— ¿Y esta señorita es su esposa?
—Sí, ella es mi esposa, nos casamos hace una semana —dice sonriendo Ben, primera vez que el asunto del matrimonio no me molesta. La rubia mira a Benjamín como enojada, aquí hay gato encerrado. Le extiendo la mano al señor Robinson.
—Un gusto señor Robinson —saludo amable— ¿Y ella es su esposa? —digamos que lo dije con un doble sentido.
—No, ella es mi novia Carolina.
—Un gusto Carolina —sonrío falsamente. Ella me sonríe de la misma manera.
—Bueno nosotros los dejamos tenemos que irnos —se despide el señor Robinson.
—Está bien, adiós Robinson. Adiós Carolina —se levanta Ben, los saluda, yo hago lo mismo y finalmente se van.
—¿Señor? —Benjamín me mira con el ceño fruncido— Tienen 29, unos cuarenta y tantos y se tratan de usted.
—Es por respeto y porque no hay confianza para tratarnos de otra forma.
Terminamos de cenar, viene la mesera a retirar las cosas, no para de sonreír cuando viene y encima trata de ponerle los pechos en la cara... Otra vez.
—¿Qué les apetece de postre? —habla con su irritante voz.
—Yo quiero helado —digo en un tono neutro.
—¿Y usted caballero? —le sonríe, no lo aguanto.
—Lo mismo que mi esposa —sonrío ante lo que dijo Benjamín. La mesera asiente y se va.
Terminamos de cenar y nos vamos a un club. Entramos al lugar, el cual es muy grande, hay muchas personas, parejas sobre todo. Benjamín toma mi mano para entrar. Nos dirijimos directo a la barra. Pedimos tragos y empezamos a beber.
Minutos más tarde
—¡Ohh está buenisima esa canción! —hablo con unas copitas demás— ¡Ven! ¡Vamos! —tomo su brazo y lo llevo a la pista para bailar la canción. Es tan gracioso verlo bailar. Yo meneo, él me mira y ríe. De pronto suena musica electrónica, la gente comienza a saltar y nosotros igual.
Después de tanto bailar y beber nos vamos al hotel. Ben aparca el auto y tambaleando ingresamos al edificio. Las personas nos miran con mala cara, nosotros solo reímos, entramos al ascensor y Benjamín presiona el botón de nuestro piso, ya va por el piso cinco cuando se detiene.
—Uy se atoró el ascensor —le digo a Ben, nos miramos y comenzamos a reír. Yo creo que es porque estamos muy borrachos, de hecho no sé como llegamos a salvo al hotel. Yo me seco las lágrimas que me está produciendo la risa y por lo que veo Benjamín igual.
—Creo que estamos muy borachos, ¿tú crees que nos hayan drogado? —me mira como asustado.
—No, no creo —trato de calmarlo— ¿Tú viste cuánto Tekila y Daikiri tomamos no?
—No creo que tanto como el que estaba atrás de nosotros ¿lo viste bailar? —reímos al recordarlo
No sé cómo pero estamos a centímetros de besarnos, puedo sentir su respiración agitada y nuestros labios casi rozando, no es algo bueno para mi pobre corazón ya que éste ha comenzado a latir fuerte. Benjamín cada vez se acerca más y más hasta que hace rozar nuestros labios.
—Eres tan hermosa —dice rozando mis labios, a mi se me eriza la piel y creo que me he sonrojado. Sonrío por lo que me ha dicho.
—Tú también eres hermosa —¿dije hermosa? Que mal estoy, él sonríe y estampa sus labios contra los mios. El beso es suave, tranquilo, es como si estuvieramos transmitiendo cariño. Si bien lo nuestro es contrato, ésto yo no lo puedo evitar, no puedo evitar que me gusten sus ojos, su boca, su ancha espalda, sus brazos, sus grandes manos y su loco sentido del humor. Tampoco puedo evitar que sus besos me gustan y me gustan demasiado. Eso no es parte del trato y me asusta.
Me toma de la cintura y yo cruzo mis brazos en su cuello, acaricio su pelo y él acaricia mi cintura, nos separamos y fija en mi esa mirada tan suya, tan característica de él y yo no puedo decir que no me gustan, siento que pueden atravesarme el alma.
El ascensor vuelve a subir y nos separamos. Ben abre la puerta de la habitación y los dos caemos rendidos en la cama, de un momento al otro nos quedamos dormidos.