#24 ¿Me estás diciendo Cenicienta?

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Todos se van de casa y quedo sola con él. Me siento en una silla que está al lado de la cama y lo observo, hasta enfermo y desmayado es lindo, que digo lindo, es hermoso. Creo que sería imposible negar que él es atractivo. Hay cosas que decidimos negar por cuestión de orgullo pero la belleza de Benjamín no es una.

Ya ha pasado una hora y no despierta me preocupa tanto.

—Tienes que despertar Benjamín, estoy asustada. Eres un idiota pero igual tienes que despertarte. No es fácil lo que estamos pasando pero junto enfrentaremos ésto. 

Ni con mis palabras se despierta, ha estado todo el día dormido y tengo miedo, que tal si está en coma o si se muere dentro de un rato, no puedo con ésto. Sé que exagero pero también sé que está en una de las posibilidades. Trato de sacar esos pensamientos de mi cabeza sino estallaré.

Siento un nudo en mi garganta, estoy nerviosa y no sé qué hacer, lágrimas bajan por mis mejillas y no es sólo por el susto, es por muchas cosas. Es de esos momentos donde quieres llorar por un motivo pero se juntan todos.

—No sabía que las brujas lloraban —¿qué? Despertó, miro hacia donde él está y veo su estúpida sonrisa burlona y sus ojos azules — Aún no he muerto ¿o sí?

—En éstos momentos estás camino al infierno por hacerme pasar el susto de mi vida, por hacerme sentir culpable.

—¿Qué pasó? —frunce su entrecejo.

—Viajaste al polo norte, viste a Santa, te sorprendiste y desmayaste —se ríey después me mira serio.

—De verdad te lo pregunto.

—Te estabas bañando y ya había pasado una hora y no salías del baño entonces abrí la puerta y vi que estabas dormido. Me acerqué a despertarte pero te habías desmayado, nuestros padres te sacaron y vistieron. Luego te colocaron en la cama, te pusieron paños de agua fría, y pase alcohol por tu nariz y nada. Entonces llamamos a un doctor y me dijo que tu sistema inmunológico está débil debido al cambio de clima y me dio remedios para la fiebre y para que despiertes.

—¿Así que me conocieron las pelotas?

—Sí, bueno mucha verguenza no tienes porque ellos son hombres, peor hubiese sido si te cambiaba tu mamá y la mía ¿no crees?

—Tienes razon ¿Y en dónde están ellos?

—Se fueron a la cena de un socio, ya sabes, hacer negocios y como no puedes salir me he quedado contigo.

—Y doña mandona se queda conmigo. Que suerte —exclama exagerando.

—Cállate —sino me voy.

—Está bien, no te enojes —sonríe.

—¿Necesitas algo?

—Sí, quiero agua. Tengo mucha sed.

—Está bien. Seguro estás deshidratado porque pasaste muchas horas sin tomar agua —bajo a buscar agua y mi telefono comienza a sonar.

—Hola doctor.

-Hola señora Clark- es raro escuchar que me llamen así pero tengo que acostumbrarme. -Tengo los resultados del estudio.

-¿Y cómo salieron?

-Perfectos señora, su esposo está en perfectas condiciones. Solo fue cambio de clima, seguro tendrá mucha sed, es síntoma de deshidratación. Cuídelo mucho, y que no salga durante veinticuatro horas.

-Está bien doctor ¿algo más que deba saber?

-No y si me disculpa tengo que colgar, tengo pacientes.

El acuerdo ©                               |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora