#4 ¿Animas fiestas?

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Julieta

Después del incómodo momento bajo a la sala, voy a la cocina y tomo un vaso de agua para calmar un poco el calor que siento. Salgo de ahí y me siento para comer, Benjamín se sienta en la punta de la mesa, Rosa nos sirve la comida, que es carne al horno supongo con papas.

—¿Rosa usted no come con nosotros?

—No mi niña.

—¿Porqué?

—¿Puedes dejar de preguntar y ya? —dice seco. La verdad no sé cuál será su problema conmigo.

—No, está bien mi niño, lo que pasa señorita, es que usted necesita tiempo para hablar con él y conocerse, yo no puedo.

—Yo no tengo nada de que hablar con este hombre y supongo que no hay ningún problema con que cene con nosotros.

—Rosa, sientate con nosotros. No hay nada más que hablar. —aprieto mis puños a causa del enojo.

—Ay niños es que ustedes necesitan conocerse, no pueden estar así toda la vida peleados.

—Rosa ¿ya cenó? —pregunto antes de que siga con ese tema.

—No mi niña, pero comeré en la cocina para que hablen tranquilos

—No, yo ya le dije que no tengo nada de que hablar con él y quédese. —la verdad es que no quiero estar sola con él, quiero hablar con alguien más.

—Está bien, ahora vuelvo.

Ya estamos en la mesa cuando Rosa se nos queda mirando a ambos.

—¿Qué pasa Rosa?  —pregunta Benjamín

—Hay que agradecer por la comida.

—Tiene razón, disculpe. —digo mirándolo a él. —. Eres el dueño y hombre de la casa así que empieza.

—Está bién. Gracias Señor por estos alimentos, los niños que no lo tengan que puedan tenerlo y pido por su salud también Amén.

—También pedimos que las guerras terminen y que llegue la paz al mundo Amén.

—Amén.

—Las guerras nunca a terminarán. — dice mientras corta su carne.

—Para mi sí, cuando entiendan que es estúpido pelear por un simple papel llamado dinero y dejen su egoísmo atrás.

—Ese papel con valor te da el pan de todos los días.  —tomo la copa y bebo vino.

—No. Mi trabajo de todos los días me da el pan y todo lo que tengo.

—¿Y de qué trabajas? —pregunta mirándome. Aparto la mirada, me recuerda al incómodo momento. —¿Animas fiestas? —su tono es burlesco y puedo ver que disimula una sonrisa.

—Muy gracioso, soy dueña de cuatro gimnasios. —digo orgullosa de ello.

—Me alegra de que puedan hablar de algo sin discutir. —dice Rosa con una sonrisa.

—Bueno, él sacó el tema de conversación. —tengo que aclarar, que no piense que seré amable si él es todo un idiota conmigo.

—Sí, igual no es nada importante. —como si él lo fuera. Imbecil.

—Bueno iré a dormir, pero antes lavo los platos, permiso.

—No Rosa ,vaya a descansar, lo puedo hacer sin problema. —la verdad es que me gusta ayudar y más a esta señora que parece tan dulce.

—No mi niña, por favor, ese es mi trabajo.

—No Rosa, ve a descansar eso no es nada para mi, además estoy aburrida.

El acuerdo ©                               |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora