Warrior | l. t. |

Av NephilimGirl

15.1K 1.7K 457

~Falling in love can be a dangerous game ~ ❝ En un pueblo donde los secretos, el pasado y la venganza son pro... Mer

Demons.
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 34
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71

Capítulo 47

113 20 6
Av NephilimGirl

We live, we breathe, we hope, we bleed, we love, we lose, we die.

1988

Vanessa llevaba diez minutos dando vueltas por la habitación, de brazos cruzados y, de vez en cuando, murmurando cosas para sí misma. Desde el momento en el que había entrado en la habitación, tenía una expresión en el rostro de absoluta estupefacción, y parecía que estaba a punto de sufrir un paro cardíaco de un momento a otro.

Mientras tanto, Devi y Jack, sentados codo con codo en la cama, no podían hacer más que observar los movimientos incesantes de Vanessa, lanzándose miradas de reojo de vez en cuando, preguntándose si debían hacer o decir algo. En un momento dado, Jack había tratado de decir algo, pero en cuanto pronunció el nombre de su hermana con suavidad, ésta alzó una mano y le dijo que necesitaba unos minutos para asimilar lo que acababa de ver.

Hasta que finalmente, por fin cesó en su pulular por la habitación y, colocándose frente a su mejor amiga y su hermano mayor, les encaró y dijo, con voz temblorosa:

-¿Así que... vosotros dos?

Sin saber qué más hacer, Devi y Jack asintieron, cohibidos. Devi pensaba que se le iba a salir el corazón de un momento a otro y, con la ansiedad creciendo en su interior como una nube negra que se acerca con la tormenta, miles de diferentes escenarios no paraban de repetirse en su cabeza, temiendo cuál sería la reacción de su mejor amiga, o qué sería lo que haría a continuación.

Vanessa asintió a su vez y masculló, para sí misma:

-De acuerdo. – Se aclaró la garganta y, tras inspirar profundamente, añadió: - ¿Desde cuándo?

Jack y Devi se volvieron a lanzar una mirada, y durante unos segundos más permanecieron en silencio, hasta que finalmente Devi dijo:

-Uhmm... no lo sé, unos cuantos meses.

Vanessa abrió los ojos como platos y juntó las manos, colocándoselas de costado contra los labios, cerrando los ojos.

-Unos meses. – Repitió, en un susurro. Entonces, volvió a abrir los ojos y su mirada azul se clavó de nuevo en ellos, solo para después decir, con un poco más de dureza: - ¿Y a ninguno de los dos se le ocurrió decírmelo?

En esta ocasión fue Jack quien respondió, con aquella suavidad que le caracterizaba:

-No queríamos que... te sintieses incómoda con todo esto.

Vanessa soltó una risa de escarnio, se pasó las manos por su abundante cabello rizado y los señaló a ambos con un gesto de la mano:

-¿Más incómodo que encontrarme a mi mejor amiga y a mi hermano mayor dándose el lote... como si no hubiese mañana? No, creo que no es posible.

-Nada de esto estaba planeado. – Se apresuró en intervenir Devi, con más firmeza. Sin embargo, cuando Vanessa dirigió su mirada azul hacia ella, volvió a sentirse cohibida y, casi encogiéndose sobre sí misma, añadió: - Ayer me emborraché... muchísimo, me encontré con Jack y, para ahorrarme un problema en casa, tuvo la amabilidad de dejarme pasar la noche aquí.

-No habría ocurrido si tú no la hubieses dejado tirada para irte con tu novio a hacer Dios sabe qué. – Intervino Jack inesperadamente, con un tono cortante y enfadado, pero al mismo tiempo increíblemente protector. – Por Dios, Vanessa, más te vale que estés tomando precauciones. ¿Quién demonios es ese tío con el que te estás viendo?

Si no hubiese sido porque las circunstancias no eran las más propicias, Devi se habría echado a reír al ver a Jack en modo "hermano mayor sobreprotector". Era una faceta de él que no había visto antes y, teniendo en cuenta lo absurda que era la situación, su último comentario no hacía más que avivar las cosas. Sobretodo teniendo en cuenta que Devi no recordaba para nada haberle contado nada de Vanessa y su novio a Jack... aunque estaba claro que lo había hecho cuando estaba borracha.

Vanessa parecía no poder salir de su asombro ante las palabras de Jack, y durante un instante su faceta de "hermana y mejor amiga traicionada e indignada" se desvaneció para dejar paso a una que, con las mejillas increíblemente sonrojadas, se encontraba entre la espada y la pared.

Pero al instante se recuperó y, recuperando todo el arrojo que había perdido, se giró hacia Devi y, estupefacta, dijo:

-¿Se lo contaste? Se suponía que era un secreto entre nosotras.

-Mierda, lo siento mucho, Van. Yo... debí hacerlo anoche, cuando estaba borracha. – Repuso Devi, genuinamente arrepentida.

-No trates de evadir el tema, Vanessa. – Intervino Jack, con los dientes apretados.

Vanessa abrió la boca para decir algo, pero la volvió a cerrar prácticamente al instante, completamente sin palabras. Entonces, inspiró profundamente y dijo, a la defensiva:

-Bueno, esto no es por mí, así que no hagas toda esta conversación sobre mí.

En esta ocasión fue Jack quien hizo ademán de rebatir, por lo que Devi, comprendiendo que como siguiesen por ese camino se iban a enredar en una discusión fraternal sin fin, alzó las manos en un gesto conciliador y se apresuró en intervenir:

-Mira, Van, las cosas son así: Nada de esto estaba planeado, simplemente nos empezamos a ver y... surgió. No te dijimos nada porque no queríamos que te sintieses incómoda, y entonces discutimos y... dejamos la relación algo así como en pausa, así que no quise contártelo para que no estuvieses dividida. Eso es todo.

Durante unos eternos segundos más, lo único que hizo Vanessa fue quedárselos mirando consecutivamente con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho, con una mirada implacable. Hasta que, finalmente, los dejó caer a los costados y, con más suavidad y un suspiro, se giró a su hermano y dijo:

-¿Mamá y papá lo saben?

-No. – Dijo Jack, negando con la cabeza. – No, claro que no.

Entonces Vanessa se giró hacia Devi y, con más cautela, dijo:

-¿Y... los tuyos?

-No. – Dijo Devi, sintiendo un nudo en el estómago ante lo que estaba a punto de contarle a Vanessa: - No, yo... en fin, sabes cómo es mi padre. Jamás aceptaría... lo nuestro. – Se atrevió a mirar de reojo a Jack, solo para descubrir cómo un ramalazo de dolor alcanzaba su mirada de una forma que pareció romperle el corazón. – De hecho... sospechaba que me estaba viendo con alguien, y que lo estaba ocultando precisamente porque sabía que no lo vería con buenos ojos. Me juró que haría todo lo posible por descubrir con quién estaba saliendo, pero entonces Jack y yo... - Se detuvo, pues el recuerdo de su discusión aún los hacía sentir muy incómodos a ambos, así que utilizó otras palabras: - En fin, entonces ocurrió lo que ocurrió, así que le convencí de que ya no había nadie en mi vida. Por eso desde entonces ha estado tan conciliador conmigo. Pero no lo puede saber, Van. Si lo descubre... hará todo lo posible por separarnos, lo sabes muy bien. Aunque sea lo último que haga.

Al ver cómo la voz parecía fallarle levemente al final, Jack rozó su mano con la de Devi, apoyó la palma de su mano contra el dorso de la de ella y entrelazó sus dedos, dándole un silencioso apoyo que sabía que ambos necesitaban.

Vanessa se percató de aquel gesto tan íntimo y en su mirada se dibujó una expresión de infinita ternura. Porque fue en ese preciso instante en que se dio cuenta realmente de que lo que parecía haber entre su mejor amiga y su hermano era verdadero, por mucho que en un primer momento le hubiese costado asimilarlo. Nunca había visto a Jack mirar de aquella forma a ninguna otra mujer: como si fuese lo mejor que tenía en su vida... como si Devi fuese demasiado perfecta como para ser real. Y nunca había visto a Devi lanzarle tal mirada a ninguna persona con la que hubiese estado antes: como si por fin hubiese encontrado aquella pieza que le faltaba... como si hubiese encontrado a su alma gemela. Y fue en ese momento cuando supo que lo que ella y Kit tenían no era ni la mitad de fuerte que lo que tenían Devi y Jack... y que probablemente nunca lo sería.

Por ello, tragó saliva con fuerza, se pasó la mano por el rostro y, finalmente, dijo, con suavidad:

-Por mí no se enterará, de eso puedes estar segura.

Tanto Jack como Devi sintieron como si les quitasen un gran peso del pecho, como si por primera vez pudiesen respirar de verdad.

-¿Así que estás bien con... nosotros dos? – Inquirió Devi con cautela.

Vanessa inspiró con profundamente y repuso, con una sonrisa:

-Por supuesto que sí. En fin, al principio... al principio me ha costado asimilarlo: la idea de que vosotros dos juntos es algo que desde luego no me habría imaginado nunca, pero... me alegro mucho de que haya ocurrido.

-¿En serio? – Dijo Jack, frunciendo el ceño, como si no pudiese terminar de creérselo.

Vanessa rió y, abriendo los brazos, respondió:

-Pues claro, tonto. Desde luego, no podría pedir por un mejor novio para mi mejor amiga ni una mejor novia para mi hermano mayor. Si hay alguien que os puede hacer feliz a cada uno en una relación, desde luego sois vosotros. – Entonces alzó el brazo y señaló a Jack, endureciendo la mirada al añadir: - Pero como se te ocurra volver a hacerle daño a mi mejor amiga, te juro que te cortaré tus partes más queridas y las colgaré con un clavo, ¿me has entendido?

Y a pesar de aquella amenaza, Jack no pudo evitar echarse a reír, solo para que al poco Devi se le uniese, sin saber ninguno de los dos que aquella felicidad no les duraría para siempre.

***

2016

Incluso después de todo este tiempo, cuando pienso en aquella noche aún siento que partes de ella se me escapan entre los dedos, como el agua de la tormentosa lluvia de aquel día. Y por mucho que lo intento, no consigo terminar de hilar todos los sucesos de una forma lo suficientemente coherente como para formar un recuerdo vívido en mi cabeza.

Recuerdo cómo traté por todos los medios de salir de aquel bosque lo antes posible, adentrándome entre los altos y oscuros árboles que, en ese momento, parecían todos iguales. Recuerdo cómo las piernas parecían temblarme cada vez con más fuerza, cómo mis botas se enterraban cada vez más en la tierra mojada, que se estaba convirtiendo en puro lodo, y en cómo la lluvia parecía hundirme cada vez más en aquella misma tierra.

Y aquella lluvia caía con tanta fuerza que me resultaba imposible saber si el agua que caía a torrentes por mi rostro era aquel agua o mis propias lágrimas. Pero sí recuerdo cómo, cuando ya me encontraba en la linde del bosque y, por fin, comencé a ver la luz de las farolas de la carretera colándose por entre el tapiz de negras hojas y ramas, mis piernas parecieron decidir que no podían continuar manteniéndome en pie y, sin poderlo evitar, tropecé y caía de rodillas al suelo.

Recuerdo cómo en ese preciso instante todo el peso del mundo cayó sobre mis hombros, y cómo, tratando de encontrar un punto de apoyo en ese mismo mundo que parecía dar infinitas vueltas a mi alrededor, hundí los puños en la tierra húmeda y dejé que el barro se me metiese en las uñas, que me enterrase las palmas y que el frío de aquel lodo me llegase hasta las muñecas.

-Mierda. – Mascullé, pero con el tronador sonido de la lluvia ni si quiera pude escucharme a mí misma. – Mierda. – Repetí, entre sollozos, dando un golpe en el suelo con mi mano rota, como si aquel agudo y sajador dolor que sentí en la muñeca pudiese ser capaz de aclararme la mente.

Porque por mucho que durante diez años me había dicho a mí misma que no volvería a llorar, aquella noche parecía que lloré lo equivalente a lo que no lo había hecho durante todo ese tiempo.

Tratando de no permitir aún a mis pensamientos, a la realización de todos los alocados sucesos que habían ocurrido aquella noche, que consiguiesen llegar hasta mi mente con sus garras de hierro, me obligué a mí misma a levantarme y a continuar caminando bajo la lluvia, el dolor físico palpitándome en la muñeca de una forma tan intensa que hasta me sentí mareada, y un dolor completamente distinto arrancándome el corazón cada vez con más fuerza.

Así que con las pocas fuerzas que me quedaban continué caminando hasta que por fin llegué hasta la carretera desierta que se curvaba en una cuesta hacia abajo hasta el pueblo, donde se podía ver un mosaico de luces de las pocas personas que aún estaban en pie en aquella negra noche.

Y fue entonces cuando me percaté de que no llegaría muy lejos. No con lo opaca que estaba mi mente, ni con el insoportable dolor de la muñeca, que nublaba todos mis sentidos, ni con la impetuosa lluvia que me impedía ver más allá de mis narices.

Por ello, en un estado parecido al de la semiinconsciencia en el que te encuentras cuando te despiertas en medio de la noche, saqué mi móvil del bolsillo de la chaqueta, que sorprendentemente funcionaba a pesar de estar completamente empapado, y le envié un mensaje a mi madre con la mano buena, diciéndole dónde me encontraba y suplicándole que viniese a recogerme.

Después de eso, mis recuerdos se encuentran incluso más borrosos, por lo que me sería imposible relatar de forma congruente los siguientes sucesos, pues el resto se repite en mi mente como en un caleidoscopio incoherente de imágenes: mi madre dentro del coche, yo empapada y llena de barro abrazándola con fuerza y llorando en su hombro, sus protectores brazos sujetándome mientras subíamos en el ascensor hasta casa, sus lágrimas al verme tan destrozada. Después, el recuerdo del agua ardiendo de la bañera y yo, temblando, dentro, tratando de entrar en calor. La mirada preocupada y el rostro descompuesto por el dolor de mi hermana Olivia desde la puerta del baño, observando con los ojos llenos de lágrimas cómo mi madre me acariciaba el pelo en un gesto tranquilizador. Mi madre envolviéndome la mano en una fuerte venda y el susurro de su aterciopelada voz, diciendo algo así como "mañana a primera hora iremos a urgencias". Después, la suave y gruesa colcha de la cama de mi madre abrazándome, con ella rodeándome con sus brazos y susurrándome que todo iría bien.

Y después, nada. una completa y agradecida oscuridad cuando mi consciencia perdió la batalla con el dolor y el cansancio y me sumí en un profundo sueño.

Pero a pesar de lo confusa y difusa que fue aquella noche, fue una que nunca he llegado a olvidar. Y que en más de una ocasión me ha perseguido al quedarme dormida.

***

Dos semanas después

-No tienes que ir si no quieres, Callie. – Me dijo Livvy, sentada junto a mí en el autobús público mientras nos dirigíamos al hospital.

Permanecí unos instantes más con la mirada perdida en el cristal, observando las calles que pasaban. De forma inconsciente, me pasé los dedos por el yeso que me rodeaba la mano y parte del brazo. Tal y como me habían dicho en el hospital, había tenido suerte de que mi fractura de muñeca no fuese de las más graves, por lo que, a pesar del mareante dolor y de la incomodidad de ello, un fuerte yeso sería suficiente para soldarme de nuevo el hueso. Eso sí, no me podía escapar de las continuas revisiones para ver cómo marchaba todo.

Genial, como si no tuviese ya suficientes médicos con la maldita diabetes y el Psicólogo.

Al último era precisamente a dónde nos dirigíamos en ese momento mi hermana y yo. Tras lo sucedido aquella noche, hacía dos semanas – apenas podía pensar en ello sin sentir un temblor bajarme por el cuerpo – no había vuelto a pisar la consulta de la Psicóloga. Sin embargo, finalmente había conseguido reunir las fuerzas suficientes para concertar una cita e ir, pensando que me haría bien enfrentarme de una maldita vez a mis demonios.

Y sorprendentemente, en esa ocasión había sido Livvy la que se había ofrecido a acompañarme, algo que, sin duda, me dejó completamente patidifusa. Por lo general, siempre era mi madre la que me acompañaba, ya que mi hermana, al encontrarse en aquella fase de su adolescencia que yo llamaba "su vida de popular", no solía prestar mucha atención a este tipo de cosas.

Suspiré y finalmente me giré hacia mi hermana, que me observaba con el ceño fruncido, mostrando una obvia inquietud. Su cabello rubio parecía brillar bajo la luz de la tarde, y sus ojos verdes parecían tan claros como el más puro de los cristales. A veces olvidaba lo increíblemente parecida que era a mi madre.

-Estoy bien. Quiero hacerlo. – Fue lo único que dije, con voz plana y monótona. Desde hacía quince días, lo cierto era que no había hablado mucho.

En esas dos semanas, aunque desde luego me había apoyado muchísimo en mi madre y mi hermana, había necesitado pasar bastante tiempo sola, para poder evitar tener que hablar más de lo que mis fuerzas me permitían, al igual que aquellas miradas de profunda tristeza que mi madre y Olivia me lanzaban desde que les conté, bastante sucintamente, lo ocurrido con... él aquella noche. Por ello, había encontrado mi nueva salida de escape: por lo general, dedicaba todas las tardes a coger mi bolsa de gimnasio e irme al bosque para poder entrenar por mi cuenta. El primer día había rodeado de forma un poco rudimentaria uno de los árboles más gruesos con un par de esterillas de yoga de mi madre, y desde entonces siempre seguía el mismo procedimiento: me cubría las manos con las vendas, o me las cubría con los guantes de boxeo, y entrenaba hasta que sentía que caería de puro agotamiento: practicaba todos los movimientos de cuerpo que conocía, al igual que todos los golpes de manos y piernas; todos los puñetazos y patadas, todos los movimientos de defensa personal y de ataque, obviamente, tratando de hacerlo sin utilizar mi mano herida. Para ello, me la apoyaba con el cabestrillo contra mi pecho e intentaba practicar todos los movimientos adaptándolos a las limitaciones de la rotura de muñeca. Paraba para beber agua e inyectarme la dosis de insulina que me tocaba y, tras descansar un rato, continuaba con ello. Y aunque mi madre se había negado en rotundo al principio a que continuase con el entrenamiento con la muñeca tal y como la tenía, al final había asumido que no había forma de hacerme cambiar de idea.

Gracias a mis entrenamientos, había podido mantener la mente lo más aislada posible de todo pensamiento, de todo recuerdo o sentimiento que pudiese recordarme en lo más mínimo a aquella noche o... a él. Y aunque sabía que no podría seguir con ello para siempre, al menos de momento había sido mi salvación.

Aunque ahora, después de dos semanas, había decidido atreverme por primera vez a afrontar al menos una parte de todo aquello que llevaba reprimiendo en un hueco de mi corazón. Y por ello había decidido ir a ver a la psicóloga.

Olivia me observó durante unos instantes, para nada convencida, y me tomó de la mano buena, cubriéndola con las suyas, tan pequeñas y delicadas. Era en ese tipo de momentos cuando me recordaba que, a pesar de su adulta apariencia, mi hermana pequeña seguía siendo una niña.

-Oye, sé que durante estas dos semanas no has querido ni que lo mencionemos, pero... quiero que sepas que estoy aquí, ¿vale? Y que puedes hablarme de lo que sea.

A pesar de sentir aquel familiar dolor en el centro mismo del estómago, como si me lo estuviesen sajando con una sierra mecánica, sentí cómo una emoción se formaba en mi corazón: una ternura y agradecimiento infinitos al sentir cómo mi hermana realmente se preocupaba por mí, al igual que mi madre.

Por ello, apreté los dedos de Livvy con los míos y, con la voz temblorosa, respondí:

-Gracias, Livvy. De verdad. Pero de momento... creo que será mejor que lidie con ello con... la psicóloga.

A pesar de no estar completamente convencida, mi hermana, sabiendo que aún necesitaba mi espacio, asintió y no volvió a hablar del tema. No sabía cuándo estaría preparada para ello, pero cuando fuese, lo haría. Por mucho que me doliese.

Unos veinte minutos más tarde, llegamos al fin al St. Thomas Hospital, aquel hospital que desde mis nueve años había sido, por desgracia, como una segunda casa para mí. Una para nada agradable. Sobretodo en esos momentos, cuando, con cada paso que daba, sentía que una fuerza de mi interior me obligaba cada vez con más intensidad a retraerme y salir corriendo, antes de que tuviese tiempo de meterme en la consulta de la psicóloga y expulsar todos mis demonios al mismo tiempo... todo aquello que había reprimido y que había tratado de ocultarme a mí misma durante dos semanas. Todo aquello que, cuando saliese a la superficie, podría acabar conmigo como en una arrolladora ola.

Pero a pesar de mis miedos, inspiré profundamente y traté de recomponerme. Mi hermana me apretó la mano durante un instante, me dedicó una sonrisa alentadora y, con suavidad, comenzó a tirar de mí hacia la puerta principal del hospital. Y puede que si ella no hubiese estado junto a mí, nunca hubiese traspasado dicha puerta.

Así, con pasos más o menos decididos, me interné en el hospital junto a mi hermana, hasta que finalmente llegamos al ala de Psicología y le informé de mi cita a la chica tras aquella especie de gran escritorio en el que atendían a la gente. Tras comprobar mi nombre en su ordenador, me dedicó una automática sonrisa y me indicó de que esperase un rato, ya que la doctora estaba aún en la sesión con otro chico.

Probablemente otro pobre desgraciado que, como yo, no había tenido más remedio que, finalmente, acudir a una Psicóloga para tratar de encontrar un modo de lidiar con su propia mierda.

Por ello, mi hermana y yo nos sentamos en la sala de espera durante lo que me pareció una eternidad. Sin embargo, mientras que ella se entretenía chateando con sus amigas o, muy probablemente, su novio (aquel del que mi madre aún no sabía nada), yo sentía que el nerviosismo y la ansiedad me estaban comiendo viva. Tras unos cinco minutos sin poder estarme quieta en la silla, sin poder concentrarme lo suficiente como para leer el libro que me había traído y sin el aplomo necesario como para simplemente esperar sin más, tras informar a Livvy finalmente decidí levantarme e ir al baño para refrescarme el rostro con agua helada y obligarme a mí misma a calmarme.

Y precisamente me encontraba de camino al baño cuando de nuevo me sentí como aquella fatídica noche de hacía dos semanas: como si un inmenso abismo se hubiese abierto a mis pies y me tragase, sin que yo pudiese hacer nada para tratar de impedirlo. Pues estaba en el pasillo cuando escuché a mi espalda una voz demasiado familiar, una que hubiese deseado no volver a escuchar en mi vida:

-¿Callie?

Me quedé completamente paralizada, y durante unos instantes de infierno sentí como si se me hubiese parado el corazón y no pudiese respirar.

Y cuando me giré y vi a Louis, algo pareció hacer click en mi cabeza y me derrumbé.

______________________________

A/N

(Sé que últimamente soy muy pesada con las author notes, pero de nuevo tengo algo importante que decir xP)

So, en primer lugar, siento el capítulo soso, pero entre que apenas he tenido tiempo de escribir (ya que me fui de viaje a Francia) y que quería un capítulo de enlace, tenía que publicarlo sí o sí, pero espero que el final os haya dejado lo suficientemente intrigadas :)

En segundo lugar, algo muuuuy importante... *redoble de tambores* Estamos a punto de llegar al clímax de la historia: es decir, hasta ahora todo ha sido tan solo una subida para llegar a ese punto culminante no solo para el desarrollo de la novela, sino también para los personajes (ya lo explicaré con más detalle cuando llegue). Por ello, me he reservado algo muuuuy gordo para ese momento, no digo más ;)

Y en tercer lugar, as always: si os ha gustado el capítulo, por favor, votad, comentad y compartid :) 

Muchas gracias :)

-Alice. xx

Fortsett å les

You'll Also Like

779K 93.2K 118
Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola. Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar...
2.3M 68.7K 100
Segunda parte de mi libro de One shots espero les guste :3 Por favor preguntar antes de hacer alguna adaptación.
128K 17.6K 102
𝐅𝐀𝐊𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐑𝐌 || 𝙴𝚕 𝚎𝚗𝚌𝚊𝚗𝚝𝚘 𝚎𝚜 𝚎𝚗𝚐𝚊ñ𝚘𝚜𝚘, 𝚢 𝚌𝚘𝚗 𝚜𝚞 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚎𝚣𝚊 𝚑𝚊𝚛á 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚎 𝚊𝚛𝚛𝚎𝚙𝚒𝚎𝚗𝚝𝚊𝚜. Teen Wolf...
2.2M 228K 131
Dónde Jisung tiene personalidad y alma de niño, y Minho solo es un estudiante malhumorado. ❝ ━𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨, ¿𝘭𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘳𝘦𝘫...