Capítulo 36

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Places, places, get in your places, throw on your dress and put on your doll faces. Everyone thinks that we're perfect, please don't let them look through the curtains.

1988

Con cada minuto que Devi pasaba ahí de pie, esbozando falsas sonrisas y estrechando las manos de los invitados, más la irritaba todo y todos los que la rodeaban, hasta el punto en el que llegó a pensar si tendría problemas si les lanzaba la ensalada de patatas del buffet a las artificiales mujeres que reían y a los pomposos hombres que hablaban a gritos.

En el grandísimo salón de la mansión de los Matthews estaba teniendo lugar, como era típico, una de aquellas ostentosas reuniones que John Matthews organizaba con sus socios e inversores (al igual que con las familias de dichas personas) para, supuestamente, debatir sobre negocios y llegar a acuerdos que eran imposibles de disponer en un ambiente más formal, pero también para mostrar al resto del mundo esa falsa imagen de familia perfecta que él había construido a su alrededor. No obstante, Devi sabía, como había aprendido hacía mucho tiempo, que aquellas reuniones no eran más que un pretexto que utilizaban un puñado de pomposos ricachones para hacer ostentación de su riqueza y poderío y debatir quién de ellos tenía la casa más imponente en Brighton, el Porsche más grandioso y cuáles de sus hijos iban a ir a la universidad más elitista.

Todo ello, claro está, en el contexto de una cena de lujo en casa de uno de los hombres más ricos del condado, en su grandísimo y majestuoso salón en el que tocaba una banda, y para la que todos los invitados se vestían con sus mejores galas.

Una falsa cena llena de gente falsa que esbozaban sonrisas falsas y que ocultaban su envidia recíproca bajo falsos halagos y falsas felicitaciones.

Y en medio de todo aquel hipócrita despliegue de abundancia, se encontraba Devi vestida con un caro vestido de fiesta del color del más puro zafiro, con unos gruesos tirantes en los hombros y un escote en forma de corazón que acentuaba su abundante pecho, y cuya vaporosa y larga falda ocultaba los aún más caros zapatos de tacón que le estaban haciendo polvo los pies. Su largo cabello rubio caía en suaves ondas rizadas sobre su espalda, y la mano con la que saludaba a los invitados estaba enfundada en una preciosa pulsera de cristales de Swarovski que parecía pesarle cada vez más con cada segundo que pasaba.

Hasta que llegó un momento, cuando todos los invitados dejaron de presentarse y la sala estaba al completo, en el que Devi sintió que no podía continuar esbozando aquella falsa sonrisa del más puro color rojo, por lo que se limitó a observar a los invitados con expresión aburrida y preguntándose cuándo los camareros sacarían el bufet de postres.

-No dejes de sonreír, Deborah. – Le dijo Victoria, quien, vestida de una forma incluso más imponente que su hija, hacía caso de su propio consejo y no dejaba de sonreír de aquella forma placentera y casi hasta dócil que la caracterizaba.

Devi soltó un suspiro y, sin molestarse en ocultar su propio desagrado, farfulló:

-Como sonría un minuto más se me va a quedar una boca que hasta el propio Joker envidiaría. – Meneó levemente con la cabeza, sin apartar la mirada de su padre, quien, a una cierta distancia, se pavoneaba junto a un grupo de invitados, esbozando sonrisas dignas de anuncio de dentífrico y fingiendo ser esa persona que todo el mundo creía que era.

Victoria giró su adusto rostro hacia su hija con una ceja enarcada en un gesto escéptico, y sin embargo, como era costumbre, su rostro de porcelana no mostró ni un ápice de lo que en ese momento estaba pasando por su cabeza. Por el contrario, alzó la barbilla y, mirando la fiesta que tenía lugar frente a ella, dijo:

Warrior | l. t. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora