Capítulo 52

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Where there is anger, there is always pain underneath.

2016

Si la última vez que había visto a Louis me había sentido completamente paralizada, como si el peso del mundo cayese sobre mí y, por encima de todo, deseando que me tragase la tierra, en ese momento estaba sorprendentemente tranquila.

Porque de alguna forma... me había esperado que algo así ocurriría. A pesar de que mi primo me había asegurado que esta inesperada visita se debía única y exclusivamente a su preocupación por mi bienestar (y no lo cuestionaba), no se me había escapado el hecho de que su visita hubiese tenido lugar justamente una semana después de mi encontronazo con Louis en el hospital. Y no me había costado mucho imaginar que, de algún modo, mi examigo estaba involucrado en ello, y más cuando Harry había empezado a hablarme de Louis, tratando de convencerme de aquella bondad inherente que tenía.

Y en ese mismo instante, mis sospechas se hicieron realidad. Tal vez debería comenzar a confiar un poco más en mi sentido de la intuición... o puede que, simplemente, después de tantos batacazos con el resto de seres humanos, cada vez me costaba menos descubrir las verdaderas intenciones y motivaciones que movían a los demás.

Porque después de haberme dejado engañar de aquella forma tan descarada por Louis, me había prometido a sí misma que no iba a volver a dejar que nadie me pillase desprevenida.

Tragué saliva con fuerza y, por debajo de la mesa, apreté los puños con fuerza. Sin embargo, no permití a mi rostro cambiar ni un ápice, no le di a Louis la alegría de mostrarle, como si fuese un libro abierto, el huracán de emociones que estaba teniendo lugar dentro de mí.

Así que simplemente me lo quedé mirando y me obligué a mí misma a no apartar la mirada. Y, por mucho que me pese, sé que en parte lo hice porque, a pesar de todo, aún había una especie de chispa en mi pecho que parecía saltar al verle, porque mi corazón comenzó a latir con furia y el estómago me dio un vuelco, como si millones de mariposas estuviesen revoloteando en mi interior. Me obligué a mirarle mientras me repetía a mí misma: No te dejes engañar por él. Recuerda lo que te hizo. Recuerda cómo es en realidad.

Y precisamente me estaba diciendo eso cuando Louis, con los ojos llenos de lo que conseguía hacer parecer por una genuina angustia, dijo, probablemente recordando mi reacción en nuestro último encuentro:

-Por favor, Callie... no te vayas.

Apreté las mandíbulas con fuerza y le observé con toda la determinación que pude, convirtiendo mi rostro en una máscara de piedra, una que, en ese momento, creía que era imposible resquebrajar. Negué con la cabeza y no me molesté en ocultar aquel desagrado en mi mirada al responder, con una frialdad que ni si quiera sabía que era capaz de expresar:

-No voy a huir, si eso es lo que te preocupa. Esta vez no. Ya estoy harta de huir de ti. En realidad, creo que realmente es hora de que hablemos las cosas.

A diferencia de mí, el rostro de Louis era un libro abierto en ese momento. Aunque estaba segura de que cualquier emoción que expresase, cada sentimiento que se filtrase en esos ojos azules que una vez había sentido que me atrapaban, no era más que parte de su retorcido juego por tratar de seguir engañándome, por lo que, de nuevo, me dije que no debía dejarme engatusar por aquella pantomima.

Porque lo cierto era que, durante un instante, el discurso de mi primo sobre la bondad de Louis, sobre que en realidad no era más que un alma atormentada que, como yo, llevaba mucho tiempo suplicando que la salvasen, había calado de verdad en mí. Durante un segundo, había dejado que la imagen de Louis desamparado y roto, que era tal y como yo llevaba sintiéndome tantos años, me hiciese empatizar con él y se clavase en mi corazón. Porque yo sabía lo que era sentirse así, porque seguía esperando una muestra de redención por su parte... porque, durante ese efímero momento, había vuelto a dejarme embargar por la creencia de que, por fin, había encontrado a alguien que se sentía exactamente igual que yo.

Warrior | l. t. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora