Capítulo 22

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1988

En cuanto traspasaron las puertas del restaurante, Devi sintió cómo su estómago rugía con fuerza ante el olor de la comida y la vista de todos los platos que la gente tenía frente a ellos.

En ese momento se dio cuenta de que estaba incluso más hambrienta de lo que en un principio había pensado, y por unos instantes el intenso hambre que sentía eclipsó por completo esa sensación atolondrada que se había apoderado de ella desde que se había subido al coche de Jack.

No obstante, apenas se sentaron frente a frente en una discreta mesa del local, esa sensación de aturdimiento volvió a tomar protagonismo.

Jack le sonrió desde el otro lado de la mesa y Devi se retorció las manos nerviosamente en el regazo, obligándose a sí misma a jurar que durante aquella cena no haría ni diría nada que la dejase en evidencia (como, por ejemplo, volver a hablar demasiado y de forma excesivamente atropellada, como aquel día en el garaje).

Una afable camarera de cabello pelirrojo y rostro repleto de pecas acudió en seguida a tomarles nota y Devi, sin pensárselo dos veces, pidió el sándwich más grande que vio en la carta. Cuando la camarera terminó de tomarle nota a Jack, se llevó los menús y con una amplia sonrisa los informó de que les traería la comida lo antes posible.

Una vez se hubo marchado, Jack observó a Devi con una leve sonrisilla divertida, probablemente debido al entusiasmo con el que la joven había pedido la comida. Por ello, Devi se encogió levemente en el asiento y, con una expresión entre de disculpa y de justificación, dijo:

-Tengo tanta hambre que podría comerme cinco vacas enteras.

Jack se quedó patidifuso unos instantes, sorprendido ante la respuesta de Devi, por lo que la joven se maldijo a sí misma y pensó: Ese es el tipo de cosas que precisamente no deberías decir si quieres causar una buena impresión.

Sin embargo, repentinamente, Jack estalló en carcajadas ante aquel comentario, quitándole a Devi un gran peso de encima, y haciendo que ella misma esbozase una sonrisa. La risa de Jack siempre parecía encender un fuego en su pecho.

-Nunca dejas de sorprenderme. – Dijo él, sintiendo que no podía dejar de sonreír. ¿Cómo era posible que Devi causase aquel efecto en él? Él no era una persona que solía reír a menudo. Siempre había sido bastante serio, la verdad.

-Bueno, mientras sea para bien no me importa en absoluto. – Repuso Devi, justo en el momento en el que les traían la jarra de agua que habían pedido.

Entonces Devi echó un vistazo al restaurante y sintió una nueva sensación de desahogo que hacía mucho que no sentía. Fue como si, después de tanto tiempo estando continuamente en tensión (ya fuese por la presión del último año de instituto, la presión de las altísimas expectativas que su padre tenía puestas en ella, el saber que apenas podía dar un paso sin que él lo supiese...) poder permitirse aquellas pocas horas para desconectar de la realidad realmente la hicieron más feliz de lo que podría haber llegado a imaginar.

Soltó un suspiro mientras una nueva oleada de paz parecía recorrerla de arriba abajo.

-¿Sabes? Todo esto es tan raro para mí... - Comentó, con una sonrisa, volviendo a mirar a Jack, quien, como descubrió en ese momento, parecía haber estado observándola durante aquellos instantes en los que había permanecido pensativa.

-¿A qué te refieres? – Preguntó Jack, con el corazón en un puño. En su interior cruzó los dedos para que Devi no se hubiese percatado de que se la había quedado mirando mientras ella echaba un vistazo al restaurante.

Warrior | l. t. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora