Bajo efectos

By Ninablair

2.2K 436 198

Amaya es una chica joven, independiente y en su último año de carrera. Sin embargo, su día a día es monótono;... More

Introducción
1
2
3
4
5
6
7
8
9
11
12
13
14
15
16
17
18 (Final)

10

66 19 14
By Ninablair

Cuando acabó su última clase salió pitando hacia la parada del autobús, pero no llegó ni a la puerta principal de la universidad cuando se encontró con Sofía. Vaya, ni hecho a posta.

—¡Hey! ¿Dónde vas corriendo? —preguntó Sofía cerrándole el paso. Amaya paró.

—¿Qué haces aquí?

—Contéstame, yo te he preguntado primero.

—Iba andando.

Sofía rodó los ojos.

—Ya me has entendido —rio. Era la risa más falsa que jamás había oído.

—Tengo una entrevista de trabajo.

Sofía arrugó el entrecejo con duda en la cara.

—¿Ah sí?

—¿Y tú qué haces aquí? —repitió.

—Venía a buscarte.

—Pues ya ves que no puedo, que tengo prisa —intentó pasar, pero Sofía no la dejaba.

—¿Qué quieres?

—¿Por qué no vamos a comer?

Era hora de clavar los dientes.

—A ver, te acabo de decir que tengo una entrevista de trabajo. ¿Estás sorda?

—¿Pero a qué hora es?

—A las siete.

—¡Pero si te da tiempo de sobras!

—No.

—¿Dónde es?

—En "La casa del árbol".

Sofía abrió los ojos incrédula. Ahí lo tenía.

—Ah, vaya.

Estaba claro, Gabriel era su talón de Aquiles.

—Es que luego he quedado con Gabriel.

—Echo de menos a Susana —dijo en cuanto Amaya acabó de hablar. Parecía que no había hecho caso a lo que había dicho su amiga pero estaba claro que había captado el mensaje y que los dientes se los iba a clavar Sofía.

Ese comentario se clavó como una espada en el corazón de Amaya, pero no iba a dejar, de ninguna manera, que se notara.

La muchacha rio cínica.

—¿Tú sabes por qué Susana se fue?

Sofía no dijo nada. Amaya se acercó a su oreja y le susurró:

—Porque estaba harta de ti. Y no me extraña, ¿quién no lo estaría?

Dicho esto, la apartó de su camino con un golpe de hombro a hombro. Dejó atrás una de las piedras que la hicieron tropezar en el camino y puso rumbo a su apartamento.

Cuando llegó eran las tres y siete, así que se preparó tranquilamente una sopa de sobre. Cuando acabó de preparar la comida, se la zampó más rápido de lo que canta un gallo.

Se tiró en el sofá y al conectar Netflix, para ver Prison Break. Se dio cuenta de que durante todo el día no había pensado en Lucía. Se sentía como Michael Scofield ayudando a su hermano Lincoln; solo que sin estar en la cárcel.

¿Cuándo iba a llamarla? ¿Qué podría ser lo que había hecho tan mal? Tenía muchas ganas de volver a hablar con ella.

A las seis y siete se pegó una ducha y se vistió. No sabía cómo vestirse, pues nunca había tenido una entrevista de trabajo. Se puso algo normal, pero sin rozar lo formal.

Cogió el móvil, el abrigo, los auriculares y se puso en marcha. Llegó más pronto de lo que esperaba.

Entró en el cálido local. El tintineo de las campanas de la entrada hizo que algunos comensales se giraran; uno de ellos fue Gabriel, que en ese momento estaba sentado en la barra tomando un refresco. Su turno acababa a las seis.

—Déjame a mí —le dijo a Aarón cuando este empezaba a acercarse hacia Amaya.

El chico asintió y se fue a atender a una mesa. Mientras tanto Gabriel con la característica bandana negra apartando el pelo de su cara, se acercó a Amaya.

—Señorita, bienvenida a la casa del árbol, que ni es casa, ni está en un árbol.

—¿Ese es el lema del local?

—¿Es qué no lo sabías?

Amaya rio ante el comentario y juntos se acercaron a una pequeña puerta con un cartel que decía: "Solo personal autorizado". Supuso que sería el despacho del jefe.

—¿Lista?

Amaya asintió y entonces el chico abrió la puerta. Cuando lo hizo vio que era una especie de sala oscura donde había unos bancos en un vestuario con unos casilleros azules. Había varias puertas más. Baño, almacén y por último jefatura.

Llamaron a la puerta y en cuestión de segundos ya habían recibido el consentimiento para entrar.

Gabriel abrió la puerta, les presentó y se marchó, dándoles privacidad.

Una hora más tarde salió de la puerta con el uniforme en las manos. Ante ella estaba Gustavo, el dueño de la cafetería.

Gustavo era un hombre mayor, que había abierto la cafetería con su mujer. Después de la muerte de su esposa decidió convertirlo también en restaurante, y a su vez, las noches del viernes y del sábado, abría el local como bar de copas.

—Todo listo para que te incorpores el jueves —dijo abriendo una taquilla de hierro—. Este es tu casillero, aquí podrás guardar tus objetos personales, etcétera.

Amaya asintió y guardó el equipo que tan solo constaba de cuatro delantales granate. No había sido difícil conseguir el trabajo, porque Gabriel la había recomendado. Estuvieron hablando sobre su horario, personalizado para que pudiera ir a clase, el reglamento y de que Gabriel se encargaría de enseñarle cómo funcionaba todo.

Amaya leyó algunos de los nombres de los diferentes casilleros, Gabriel y Aarón entre ellos. Escribió su nombre y lo pegó en la puerta.

Cuando por fin salió a la zona de restaurante, eran las ocho y veintisiete. A lo lejos vio a Gabriel bebiendo una cerveza; a su lado había una limonada. Supuso que sería para ella. En cuanto se acercó más, se dio cuenta de que había una tercera bebida.

Gabriel levantó la cabeza y se percató de que Amaya se acercaba.

—Aquí estás.

Amaya miró la tercera cubertería sin entender nada, no le hizo falta preguntar cuando vio a quien pertenecía.

—¡Amaya! —exclamó Sofía. Amaya apretó los puños y quiso golpearla.

—Vaya, no sabía que las perras comían con cuchillo y tenedor.

—Siempre con este humor —Sofía rio.

El chico carraspeó incómodo y se acercó a Amaya para susurrarle cerca del oído:

—Lo siento, no lo tenía pensado, pero ella ha aparecido diciendo que le habías comentado nuestra cena...

—Déjalo.

Se sentaron en la mesa y un chico les atendió durante la cena.

—Él es Carlos, trabaja de camarero cuando termina mi turno.

Amaya asintió.

Cuando empezaron a comer, se notaba la incomodidad en el ambiente. Ninguno hablaba y entre ellos solo se oía el tintineo de los cubiertos chocando contra el plato.

En el momento en que Amaya iba a empezar su segundo plato, sintió su móvil vibrar en el bolsillo trasero de su pantalón.

Se excusó diciendo que debía ir al baño y se marchó pitando.

—¿Sí? —contestó cuando cerró la puerta del pequeño cubículo del restaurante.

—Amaya, te necesito.

—¿Lucía? —preguntó bajando la voz—. ¿Qué pasa?

—Mierda, Amaya, un amigo de tío Martín ha intentado matarme.

—¿Cómo? ¿Por qué iba a hacerlo? —dijo sentándose en la tapa del váter muy confusa.

—¿Sabes que te dije que había hecho algo malo?

—Sí.

—Por eso.

—Déjate de secretos, dime ahora mismo qué hiciste.

—Amaya, he matado a tío Martín.

Continue Reading

You'll Also Like

18.5K 1.2K 61
Charlie Magne es la heredera de su familia que decide dejar su hogar para enrumbarse a construir su sueño, sin imaginar que en su camino encontraría...
1.8M 83.7K 66
La asesinaron un 23 de octubre, y desde entonces todos se preguntan: ¿Qué le pasó a Elizabeth Parker? Venus, la protagonista, tras el reciente asesi...
19.8M 1.3M 122
Trilogía Bestia. {01} Fantasía y Romance. El amor lo ayudará a descubrir quién es en realidad y su pasado hará reales sus peores miedos. ¿Podrá ell...
91.5M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...